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El proceso de privatización del agua y sus consecuencias

Oro azul, preciada mercancía

Fuentes: Lucha Internacionalista

«El agua promete ser en el siglo XXI, lo que el petróleo fue en el siglo XX: una preciada mercancía que determina la riqueza de las naciones» Revista Fortune La Tierra es el llamado planeta azul por su cantidad de agua. Pero el 97,5% de ésta es salada y, por la tanto, no potable. Solamente […]


«El agua promete ser en el siglo XXI, lo que el petróleo fue en el siglo XX: una preciada mercancía que determina la riqueza de las naciones»

Revista Fortune

La Tierra es el llamado planeta azul por su cantidad de agua. Pero el 97,5% de ésta es salada y, por la tanto, no potable. Solamente el 2,5% del agua es dulce y corresponde a lo que llamamos el recurso hídrico de nuestro planeta.

Además la mayor parte del agua dulce se encuentra en forma de hielo en los glaciales y en los polos, lo que reduce aún más el agua disponible.

El agua es imprescindible para la vida de todos les seres vivos. La falta de agua potable representa la destrucción de los ecosistemas y ello significa la destrucción de zonas de nuestro planeta que ya no son aptas para la vida.

A diferencia del oro negro -el petróleo-, se dice que el agua es un recurso inagotable ya que tiene un ciclo natural que permite su renovación.

Pero esto sólo es una media verdad, en este momento el consumo es superior a la cantidad de agua procedente de las precipitaciones; se están extrayendo grandes cantidades de los acuíferos sin dejar que estos se repongan. Así, cuando el consumo es superior a la reposición nos lleva a una situación de estrés hídrico y a no tener acceso a agua dulce de calidad.

Por este motivo, igual que ha sucedido con el petróleo, es muy importante el control de las fuentes de agua potable (ríos y acuíferos) para poder asegurar el abastecimiento de toda la población. El mundo se divide cada vez más entre las regiones ricas y pobres en recursos hídricos.

En menos de un cuarto de siglo se calcula que dos tercios de la población mundial no tendrán acceso a los suministros de agua dulce.

Uno se pregunta si la escasez de agua será tan elevada como para no poder asegurar este abastecimiento; la respuesta es no: sólo el 10% de los recursos hídricos se destinada a cubrir las necesidades directas de la población. Se calcula que los recursos hídricos actuales podrían asegurar el abastecimiento de una población mundial seis veces superior si se hiciera una buena gestión del agua. El agua es también un recurso imprescindible para la agricultura y para la industria. Actualmente, a nivel mundial, el 70% del agua se destina a la agricultura y el 20% a la industria.

La sobreexplotación de los recursos hídricos provoca el agotamiento y la creciente escasez del agua en muchos lugares del globo. Las sequías afectan de igual manera a los grandes países imperialistas y a los países pobres, la gran diferencia es que los primeros tienen los mecanismos para hacerse con el con trol de las fuentes de agua potable que aseguren su abastecimiento o trasladan sus industrias a otras zonas del planeta en donde agotan las reservas a costa del abastecimiento a la propia población.

Incremento en la demanda de agua potable

En las últimas décadas la demanda de agua potable ha experimentado un incremento importante. Por sectores hablamos del incremento de la demanda por parte de la industria, la agricultura, la industria de los refrescos y en el consumo de la población a nivel mundial.

1. La industria. Las grandes empresas han desplazado su producción a nuevas zonas donde el coste de la mano de obra es más bajo para conseguir incrementar sus tasas de beneficio. Pero para poder poner en marcha las nuevas plantas de producción han exigido a los gobiernos de estos países el suministro de agua y energía eléctrica a bajo coste y leyes medioambientales que no les obliguen a tratar las aguas contaminadas. La respuesta a esta demanda precisa de la construcción de grandes infraestructuras y destinar recursos hídricos a este fin antes de cubrir las necesidades básicas de toda la población. Extensas zonas de China, la India, las maquilas en Méjico son claros ejemplos.

