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Estados Unidos

Organizando a las empleadas domésticas

Fuentes: Znet

Hay muchos calificativos para describir a las 200.000 niñeras, amas de llaves y cuidadoras de ancianos de la ciudad de Nueva York, pero uno que aparece con frecuencia es «invisibles». Pagadas a menudo «en negro», existen al margen de la economía formal. Trabajan en casas, sin relacionarse con otros empleados. Debido a este aislamiento y […]

Hay muchos calificativos para describir a las 200.000 niñeras, amas de llaves y cuidadoras de ancianos de la ciudad de Nueva York, pero uno que aparece con frecuencia es «invisibles». Pagadas a menudo «en negro», existen al margen de la economía formal. Trabajan en casas, sin relacionarse con otros empleados. Debido a este aislamiento y a las leyes federales, este grupo –en su mayoría mujeres de color– no tiene derecho a negociar un contrato colectivo.

Las Empleadas Domésticas Unidas (DWU por sus siglas en inglés) del Bronx, Nueva York creen que sus condiciones de empleo son inaceptables en el siglo XXI. Para esta pequeña pero creciente organización, luchar por normas laborales justas es una tarea fundamental. Combatir el aislamiento es otra.

Joycelyn Gill-Campbell, del comité de dirección del DWU, vino a Nueva York hace 11 años de Barbados donde era profesora y servía en el servicio de defensa nacional. Como empleada doméstica cuidando a un niño y un perro enfermo, Gill-Campbell ganaba sólo $271 dólares cada dos semanas, a pesar de que trabajaba para un agente financiero. Pero no era solamente el salario bajo lo que la molestaba. «Me sentía sola,» dice.

En el 2000 se enteró del DWU de la misma manera que muchos empleados encuentran trabajo: por un amigo. Al conocer la difícil situación de otras empleadas domésticas, se sintió afortunada en comparación. La encuesta «Home is Where the Work Is» realizada por el DWU revela que el 26 por ciento de las empleadas domésticas viven por debajo de la línea de pobreza, al 65 por ciento no se les paga las horas extra, y al 90 por ciento no se les provee de seguro médico, mientras el 36 por ciento respondieron que no tenían ningún acceso a servicios de salud.

Algunas han sufrido abusos físicos en el trabajo. Muchas dependen del empleador para alimentación y transporte además del sueldo. Corren los mismos riesgos laborales que los cocineros (el fuego de la estufa, utensilios afilados), los enfermeros (enfermedades contagiosas) y los conserjes (sustancias químicas, lesiones en la espalda) pero en muchos casos sin la misma protección otorgada por las leyes de la Administración Federal de Seguridad y Salud Laboral (OSHA por sus siglas en inglés).

Tal y como están las cosas ahora sólo los trabajadores domésticos empleados por el gobierno municipal pueden sindicalizarse, y la Federación Unida de Educadores (United Federation of Teachers), junto con ACORN, están luchando por ganar una campaña de sindicalización en los cinco distritos municipales de Nueva York. Para las empleadas domésticas sin derecho a negociar de manera colectiva, el DWU está promoviendo la Carta de Derechos del Empleado Doméstico en la asamblea legislativa del Estado con el apoyo de varios legisladores y organizaciones gremiales. El proyecto de ley establecería normas sobre salario mínimo, vacaciones, seguridad laboral y horas extra. Aunque el proyecto de ley tiene apoyos en la asamblea del Estado, todavía le falta patrocinio en el senado, controlado por los republicanos.

Aunque el DWU consiguió la aprobación de ciertos reglamentos para las agencias de empleo doméstico, apenas si cambió el escenario laboral. La victoria fue en su mayor parte simbólica, puesto que la mayoría de las empleadas domésticas encuentran trabajo de manera informal. Entonces, aprobar el proyecto de ley estatal se ha convertido en el objetivo principal del DWU, como se informó en el Foro Social de Atlanta en agosto.

Formado en el año 2000, el DWU no es un sindicato. No puede presentar quejas, ni apelar a los derechos Weingarten (que estipulan que los empleados tienen derecho a representación sindical en las entrevistas en investigaciones disciplinarias), ni llevar los casos disciplinarios al arbitraje, ni cobrar cuotas de sindicato. Lo que sí se propone, además de promover una reglamentación estatal para su sector laboral, es proveer oportunidades de educación y una red social.

El 30 de septiembre, miembros del DWU se reunieron con la concejal Gale Brewer en el YWCA de la Calle 56 en Manhattan para inaugurar sus clases de inglés como segundo idioma para las empleadas domésticas. El DWU considera las clases importantes mecanismos «capacitadores», no sólo porque le ayudan a la empleada inmigrante a superar barreras lingüísticas, sino también porque le ofrece la oportunidad de practicar el rol de negociar con empleadores. «Es una maravilla ver el desarrollo del idioma cuando tiene que ver con los derechos y es algo muy personal y algo que se puede utilizar, y no es algo que se quede en lo esotérico,» dice Brewer. «Es solamente una parte de todo el trabajo que hay que hacer en torno a los derechos laborales de las empleadas domésticas. Es una parte pequeña, pero espero que sea suficiente para impulsar la agenda de la lucha a largo plazo.»

Hoy en día Gill-Campbell pasa por los patios de recreo o por dondequiera que se encuentren empleadas domésticas para informarles de las oportunidades en el DWU y de cómo pueden mejorar su nivel de vida. Más allá de las oportunidades educacionales, el DWU es un espacio donde empleadas domésticas se conocen y comparten entre sí sus experiencias, lo cual quizás ayude a que se sientan menos invisibles.