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Entrevista con el sociólogo Javier Biardeau R.

«Oposición no ha generado contrapropuesta al plan 2013-2019»

Fuentes: Correo del Orinoco

La «mano peluda» entre lo que plantea el Mandatario Nacional y el pueblo sigue siendo la burocracia y la cogollocracia que le dice sí a Chávez, «pero que al mismo tiempo ordena que no se cumpla«, alertó el sociólogo Javier Biardeau El plan de la nación para el periodo 2013-2019, presentado por el presidente Hugo Chávez el pasado mes de junio en el contexto de la campaña política socialista para los comicios del 7 de octubre, dejó de ser una propuesta electoral cuando, hace pocos días, comenzó a ser debatido por el […]


La «mano peluda» entre lo que plantea el Mandatario Nacional y el pueblo sigue siendo la burocracia y la cogollocracia que le dice  a Chávez, «pero que al mismo tiempo ordena que no se cumpla«, alertó el sociólogo Javier Biardeau

El plan de la nación para el periodo 2013-2019, presentado por el presidente Hugo Chávez el pasado mes de junio en el contexto de la campaña política socialista para los comicios del 7 de octubre, dejó de ser una propuesta electoral cuando, hace pocos días, comenzó a ser debatido por el pueblo, con la firme intención de que la misma se fortalezca con los aportes del colectivo, que se basará en sus experiencias y necesidades para centralizar las ideas.

Desde el alto gobierno se ha insistido en que la invitación a la discusión, que se prolonga por 30 días a lo largo y ancho del país, está abierta para todas y todos por igual, es decir, chavistas y no chavistas. ¿Fortalece esta iniciativa la democracia y el poder del pueblo? Con base en esta interrogante se expresó el sociólogo y catedrático de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Javier Biardeau, consultado por el Correo del Orinoco.

-¿Qué opina sobre la discusión que se inició recientemente en todo el país sobre el plan de Gobierno propuesto por el presidente Hugo Chávez para el periodo 2013-2019?

-Me parece un llamado altamente positivo si lo contrastamos con el método desde el cual se habían diseñado los procesos de planificación pública en el país en la experiencia de la democracia liberal representativa. Sin embargo, es apenas un giño, un proceso de consulta limitado, aún muy tímido, sin auténticos canales de deliberación que aborden un tema tan exigente y espinoso como lo es reconocer de entrada el pluralismo político de las diversas propuestas en juego para hacer efectiva una democracia participativa de alta intensidad, reconocer la multiplicidad de voces, la diversidad de corrientes revolucionarias, el juego de mayorias y minorías, el reconocimiento de tendencias en el seno del campo del gobierno y de la oposición.

Según el especialista, se sigue manejando hasta ahora una noción excesivamente plana de lo que verdaderamente significa el concepto de pueblo, dado que en su opinión, desde las filas revolucionarias se considera que ‘pueblo son solo los que nos apoyan, y más aún, los simpatizantes del PSUV’.

En ese sentido, aseguró que si la consulta al pueblo se hace bajo esas premisas «entonces la intención constituyente podría ser solo un ‘mareo’ para refrescar las estructuras del poder constituido».

Dijo que algunas voces escépticas y suspicaces plantean que se trata de una estratagema de bajo vuelo, que incluso podría ser percibida como una campaña cortoplacista alineada a la campaña electoral de las gobernaciones: «es decir, agitación y propaganda electoral». Si fuese así, reflexionó, «la intención constituyente estaría completamente tergiversada, cooptada y trucada».

Por otra parte, insistió en que la oposición ha mostrado una «infantil incapacidad de aprovechar espacios de diálogo polémico o agonístico con el gobierno», y que tampoco ha generado una contrapropuesta de debate sobre el plan 2013-2019, «lo cual da a entender que no les interesa el fondo del debate, sino que sencillamente lo que quieren es realizar una oposición destructiva».

