La mayor ofensiva del crimen organizado en Brasil cobró hasta el momento 52 vidas en el estado brasileño de Sao Paulo, informan hoy las autoridades. Paralelamente ocurren motines en 51 unidades penitenciarias, según el último parte emitido por el Palacio de los Bandeirantes, sede del gobierno estadual paulista. La ofensiva de la organización criminal Primer […]
La mayor ofensiva del crimen organizado en Brasil cobró hasta el momento 52 vidas en el estado brasileño de Sao Paulo, informan hoy las autoridades.
Paralelamente ocurren motines en 51 unidades penitenciarias, según el último parte emitido por el Palacio de los Bandeirantes, sede del gobierno estadual paulista.
La ofensiva de la organización criminal Primer Comando de la Capital totalizó hasta el momento 100 ataques a unidades de las fuerzas de seguridad públicas en casi todo el estado.
Según la contabilidad oficial, desde la medianoche del viernes hasta el mediodía de hoy hubo 42 ataques en la capital, 17 en el Gran Sao Paulo, 10 en el litoral y 31 en el interior.
Los asaltos a puestos policiales y militares han dejado 52 muertos, de ellos 35 uniformados y el resto civiles, así como 53 heridos. Del total, 14 muertos y ocho heridos son atacantes.
Esas acciones son una reacción del grupo criminal ante la decisión gubernamental de separar a los miembros de esa banda del resto de los prisioneros existentes en las cárceles.
Como parte de esa política, 765 presos fueron transferidos a la penitenciaría Presidente Venceslau, ubicada 620 kilómetros al oeste de esta capital estadual.
También con el objeto de cohibir acciones de esa violenta facción, el gobierno llevó a declarar a sus ocho principales líderes al Departamento Estadual de Investigaciones Criminales (DEIC).
Esas medidas fueron tomadas el jueves último precisamente porque se descubrió que el Comando criminal planeaba para el domingo una rebelión múltiple en las prisiones.
La fecha de la revuelta no fue escogida por gusto, sino porque al celebrarse el «Día de las Madres» las prisiones estarían llenas de visitantes que quedarían como rehenes, se dijo.
Sin embargo, a pesar de esas disposiciones, el lider de la facción, Marcos Willians Herba Camacho, alias Marcola, impartió por celular órdenes a sus secuaces.
Marcola fue llevado entonces a la penitenciaría Presidente Bernardes, 589 kilómetros a oeste aquí, la más segura del país, e internado en riguroso régimen disciplinario diferenciado.
Hasta la madrugada de este domingo habían rebeliones en 36 prisiones y en la mañana comenzaron motines en centros provisionales de detención, lo que elevó a 67 las revueltas.
Esta tarde la situación pudo ser controlada en al menos 16 unidades, entre ellas la cárcel femenina de Campinas, informó el Gobernador paulista Cláudio Lembo.
En algunos lugares tuvo que intervenir la Tropa de Choque de la Policía Militar, en otros hubo acuerdos con los reclusos que retenían a familiares y no hubo violencia, explicó.
El funcionario dijo que sabía las consecuencias que traería apartar a los miembros del Comando pero era preciso intentar contener la acción criminal que se organizaba.
El secretario de administración penitenciaria, Nagashi Furukawa, descartó que esa estrategia fuera incorrecta, y dijo que la medida era necesaria a pesar de la respuesta ocurrida.
En tanto, el ministro de Justicia, Marcio Thomaz Bastos, se comunicó con el gobernador Lembo y le dijo que tiene a su disposición a la Policía Federal para solucionar el problema.
La decisión de Bastos fue consultada la víspera con el presidente Luis Inácio Lula da Silva quien le orientó hacer lo necesario para poner fin a las revueltas y evitar nuevos atentados.