Después de una serie de errores garrafales en Estados Unidos, pero que no tuvieron mayor impacto financiero, la petrolera británica BP enfrenta la posibilidad de sufrir reveses en sus ingresos y en el mercado bursátil tras el cierre de un importante campo de crudo en Alaska. El domingo, la compañía anunció que cerraría su campo […]
Después de una serie de errores garrafales en Estados Unidos, pero que no tuvieron mayor impacto financiero, la petrolera británica BP enfrenta la posibilidad de sufrir reveses en sus ingresos y en el mercado bursátil tras el cierre de un importante campo de crudo en Alaska.
El domingo, la compañía anunció que cerraría su campo petrolero Prudhoe Bay, que produce 400.000 barriles al día. El anuncio se produjo después de que inspectores descubrieran un pequeño derrame de crudo y que los oleoductos presentaban una importante corrosión. Se trata del mayor campo de crudo en Estados Unidos y una importante fuente de suministro para las refinerías de ese país.
Pese a que sólo representa una ínfima fracción del suministro global, la noticia del cierre de Prudhoe Bay impactó a los mercados petroleros, elevando el precio del crudo. En Nueva York, los futuros de petróleo subieron ayer US$2,22, un alza de 3%, para llegar a US$76,98 el barril.
Mientras tanto, en la bolsa de Nueva York, el precio de las acciones de BP bajó ayer 2,88%, a US$70,45 el título, debido a las turbulencias que afectan a la petrolera.
Para BP y sus socios más importantes en el campo de Alaska,
Exxon Mobile Corp. y ConocoPhillips, el cierre podría tener fuertes repercusiones tanto sobre su producción como en sus ingresos.
Hasta ahora, los problemas de BP en Estados Unidos habían acaparado los titulares -como la explosión en una refinería en Texas el año pasado que mató a 15 personas- pero no habían causado mayor preocupación entre sus inversionistas. Algunos accionistas activistas, en especial aquellos que han invertido en BP como parte de su portafolio de empresas ecológicamente responsables, se han enojado con estos traspiés de la petrolera.
Pero la mayoría de los accionistas y analistas le han restado importancia a estos problemas ya que, hasta ahora, no influían sobre las ganancias y el desempeño de las acciones de la empresa. En general, el precio de los títulos de BP se ha movido acorde a los precios mundiales del petróleo.
Pero eso podría cambiar ahora que BP enfrenta la posibilidad de perder una parte importante de su producción. La empresa no dijo cuánto tiempo estaría cerrado el campo de Prudhoe Bay, pero reactivarlo podría tomar semanas e incluso meses.
Para BP, que posee 26% de Prudhoe Bay, el cierre podría significar la pérdida de 100.000 barriles diarios de petróleo, lo que equivale a 4% de su producción total de crudo. Tal vez no suene a mucho, pero esos barriles son algunos de los más rentables para la compañía petrolera. Si el cierre del campo se prolonga por mucho tiempo, BP tendrá problemas para cumplir con sus pronósticos de generar unos 4,1 millones de barriles de crudo y gas natural en 2006.
BP no ha dicho cuál cree será el impacto que el cierre del campo tendrá sobre sus ganancias. Algunos analistas creen que, dados los altos precios del petróleo, ni siquiera una interrupción más prolongada de la producción afectará el desempeño de BP. Analistas de Citigroup, por ejemplo, calculan que si Prudhoe Bay permanece cerrado en lo que queda del año, la pérdida de producción sólo representaría un 2% de las ganancias de 2006. En 2005, BP obtuvo ganancias por US$22.340 millones.
Analistas de UBS, en tanto, creen que el cierre del campo tendrá «severas» consecuencias para las refinerías que BP tiene en la costa occidental de Estados Unidos. Sin embargo, no revelaron mayores detalles financieros.
La clausura temporal de Prudhoe Bay podría socavar aún más la capacidad operacional de BP en EE.UU. Además, ha fortalecido a sus oponentes, que han criticado a la compañía por no realizar suficientes trabajos de mantenimiento y seguridad en sus instalaciones. También aumentará la presión que la junta directiva y los directores independientes ejercerán sobre el presidente ejecutivo de BP, John Browne. Hace poco, Browne reestructuró radicalmente la gerencia de la división estadounidense de BP, sustituyendo a su máximo ejecutivo.
En una entrevista que concedió hace un mes, Browne aseguró que los miembros de la junta de BP sostuvieron «discusiones muy extensas» sobre qué hacer con todos los problemas que tienen en EE.UU. El presidente de la junta, Peter Sutherland, ha respaldado públicamente a Browne. Pero recientes especulaciones sobre su plan de jubilación para 2008 han forzado a Browne a desmentir desacuerdos con Sutherland.