2. La agricultura. En estos años también se ha incrementado la extensión de tierras destinadas a los monocultivos de producción intensiva, como es el cultivo de la soja en Argentina o del arroz en zonas de la China, destinados a la exportación, a la fabricación de piensos o de biodiesel. Las grandes extensiones de monocultivos de alto rendimiento se realizan con semillas híbridas o transgénicas que precisan de grandes cantidades de agua.

También se ha incrementado la extensión de nuevas zonas de cultivo de regadío en zonas con poca abundancia de agua y gracias a represas y trasvases. A la par que se ha incrementado la extensión de hectáreas de regadío, no se ha invertido, sin embargo, en implantar sistemas de riego que comporten una disminución importante de la cantidad de agua necesaria.

Buena parte del agua que se utiliza en las grandes extensiones agrícolas está subvencionada y no se plantean sistemas para poder reducir su consumo. Se calcula que el 60% de este agua no se aprovecha en el uso de sistemas de pulverización durante la irrigación.

3. Agua para la industria de los refrescos y agua embotellada.

Una cantidad importante de agua potable y de calidad la demanda la potente industria de los refrescos y de agua embotellada como Coca-cola, Pepsi, Neslé o Danone.

La demanda mundial de estos productos se incrementa día a día. La falta de agua potable en condiciones de salubridad ha incrementado el consumo de agua embotellada y refrescos envasados.

4. Agua potable e infraestructuras sanitarias. La población mundial ha crecido de forma exponencial en los últimos 200 años. Además, en las últimas décadas se ha producido un cambio en los porcentajes de habitantes en las zonas rurales y urbanas. Actualmente más del 50% de la población mundial vive en ciudades y crecen las grandes urbes. Este es un proceso consecuencia de la inmigración y el desplazamiento desde las zonas rurales debido a la situación de miseria como consecuencia de los cambios en la producción agrícola que llevan a la de falta de trabajo. Esta población se concentra en las zonas periféricas de las grandes ciudades sin ninguna condición sanitaria.

El acceso al agua potable ¿Una necesidad básica o un negocio?

El agua como recurso limitado, y a la vez imprescindible para la vida, requiere de una gestión que tendría que partir del principio básico de que el acceso al agua potable y la conservación de los ecosistemas es fundamental para el desarrollo de la vida.

El sistema económico capitalista ha convertido el agua potable un una preciada mercancía sólo al alcance de quien la puede pagar, las cifras lo demuestran.

El consumo de agua contaminada o no potable provoca el 88 % de las enfermedades en el mundo.

Un total de 2.500 millones de personas en el planeta carece de acceso al agua y a los servicios higiénicos, y, según el Instituto Internacional sobre Agua de Estocolmo, podría más que duplicarse para el año 2075.

Al mismo tiempo, algunas estimaciones sostienen que el agua como negocio mueve alrededor de 300.000 millones de dólares y experimenta un crecimiento constante.

Esto es el resultado de aplicar los principios del modelo económico neoliberal a los recursos naturales, como lo es el agua, y a los servicios básicos imprescindibles para la vida.

La privatización del agua un paso más en la crisis del modelo capitalista

El sistema económico capitalista no puede solucionar los problemas ambientales y de condiciones de vida de una parte importante de la población.

Es la causa de estos problemas y en consecuencia nunca podrá ser la solución.

Es un modelo económico basado en la explotación de los seres humanos por otros seres humanos y en la intensa explotación de la naturaleza con el único objetivo de obtener el máximo beneficio. La fase actual de crisis del capitalismo acentúa aun más su capacidad de destrucción de los medios productivos en pos del beneficio económico a corto plazo.

Es en este marco general en el que tenemos que analizar los mecanismos que utiliza el gran capital para sacar el máximo beneficio de los recursos naturales sin importar les repercusiones que ello tenga, sobre la vida de los ecosistemas en general y de la población humana en particular.

El primer paso en este proceso es conseguir convertir todo lo público en privado.

En los últimos 30 años hemos vivido grandes procesos de privatización acompañados del discurso de que la propiedad estatal de los medios de producción no era competitiva y solamente la gestión privada y la competencia del mercado eran capaces de conseguir mejorar las condiciones laborales y de vida. Discurso que nunca se ha correspondido a la realidad ya que con cada proceso de privatización se ha producido la destrucción de fuerzas productivas (empleo, condiciones ambientales…).

