General Electric tuvo el año pasado unos beneficios de 5.100 millones $ en Estados Unidos y 14.200 millones $ en todo el mundo, pero no tuvo que pagar ni un penique en impuestos federales. Nada es seguro excepto la muerte y los impuestos, como solía decirse, pero en esta época de locura en que vivimos, […]
General Electric tuvo el año pasado unos beneficios de 5.100 millones $ en Estados Unidos y 14.200 millones $ en todo el mundo, pero no tuvo que pagar ni un penique en impuestos federales.
Nada es seguro excepto la muerte y los impuestos, como solía decirse, pero en esta época de locura en que vivimos, incluso éstos están en entredicho.
No importa qué pruebas ofrezca la Casa Blanca de que Osama bin Laden ha sido liquidado – aunque al-Qaeda ya ha admitido su muerte – todavía habrá incertidumbre. Tanto si estas malditas fotos se publican como si no, siempre habrá unos cuantos lunáticos que insistirán en que Osama está vivo y coleando, regentando una Papa John’s Pizza en Marrakech.
Respecto a los impuestos, ya no es seguro que haya que pagarlos, especialmente si se trata de un gigante corporativo como General Electric, con un millar de empleados, profesionales de la contabilidad creativa, en su departamento fiscal. Os acordareis de informaciones recientes de que a pesar de que GE tuvo el año pasado unos beneficios de 5.100 millones $ en Estados Unidos y 14.200 millones $ en todo el mundo no tuvieron que pagar ni un solo penique en impuestos federales.
Lo que hay que atribuir a los miles de millones de dólares de pérdidas de capital de GE durante el caos financiero y a una exención fiscal que permite a las compañías no tener que pagar impuestos en Estados Unidos por los beneficios obtenidos en el exterior «financiando activamente» diversos tipos de negocios.
Todavía hay cosas peores. En 2009 tampoco Exxon-Mobil pagó ningún impuesto y el año pasado tuvo beneficios mundiales de 30.460 millones $. Tampoco lo hicieron el Bank of America o Chevron o Boeing. Según un informe de la semana pasada de la oficina del Defensor del Pueblo de la ciudad de Nueva York, en 2009 las cinco compañías, incluida GE, recibieron un total de 3.700 millones $ en devoluciones de impuestos federales.
Tal como informaba David Kocieniewski del New York Times en marzo, «aunque el tipo más elevado del impuesto sobre las compañías es del 35%, uno de los más altos del mundo, las compañías han venido utilizando de forma progresiva una mezcla de escondites, devoluciones de impuestos y subsidios para pagar mucho menos… Estas estrategias, así como cambios en las leyes fiscales que impulsaron a algunas empresas y profesionales a tributar como individuos, ha presionado a la baja la participación de las empresas en la recaudación fiscal de la nación: de un 30% de la recaudación federal total a mediados de los años 50, al 6,6% en 2009.»
Lo que lubrica los engranajes de estas ventajas es el dinero preventivo… Durante la década pasada, según el informe del Defensor del Pueblo de NYC, estas mismas cinco compañías — GE, Exxon-Mobil, Bank of America, Chevron y Boeing – dieron más de 43.100 millones $ a las campañas políticas. Durante el ciclo electoral 2009-10 las cinco gastaron conjuntamente 7.860 millones $ en contribuciones a las campañas, un salto del 7% sobre su gasto político de 2007-08.
«Estas exenciones fiscales se crearon para promover el crecimiento y crear empleos, no para financiar las causas políticas de los ejecutivos corporativos» decía el Defensor del Pueblo Bill de Blasio»… Ninguna compañía que puede permitirse gastar millones de dólares para influenciar las elecciones debería alegar pobreza cuando llega el momento de pagar impuestos».
Además, todas estas cifras de dinero ni siquiera incluyen la totalidad del dinero que estas compañías insuflaron en las campañas del 2010 vía asociaciones de comercio y organizaciones sin fines de lucro exentas de impuestos. Gracias a la decisión Citizens United del Tribunal Supremo no podemos conocer las cantidades porque, según el tribunal, las grandes corporaciones no tienen porqué decírnoslas. Imaginémoslas sacando la lengua y metiéndose los dedos en las orejas y tendremos una idea muy aproximada de su posición oficial al respecto.
Por otra parte, la semana pasada, republicanos como Utah’s Orrin Hatch, miembro del Comité de finanzas del Senado de EEUU, se apoderaron de un análisis del Comité Conjunto sobre Impuestos del Congreso, neutral, dejándolo fuera de juego. El breve memorándum informaba de que en el período fiscal de 2009 el 51% de los contribuyentes norteamericanos tuvieron una deuda fiscal nula o tuvieron derecho a devoluciones. Por lo tanto, se preguntan los republicanos, ¿por qué los demócratas y otros son tan mezquinos como para pedir a las grandes empresas y a los ricos que paguen más impuestos cuando cantidad de otra gente – especialmente los pobres y las clases medias- tampoco pagan impuestos?
Hatch dijo en MSNBC (canal de TV), «Bastiat, el gran economista del pasado, dijo que el lugar del que hay que obtener los ingresos debe proceder de las clases medias. Es donde hay el mayor número de personas. Así no hay que reformar el sistema…Tenemos un código fiscal desequilibrado que hay que cambiar».
Todo esto se evapora ante la realidad. Como explica Travis Waldron en su progresista ThinkProgresswebsite, «La mayoría de norteamericanos que no pagan impuestos federales no ganan suficiente dinero como para entrar ni tan siquiera en el tramo impositivo más bajo, un problema que ha empeorado con la recesión económica. Ello incluye a los pensionistas norteamericanos que no pagan impuestos sobre la renta porque ganan muy poco dinero, si es que ganan algo. Pero mientras que muchos norteamericanos con una renta baja no pagan impuestos sobre la renta, sí que pagan impuestos. Debido a los impuestos sobre la nómina y sobre las ventas -una gran parte de los cuales son pagados por los norteamericanos de renta baja y media- menos de una cuarta parte de las familias de la nación no contribuyen a los ingresos federales, y la mayoría de los no contribuyentes son estudiantes, ancianos o parados».
ThinkProgress también señala que «Los primeros 400 contribuyentes -que poseen más riqueza que la mitad de todos los norteamericanos juntos- están pagando impuestos más bajos de los que han pagado en una generación, puesto que sus responsabilidades tributarias han ido declinando poco a poco desde los tiempos del New Deal». Entretanto a las familias trabajadoras se les ha exigido cada vez más impuestos».
Así que, quizás la muerte y los impuestos ya no sean seguros, pero hay una cosa que permanece tan inmutable como las montañas. En palabras de otro anciano de oro, no hay nada mas cierto: los ricos se hace más ricos y los pobres más pobres.
Michael Winship es periodista senior de Demos, ex-periodista senior de «Bill Moyers Journal» sobre PBS (Public Broadcasting Service) y actual presidente de la Writers Guild of America, East
Traducción para www.sinpermiso.info: Anna Maria Garriga