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Oposición social en la era de internet: «Militantes» de computadora e intelectuales públicos

Fuentes: Rebelión

Informe solicitado para leerlo en el «Simposio sobre el regreso a lo público». Patrocinado por la Cámara de ingenieros eléctricos. Ankara, Turquía, 9-10 de diciembre de 2011. Traducido para Rebelión por Silvia Arana.

Introducción

La relación de la tecnología informática (TI), y más específicamente el internet, con la política es una cuestión central para los movimientos sociales contemporáneos. Como muchos avances científicos previos, las innovaciones de la TI tienen un propósito dual: por un lado, han acelerado el flujo global de capital, especialmente del capital financiero, y han facilitado la «globalización» imperialista. Por el otro lado, internet ha servido para proveer fuentes de análisis crítico alternativo al igual que una mejor comunicación para movilizar a los movimientos populares.

La industria TI generó una nueva clase de multimillonarios, desde Silicon Valley en California hasta Bangalore, en India. Estos tuvieron un rol central en la expansión del colonialismo económico mediante el control monopólico en diversas esferas del flujo de información y el entretenimiento.

Parafraseando a Marx «el internet se ha convertido en el opio de los pueblos». Jóvenes y viejos, empleados y desempleados pasan horas mirando pasivamente espectáculos, pornografía, video-juegos, artículos de consumo y hasta «noticias», aislados de otros ciudadanos, compañeros de trabajo.

En muchos casos, el «exceso» de noticias en internet lo ha saturado, absorbiendo tiempo y energía y distrayendo a los «observadores» de la reflexión y acción. De la misma manera en que las noticias escasas y tendenciosas distorsionan la conciencia popular, demasiados mensajes por internet pueden inmovilizar la acción de los ciudadanos.

Internet, deliberadamente o no, ha «privatizado» la vida política. Incluso muchos activistas potenciales creen que el envío de manifiestos a otros individuos es un acto político, olvidando que sólo la acción pública, incluyendo confrontaciones con sus adversarios en espacios públicos, en los centros de las ciudades y en el campo, son la base de las transformaciones políticas.

TI y capital financiero

Recordemos que el ímpetu original por el crecimiento de «TI» provino de las exigencias de las grandes instituciones financieras, bancos de inversiones y agentes especulativos que querían mover de un país a otro, de una empresa a otra, de una commodity a otra, miles de millones de dólares y euros solamente oprimiendo una tecla.

La tecnología de internet fue la fuerza motriz del crecimiento de la globalización al servicio del capital financiero. De alguna manera la TI tuvo un rol fundamental en el desencadenamiento de las dos crisis financieras globales de la década pasada (2001-2002, 2008-2009). La burbuja de las acciones de TI de 2001 fue el resultado de la promoción especulativa de las «firmas de software» sobrevaluadas y desvinculadas de la «economía real». La crisis financiera global de 2008-2009 y su continuación hoy en día, fue inducida por el paquete computarizado de fraude financiero y por las hipotecas inmobiliarias sin fondos suficientes. Las «virtudes» de internet, su rapidez para transmitir información en el contexto del capitalismo especulativo se convirtió en uno de los factores contribuyentes a la peor crisis capitalista desde la Gran Depresión de la década del 30.

La democratización de internet

El internet se volvió accesible a las masas como un mercado comercial y luego se expandió a otros usos, sociales y políticos. Más importante aún se volvió un medio para informar al público sobre la explotación y el saqueo de los países y de los pueblos por los bancos multinacionales. Expuso las mentiras de las guerras imperialistas de EE.UU. y la U.E. en Medio Oriente y el Sudeste Asiático.

Internet se convirtió en un terreno en disputa, una nueva forma de lucha de clases, en la que forman parte los movimientos pro-democracia y de liberación nacional. Los principales movimientos y líderes de la lucha armada en las montañas de Afganistán, los activistas pro-democracia de Egipto, los movimientos estudiantiles de Chile e incluso los movimientos por la vivienda de la gente pobre en Turquía, dependen del internet para informarle al resto del mundo sobre sus luchas, programas, represión estatal y victorias populares. Internet conecta las luchas populares a través de las fronteras nacionales -es un arma clave para crear un nuevo internacionalismo que contrarreste la globalización capitalista y las guerras imperiales.