Esta estrategia de privatización se ha ido modificando a lo largo de este periodo. Las primeras privatizaciones se enfocaron principalmente a los activos de los Estados, a sus empresas productivas, agrícolas o industriales. A estas le han seguido en segundo lugar el sector servicios. Bajo esta lógica el agua ya no es un bien común sino una mercancía más en la que sólo cuentan los costes de captación y suministro y un precio que permita obtener importantes beneficios.

Actualmente, los procesos de privatización se están dando en los recursos naturales y estratégicos.

El agua se está convirtiendo en uno de los más importantes recursos a privatizar. Se disputan nuevos mercados para la venta de grandes volúmenes de agua más allá de las fronteras incluso trasatlánticas, y rutas comerciales. Para ello es necesaria la apropiación de las fuentes de agua (manantiales, acuíferos,..) por parte de las grandes compañías.

El andamiaje que permite la privatización y el control de los recursos hídricos en el «Tercer Mundo»

«El agua marca la última frontera que le queda para invertir al sector privado». Declaraciones de Johan Bastin del BERD La creación de las grandes Compañías Transnacionales (CT) del sector del agua se debe a los procesos de privatización que se dieron primero en Inglaterra y Francia (años 80) y más tarde en Alemania y España y los demás países de la UE (años 90). En estos años, y con la aplicación de las políticas económicas neoliberales, los monopolios públicos del sector de los servicios públicos fueron primero saneados con dinero público y luego privatizados (Inglaterra), o ellos mismos seguían siendo dueños del servició pero externalizaron la gestión a empresas privadas (Francia). Además la creación del mercado único europeo ha favorecido la proyección de estas empresas a los mercados mundiales.

Actualmente, el mercado mundial del agua está dominado por un número reducido de empresas europeas.

Tres compañías francesas (Suez Lyonaise de Eaux/Ondeo, Vivendi y Saur) controlan el 75% del mercado mundial del agua (Suez es junto con la Caixa dueña del 48% de las acciones de Agbar). La tercera empresa más importante es la eléctrica alemana RWE que compró Thames Water de GB.

Hay quien defiende que, en el actual modelo económico globalizado, las grandes Compañías Transnacionales (CT) no tienen patria, pero nosotros siempre hemos afirmado todo lo contrario. Las CT requieren tener como aliados a los gobiernos de sus países. El dominio mundial por parte de estas compañías es posible por el apoyo que han recibido desde los gobiernos europeos, la Comisión Europea y otras instituciones. Entre los EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania y Japón (cinco de los países que pertenecen al G-7) controlan del 35 al 50% de los votos del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) y por lo tanto la definición de sus políticas.

La privatización del agua en los países del tercer mundo es un aspecto más del proceso de implementación condicionante de la política de ajuste estructural (PAE) que se inicia a partir de la década de 1970. El BM y el FMI han sido los instrumentos mundiales que se han utilizado para imponer las condiciones que abrirán la economía de estos países a un modelo económico que libera al capital transnacional de cualquier atadura de inversión y asegura sus «derechos». El BM condiciona sus préstamos para el desarrollo de la infraestructura hidráulica y de saneamiento a la privatización del sector.

Las presiones sociales contra las políticas del BM y del FMI ha llevado al capital transnacional a buscar nuevos caminos; así, los recursos económicos de los millonarios prestamos a los países pobres fluyen a través de los bancos continentales -el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Africano de Desarrollo (BAfD), el Banco Asiático de Desarrollo (BAD), el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD).

Por ejemplo el BID (según informes de 2004) es acreedor de unos 58.000 millones de deuda en la región, lo que le confiere un tremendo poder para imponer la privatización del agua a los municipios desesperados. Algunos de los préstamos más cuantiosos del BID concedidos en la pasada década fueron destinados directamente a las compañías multinacionales del agua para hacerse con el control de las concesiones privadas del agua en países como Argentina, Bolivia y Honduras.

