Los afectos y los vínculos, el pilar de la lucha de las empresas recuperadas.
Desasosiego, desazón, desesperanza es el clima que hoy se respira en la empresa recuperada por sus trabajadores (ERT) Cooperativa Artes Gráficas Imprenta Chilavert. El taller a media luz y a media máquina termina de componer la atmósfera. El 17 de octubre la Cooperativa Chilavert cumplirá 20 años de lucha, resistencia y autogestión obrera, pero no parece haber nada que celebrar. Los ánimos no acompañan. Claro, resistir y luchar durante 20 años y tener que seguir luchando y resistiendo a las crisis y a los embates económicos con los que este país se empeña en sorprendernos siempre no es fácil.
No obstante “voy a morir acá, luchando”, coinciden Ernesto González, Secretario de la cooperativa, y Plácido Peñarrieta, Presidente de Chilavert, que no claudican y no se dejan vencer. Y a pesar de la realidad que golpea, de su dura lectura política, económica y social crítica de la realidad y de la melancolía que los domina, no pierden ciertas esperanzas.
“Nosotros estamos por cumplir 20 años y ni lo pensamos. Nosotros estamos tristes por las perdidas, por cómo nos maltrata la vida. Todo esto que me pasó, que nos pasó, capaz que con distintos grados de sentimientos en cada compañero, se fue desgastando como las máquinas porque se nos empezaron a morir compañeros”, dice Plácido con una profunda tristeza. “Un día Aníbal (Figueroa) apagó su máquina y me dice que al otro día tenía que hacer una tarea y esa fue la última vez que lo vi. Y después se nos murió Julio, el mecánico, nuestro compañero y vecino. Y este año, en enero, le mando un mensaje de whatsapp al otro mecánico que teníamos para avisarle que íbamos a necesitar sus servicios y me responde la viuda… yo no lo podía creer”, cuenta Plácido reviviendo las pérdidas que los determina.
El desasosiego que se respira en la imprenta Chilvert solo se puede entender si se comprende que las historias de las empresas recuperadas por sus trabajadores son historias de luchas y de solidaridades colectivas. Son luchas que se sostienen en valores humanitarios, en vínculos sociales estrechos de solidaridad y fraternidad, que se sustentan con el respaldo de las redes que tejen con otros actores sociales, culturales, económicos y políticos y del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, MNER. La razón de ser de la lucha de las empresas recuperadas es sostener la fuente de trabajo de los trabajadores, pero su pilar no es la racionalidad económica sino el capital humano.
El fallecimiento de Julio, el mecánico, es un dolor muy grande para los trabajadores históricos de la imprenta porque sin Julio no existiría Chilavert. La Cooperativa Artes Gráficas Imprenta Chilavert nace en 2002 como consecuencia de una quiebra fraudulenta, como nacieron todas las Empresas Recuperadas por sus Trabajadores (ERT) desde finales de los 90. Un par de años antes el dueño de Ediciones de Arte Gaglianone, que desde 1976 se dedicaba a imprimir exclusivamente libros y catálogos de arte para el Teatro Colón, el Teatro San Martín, el Museo Nacional e importantes museos y teatros extranjeros, empezó el procesos de asfixia y de vaciamiento de la imprenta y empezaron los atrasos salariales, el pago con vales, los despidos y la precarización laboral permanente. En su momento de mayor auge, Gaglianone contaba con 80 trabajadores. Al momento de la ocupación quedaban solo ocho. Este proceso de desgaste terminó con la declaración de la quiebra.
