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Ofensiva estratégica contra Cuba

Fuentes: Rebelión

El 21 de agosto, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania (AA) informó que ese país europeo -que iba a ser el invitado especial en la Feria Internacional del Libro de La Habana en enero del 2004- no participará oficialmente en el evento, debido a la «situación general» de los derechos humanos en Cuba, la […]

El 21 de agosto, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania (AA) informó que ese país europeo -que iba a ser el invitado especial en la Feria Internacional del Libro de La Habana en enero del 2004- no participará oficialmente en el evento, debido a la «situación general» de los derechos humanos en Cuba, la «reciente encarcelación de 75 opositores y la reintroducción de la pena de muerte».

Las personas privadas y editores alemanes quedan libres de acudir a la feria internacional de la cultura, pero no contarán con el apoyo oficial del gobierno. Las consecuencias de esta decisión son dos: el transporte de los libros a Cuba no será pagado por el gobierno, y la luna de miel entre ambos gobiernos, que lleva unos tres años, y que iba a terminar en la apertura de un Instituto Goethe y la ratificación de un convenio cultural, ha terminado.

La decisión del gobierno «roji-verde» alemán, encabezado por el socialdemócrata canciller Gerhard Schroeder y el verde Ministro del Exterior, Joschka Fischer, de participar en un bloqueo cultural contra la difusión de libros (sic), es justificada con una directiva de la Unión Europea (UE) que recomendaba reducir los contactos culturales con Cuba.

Sin embargo, la decisión de adoptar una política abiertamente intervencionista, hostil e hipócrita contra el proyecto cubano, fue tomada antes que la resolución de la UE, que data del 21 de julio, como evidencian el acto provocativo del 14 de julio de la embajada de Francia en La Habana y el aviso propagandístico anticubano del AA en su página de Internet.

Ese «aviso de seguridad», con fecha de 12 de junio de 2003, advierte sobre «un creciente número de victimaciones de turistas» en Cuba, a raíz de «delitos de propiedad» y, en algunos casos, de «crímenes violentos». Se avisa también a los turistas alemanes de que se hacen acreedores de castigos punitivos «frecuentemente draconianos», en caso de realizar actividades políticas en Cuba.

Los turistas deben «mantenerse alejados de todas las instituciones militares», señala el AA, y advierte, que «No todas las instituciones militares o zonas prohibidas están correctamente identificadas como tales. Quién no responde de inmediato a las instrucciones y órdenes del personal de vigilancia y seguridad, se expone al uso de armas de fuego».

Las «advertencias de seguridad» del AA, que para múltiples otros países latinoamericanos no existen, son elaboradas sobre «las informaciones disponibles en la fecha de publicación y que son consideradas confiables por el Ministerio del Exterior».

Esta exhortación del servicio diplomático alemán, cuya remoción ha sido solicitada en vano, no es un «aviso de seguridad», sino parte de una campaña de propaganda negra, destinada a afectar el turismo cubano; como también lo es un panfletario reportaje sobre «el parque jurásico del socialismo», que apareció el 4 de agosto en la revista semanal más influyente de la república, Der Spiegel, que disfruta de excelentes relaciones con este gobierno «roji-verde».

En nuevos avances de la ofensiva estratégica, la Fundación Príncipe Klaus, de Holanda, que en el 2000 había aportado noventa mil euros a la Bienal de La Habana, anunció que no otorgará ayuda financiera a la VIII Bienal que tendrá lugar de noviembre a diciembre, 2003, para expresar su desacuerdo con la «situación represiva» en la isla.

De la misma manera, el gobierno griego rechazó una petición del presidente Fidel Castro, de visitar Atenas durante los Juegos Olímpicos del 2004, para, posteriormente, dejar en entredicho si el Presidente podrá asistir al evento mundial.

Dentro de esta estrategia de aislamiento y desestabilización, las fuerzas reaccionarias han logrado alinear una nueva ficha importante: el expresidente estadounidense James Carter. En una declaración escrita, Carter apoyó la nominación del cubano Osvaldo Payá para el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, porque promueve el derecho de todos los cubanos «a tener una voz en el futuro de su país», a través del Proyecto Varela que debe ser «reconocido internacionalmente».

El apoyo de Carter fue ganado por el expresidente checo Václav Havel, quien es un elemento clave en la red desestabilizadora europea de Cuba, que tiene su centro en España. Havel, quien apoyó entusiastamente la invasión estadounidense a Irak, fue galardonado en 1997, junto con CNN, con el galardón que hoy está consiguiendo para Payá.

El premio para el opositor cubano, sin embargo, representa sólo un paso intermedio en una estratagema mayor: lo que se inicia con el enaltecimiento monárquico español en septiembre, está destinado a llegar al Premio Nóbel de la Paz, para, de ahí, dar el salto cualitativo hacia la Presidencia de la República de Cuba.

El apoyo de Carter, dice el vicepresidente del «Comité Cubano pro Derechos Humanos», Ricardo Bofill, significa, «indudablemente, una cadena de acontecimientos que debería culminar en el Nóbel de la Paz, lo cual representaría un respaldo extraordinario para la disidencia».

El destino final del proceso es formulado por la ex Secretaria de Estado del gobierno Clinton, Madeleine Albright, actualmente miembro de la Junta Directiva de la Bolsa de Nueva York y presidenta del National Democratic Institute, el brazo internacional del Partido Demócrata.

«Payá ha hecho algo muy parecido a Václav Havel con el Estatuto 77», dice la influyente política, refiriéndose al papel protagónico de Havel en la destrucción del régimen socialista checoslovaco. «El Estatuto 77 se basó en los acuerdos de Helsinki, firmados por gobiernos que se comprometieron con los Derechos Humanos. Con ese instrumento Havel forzó al gobierno a honrar lo que había firmado.»

«Lo que Payá ha hecho (con el Proyecto Varela, H.D.) es impulsar el cumplimiento del 88G de la Constitución Cubana, que dice que si usted consigue 10.000 firmas, puede convocar una legislatura… Payá ha hecho de éste (conflicto EU-Cuba, H.D.) un asunto cubano y… ha recibido gran respaldo de Europa y Latinoamérica.»

Hoy no se trata de «Estados Unidos frente a Castro… Es un deseo de cambio que cuenta con el apoyo de una comunidad internacional que cree que los cubanos han de disfrutar de los mismos derechos de que gozan otros pueblos que se han liberado de un régimen opresivo.»

En resumen: el proyecto anticubano se ha internacionalizado: cuenta hoy día con dos pinzas («comunidad internacional»), una estrategia compartida y un protagonista consensuado. Se presenta, en una palabra, en una nueva calidad que requerirá una respuesta estratégica innovadora de la revolución.

Dentro de esta estrategia, Berlín y Paris renegocian con una Casa Blanca debilitada el sistema mundial: piden petróleo y poder, a cambio de soldados y dinero para Afganistán e Irak. Y la revolución cubana, en el Caribe.