Sólo imaginemos a un país, con una extensión territorial modesta, con un reservorio de recursos naturales importante, ubicado estratégicamente en el plano geográfico de un continente en el que se ha desarrollado fundamentalmente una economía de puerto, de extracción, con una relación de subordinación con las grandes potencias económicas del mundo capitalista. Un país que, […]
Sólo imaginemos a un país, con una extensión territorial modesta, con un reservorio de recursos naturales importante, ubicado estratégicamente en el plano geográfico de un continente en el que se ha desarrollado fundamentalmente una economía de puerto, de extracción, con una relación de subordinación con las grandes potencias económicas del mundo capitalista. Un país que, entre mares y tierra, tiene 5.161km de Fronteras compartidas con 14 países de una misma región, debería edificar una política fronteriza que permita resguardar sus recursos, proteger su soberanía, desarrollar con contundencia una política integracionista de solidaridad entre los pueblos y ser referente geopolítico en el plano de la resistencia al imperialismo. Justamente ese país es Venezuela, y estamos convencidos que la nueva geopolítica Bolivariana, internacionalista, viene haciendo esfuerzos importantes para consolidar los elementos que nombramos, entre otros más que se han venido trabajando desde que abandonamos, en 1999, el proyecto entreguista de la patria, propio del capitalismo ramplón.
De esta forma, con 5.161 km de fronteras compartidas con 14 países, el debate y la investigación sobre algunos elementos relacionados con la historia, la geografía, la cultura, la economía, entre otras disciplinas, nos invitan, además de derrumbar los muros disciplinarios que coartan en gran medida la posibilidad de edificar una geopolítica de la integración, a pensar en una nueva frontera; para ello es necesario mirar como totalidad un proyecto emancipador que no se puede consolidar en un sólo país, y sí, se trata en parte de la vieja discusión sobre la construcción del socialismo en un solo país, por ello, es necesario abordar distintas elementos desde una perspectiva multidimensional. Advertimos, sin embargo, que nosotros concentraremos nuestro esfuerzo en comprender los problemas que hoy se presentan con la República hermana de Colombia. Con éste país compartimos 2.219 km de frontera, un trecho bastante amplio que nos invita a pensar sobre lo que debería ser, un territorio potencia para las aspiraciones integracionistas entre las dos naciones.
Las migraciones, fase superior de la violencia.
Una definición clásica de lo que es una frontera , hace mención a que ésta última es una línea convencional que marca el confín de un Estado. Y aquí, partiendo de esta definición, inicia a nuestro juicio, la violencia, sobre todo entre pueblos que históricamente hacían uso de determinados espacios territoriales, los cuales fueron fragmentados por los intereses de las oligarquías, dando cuenta de rupturas de la territorialidad ancestral de espacios que eran vitales para la subsistencia de pueblos enteros. Pareciera a simple vista que el proyecto de Nación-Moderno oligárquico, guarda consigo una dosis de violencia que no podemos perder de vista, ni mucho menos ignorar. Ahora bien, es necesario destacar que las confusiones que han habido con relación al término, han formado parte de la imposibilidad misma para el diseño de una política acorde para la solución de la multiplicidad de conflictos que alrededor del tema se generan, en ese sentido Briceño Monzillo en su texto Derecho Internacional. Fronteras con Colombia, introduce una cita de Rousseau en la que se explica la diferenciación que hacen los juristas entre Frontera y Límite (el límite es una línea), mientras que la frontera es más una noción espacial que corresponde a la zona que se extiende a cada lado de esta línea. En realidad, el término Frontera designa a la vez el límite y la zona delimitada, es así como efectivamente, podemos comprobar que la frontera es parte de un proceso histórico, por esa razón los problemas de hoy, hunden sus raíces en el pasado, y con ellos, la posibilidad misma de su solución radica en la capacidad analítica para la comprensión, entendimiento y re-conceptualización de lo que vendría a ser uno de los fenómenos menos estudiados en la región.
Ir y venir por la historia se hace necesario, cuantas veces sea posible, para comprender en su justa dimensión lo que es en realidad un potencial en cuanto a la propuesta de nuevos métodos de integración entre los pueblos. Para ello es importante que tengamos en cuenta las particularidades de cada momento histórico, con relación al crecimiento poblacional producto de migraciones, característico de regiones fronterizas.
