Oscar Battaglini, historiador, quien ha investigado este ciclo de la vida nacional, concluye que Acción Democrática se quebró como institución político-partidista, mas «dejó sembrada su impronta»
Hoy se cumplen 53 años de la firma del acuerdo político que pasó a la historia como el Pacto de Punto Fijo, con el que los partidos signatarios (Acción Democrática, Copei y Unión Republicana Democrática) se comprometieron al reparto del poder luego de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Este convenio -que tiene sus detractores y sus defensores- rigió en el país hasta 1998, cuando el advenimiento de la Revolución Bolivariana lo terminó de liquidar.
«La historia del Puntofijismo es la historia de la Cuarta República», concluye el historiador venezolano Oscar Battaglini. En conversación telefónica con el Correo del Orinoco, el autor del libro Ascenso y caída del Puntofijismo, publicado por editorial Galac, pasa revista rápidamente a la historia de las repúblicas venezolanas (de la primera a la cuarta); sostiene que el país «no ha conocido, en ese periodo histórico, las bondades de un régimen democrático, porque siempre hubo un poder despótico y altamente militarizado».
Visto así, el Pacto -suscrito por Acción Democrática, Copei y Unión Republicana Democrática- es «la derrota profunda de las aspiraciones de emancipación de la sociedad, y de abrirle cauce a un proceso de cambio radical, estructural».
-¿Podría ser reeditado el Pacto de Punto Fijo?
-El Pacto de Punto Fijo está muerto. Ni que quisieran revivirlo podrían hacerlo. Pero los agentes históricos del Puntofijismo están allí, están vivitos y coleando, están enteritos. Como Pacto de Punto Fijo no regresan, pero pueden regresar como otra cosa. Eso no está cerrado en la dinámica social y política del país.
EL PUEBLO EN EL CENTRO
El régimen de Marcos Pérez Jiménez (años 50) «fue una dictadura militar típica del periodo de la Guerra Fría, imbuida de la concepción de Estados Unidos y con la doctrina de la seguridad nacional», rememora. Con su caída «comenzó el periodo Puntofijista de nuestra historia».
Para Battaglini, la movilización popular no comenzó con la resistencia a Pérez Jiménez, sino desde la muerte de otro dictador: Juan Vicente Gómez (años 30). La dictadura de Pérez Jiménez logró golpear a ese movimiento, pero no matarlo. Cuando se vino abajo el régimen, en 1958, «surgió la posibilidad de establecer una democracia realmente auténtica, de contenido social y político, pero eso se frustró porque los factores que han ejercido el poder en el país no han tenido siquiera la vocación de establecer instituciones democráticas en el sentido liberal-burgués».
La burguesía, en opinión del historiador, «no tenía ningún interés en democratizar de manera auténtica la sociedad, y de asumir la solución real de los innumerables problemas» de la nación.
Battaglini, muy crítico del pasado y del presente, considera que incluso en la Revolución Bolivariana ha retrocedido la participación del pueblo. Reconoce que fue muy grande entre los años 2001 y 2002, con el enfrentamiento del golpe de Estado y el sabotaje petrolero; y después, en el referéndum presidencial de 2004. Pero evalúa que se ha perdido ímpetu. «En esas circunstancias el pueblo tuvo participación estelar, pero esa emergencia aparece ahora como un volcán en extinción».
¿SE TRAICIONÓ EL ESPÍRITU?
Oscar Battaglini no comparte la tesis de que hubo una traición del espíritu del 23 de enero de 1958. «Lo que hay es derrota. El proyecto bolivariano fue derrotado por José Antonio Páez (1830). El 23 de enero el pueblo fue derrotado por la conjunción de los partidos del Puntofijismo».
La Fuerza Armada «siempre ha sido un factor de poder. Nunca ha sido una institución al margen de la conducción política. La dictadura de Pérez Jiménez fue una dictadura militar; la Fuerza Armada apoyó a Pérez Jiménez de principio a fin, e intervino para ponerle freno a la posibilidad de que el pueblo venezolano movilizado echara a andar un proceso de cambio».
La izquierda de entonces, representada por el Partido Comunista de Venezuela (PCV), «fue derrotada, no fue capaz de levantar un proyecto alternativo frente al Pacto de Punto Fijo». Los factores de poder «se aliaron y conspiraron contra la posibilidad de que en Venezuela se abriera una democracia directa que asumiera las grandes transformaciones».
-¿Era el Pacto una conjunción de intereses?