CAMBIAR LA ÓPTICA

Para el catedrático de la Universidad Central de Venezuela (UCV), esta ha sido casi una fatalidad del proceso, ya que la posibilidad de una «oposición constructiva» ha sido recurrentemente abortada por factores internos de la oposición, («inducida además por algunas mentalidades del ‘partido único’ en el gobierno»), que plantean que debatir con propuestas constructivas con el ejecutivo los llevaría a colaborar con un «régimen totalitario» o «autocrático».

«Esa manía de caracterizar al gobierno como una ‘democracia-autoritarismo’ borderline o en la ‘zona gris’, lleva a ubicar la reflexión de los sectores pensantes de la oposición en una escala inferior frente a publicaciones como el ‘Chigüire Bipolar'», apuntó.

Si algún consejo requiere la oposición, refirió el sociólogo, «es adentrarse en el enigma de las experiencias nacional-populares en la historia de las sociedades latinoamericanas y caribeñas, dar cuenta de los prejuicios hacia lo que algunos llaman ‘populismos redistributivos’ y profundizar en un cuadrante definido por cuatro experiencias que definen algunos parámetros comparativos: el Cardenismo en México, el Peronismo en Argentina, el Velasquismo Peruano y las referencias persistentes a la Revolución Cubana».

Destacó que lamentablemente la oposición reflexiva mira hacia donde los guiones ideológicos de la polítología norteamericana quiere que miren: «democracias totalitarias», «fascismos», «nacionalismos autoritarios» o los llamados «populismos radicales».

Ante este panorama, Biardeau avizoró la situación como un juego trancado, en el que la polarización parece tragarse la posibilidad de un verdadero debate constructivo sobre la significación de un plan de desarrollo económico y social de la Nación que «logre reencauzar el proceso de gobierno hacia una senda de mayor adecuación con las disposiciones fundamentales del ordenamiento constitucional, clarificando medios de acción, recursos, responsabilidades y los contenidos de objetivos muy ambiciosos que giran alrededor de la ‘construcción del socialismo bolivariano del siglo XXI’ como un proceso de superación definitiva del capitalismo en el país».

DISEÑO PARTICIPATIVO

¿Representa esta iniciativa un verdadero proceso constituyente tal y como lo han denominado las autoridades?

-Esta respuesta se ha venido clarificando a medida que se disipa la niebla mediática tanto a favor como en contra del proceso de consulta pública del plan nacional. Se trata de transformar una oferta electoral y programática en un auténtico diseño democrático, participativo e incluyente, para establecer una matriz de ‘políticas públicas’ en diferentes ámbitos de impacto nacional e internacional.

Consideró que para complementar esta pregunta deberían añadirse otras interrogantes como: «¿Es este proceso de consulta pública un aspecto del proceso constituyente? ¿Pone en juego esta consulta alguna arista del poder constituyente?», a lo que respondió: «Si, en la medida en que permita poner sobre la mesa un aspecto aún muy controvertido del proceso activado en 1999: la transformación del Estado».

-¿Qué es para usted un proceso constituyente, cómo se efectúa, quiénes participan?

-La problemática jurídico-política del proceso constituyente está claramente delimitada en el capítulo 1 del libro del compañero Tony Negri en su libro: El Poder Constituyente. Hay que releer con pasión crítica este material. Sin embargo, ya Venezuela vivió toda una discusión entre 1998 y 1999 sobre el contenido y alcance de este debate. Lamentablemente hay un vaciamiento de la memoria histórica de corto plazo, para no hablar del mediano y largo plazo.

Acentuó el experto que el artículo 347 de la Constitución de la República es claro cuando plantea: «El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución».

No obstante, afirmó que el país aún arrastra una deuda política constituyente, más allá de redactar una nueva constitución o del desarrollo legislativo, que es transformar el Estado en la dirección claramente definida de una democracia social y participativa.

«Esto ni se parece al neoliberalismo con su Estado mínimo ni a los socialismos burocráticos del siglo XX con su estatismo autoritario. El Estado democratico y social de derecho y de justicia, la democracia participativa, el ejercicio directo de la soberanía popular son tareas pendientes», contrastó.