Por ejemplo, Para Oropeza (1989), la poca seriedad con la que se han asumido los problemas fronterizos a lo largo de la historia, han repercutido tremendamente en la identidad nacional propia, la han mellado, señalando de inútil la defensa de la Guajira, por ser una polvareda, el Esequibo por ser un motarrascal, y las islas del Caribe, las cuales en ausencia de agua dulce, eran tierra muerta, es decir, la visión geopolítica del territorio quedaba a merced de quien se pudiera interesar en esos espacios inoperantes para el progreso citadino. El entreguismo en su más pura expresión, porque el desconocimiento de causa no nos absuelve de culpa. En ese mismo orden de ideas, para finales de la década de los 80′ Oropeza identificaba una serie de problemas estructurales que atravesaban nuestras fronteras, 1) Muchas de las nacientes de los ríos que recorren nuestra patria están ubicadas en las zonas altas pertenecientes a Colombia; 2) El método cambiario, librecambista para el momento, motivaba a una fuga importante de divisas, de alrededor de dos mil millones de Bolívares «Viejos» hacia Colombia; 3) La precariedad de servicios Básicos, en algún lado de la frontera, genera movimientos hacia el lugar en el que se pueda hacer buen uso de estos, en tal sentido para el autor es Bochornoso que de Santa Elena de Uairén tenga que irse a la naciente ciudad Brasileña de Paracaima para llamar a Caracas, ni que hablar de educación, salud o acceso a los alimentos a lo largo de nuestros límites fronterizos. Otro problema que podemos identificar, es el despoblamiento característico de las zonas fronterizas, el cual hasta la fecha ha propiciado la proliferación de contrabando, narcotráfico y la incursión de grupos paramilitares, vinculados a éste jugoso negocio.
Sin duda alguna, esos problemas estructurales identificados por Oropeza (1989), a finales de los 80′, son motivantes de una violencia también estructural, que viene profundizando sus métodos, además de naturalizar modos de vida violentos, entre los habitantes de los principales asentamientos fronterizos.
En el mismo año 89′ se crea el «pequeño recadi», para controlar el negocio de la extracción y el contrabando, siempre presentes en la zona; en palabras de Ramón J. Velásquez, el desabastecimiento se prolongaba de forma alarmante: se consideró que las toneladas de leche, Huevos, Aceite o gasolina estaba constituyendo, para unos hasta una conspiración contra el país, y para otros, una amenaza que agrava la crisis interna (entrevista a Ramón J. Velásquez: Problemas sociales e integración económica), todo esto generado por las grandes oleadas de inmigrantes campesinos provenientes de Colombia, quienes huyendo de la violencia del Estado colombiano en contra de las fuerzas insurgentes, se ubicaban en zonas fronterizas.
Geo-historia de una región estratégica.
Un poco más atrás, en la colonia y en el proceso de la conformación de la nación, la consolidación de asentamientos en las zonas montañosas del occidente del país, tiene sus particularidades. En el texto, Los andinos en el poder, de Domingo Alberto Rangel (1980), se afirma que Cúcuta es el único pasadizo que puede vincular a las grandes altiplanicies colombianas -Bogotá, Tunja- con la costa del Lago de Maracaibo (…) esa geografía de corredores abiertos al tránsito convierten al Táchira en prolongación de Santander y a Cúcuta en una caja de resonancias para el esfuerzo Venezolano. En principio, afirma Rangel, San Cristóbal nació como espacio intermedio a los mensajeros que se movían de Mérida a Pamplona, un pueblo posada, pues para la colonia y todo su ejército saqueador, lo único importante era la extracción de minerales, la expoliación, el hurto. En definitiva, la migración va a caer sobre el Táchira, cuando terminen las guerras de independencia, como una serpiente de numerosos anillos. En los valles, hasta ayer solitarios, hervirá el crisol de los pueblos fundidos por el abrazo del trabajo y la esperanza común (Rangel, 1980; 7). El café es el motor de ésta dinámica entre la recién creada frontera y los pueblos adyacentes.
Entonces, tenemos varias cosas por comprender desde el punto de vista histórico: 1) No había por lo menos en la Venezuela post-independencia, un lugar más adecuado para impulsar la producción de café, pues el resto del país era un hervidero de rebeliones caudillescas, 2) En esta zona, por sus característica de lugar posada no había la suficiente mano de obra, por tanto Llaneros y Colombianos poblaron una región que prometía otro modo de vida, 3) El lago de Maracaibo abría los caminos hacia el mundo, y con ello al comercio exterior. Cúcuta crece al lado de esta oportunidad para el desarrollo agrícola, aunque así mismo, según Rangel (1980), en ese mismo lugar creció una clase comerciante muy parecido a los de Maracaibo por su genio rápido y su codicia honda. Cuando el Táchira dejó de ser la mano vacía de los valles sin gentes, el instinto comercial de los cucuteños «venteó» rápidamente el negocio (1980; 9).
