La oposición no acepta alternativas. El gobierno revolucionario acepta que la oposición tenga su expresión a través de partidos políticos, periódicos, radio, televisión, etc. Pero la oposición, apenas se puso en el poder en aquellas 47 horas de abril de 2002, reprimió, allanó, persiguió, torturó, asesinó decenas de personas, llamó por televisión a la delación […]
La oposición no acepta alternativas. El gobierno revolucionario acepta que la oposición tenga su expresión a través de partidos políticos, periódicos, radio, televisión, etc. Pero la oposición, apenas se puso en el poder en aquellas 47 horas de abril de 2002, reprimió, allanó, persiguió, torturó, asesinó decenas de personas, llamó por televisión a la delación de bolivarianos, cerró el Canal 8, prohibió la aparición de bolivarianos por sus canales y finalmente bloqueó toda la información disponible sobre el rescate del orden constitucional. Uno de los momentos más vergonzosos de la historia del periodismo. Los protege su falta total de vergüenza.
El conflicto no es simétrico. Aquí nadie les ha negado el acceso privilegiado al Teresa Carreño para los espectáculos más costosos, pero dicen que hay que desinfectar ese teatro porque a él han acudido los pobres también. Roy Chaderton lo ha expresado egregiamente: «Incluir al excluido sin excluir al incluido». Pero ellos solo quieren incluir a los incluidos y los demás que se jodan. Apenas hay una manifestación, por tímida que sea, que permita combatir la exclusión, como Barrio Adentro o alfabetización, arman una alharaca en que eructan las invectivas más brutales y grotescas. Que si el video es feo, que si malapraxis. Por eso les va como les va, porque los beneficiarios saben que el video no estaba destinado al Festival de Cannes y que sí funcionó. Entonces tienen que argumentar que hubo fffRRRaude en la elecciones, porque no se explican sus derrotas. Pero si está clarito. No solo son desvergonzados sino ciegos. Ciegos que la Misión Milagro no puede redimir porque son de la endemia incurable de los que no quieren ver.
Hablan de la lista Tascón. ¿Cuántos empleados públicos han sido destituidos por esa lista? ¿Quinientos mil? ¿Doscientos mil? Pero la lista Tascón no sirve solo para perseguir escuálidos. ¿Cuántos trabajadores han sido despedidos en el sector privado porque no aparecen en esa lista? ¿Cuántos periodistas fueron despedidos a comienzos de 2003, luego de fracasado el Paro Empresarial? A mí me echaron de El Nacional en diciembre de 2003, luego de 33 años colaborando allí, cosa que me honra porque me metieron en el mismo saco con Luis Britto García, Augusto Hernández, Earle Herrera y Roberto Malaver, también censurados en ese periódico dedicado maniáticamente, en el mayor desequilibrio, a poner como un guiñapo al gobierno.
Pero no hablan de la lista de bolivarianos que erigieron en el Aeropuerto de La Carlota la noche del golpe de 11 de abril de 2002, transmitida reiteradamente por las televisoras golpistas. Esos mismos canales no solo instigaban a la delación de bolivarianos, sino que transmitían en vivo la persecución de Freddy Bernal, de Aristóbulo Istúriz, del entonces vicepresidente Diosdado Cabello y de otros. Una cacería de brujas jamás antes vista en Venezuela. Ya lo dije: los protege la desvergüenza.