Después que se estableció el proceso de quiebra y se nombró un síndico, los trabajadores de Chilavert empezaron a sospechar y pusieron un abogado que accede al inventario y se da cuenta de que no están declaradas las máquinas. El dueño Gaglianone quiso llevarse las máquinas y los ocho trabajadores que quedaban le dijeron a Julio, el mecánico, que no le iban a dejar desarmar la máquina porque les debían mucho dinero. Y Julio fue a la oficina del patrón y le dijo: “Yo las máquinas no te las desarmo hasta que no pagues a los muchachos”. Y ahí, ese día, empieza la ocupación que duró 8 meses y culminó el 17 de octubre de 2002 con la sanción de la Ley de expropiación temporaria. Fueron meses durísimos. En mayo de 2002 los trabajadores de Chilavert consiguieron el encargo de la impresión de un libro de una asamblea barrial. Hicieron el trabajo pero no lo podían entregar porque la policía impedía el ingreso y el egreso del taller porque estaba intentando desalojarlos. Y a Julio, que era vecino, que vivía en la casa lindante al taller, se le ocurrió hacer un boquete en la pared de su casa para sacar la producción de libros por allí. Ese boquete aún hoy está ahí, con un marco, en la pared de la oficina de administración sobre la computadora de Ernesto. Y ese día Julio fue alguien decisivo para que la historia de los trabajadores cambiara y que la Cooperativa Chilavert fuera posible.
“A mí se me terminó todo cuando me enteré que se murió Julio”, dice Plácido.
Y Aníbal Figueroa -junto a Cándido González, Fermín González, Plácido Peñarrieta, Ernesto González, Daniel Suárez y Manuel Bassualdo y Jorge Luján- fue uno de los ocho trabajadores que resistieron la quiebra y uno de los compañeros históricos de la Cooperativa Artes Gráficas Imprenta Chilavert. No es la primera pérdida de los trabajadores de Chilavert. Primero se jubiló Cándido, después se fue Jorge, hace algunos años falleció Fermín y en 2019 falleció Aníbal. Pero sin dudas en este contexto, con 20 años de lucha y resistencia en la espalda y mucho camino e historia de vida compartidos, las pérdidas tienen otro impacto. Y pesan más que la crisis económica porque para la crisis económica de Argentina los trabajadores de la Cooperativa Chilavert ya tienen anticuerpos, pero los vínculos son su pilar y las pérdidas afectivas son un cimbronazo.
La crisis de la industria gráfica y las empresas recuperadas durante el macrismo
La Cooperativa Artes Graficas Imprenta Chilavert está atravesando un período de crisis. La Cooperativa Chilavert tiene la particularidad de estar doblemente afectada por la crisis económica por ser una empresa recuperada y por pertenecer al sector gráfico. “Hoy estamos trabajando con un 50% de la fuerza laboral que había y un 25% de la capacidad instalada y estamos trabajando la mitad de las horas. Podría trabajar más gente pero no hay garantía de trabajo. El poco trabajo que tenemos lo cubrimos con la mitad de las horas de la poca gente que tenemos”, dice Plácido.
El sector gráfico hace varios años que viene atravesando una crisis por la reconversión de las industrias culturales a formatos digitales, un poco por los cambios culturales y otro poco por los costos de impresión, que ha llevado casi a la extinción a las revistas impresas y medios gráficos y a la conversión de libros y medios escritos al formato digital. Además, la evolución tecnológica implicó un recambio tecnológico para el sector que implicó un cambio en las cualificaciones de los empleados del rubro gráfico, otras técnicas de impresión y otros niveles de producción, que afectaron enormemente a las empresas del rubro.
Después de 2001 y antes de la explosión del capitalismo de plataformas hubo un momento de mayor producción editorial local y de consumo de industrias culturales impresas, que fue acompañado por una mejora en la calidad de vida y en la capacidad de consumo de la ciudadanía durante las tres administraciones del kirchnerismo, que además tuvieron políticas de impresión de libros y de promoción de la lectura, que coexistieron con la crisis mundial de la industria gráfica y de la industria del libro, que no se hizo sentir acá.
Durante el gobierno de Mauricio Macri la disminución de la capacidad de consumo de la clase media por la caída del salario, el aumento del desempleo y la pérdida del poder adquisitivo por el aumento de la inflación, las políticas de ajuste y por los tarifazos hicieron estragos en la economía de las PyMes y de las empresas recuperadas.