De esta forma, el Táchira comienza a desarrollar su «potencial» productivo, de la mano del naciente esquema explotador del latifundio, y la zona definitivamente muestra su importancia geoestratégica para la exportación de cualquier producto, éste dato no lo va a pasar por alto la oligarquía del norte de Santander, quienes van a tener la mirada siempre sobre esta región, incluso parte del plan secesionista en contra de Venezuela, que comprende la balcanización suramericana, entiende al Norte de Santander, Zulia y los Andes Venezolanos, incluyendo por supuesto al lago de Maracaibo, como catapulta y a la vez entrada del/al Mundo. No podemos dejar de lado los elementos vinculados a la contradicción capital-trabajo, trabajo productivo vs capital financiero debate éste que desde un principio se ha desarrollado, por lo menos entre la frontera del Táchira con Cúcuta.
Otro elemento que no podemos descuidar, es el hecho migratorio permanente y constante desde el momento mismo de las independencias hasta nuestros días, pues incluso en el momento más violento de la Venezuela republicana, la guerra federal, el Táchira seguía ofreciendo «prosperidad» en la producción de Café, y seguía atrayendo grandes migraciones de llaneros y colombianos, quienes encontraban en esta región un espacio para el trabajo y la estabilidad cotidiana.
Al respecto Eduardo Hernández (1989; 115-118), agrega una serie de planteamientos (en cursivas, lo demás son comentarios nuestros sobre los planteamientos descritos), con los que ayuda a comprender con mayor detenimiento el complejo asunto de las migraciones que se han venido desarrollando a lo largo del tiempo de Colombia hacia Venezuela, pero con mayor hincapié en la última década del siglo XX, entre ellas tenemos:
a) Clima de Libertades públicas en Venezuela, hospitalidad venezolana y ausencia de discriminación hacia el inmigrante latinoamericano; aquí debemos tener un poco de precaución y cautela en el análisis, pues la condición de explotados, generan una situación muchas veces violenta reproducida desde las relaciones laborales. La lógica capitalista nos ha llevado a consolidar la idea de que a estas tierras son bienvenidos, los que tienen plata y los que no la tienen, pero que son sumisos para el trabajo y venden a precio de gallina flaca su fuerza laboral.
b) Negligencia y tolerancia de las autoridades que en Venezuela tienen a su cargo el control de los extranjeros y el resguardo de sus fronteras; prueba fehaciente de ello, ha sido la desidia en la que ha derivado un espacio fundamental para la vida y la estabilidad nacional. Pareciera que la Frontera no tuviera dolientes, pareciera que históricamente se ha dejado a que la espontaneidad determine el modo de vida de los ciudadanos de esta zona.
c) La corrupción a diversos niveles, que ha permitido visados masivos e indiscriminados, por funcionarios de consulados venezolanos en dichos países, el cruce por alcabalas y puestos fronterizos y el traslado de densos contingentes humanos hacia el corazón mismo de los centros poblados Venezolanos; la trata de seres humanos siempre ha sido un negocio para el gran capital, sobre todo si se genera una cadena de extorción entre quienes se dirigen a otras latitudes a buscar mejores destinos y a cambio de ello se debe pagar una gratificación a quien «hace las gestiones» (vacuna).
d) La propaganda de los gobiernos democráticos Venezolanos, cuyos voceros proclaman nuestras grandes posibilidades, en una especie de oferta de trabajo generalizada e internacional; en ese sentido, siempre se ha dado a conocer a nuestro país como una tierra de oportunidades, fácil de explotar, tanto a sus recursos, como a su gente, extracción y explotación al máximo, sumado al despoblamiento en el que se encontraba (como sucede aún) para finales del siglo XX gran parte del territorio nacional.
e) La Real y fabulosa riqueza petrolera venezolana; con ella la cultura rentista, que genera mitos e ideas entorno a la riqueza mal habida, fácil y el «vivalapepa» de todos los sectores de la sociedad.
f) Las extraordinarias minas de hierro, bauxita (aluminio), minerales estratégicos; los desarrollos industriales de Guayana y en fecha reciente el inicio de las exportaciones de la faja petrolífera del Orinoco, que es la mayor concentración de hidrocarburos pesados en el mundo; como parte de esta agenda, sigue presente el desarrollismo de Estado, la política extractivista ha sido una de las formas que el Estado venezolano ha encontrado para hacer política, en otrora, en los años 90`la política minera estaba sometida a los proyectos de las grandes transnacionales, explotar para vender, extraer para comercializar, en ese sentido, en la actualidad acudimos a una política soberana en cuanto al uso y manejo de los recursos naturales. El debate alrededor del tema es fundamental, para consolidar un país más equitativo.
