Dialogamos con la cineasta chilena Cecilia Barriga con motivo del estreno en España de su documental Tres instantes. Un grito, que describe las movilizaciones que durante 2011 tuvieron lugar en Madrid (Toma la Plaza, Acampada Sol), Nueva York (Occupy Wall Street) y Santiago de Chile (Toma el Colegio). Además de directora, productora y guionista, eres […]
Dialogamos con la cineasta chilena Cecilia Barriga con motivo del estreno en España de su documental Tres instantes. Un grito, que describe las movilizaciones que durante 2011 tuvieron lugar en Madrid (Toma la Plaza, Acampada Sol), Nueva York (Occupy Wall Street) y Santiago de Chile (Toma el Colegio).
Además de directora, productora y guionista, eres cámara. ¿Cómo describes el proceso de crear narrativas sobre procesos de transformación social y de captar lo que pasa desde el audiovisual?
Yo me siento fascinada por la performatividad espontánea que se produce en los espacios colectivos y públicos, lo que se construye desde las multitudes, sea en una manifestación, un acontecimiento deportivo, religioso, o político… Me fascina observarla. Las movilizaciones de 2011 fueron una maravillosa oportunidad para ello. La gente se iba encontrando ante una experiencia nueva, se autoorganizó espontáneamente y desde ahí se crea como una especie de escenario, la plaza, un ágora donde suceden muchas cosas, especialmente en Madrid, durante cuatro semanas, y Nueva York, durante dos meses, donde casi todo se concentró fundamentalmente en un lugar. En el caso de Chile fue otra cosa, la movilización se extiende a lo largo de siete meses y era más en las calles donde se expresaba la multitud. Los escenarios íntimos eran los colegios y/o las universidades… Por eso el capítulo tercero de la película es diferente.
Tus imágenes empoderan a quien las ve desde la emoción.
La grabación, el registro, la filmación, la captura… Son experiencias de impregnación profunda. Por eso siento que la película no te explica la situación, si no que invita a vivirla, para que la deducción o las preguntas de todo esto te la tengas que hacer con tu voz interior, con la emoción…
¿Cómo has seleccionado el material de cada una de las tres partes?
La selección fue muy difícil. Tenía más de 300 horas de material y dejé fuera muchas cosas. Pero quedaron fuera de la película, no de la existencia. Son archivos que están ahí y revivirán en cualquier momento… Como piezas breves, independientes, experimentales… Yo suelo volver pasado un tiempo a mis propios archivos y ahí reconstruyo cosas nuevas. Es historia y ése es un valor único.
¿Cuáles son los hilos que conectan a tu entender estas tres movilizaciones sociales?
Lo que tienen de común las tres movilizaciones lo dice el título de este documental: un grito. Aunque se exprese con necesidades y acciones diferentes, con formas y palabras distintas, todo apunta a una necesidad profunda de cambio de un sistema que ha fallado. El neoliberalismo ha sido el arma letal del capitalismo. Y eso ya no tiene vuelta. Ahora estamos viviendo en una profunda interrogante… ¿Cuánto sufriremos todavía hasta construir un nuevo paradigma?
La película se proyecta en 2014, tres años después de los acontecimientos. En el momento post-15M, post Occupy Wall Street y post Toma el Colegio, ¿qué papel tiene el documental?
Esta película cobra hoy mucha más relevancia porque activa la memoria reciente. Olvidamos muy rápido, entre otras cosas porque es eso lo que interesa, que nos aislemos y desconfiemos de una fuerza colectiva. Que aquello quede reducido sólo a un momento que ya pasó y que no generó ningún cambio. Pero sabemos que no es así. El 15M generó en mucha gente -nunca es toda- la convicción de que la (auto) organización social y la articulación de redes ciudadanas son herramientas fundamentales para conseguir cambios estructurales. Y en ese sentido, este país cambió. Y la gente sigue organizándose lo quieran reconocer o no los partidos políticos y los medios de comunicación.
¿Cómo se ha recibido la película en Chile y Uruguay, los países donde la película se ha estrenado?
Ha sido muy interesante. La gente, cuando ve esta película, se emociona por las razones más diversas. Unos porque nunca vieron desde dentro lo que fue la Puerta del Sol ocupada, otros porque estuvieron allí y se reconocen. Nueva York para algunos es una sorprendente experiencia estética y performativa, o un alegato musical. Y Chile cierra este viaje con un toque profundo a las emociones y a la necesidad de llegar a la acción.
En el Estado español, ¿dónde vas a presentar el documental?
Tras la presentación en La Selecta (en la sierra de Madrid) seguimos el 14 de mayo en los cines Zoco de Majadahonda (Madrid), luego el 15 de mayo en la Cineteca de Madrid. Y en paralelo estamos organizando un circuito que nos llevará a varias ciudades: Barcelona, Sevilla, Bilbao, Valencia… También habrá mucha exhibición en espacios ciudadanos alternativos, universidades, museos de arte contemporáneos… Personalmente, creo que esta película sobre todo deberían verla los estudiantes de enseñanza media y de las universidades. Creo que abre los ojos, crea pensamiento crítico y un accionar político. Algo urgente en medio de esta crisis y después de más de 30 años de un profundo adormecimiento político que interesó alimentar desde las estructuras de los partidos para instaurar el modelo neoliberal que hoy nos encarcela.
Cuando hay tantos móviles grabando lo mismo, miles de manos levantadas para protestar y proponer cambios, es como hacer un documental del que millones de personas tienen un pedacito…
Lo fascinante de todo esto es que desde el inicio de las primeras revueltas de Túnez y las que siguieron después, la gente siempre tuvo la tecnología al alcance de la mano. Y a pesar de la censura de los medios, la información generada por el activismo se expandió como la pólvora. Por eso creo que este uso común de las tecnologías móviles nos permitió a quienes nos dedicamos profesionalmente a esto – y también como activistas que participamos en las movilizaciones- construir narraciones colaborativas y libres sin depender de los medios de comunicación de masas.
¿Qué piensas de las televisiones y radios comunitarias, y de los centros de medios autoorganizados?
Hoy la revolución la hacen los medios y por eso debemos estar muy atentas a utilizarlos. Va más allá de hacer la cosas para que salgan en los canales convencionales de difusión. Por eso las transmisiones en streaming y/o los canales y radios alternativas y comunitarias son imprescindibles en las ciudades, pueblos y pequeñas comunidades.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/culturas/22798-olvidamos-muy-rapido.html