Además, entre 2015 y 2019 el capitalismo de plataformas explotó y tuvo un impacto tal en la ciudadanía global que aceleró los cambios de consumos culturales y la dependencia del consumo de información, cultura y entretenimiento en plataformas digitales que impactaron negativamente en las industrias culturales tradicionales. Esto determinó que casi no se impriman medios gráficos ni libros y que la industria gráfica quedara herida de muerte en todo el mundo.
Durante el macrismo la Cooperativa Artes Gráficas Imprenta Chilavert casi dejó de imprimir libros. Los medios alternativos impresos desaparecieron del taller. Las editoriales comenzaron a imprimir menos, aunque no dejaron de aparecer pequeños sellos editoriales con un mercado de nicho, pero como realizan impresiones de baja tirada no son un mercado para las imprentas que tienen tecnología off-set. Y las imprentas que no pudieron reconvertirse tecnológicamente se vieron gravemente heridas por esta situación.
A este duro golpe que atravesaban las industrias gráficas durante el gobierno de Mauricio Macri, los tarifazos, la caída del consumo, la apertura de importaciones, el costo de los insumos dolarizados, la suba del dólar, la falta de crédito fueron una combinación letal que puso en riesgo la continuidad de muchas empresas recuperadas.
La Cooperativa Chilavert llegó a ser amenazada por Edenor con corte del suministro eléctrico por falta de pago. El tarifazo, con aumentos que superaron el 1.500 por ciento, se hizo impagable. Decenas de empresa recuperadas se vieron afectadas y fueron empujadas al borde del cierre, como las cooperativas la Nueva Unión, Madygraf o Zanón.
En 2019 la situación de la imprenta Chilavert era asfixiante. Con lo que producía no podía llegar a cubrir el costo de las facturas de electricidad. Llegó a sumar una deuda tan grande que todavía arrastra en parte. Durante 2019 el MNER, junto al Sindicato de Trabajadores Gráficos y representantes de Zanón, hizo un plan de lucha para luchar contra el tarifazo y revertir la situación que sufrían muchas empresas recuperadas: “Abajo los tarifazos. Defendamos las fábricas recuperadas por sus trabajadores”. Muchas empresas recuperadas de todo el país marcharon al Ministerio de Energía para pedir alguna medida que los ayudara a sobrellevar la situación, fueron recibidas y bien atendidas pero nunca les dieron una respuesta, cuenta Ernesto Gonzáles.
Ante la falta de respuestas de la gestión de Cambiemos, en julio de 2019 los trabajadores de la Cooperativa Chilavert hicieron unas jornadas de lucha y resistencia popular para juntar dinero para paliar la situación y organizaron el festival “Chilavert no se apaga”. Con la solidaridad colectiva de quienes vienen apoyando la lucha y resistencia de la imprenta Chilavert desde marzo de 2002 la cooperativa pudo seguir subsistiendo.
Entre las buenas intenciones del Gobierno de Alberto Fernández y las políticas que no se hacen sentir en las empresas recuperadas.
Cuando el Frente de Todos llega al Gobierno, las empresas recuperadas sintieron esperanza en la existencia de un proyecto económico y político de gobierno que las incluiría. La Administración de Alberto Fernández llega con muchas expectativas de alivio de los sectores populares postergados y con propuestas concretas de inclusión en el proyecto de país.
Durante los primeros meses de la presidencia de Alberto Fernández se creó la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas, que depende del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, y se nombró como director a Eduardo «Vasco» Murúa, referente del MNER, y, meses más tarde Mario Caffiero, el fallecido director del INAES, creó el Consejo Consultivo del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social para promover la innovación y socialización del conocimiento y la generación de planes y programas con una perspectiva integral y federal, y nombró como coordinador a Andrés Ruggeri, director del Programa Facultad Abierta de Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, que desde 2002 trabaja investigando y apoyando a las empresas recuperadas por los trabajadores, que es una persona muy respetada por los actores que conforman el movimiento.