g) El extraordinario potencial hidroeléctrico de nuestros ríos y los programas en ejecución: Uribante-Caparo, Caroní y otros; grandes proyectos faraónicos para el desarrollo del capitalismo siempre han requerido de mucha mano de obra, entre más barata mejor.
h) Las magníficas redes viales y áreas que intercomunican al país a través de extensas áreas, vacías y la libertad de utilizarlas a bajo costo.
i) Los Centros industriales Ubicados en la Zona de Valencia, Maracay, Caracas, Barquisimeto, Puerto La Cruz y áreas Circunvecinas.
j) Los extensos y ricos yacimientos de carbón en el Guasare, Vecinos a la Línea Fronteriza y a la ciudad de Maracaibo. Esta es la lucha histórica de nuestros pueblo originarios de la sierra de perijá.
k) Las posibilidades de ganancia Fácil y cuantiosa que hay en el país, deriva de la creciente demanda de mano de obra y los derrochadores sistemas de vida del venezolano, acrecentadas las primeras con las ofertas del azar en los hipódromos, loterías, etc;
l) La riqueza exhibida y luciente, ingrediente individual de la vida nacional y estímulo para la rapiña, el arrebatón y el robo por parte de quienes cruzan la Frontera con estos propósitos;
m) Las astronómicas cifras de los ingresos fiscales venezolanos, divulgadas alegremente, en medio del festín de molicie, improductividad y relajamiento de valores, que nos ha deparado la bonanza petrolera;
n) La política del Estado Colombiano, al propiciar y estimular estas migraciones clandestinas, con el objeto de aliviar los graves problemas socioeconómicos, del país vecino y de instalar dentro del territorio venezolano a un contingente de sus nacionales con supuestos propósitos de ocupación y anexión silenciosa del mismo .
Seguramente dejamos por fuera, una serie de elementos por trabajar en el tema fronterizo, sin embargo, que éstos nos sirvan como referentes.
Las miradas que imposibilitan la solución de los conflictos.
Hasta aquí estamos medianamente de acuerdo con Eduardo Hernández (1989; 118), en ese sentido es importante destacar, que éste texto fue uno de los más referenciados para finales del siglo a la hora de estudiar los problemas fronterizos con Colombia, causal misma de la imposibilidad para canalizar un conflicto que debe ser sometido a diferentes miradas, siempre respetuosas y sensatas, desligadas de prejuicios y posturas racistas o segregacionistas. Para el autor en cuestión, Colombia exporta hacia Venezuela su subdesarrollo, como si la oligarquía Colombiana o su empresariado fueran las hermanitas de la caridad, o un ejemplo a seguir por sus prácticas ejemplares con la humanidad, por su solidaridad y correspondencia con la vida; veamos esto. Para el último cuarto, del siglo XX, la idea sobre los inmigrantes colombianos era la siguiente:
Están constituidos en su mayoría por braceros en las zonas agropecuarias tachirenses; y peones en hatos apureños; mujeres del servicio doméstico de las grandes ciudades de Venezuela; buhoneros y pequeños comerciantes diseminados por todo el país; expendedores en las bombas de gasolina del occidente de Venezuela; trabajadores en los ramos del transporte, alimentos, comunicaciones y servicios de vigilancia en las empresas industriales; mesoneras y baristas, prostitutas y encargadas, en centros del vicio en áreas rurales y urbanas de toda Venezuela; holgazanes y hampones, marihuaneros y criminales; expendedores de revistas y diarios en quioscos de las ciudades Venezolanas (…) (1989; 118).