-¿Qué beneficios aportaría a la sociedad venezolana este tipo de procesos?

-En particular, la consulta pública bajo el paraguas del ‘proceso constituyente’ permitiría al menos salir del letargo, la inercia y la tesis de que la revolución democrática permanente ha concluido y que lo hay que hacer es institucionalizar la revolución; es decir, pensar en la gobernabilidad, en la gestión eficiente, en la administración del voto popular, en fortalecer los rostros y voces del poder constituido.

Advirtió que también inducirá a los sectores de oposición más imbuidos en cegueras ideológicas y afectivas, a que planteen sus fantasmas anticomunistas más larvados: «Se recreará la estrategia del miedo, la diseminación de pánicos sobre el ‘coco comunista’ y otras ridiculeces».

Incluso, comentó que ya algunos «filosofastros» murmuran sobre el presunto advenimiento del «co-mu-nis-mo». Al respecto, recordó que Keynes y, más actualmente hasta Obama, han sido etiquetados de «socialistas», «estatistas» y hasta de «comunistas», por lo que sugirió indagar sobre estas nuevas formas de desorientación cognitiva.

«Yo he escuchado centenares de veces a Chávez plantear la idea de un ‘socialismo democrático’. Obviamente, pueden hacerse las más aberrantes lecturas sobre el enunciado y su enunciación. Por mi parte, llamaría a discutir en profundidad si ciertamente estamos en presencia de un proyecto y una ejecutoría articulada a las ideas del socialismo democrático del siglo XXI», sentenció.

-¿Se puede llevar un proceso constituyente a cualquier otra instancia?

-El proceso constituyente no lo cierra ni lo encadena un poder constituido. Podriamos decir que la multitud parece dormida, que están lantentes sus acontecimientos, que parece dominar en la escena una consulta política y pública sobre el asunto del Plan de la Nación, empaquetada semióticamente bajo el espectro del poder constituyente originario.

ARMARSE DE HERRAMIENTAS

«Si el Plan de la Nación contempla insistir en las tareas de transformar el Estado en la dirección de la ‘democracia social y participativa’, bienvenida sea. Si en cambio, estamos ante un perverso simulacro, hay que agudizar todos los sentidos, poner en juego los dispositivos afectivos, sensibles y cognitivos para desenmascarar una farsa constituyente», expresó Javier Biardeau.

Recalcó que el debate sobre el poder popular, sobre los Consejos Comunales u otras instancias consejistas, incluso sobre las Comunas, apenas comienza. «Por ahora la invitación es a armarse de herramientas teóricas para abordarlo. De lo contrario estamos ante un boxeo de sombra», reiteró.

-¿La discusión pública del programa de gobierno impulsa el fortalecimiento del poder popular? Esa ha sido una de las principales premisas del Mandatario dentro de su propuesta de gobierno

-Ciertamente contribuye, pero su incidencia directa en el fortalecimiento del poder popular pasa por demasiadas mediaciones como para ser absolutamente optimistas. Las decisiones e intenciones de Chávez a lo largo del tiempo pueden evaluarse a partir de su proceso de deflagración y de descomposición terminal cuando se busca contrastar la intención, la promesa o la decisión con la ejecutoria concreta, tangible y palpable. Allí intervienen muchos actores, muchas instancias responsables, muchisimas mediaciones. De allì la preocupación por la eficacia, la eficiencia, la efectividad, la calidad revolucionaria de la ejecutoria.

Por otra parte, manifestó que si el Poder Popular espera fortalecerse solo porque Chávez haga el llamado, se evidenciaría que hay una particular carencia de iniciativa en el movimiento popular.

«Creo que hay un cruce de tendencias desde arriba y desde abajo que aún no terminan de sintonizarse. La ‘mano peluda’ sigue siendo la burocracia y la cogollocracia que le dice sí a Chávez, pero que al mismo tiempo ordena que no se cumpla. Allí liquidan a un Chávez en su ‘cuartel de cristal’. No es casual que él platee en algunos momentos que se siente solo, como Bolívar», analizó el especialista.