Pese a estos nombramientos, Ernesto González dice que “no es que inmediatamente cuando gana el peronismo tuvimos ayuda. Hubo que remarla. Cuando cambió el Gobierno el problema de las tarifas de servicios se empezó a manejar políticamente. Y después de pelear mucho se logró que la tarifa tenga alguna diferencia. Ingresamos a un régimen junto a entidades de bien público, mutuales y clubes de barrios que nos permiten pagar las tarifas de servicios de manera diferencial, al 50%”, dice Ernesto, “pero no hubo una política sectorial ni para empresas recuperadas ni para el sector gráfico. No hay apoyo al sector”.
Durante el ASPO la crisis del sector gráfico y de las empresas recuperadas empeoró. Afortunadamente, dicen Plácido y Ernesto, durante la cuarentena no dejaron de trabajar porque Chilavert imprime prospectos de medicamentos y packaging para alimentos. “Eso nos ayudó mucho, pero la impresión de libros se paralizó por completo, los ingresos no eran suficientes para cubrir los gastos y el Estado no contempló ayudas económicas para salvaguardar a las empresas recuperadas”, dice Ernesto. “Había ayuda para la Simens, pero no para las recuperadas. Para Coca-Cola, pero no para nosotros. Porque era para las patronales para que paguen salarios y nosotros no teníamos empleados porque los empleados somos nosotros. Lo único que había era el IFE, pero nosotros no calificábamos porque somos monotributistas y no le buscaron la vuelta”, aclara Ernesto. Y Plácido dice que el Gobierno no los contempló en sus políticas económicas porque “Techin le decía al Gobierno “si no me das el subsidio, te despido 800 personas”. Nosotros si le decimos “si no nos dan subsidio, cerramos”. Te dicen “cerrá” porque no tenemos correlación de fuerzas. Somos sobrevivientes de esa situación”.
“El Gobierno a través de su discurso parece que mira a las recuperadas. Hasta hace un año no había guita, había gente nombrada pero no le daban presupuesto, entonces hacían relevamiento sobre nuestras necesidades, pero no había gestión”, dice Ernesto. “recién fin de año comenzó a cambiar eso. A nosotros nos firmaron un financiamiento para poder comprar una máquina digital para poder hacer otro tipo de libros de baja demanda”, dice Plácido Peñarrieta.
Plácido y Ernesto coinciden en que el “Vasco” Murúa y Andrés Ruggeri hicieron todo lo que estaba a su alcance para ayudar al sector, pero no tienen presupuesto. Ernesto cuenta que Andrés Ruggeri logró que parte de los fondos destinados a la línea de fondos no reembolsables para PyMes fuera destinada a empresas recuperadas y, de esta forma, lograron obtener un subsidio. Pero ambos destacan que la poca ayuda que tuvieron las empresas recuperadas tienen que ver más con la voluntad de Eduardo “Vasco” Murúa, Director Nacional de Empresas Recuperadas y Andrés Ruggieri, Coordinador del el Consejo Consultivo del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, que con una política de Estado.
Con el peso de garantizar la continuidad en el tiempo
“Hoy enfrentamos un 50% de posibilidades de cerrar”, dice Plácido. A la crisis de la industria gráfica, a las secuelas del huracán Macri y del ASPO, la pandemia y la falta de políticas para el sector por parte del Gobierno de Alberto Fernández, se suman algunos problemas que vienen arrastrando porque nunca alcanzaron una economía holgada, como la mayoría de las empresas recuperadas.
La Cooperativa Chilavert está tratando de realizar un recambio tecnológico que nunca pudo hacer. Espera con ansias los Fondos No Reembolsables del gobierno para hacerlo. Plácido explica que “a las máquinas que tenemos en Chilavert, nunca les pusimos una moneda porque nunca nos quedó un resto para modernizarnos, reinvertir o renovarlas. Hoy nuestras máquinas tienen 20 años más de amortización normal por el trabajo. En todas las cooperativas estamos con parches”. Hoy en día las imprentas recuperadas que integran la Red Gráfica subsisten en base a la solidaridad colectiva del sector.