Además de las instituciones están las Agencias de Crédito a la Exportación (ACE’s). Esta es otra Institución Financiera Internacional (IFI) creada por el gobierno de un país desarrollado que pone fondos públicos en manos de las grandes empresas de su país con el fin de subsidiar sus exportaciones o inversiones para proyectos como son las infraestructuras para el abastecimiento de agua o la construcción de represas para la producción de energía eléctrica y almacenamiento de agua. Es decir, prestan dinero a un país pobre con la condición que éste lo use para comprar bienes y servicios de las empresas del país que le presta.

Otro pilar importante en el proceso de privatización del agua es el nacimiento de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que sustituyó al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) en 1994.

Con la OMC se amplia la capacidad de imponer nuevas reglas comerciales en torno a los bienes y servicios, la agricultura y la propiedad intelectual. Un aspecto importante de las negociaciones de la OMC es el Acuerdo General sobre comercio de servicios (AGCS); en defensa de los intereses de sus grandes corporaciones del sector, la UE insiste en que la agenda de las negociaciones comerciales debe lograr la inclusión del agua en las actuales negociaciones del AGCS, porque bajo las reglas de la OMC «éste servicio no podría retornar al sector público, aun cuando la empresa privada no cumpla con las condiciones del contrato». Si se llega a este acuerdo, y teniendo en cuenta que para formar parte de la OMC es preciso firmar el AGCS, las empresas públicas, que en este momento siguen suministrando agua potable y manteniendo las redes de saneamiento en muchos países, serían ilegales.

El Consejo Mundial del Agua, La Asociación Mundial del Agua y la Comisión Mundial del Agua para el Siglo XXI son tres instituciones globales claves del agua -apoyadas e impulsadas por el BM, el FMI y la ONU- encargadas de diseñar la agenda mundial privatizadora del agua e imponer las condiciones necesarias a los gobiernos, condicionar los préstamos y modificaciones legales, presionar para lograr las concesiones privadas, crear una infraestructura y cultura de pago del agua, otorgar créditos endeudando a las instituciones públicas encargadas de hacer los cambios e inversiones necesarias… Estas instituciones las componen las IFI’s, las grandes corporaciones privadas y los gobiernos.

Desde 1997 se celebra cada tres años el Foro Mundial del Agua, en el que se dan cita las principales CT del sector, los IFI’s, los organismos multilaterales, representantes de los gobiernos y científicos y especialistas.

En torno a cada FMA se intensifica una fuerte campaña por parte de los gobiernos y las empresas sobre la necesidad de la inversión privada y el correspondiente pago que la población debe hacer para tener acceso al agua.

En estos momentos el proceso de privatización pasa por asegurarse el control de las fuentes de agua potable. El primer paso es mapear las zonas del planeta con mayor abundancia de agua y establecer planes que permitan su apropiación a medio y largo plazo.

Este proceso está avanzado en Sudamérica. Esta dispone del 20% de los recursos hídricos mundiales en las grandes arterias fluviales del Amazonas, Paraná, Orinoco y Magdalena y en la enorme masa subterránea del acuífero Guaraní. EEUU ante la creciente escasez hídrica y el constante aumento de la demanda de agua (es el país con el mayor consumo per cápita del mundo) ha puesto su mirada en el Acuífero Guaraní y en Alaska y el Oeste de Canadá. En este sentido cabe destacar tres megaproyectos que se concretan en planes de construcción de infraestructuras capaces de trasladar enormes cantidades de agua: 

– El NAWAPA (North American and Power Alliance) que pretende desviar vastos recursos de agua de Alaska y del Oeste de Canadá.

– El Plan Puebla-Panama (PPP).

– IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional de América del Sur) que plantea tener corredores industriales, hidrovías, carreteras que conecten los lugares más recónditos de toda América Latina incluida la región del Amazonas.

Principales repercusiones de la privatización del sector del agua

La política actual de gestión del agua por parte de les Instituciones Internacionales (BM, FMI, ONU, OMC,..) es satisfacer la demanda de la industria y de las grandes extensiones de monocultivos ya que estos son factores decisivos en el «crecimiento económico» de los países, y en segundo lugar satisfacer las necesidades de aquella parte de la población que puede pagar el recibo del agua. Aquellos que no pueden aportar su cuota a los beneficios empresariales y no contabilizan en el PIB ni en las macrocifras económicas no se tienen en cuenta.