EL PODER POPULAR NO SE CONJUGA CON LA VIEJA CLASE ECONÓMICA

-¿Qué significa para usted el Poder Popular y hacia dónde cree que nos conduce como país y como sociedad?

-El poder popular es el ejercicio directo de la soberanía popular en todas sus expresiones organizativas; no es solo poder territorial, sino además poder de modificaciòn de la estructura de desigualdad y exclusión que tiene presencia en la sociedad venezolana; eso implica poder del movimiento de los trabajadores, de los estudiantes, de los campesinos, de los pueblos indigenas, de los científicos, profesionales y técnicos.

Argumentó el sociólogo Javier Biardeau que la presencia del Poder Popular no puede comprenderse sin un preciso analisis de grupos, sectores y clases en la sociedad venezolana, de la Constitución material que opera en el trasfondo de la Constitución jurídico-formal.

«No se trata de estratificación social. Se trata de abordar cómo una sociedad capitalista, rentista y dependiente como la venezolana sigue atravesada por una conflictividad social y politica que ciertas ideologías de la armonía social tratan de opacar o velar», asintió.

Biardeau estimó que si el poder popular no se enlaza a un preciso analisis de clases, grupos y sectores, con sus alianzas y conflictos, «no entenderemos qué opera detrás del conflicto entre gobierno y oposición».

-¿Cómo impactaría ese fortalecimiento del Poder Popular en la sociedad venezolana?

-Modificaría el cuadro de fuerzas sociales y políticas, así como el esquema político de relación entre ellas. Es este el verdadero meollo del asunto. Hay, tras la escena política movimientos dirigidos hacia el pacto social y político, hacia las transacciones policlasistas, hacia el acuerdo y el diálogo social. Pero si usted escarba un poco, encontrará que hay conflictos de intereses de todo tipo.

A juicio del especialista, la clave de todo este asunto está en los conflictos de intereses, así como en los grupos de opinión, grupos de presión, partidos políticos, movimientos sociales, grupos económicos de poder y factores de poder de todo tipo, que están pugnando por el control de la renta y del aparato de Estado y por el control de la definición de un sistema socio- económico en el país. «Allí esta la clave de poder sobre la mesa un sujeto distinto llamado poder popular», exaltó.

-¿Fortalecer el poder popular también implica restar importancia a las clases pudientes?

-Yo diría más bien «clases dominantes» en el terreno económico, político, ideológico y cultural. Aquí habría que resignificar la pregunta: Con el poder popular, ¿se le resta poder a la oligarquía del dinero? Efectivamente. De eso se trata, si no estamos ante un simulacro del poder popular. El Poder Popular no se conjuga ni con la vieja clase económica dominante, ni con la nueva clase económica dominante.

¿ESTÁ PREPARADO EL PODER CONSTITUIDO PARA EL PODER DEL PUEBLO CONSTITUYENTE?

-¿Las venezolanas y los venezolanos están preparados para asumir el poder de la manera como la plantea el Mandatario en su propuesta?

-La premisa de la pregunta nos llevaría a un torbellino de interpretaciones. Si por multitud popular entendemos «miedo a la turba», «miendo a la oclocracia», mejor ni postulemos la existencia del Poder Popular. Pero si consideramos que ya los venezolanos y venezolanas de cualquier condición social no son menores de edad para el ejercicio del poder constituyente originario, entonces la pregunta se invertiría: ¿Esta el «poder constitutido» preparado para que el pueblo constituyente organizado ejerza de manera directa e indirecta el poder social: económico, político, cultural, militar, científico, tecnológico, etc.? ¿Está el poder establecido en los representantes de gobierno y oposición dispuestos a ser interpelados por un poder social que ponga en cuestión radicalmente la lógica de la representación política? Eso implica colocar a Chávez mismo en una «sociedad de libres e iguales», ajena por completo a cualquier figura de teología política o sacralización del poder constituido.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.