Parafraseando a Lenín, podemos sostener que el socialismo del siglo XXI puede ser resumido en la ecuación: «soviets más internet = socialismo participativo».

Internet y políticas de clase

Debemos recordar que las técnicas de información computarizada no son «neutrales» -su impacto político depende de los usuarios y los supervisores que determinan a quién y a qué intereses de clase servirán. En términos más generales el internet debe ser contextualizado en relación con su inserción en el espacio público.

Internet ha servido para movilizar a miles de trabajadores en China y campesinos en India contra explotadores corporativos y promotores inmobiliarios. Pero la guerra aérea computarizada se convertido en el arma elegida por la OTAN para bombardear y destruir la Libia independiente. Los drones norteamericanos que matan civiles en Pakistán y Yemen están dirigidos por «inteligencia» computarizada. La ubicación de los guerrilleros colombianos y los bombardeos aéreos letales están computarizados. En otras palabras, la tecnología informática tiene un uso dual: en la liberación popular y en la contrarrevolución imperialista.

Neoliberalismo y espacio público

En el debate sobre «espacio público» se ha asumido a menudo que «público» significa mayor intervención estatal en beneficio del bienestar de la mayoría; mayor regulación del capitalismo y mayor protección del medio ambiente. En otras palabras, los actores «públicos» benignos se contraponen a las fuerzas explotadoras del mercado privado.

En el contexto del auge de la ideología y las políticas neoliberales, muchos autores progresistas defienden el argumento sobre la «decadencia de la esfera pública». Este argumento pasa por alto el hecho de que la esfera pública ha incrementado su rol en la sociedad, economía y política en beneficio del capital, especialmente del capital financiero y de los inversores extranjeros. La «esfera pública», específicamente el estado, es mucho más intrusivo en la sociedad civil como una fuerza represiva, particularmente a medida que las políticas neoliberales aumentan la desigualdad. Debido a la intensificación y profundización de la crisis financiera, la esfera pública (el estado) ha asumido un rol masivo en el rescate de los bancos en bancarrota.

Debido al déficit fiscal en gran escala causado por la evasión impositiva de la clase capitalistas, el gasto de las guerras coloniales y los subsidios públicos a las grandes empresas, la esfera pública (estado) impone programas de «austeridad», con un contenido de clase, recortando el presupuesto social y perjudicando a empleados públicos, jubilados y empleados asalariados.

La esfera pública disminuyó su rol en el sector productivo de la economía. Sin embargo, el sector militar ha crecido con la expansión de las guerras imperiales y coloniales.

La cuestión básica subyacente en cualquier debate sobre la esfera pública y la oposición social no son ni la decadencia ni el crecimiento sino más bien los intereses de clase que definen el rol de la esfera pública. Bajo el neoliberalismo, la esfera pública está orientada a usar el tesoro del estado para financiar rescates de bancos, militarismo y una mayor intervención del estado policial. Una esfera pública dirigida por la oposición social (trabajadores, agricultores, profesionales, empleados) ampliaría las actividades en relación a salud, educación, pensiones, medio ambiente y empleo.

El concepto de la «esfera pública tiene dos caras opuestas (como Jano): la del capital y lo militar, y la del trabajo/oposición social. El rol del internet está también sujeto a esta dualidad: por un lado facilita los movimientos de capital a gran escala y las intervenciones militares imperialistas; y por el otro lado, provee un flujo rápido de información para movilizar a la oposición social. La cuestión básica es: ¿qué tipo de información se transmite, a qué actores políticos y con qué intereses sociales?

