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Oaxaca del hambre y del olvido

Fuentes: La Jornada

Oaxaca tiene el nada envidiable privilegio de concentrar en su geografía a 42 por ciento de los municipios más pobres del país. Incluso, se da el lujo de tener tres de los diez municipios «más pobres entre los pobres» de la República, hermanos de dolor y hambre de Metlatónoc, Guerrero, Tehuipango, Veracruz, y Sitala, Chiapas […]

Oaxaca tiene el nada envidiable privilegio de concentrar en su geografía a 42 por ciento de los municipios más pobres del país. Incluso, se da el lujo de tener tres de los diez municipios «más pobres entre los pobres» de la República, hermanos de dolor y hambre de Metlatónoc, Guerrero, Tehuipango, Veracruz, y Sitala, Chiapas

Hablar de hambre, olvido y marginación es hablar de Oaxaca, es hablar de la geografía mexicana de la miseria, que se expande año tras año. Y una vez más Oaxaca estalló, por las mismas causas de siempre, por mucho que la cada vez más ineficiente clase política del país pretenda presentar el hecho como un «simple problema salarial del magisterio».

Y esa misma clase política, junto con la siempre pulcra ultraderecha empresarial -del gobierno y la iniciativa privada- no encuentra mejor salida al conflicto que la utilizada por un oaxaqueño muerto casi un siglo atrás: «mátenlos en caliente».

Si previo al aparatoso despliegue de tropas y armamento en Oaxaca los supuestos responsables de gobernar el país y el Estado hubieran reflexionado sobre la urgencia de desplegar recursos económicos para atender las milenarias carencias de los oaxaqueños, probablemente ahora se hablaría de un intento real para solucionar los problemas, y no, como se hace ahora, de los muertos y heridos contabilizados y los que están por contabilizar.

El nuevo capítulo del milenario problema oaxaqueño de hambre y marginación de ninguna manera es un «simple problema salarial del magisterio». Eso dicen quienes a lo largo de poco más de cinco meses de conflicto no han hecho mayor cosa que echarse la pelotita, proteger a las «tepocatas» supuestamente erradicadas del panorama político, y darle largas y más largas a una explosiva situación que no será solucionada con represión, sino con desarrollo, crecimiento, ingreso y bienestar social.

Mientras para la clase política es más importante mantener a Ulises en su trono para no alterar sus oscuras alianzas partidistas que acabar con la geografía de la miseria, por cortesía del INEGI va un paseo estadístico por la realidad oaxaqueña, con sus 3.5 millones de habitantes, esa que, dicen, se limita a un «simple problema salarial del magisterio»:

Oaxaca ocupa el segundo lugar nacional en tasa de fecundidad, el quinto en tasa de natalidad, el 31 en esperanza de vida al nacer, el noveno en migrantes internacionales, el sexto en hogares con jefatura femenina, el 31 en acceso a los servicios médicos institucionales, el primero en mortalidad y el segundo en mortalidad infantil. El 35.2 por ciento de la población habla lengua indígena y español; 14.3 por ciento sólo lengua indígena.

En disponibilidad de servicios básicos (agua de la red pública, drenaje y energía eléctrica) ocupa el escalón numero 32, es decir, el último, como también en viviendas con piso de tierra y en al agua potable. El penúltimo en disponibilidad de bienes como televisión, refrigerador, computadora, lavadora. El último en crédito e inversión (pública y privada) ejercidos en vivienda.

Tercer lugar nacional en población analfabeta (19.3 por ciento del total), sólo por debajo de Chiapas (21.3 por ciento) y Guerrero (19.9 por ciento), contra 8.4 por ciento de promedio nacional. Casi el 7 por ciento de la población de seis a 14 años no asiste a la escuela; 17.4 por ciento de la población de 15 años de edad en adelante no tiene instrucción, y 20.5 por ciento no concluyó la educación primaria. El grado promedio de escolaridad en el estado es de 6.3 años, contra 7.9 como promedio nacional. Oaxaca ocupa el lugar número 13 -a nivel nacional- en educación básica, el 32 en media superior y el 31 en educación superior.

Los indicadores de educación de Oaxaca revelan lo siguiente: en educación primaria ocupa la cuarta posición nacional en deserción, el primero en reprobación y el 27 en eficiencia terminal; en educación secundaria, en el mismo orden, los lugares 11, 25 y 24, y el 26 en absorción: en profesional media (técnica) las posiciones 21, 4, 15 y 28, respectivamente; en bachillerato, los escalones 23, 6, 6 y 25, en cada caso. Por lo que toca a la absorción en educación superior, el estado ocupa el penúltimo lugar nacional.

En infraestructura , recursos y consultas externas del sector salud, Oaxaca ocupa las siguientes posiciones en el ámbito nacional: novena en hospitales, tercera en unidades de consulta externa, 14 en número de camas hospitalarias, sexta en consultorios, 14 en laboratorios de análisis clínicos, 14 en personal médico, 17 en personal paramédico, 13 en consultas externas, 29 en quirófanos, 29 en número de médicos en contacto directo con el paciente, y el 30 en enfermeras. La participación de la medicina privada en estos renglones hace que Oaxaca ocupe del escalón 15 al 32.

El 23 por ciento de la población ocupada en Oaxaca no recibe ingreso, contra 8.7 como promedio nacional, lo que ubica a la entidad en segundo lugar, sólo superada por Guerrero (27.3 por ciento); 43 por ciento obtiene hasta dos salarios mínimos, 26 por ciento entre dos y cinco. El 45 por ciento se emplea en el sector servicios y 35 por ciento en el agrícola, pesquero y silvícola. Oficialmente, el índice de desempleo abierto es cercano a 2 por ciento de la PEA. Ocupa el último lugar nacional en producto interno bruto per cápita.

Ochenta por ciento de los ingresos públicos estatales corresponden a aportaciones federales. Sólo 0.5 por ciento son impuestos estatales. Tiene el último lugar en inversión extranjera directa, y el grueso de ella se ha canalizado a las zonas turísticas de playa, Huatulco fundamentalmente.

Las rebanadas del pastel:

Entonces, para resolver un «simple problema salarial del magisterio» hay que matarlos en caliente.