Pero esa es la parte de la población que sufre las consecuencias de esta política.

Las grandes empresas privadas son las responsables de llevar a la práctica estas políticas. Están marcadas por el crecimiento en su tasa de beneficios, es decir, el máximo de ingresos con la mínima inversión.

Esta política deja fuera de sus objetivos el satisfacer las necesidades básicas de una parte muy importante de la población y tener en cuenta las graves repercusiones medioambientales de sus actuaciones como es la contaminación de las aguas continentales y la sobreexplotación, lo que lleva a la escasez. Repercusiones medioambientales que afectan directamente a la población que habita en aquella zona.

El 90% del agua potable y una parte muy importante de la producción de energía se destina a la industria y las grandes extensiones de monocultivos. Las grandes industrias del sector metalúrgico, de componentes electrónicos y del textil -que precisan de grandes cantidades de agua- se han desplazado a zonas de Asia y América Latina. Para poder abastecerlas ha sido necesaria la construcción de un número importante de represas y otras infraestructuras. Las grandes compañías hidroeléctricas y de la construcción compiten para conseguir la concesión para su construcción y mantenimiento, concesiones que en muchas ocasiones están vinculadas a la obtención de créditos por parte de las de instituciones como el BM y el FMI. Los gobiernos de estos países se encuentran en una situación de dependencia de los grandes estados imperialistas. La condición para instalar sus industrias es la de construir las infraestructuras necesarias para poder dar unos servicios, para ello se ven obligados a financiarlos con dinero público (directamente, o mediante la devolución de la deuda externa), lo que no permite poder destinar esos fondos a cubrir necesidades básicas de la población.

En general se hace creer a la población que la construcción de nuevas represas, de trasvases y de centrales eléctricas será un beneficio para todos. Estos planes dan la sensación de que el agua es inagotable y de que el único problema es llevarla de un lugar a otro y no el control sobre su consumo.

En España hemos vivido el proyecto del trasvase del Ebro a la costa de Levante para incrementar una agricultura de regadío y el negocio inmobiliario y turístico. Los estudios demostraban que el caudal del río era insuficiente, no obstante, los intereses de las grandes empresas constructoras y las hidroeléctricas presionaban al gobierno para llevar a cabo el proyecto, aunque en pocas ocasiones hubiera llevado agua, su negocio era la construcción.

Algunas de las principales repercusiones son:

– El desplazamiento de la población que habitaba en la zona que queda inundada. Estas tierras son en muchas ocasiones las mejores para dedicar a la agricultura de subsistencia de la zona, con lo que al perderse incrementa aún más el desplazamiento de población.

Se calcula en unos 60 millones de personas las desplazadas directamente por la construcción de represas

– La disminución de los caudales de agua por debajo de los llamados caudales ecológicos.

La construcción desmesurada de represas, con el fin de aprovechar el máximo los cauces para la obtención de energía o para almacenar y desviar las aguas provocan la disminución de los cauces por debajo de los llamados cauces ecológicos. El número de grandes represas ha crecido de 5.000 en 1950 a 38.000 actualmente. El Nilo, el Ganges, el Yangtsé, el Danubio o el Colorado, por poner algunos ejemplos, han sido retenidos y trasvasados tantas veces a lo largo de su recorrido que el agua potable no llega jamás al destino final.

Esto lleva a graves problemas en el abastecimiento de agua a la población de los pueblos que habitan cerca de los ríos que han perdido su principal fuente de agua potable y pone en peligro la subsistencia de los ecosistemas naturales imprescindibles para mantener los ciclos naturales, entre ellos el del agua. 

– La contaminación de las aguas continentales. La falta de normativas que obligan a la depuración de las aguas residuales de las industrias y el uso de pesticidas y abonos químicos contaminan las fuentes de agua (los ríos y los acuíferos). A la falta de agua se suma la contaminación de esta, lo que hace aumentar aún más la población que no puede acceder a agua potable. En las zonas de las maquiladoras de la frontera entre México y Estados Unidos, la contaminación industrial es tan perniciosa y el agua limpia tan escasa, que los bebés y los niños beben Cocacola o Pepsi en lugar de agua

– Falta de suministro de agua potable y de redes de saneamiento en las grandes ciudades. En las últimas décadas y como consecuencia de la «revolución verde» se ha producido un importante flujo migratorio del campo a las ciudades.