Internet y oposición social: La amenaza de represión estatal

Para la oposición social internet es, primero y ante todo, una fuente vital de información alternativa crítica para educar y movilizar el «público» -especialmente entre la corriente de opinión progresista- líderes, profesionales, dirigentes sindicales y campesinos, militantes y activistas. El internet es la alternativa a los medios capitalistas de masas y la propaganda, una fuente de noticias e información que transmite manifiestos y que informa a los activistas de sitios de acción pública. Debido al rol progresista que tiene el internet como instrumento de la oposición social es vigilado por el aparato estatal policial y represivo. Por ejemplo, en EE.UU. más de 800.000 funcionarios trabajan en la agencia policial «Homeland Security» (Seguridad Nacional) espiando miles de millones de mensajes e-mail, faxes y llamados telefónicos hechos por millones de ciudadanos de EE.UU. Otro asunto es cuán eficiente es la vigilancia de toneladas de información diaria. Pero el hecho es que internet no es una «fuente libre y segura de información, debate y discusión». Cuanto más eficiente resulte internet como herramienta de movilización de los movimientos sociales opuestos al estado colonial e imperial, mayores son las posibilidades de intervención del estado policial con el pretexto de «combatir el terrorismo».

Internet y lucha contemporánea: ¿Tiene un carácter revolucionario?

Es crucial reconocer la importancia de internet como detonante de ciertos movimientos sociales al igual que la relativización de su significado general.

Internet ha tenido un rol vital en difundir y movilizar las «protestas espontáneas» como la de los «indignados», mayormente desempleados sin afiliación en España y los manifestantes que participan en «Ocupar Wall Street». En otros casos, por ejemplo, las huelgas generales en Italia, Portugal, Grecia y en otros países las confederaciones sindicales han tenido un papel central y el internet, un impacto secundario.

En países con alto nivel de represión como Egipto, Túnez y China, el internet ha tenido un rol central en la difusión de la acción pública y en la organización de las protestas masivas. Sin embargo, el internet no ha conducido a ninguna revolución exitosa -puede informar, proveer un foro de debate y movilizar, pero no puede proporcionar liderazgo ni organización que sustente acción política ni mucho menos una estrategia para tomar el poder del estado. La ilusión que algunos gurús del internet promueven de que la acción «computarizada» reemplaza la necesidad de un partido político disciplinado ha demostrado ser falsa: internet puede facilitar un movimiento pero solo la oposición social organizada puede proveer la dirección táctica y estratégica de un movimiento contra la represión estatal y en pos de luchas exitosas.

En otras palabras, internet no es un «fin en sí mismo» -la postura auto-complaciente de los ideólogos de internet al levantar el estandarte de una nueva era de información «revolucionaria» pasa por alto el hecho de que los poderes de la OTAN, Israel y sus aliados y clientes ahora usan internet para infiltrar virus que desequilibren la economía, para sabotear programas de defensa y promover levantamientos étnico-religiosos. Israel infectó con virus el programa nuclear sin fines de guerra de Irán; EE.UU., Francia y Turquía incitaron a la oposición social «cliente» en Libia y Siria. Para resumir, internet es un medio no un fin en sí mismo. Forma parte de la esfera pública, cuyos propósitos y resultados están determinados por la estructura de clases en la que se halla inserto.

Conclusiones: «Militantes de computadora» e intelectuales públicos

La oposición social está definida por la acción pública: la presencia de colectivos en reuniones políticas, individuos que se expresan en reuniones públicas, activistas que se manifiestan en plazas públicas, militantes sindicales que confrontan a los empleadores, gente pobre que exige viviendas y servicios públicos de las autoridades públicas…

Expresarse en una reunión pública, formular ideas, programas, proponer planes y estrategias a través de la acción política define el rol del intelectual público. Sentarse frente al escritorio de una oficina, en espléndido aislamiento, enviando cinco manifiestos por minuto define a un «militante de computadora». Es una forma de seudo-militancia que aísla el mundo de las acciones. La militancia de computadora es un acto verbal inactivo, de activismo sin consecuencias, una revolución inventada por la mente. El intercambio de comunicaciones por internet se vuelve un acto político cuando está conectado a movimientos sociales y públicos que desafían el poder; que necesariamente involucra riesgos para el intelectual público: de ataques de la policía en espacios públicos y revanchas económicas en la esfera privada. Los activistas de computadora no arriesgan nada y logran poco. Los intelectuales públicos conectan el descontento privado de los individuos con el activismo social del colectivo. El crítico académico va a un lugar de acción, habla y regresa a la oficina de la universidad. El intelectual público habla y se sustenta en un compromiso político y educativo de largo plazo con la oposición social en la esfera pública por medio de internet y frente a los encuentros cotidianos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.