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Obstáculos económicos en Washington

Fuentes: Rebelión

La decisión del gobierno venezolano de extraer la mayor parte de sus reservas monetarias internacionales de bancos estadounidenses para ubicarlos en sedes europeas, representa un duro golpe para Washington, no tanto por el monto de la cifra sino por el ejemplo que ofrece a otras naciones. El anuncio fue ofrecido por el presidente Hugo Chávez […]

La decisión del gobierno venezolano de extraer la mayor parte de sus reservas monetarias internacionales de bancos estadounidenses para ubicarlos en sedes europeas, representa un duro golpe para Washington, no tanto por el monto de la cifra sino por el ejemplo que ofrece a otras naciones.

El anuncio fue ofrecido por el presidente Hugo Chávez durante la I Cumbre Presidencial de la Comunidad Suramericana de Naciones efectuada recientemente en Brasil, en la cual calificó como «una estupidez» que los países de la región tengan sus reservas en Estados Unidos en lugar de crear un organismo regional que las administre.

Días después, Domingo Maza Zavala, directivo del autónomo Banco Central de Venezuela confirmó que la nación sudamericana transfirió 20.000 de los 30.705 millones de dólares de sus reservas internacionales hacia bancos europeos debido a la pérdida de valor del dólar frente al euro. Maza Zavala argumentó que el dólar se ha venido depreciándose frente al euro y por tal motivo se ha considerado conveniente hacer colocaciones en otras divisas, y menos en la moneda verde. Para el ex ministro de Finanzas, Tobías Nóbrega, éste es un buen momento para diversificar las inversiones nacionales en mercados seguros y eficientes, pues los tremendos desequilibrios fiscales en Estados Unidos exigirán, más tarde o más temprano, una fuerte devaluación.

La idea lanzada por Chávez va todavía más a fondo al plantear la creación, dentro de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) de un Banco central Sudamericano que guarde las reservas de la región, mientras Asia también sopesa fundar su propio fondo monetario.

Eso limitaría en grado sumo la utilización de los bancos norteamericanos de ese inmenso capital que le permite sufragar en gran medida sus abultados déficit financieros y comerciales.

Ante estas realidades, los criterios sobre la economía llegan de todas pastes. El diario inglés The Guardian aseguró que la economía más grande del mundo está a punto de sufrir un accidente pues los inversionistas extranjeros, quienes han subsidiado hasta ahora sus déficit mediante la compra de activos, pueden haber llegado al límite de tolerancia y empezar a cambiar las preferencias, lo cual desembocaría en una abrupta caída del dólar. Importantes analistas como el alemán André Gunder Frank, Fred Bergsten, del Instituto for International Economics en Washington o Peter Peterson, secretario de comercio de Richard Nixon alertan sobre el inminente peligro del colapso del dólar y la posible caída del imperio.

Asimismo, Robert Samuelson en la revista Newsweek puntualiza que con el actual déficit fiscal, peligra el dólar como moneda-reserva y ya se vislumbra que el imperio no será capaz de imponer su voluntad al mundo.

Estados Unidos ha resuelto el problema del enorme déficit fiscal que en el 2004 sobrepasó los 400 000 millones de dólares, porque los países asiáticos y los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) han comprado su deuda invirtiendo en bonos del Tesoro.

Esas naciones venden a Washington grandes cantidades de productos y su ventaja radica, no en la calidad, sino en sus bajos precios. Por tanto les conviene que el dólar no baje mucho pues entonces sus monedas se apreciarían y los precios que ofrecerían ya no serían competitivos.

Washington logró que desde 1975 la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) comercializara todas las transacciones petroleras solo en dólares y hasta el 2000 ningún país de la institución violó la regla de los precios en la moneda verde.

Pero en noviembre de 2000, Iraq (impulsado por Francia) realizó los convenios de «petróleo por alimento» en euros; Irán comenzó sus operaciones en la moneda europea en 2002, mientras Corea Democrática lo hizo en diciembre de ese mismo años. Las tres naciones, no por casualidad, integraron el denominado (por la administración estadounidense) el Eje del Mal.

Desde entonces, el éxodo monetario se ha acelerado, al retirar países como Rusia, Corea del Sur y Arabia Saudita parte del dinero depositado en la banca de Estados Unidos. El endeudamiento del Tesoro norteamericano, con los países de la OPEP se sitúa en 1 500 000 millones de dólares en bonos; Japón, 817 000 millones; China, 600 000 millones; Taiwán, 235 000 millones y Corea del Sur, 193 000 millones.

Varios países han estado cambiando parte de sus reservas en euros, libras esterlinas o francos suizos.

Eso ocasiona que los mercados se llenen de operaciones de ventas de dólares y por tanto baje su precio mientras suben las otras monedas.

La situación se acrecienta cuando los mercados de divisas evalúan negativamente las ocupaciones militares estadounidense de Iraq y Afganistán.

A los conflictos bélicos se le une la poca atracción que tuvieron durante varios años las inversiones en dólares al bajar desde el 2001 la Reserva Federal estadounidense los tipos de interés al 1 % los que ha elevado hasta 3.25 en los últimos tiempos.

Los analistas coinciden en que será imposible seguir financiando el enorme déficit por cuenta corriente en Estados Unidos, que este año absorbió diariamente un flujo de capital extranjero de más de 1,000 millones de dólares diarios y que presiona fuertemente sobre el dólar.

Todos estos inconvenientes han motivado que economistas como el norteamericano Jeff Faux advirtiera que Estados Unidos «se precipitará en una honda depresión» y citó a su coterráneo Paul Volcker, ex jefe del Banco Central, quien afirmó que las probabilidades de una catástrofe económica para esa nación dentro de cinco años son del 75 %.

Esperemos, pero preparémonos para lo peor.