Desde 1986 el BM lanzó sus programas de gestión urbana que en 1991 tomaron cuerpo en un posicionamiento político que dio las orientaciones para una política local de austeridad en los gastos públicos.

Además, para poder hacer frente a la nueva situación, que requería mayores infraestructuras, se necesitaba la concesión de préstamos de las grandes entidades internacionales, que obligaban a la privatización en forma de concesiones de los servicios de suministro de agua y redes de saneamiento.

La realidad es que se ha producido en estas ciudades una verdadera línea de separación entre los que viven en el centro de las ciudades y pueden disfrutar de los «servicios públicos» de agua y saneamiento y los que viven en las afueras, en las chabolas, a los que nunca llega ninguna inversión. 

La pérdida de control de las fuentes de agua potable. Las grandes compañías también están comprando los ríos, los manantiales y los derechos en muchas zonas para trasvasar sus aguas a las zonas con mayor demanda. Esto impide que la población autóctona pueda acceder a estas fuentes de agua y pase a depender de estas compañías para su suministro.

La respuesta a la privatización del agua

Uno de los puntos más conflictivos en las batallas por el agua es Latinoamérica. La primera gran guerra del agua del siglo XXI estalló en Bolivia cuando el BM exigió, para la renovación de un préstamo de 25 millones de dólares, la condición de que se privatizasen los servicios de agua del país. El servicio municipal de agua de Cochabamba se vendió a Bechtel, una poderosa empresa estadounidense, que aumento el precio del agua y cortes de suministro. Los habitantes tomaron las calles y la protesta acabo en una huelga general que paralizó la economía de la ciudad.

Aunque la multinacional hizo las maletas volvió con un pleito de 25 millones de dólares contra el gobierno boliviano.

En otras zonas de Latinoamérica como en Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Guatemala, México, se están librando otras batallas por el agua en contra de las grandes compañías por los precios abusivos del agua, la falta de redes de saneamiento y para impedir que se hagan con el control de las reservas de agua.

En España vivimos la lucha contra el trasvase del río Ebro a la costa de Levante, proyecto que finalmente se desestimó.

Las batallas contra los planes de privatización del agua han sido puntuales y en contra de proyectos concretos.

En primer lugar es necesario unificar estas luchas ya que todas ellas tienen el mismo enemigo, las grandes Corporaciones Privadas.

Pero estas Corporaciones pueden operar como lo hacen gracias a la existencia de organizaciones internacionales como el BM, el FMI o la OMC junto con todos los Bancos para el desarrollo que facilitan su implantación y extensión. Son los estados imperialistas los que marcan las políticas de estas organizaciones en defensa de los intereses de su capital.

La lucha contra la privatización del agua es una lucha de todos y principalmente tiene que ser una lucha de los trabajadores de los países imperialistas, ya que es la política de sus gobiernos la que ha abierto las puertas a la privatización de todos los servicios, incluida el agua.

Sólo el fin del sistema capitalista puede asegurar una distribución diferente de la riqueza y la superación de la situación de pobreza y miseria que se da actualmente.

Mientras, nuestra lucha tiene que ser:

– Exigir a nuestros gobiernos un cambio en las políticas de ayuda al desarrollo. En este momento no es una ayuda al desarrollo sino la financiación de estas grandes compañías con el dinero de todos, ya que estas ayudas salen de nuestros impuestos y van a parar a los bolsillos de estas compañías y no a la población y a los trabajadores de los países teóricamente destinatarios. 

– Exigir la derogación del Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (AGCS) que obliga a la privatización de todos los servicios a los países que forman parte de la OMC. Las luchas contra la OMC en sus últimas reuniones han retrasado la aplicación de algunos de estos acuerdos pero no han conseguido su derogación. 

– Exigir la renacionalización de las empresas de servicios públicos como son las de abastecimiento del agua y de las redes de saneamiento.

Como demuestran las distintas luchas que se han dado hasta el momento, sólo la movilización de todos y todas puede frenar el proceso de privatización y mantener los servicios públicos para toda la sociedad.