Cuando a una imprenta se le rompe un motor, una bomba o algo de alguna máquina, siempre hay otra que le tiende una mano y le presta lo que necesita. Lo mismo sucede cuando no tienen papel para imprimir, que escasea. O cuando tienen poco trabajo y otra imprenta necesita más fuerza laboral, hay compañeros que realizan su labor en otra cooperativa y pueden seguir cobrando sus retiros. Esta lógica de cooperación es lo que sostiene al sector. Las empresas recuperadas de la industria gráfica no compiten entre sí, conforman una red que se contiene, se ayuda y se sostiene entre sí. Esta concepción del trabajo y de la empresa propia del cooperativismo rompe con la lógica capitalista de competencia y de concebir al otro como una amenaza a eliminar. Estos valores son los que sostuvieron a la mayoría de las imprentas recuperadas durante estas dos últimas décadas a pesar de todas las complicaciones del sector y de la crisis económica del país.
Ante la realidad económica, política y social, si bien Ernesto y Plácido dicen que la realidad actual no se puede comparar con la de 2001, porque los puntos de partida de las crisis son diferentes, ambos creen que Chilavert puede llegar a cerrar por falta de herederos del oficio de trabajador gráfico y de los valores del cooperativismo de las empresas recuperadas. “Como económicamente nunca logramos despegar, los compañeros jóvenes que empezaron a construir su familia, a tener otro nivel de gastos personales y exigencias familiares para alcanzar cierto nivel de consumo, se fueron yendo. Muchos aprendieron muy bien el oficio y pudieron encontrar un trabajo con otras seguridades. Entonces fueron quedando los compañeros más viejos o los que no aprendieron bien el oficio, dice Ernesto. “A nosotros como hacedores de esto no nos queda otra que quedarnos, dice Plácido, “no lo digo con la desazón de un pibe de 30 años, lo digo con la esperanza de lo que conseguí con 60 años. El traspaso a la generación que viene es difícil. Los jóvenes no le dan el valor que nosotros le damos a esto”.
“Los compañeros que participamos en la lucha, que la vivimos completa, tenemos el peso de garantizar la continuidad en el tiempo de la cooperativa Chilavert y de las empresas recuperadas”, enfatiza Ernesto. “Nosotros somos los fundadores, los que nos quedamos en la historia, porque sentimos una revancha o una venganza a algo que nos sucedió. No se puede transmitir la experiencia de haber trabajado durante 20 años, 30 años, 40 años en una empresa y quedar desamparado del día a la noche. Las nuevas generaciones no le ven sentido a seguir esforzándose, no le dan valor a la historia, a la lucha, a las cosas…”, explica Plácido.
Para las y los que acompañamos de cerca la experiencia de ocupación, resistencia y producción de la cooperativa Chilavert desde su nacimiento, el panorama que impone la realidad es desolador. Sin embargo, ni Plácido ni Ernesto conciben sus vidas sin Chilavert y coinciden en que “la lucha nunca se abandona”. Ambos se refugian en la esperanza de que hoy en día, con la crisis sigue habiendo cierres de empresas y recuperadas. En estos años el movimiento fue creciendo poco pero con casos importantes y nunca paró. Plácido rescata las recientes experiencias de la imprenta de San Miguel de Tucumán, Tropa Circe, y de la imprenta recuperada en La Rioja capital, aún sin nombre, a las que desde la distancia y en plena pandemia asesoraron a sus trabajadores para su recuperación por zoom.
La Cooperativa Chilavert es semilla. Durante todos estos años de lucha, de trabajo y de militancia por las empresas recuperadas, por la autogestión y por la economía social, los trabajadores de la Cooperativa Artes Gráficas Imprenta Chilavert tienen un gran capital: dejaron huella y hoy su historia es un ejemplo que motiva muchas luchas en todo el país y en todo el mundo.
En ese sentido, Ernesto reflexiona sobre la importancia de su lucha y celebra que “hoy la gente conoce cómo son las empresas recuperadas, no es algo extraño. Hasta hubo una novela en la tele con Nancy Duplá, que cierra la textil y la recuperan como algo puede pasar. Si esta experiencia llega a una novela es porque en la cabeza de una señora esto no es algo raro. No es algo muy popular, pero es algo que puede pasar”.