Tenemos entonces una perspectiva clasista y simplista con respecto a los asuntos migratorios, no reconociendo en primer lugar, que «las prostitutas o los malandros», son consecuencia de un modelo de explotación que sumerge a grandes sectores de la población a formas de trabajo indigno, porque en definitiva el sistema ofrece oportunidades socialmente aceptadas a un minoría privilegiada, y eso es visto de buena manera, entonces estamos ante un problema de magnitud binacional, que tiene que ver con los modelos de desarrollo. Otro elemento que debemos dejar sentado, es que para nuestro país el problema no ha sido migratorio, las oleadas de colombianos no son las que han generado los cordones de miseria, los suburbios y el comercio informal, la delincuencia y otros problemas sociales; en gran parte los culpables han sido los mismos gobiernos de turno, quienes, por lo menos durante el llamado puntofijismo, propiciaron políticas excluyentes contra las grandes mayorías explotadas. Era y es muy cómodo endilgarle nuestros problemas a factores exógenos, por ello cayó como anillo al dedo el «mal colombiano», sobre todo al final de los años 80′, cuando en la época del gocho pal 88, en pleno período «neoliberalizador», se estaba desmantelando el sistema de salud, por ejemplo, y al mismo tiempo se señalaban a los colombianos como los culpables del colapso. Ocultar nuestra pobreza, esconder nuestra responsabilidad a costa de los colombianos, acusarlos como culpables de nuestras desgracias, fue un método muy utilizado a finales del siglo XX, ya que nuestras propias políticas antipopulares, generaron miseria a lo interno del territorio, y reconocerlo era sólo para valientes. En el capitalismo no hay responsables.
No es posible solucionar los problemas que se generan en la frontera; las diferentes situaciones a raíz de los desplazamientos, si seguimos mirando a las mujeres provenientes de Colombia como prostitutas, o mujeres que:
(…) disfrutan a su antojo de la confianza y buen trato que les brindan las amas de casa venezolanas, a cambio de los cuales retribuyen muchas de ellas con una permanente actitud de insolencia y deslealtad, de hurtos y vivezas. Trabajando por día y devengando hasta 200 Bolívares diarios, comienzan su jornada a las 9 de la mañana, disfrutando de un suculento desayuno y permaneciendo solas en el apartamento o quinta; utilizan frecuente y demoradamente el teléfono, aun para llamadas a larga distancia; realizan un trabajo superficial y de mala calidad, finalizando su jornada luego de un copioso almuerzo, a las 2 o tres de la tarde, cuando regresan a sus casas con el bolso o saco repleto de medias y pañuelo hurtados, amén de algún objeto pequeño, que sustraen hábilmente en cada oportunidad (Hernández, 1989; 121).
Luego de leer esto comprendemos por qué hasta el momento el asunto fronterizo aun se encuentra en una especie de limbo, éste tipo de visiones sobre el problema producen vergüenza entre quienes verdaderamente quieren encontrar soluciones a las situaciones que se desarrollan en las zonas fronterizas o a lo interno del territorio producto de las migraciones. Incluso nos atrevemos a afirmar, que ésta visión tan sesgada y mediocre, ha sido la responsable del mal manejo referente al tema fronterizo, sumando elementos que ejercen una violencia significativa sobre sectores de inmigrantes, los cuales sufren actitudes segregacionismo y son victimas de xenofobia.
En una próxima entrega, analizaremos las posibilidades reales existentes para crear una política pública integracionista, que impulse modelos para la articulación entre los pueblos fronterizos. Si nos queda un mal sabor con estas líneas, esperemos que con las siguientes logremos dibujar un horizonte posible y necesario.
Referencias:
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Briceño Monzillo, José Manuel. Derecho Internacional. Fronteras con Colombia. Separata del «anuario» de la facultad de Derecho de la Universidad de Los Andes/AÑO VII N°7/MERIDA-VENEZUELA.
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Gonzáles Oropeza, Hermann. La actual insolubilidad de los problemas fronterizos de Venezuela. En: Revista SIC. Año 1989. N°520. p. 438-439. en la web en: https://www.google.co.ve/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&cad=rja&uact=8&ved=0CB8QFjAAahUKEwjk0br_k6TIAhULOz4KHa4UDCs&url=http%3A%2F%2Fgumilla.org%2Fbiblioteca%2Fphp%2Fbuscar.php%3Fbase%3Dbiblo%26cipar%3Dbiblo.par%26epilogo%3D%26Formato%3Dw%26Opcion%3Ddetalle%26Expresion%3D!Z1989*%255DR520&usg=AFQjCNFOkvnbXziZPoiWBRO1oGV2HKjGDw&sig2=dJSG86SqjBZUg3M9Kbk0Vw
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Rangel,Domingo Albert. Los andinos en el poder. Vadell Hermanos. Valencia 1980.
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Hernández Cartens, Eduardo. Venezuela ¿Mutilada o Invadida? Límites y población. Impreso por Miguel Ángel García e hijo, s.r.l. Caracas, 1989.
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Carlos Rivas pertenece a la Escuela Popular de Comunicación «Eulogio Paredes». Vocero de la Casa del Costurero.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.