-Hubo una conjunción de intereses, pero el elemento militar es la clave. La caída de Pérez Jiménez ocurrió en medio del desarrollo de la Guerra Fría, y la Fuerza Armada intervino como un factor de contención. Y la izquierda no estuvo en capacidad, una vez más, de levantar un proyecto alternativo.
-¿El Pacto era por el petróleo?
-El problema básico era el poder, y en Venezuela pasa por el control del Estado. Esta es una economía rentista, y el dueño del ingreso petrolero es el Estado. Los factores de poder luchan por el control del Estado, que es el poder político institucional. Durante décadas, la oligarquía manejó la renta petrolera como si fuera una hacienda particular. Y con esa renta no se construyó una economía efectiva, productora de bienes.
REPRESIÓN EQUIVALENTE
-¿La represión durante el Puntofijismo fue igual que durante la dictadura?
-La represión fue equivalente. La represión en el Puntofijismo fue la continuidad de la represión de la dictadura. Los factores que gobernaron con Pérez Jiménez también gobernaron con el Puntofijismo: el elemento militar, la jerarquía católica, Fedecámaras. Después de la derrota del 23 de enero de 1958, se produjo la insurgencia de los sectores populares. Si la burguesía sintió un gran miedo ante las acciones populares del 23 de enero, lo sintió de nuevo pocos meses después, cuando los sectores populares, frustrados, se lanzaron de nuevo a combatir. En consecuencia, la Fuerza Armada volvió al primer plano para ejecutar una represión casi hasta el exterminio contra el movimiento popular. Con Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Rafael Caldera hubo una gran represión, dirigida a contener la posibilidad de una transformación radical profunda de las viejas estructuras.
-En ese contexto, ¿qué sucedía con la izquierda?
-Era una izquierda burocrática; una izquierda que nunca fue capaz de involucrarse en profundidad con los sectores populares. Es una izquierda, como en casi toda América Latina, poblada por la pequeña burguesía, los sectores medios. Pero no ha sido una izquierda articulada con los trabajadores. Si bien se anotó varios puntos en la lucha contra la dictadura, fracasó frente a la necesidad de trazar un rumbo más allá. Es lastimoso ver a la izquierda a la cola de la burguesía y de su pacto, porque no fue capaz de elaborar un proyecto alternativo. Luego, cuando intentó rectificar por la vía armada, fue demasiado tarde. No fue sido capaz de jugar un rol autónomo, de levantar un proyecto propio.
«PERSISTE LA CULTURA ADECA»
En el libro Ascenso y caída del Puntofijismo, Oscar Battaglini hace referencia a la cultura adeca y al legado sociocultural del Puntofijismo.
«Venezuela ha sido siempre una sociedad muy mediocre culturalmente. En el siglo XIX, el analfabetismo rebasaba 90%. La sociedad venezolana era muy pobre: cuando comenzó el siglo XX no llegábamos a 3 millones de habitantes. La población escolarizada era ínfima. Sólo los sectores acomodados iban a la escuela», sentencia Battaglini.
A su juicio, Acción Democrática «es la personificación institucional de la mediocridad que los venezolanos hemos padecido a lo largo de nuestra historia. Eso no cambió, y eso no ha cambiado. La huella adeca sigue articulada con la estructura de la sociedad».
Para el historiador, «si los venezolanos necesitamos un cambio urgente, en profundidad, es tomar noción del rasgo más marcado que nos ha signado, como la mediocridad. Es la mediocridad en lo económico, en lo cultural».
-¿Persiste la cultura adeca?
-Eso está ahí. Vista así, esta sociedad sigue siendo una sociedad adeca. Persiste la cultura adeca. AD se quebró como institución político-partidista, pero dejo sembrada su impronta en lo más profundo de la psiquis de esta sociedad. AD resumió, en el periodo histórico cuando tuvo la hegemonía, el contenido y la dinámica anómica que la sociaded acumuló, y eso sigue estando allí. Por eso es necesario que el pensamiento crítico hurgue profundamente en esa situación, y se convierta en un factor de cambio profundo.
-¿Cuál es el rasgo fundamental?
-La mediocridad, la degradación, la corrupción. Todo es aparente, todo es ficticio, todo es artificial. Esa es la herencia que dejó Acción Democrática al ser desalojada del poder. AD espera regresar, pero es muy difícil porque se quebró como institución en el imaginario de la sociedad. Sigue estando como hecho social, pero no como la fuerza que fue, como el factor que fue en dirección y control de la sociedad.
La forma de romper con esta cultura adeca es, afirma Battaglini, «movilizar a la inmensa mayoría para romper con el Estado burocrático». El pueblo «debe tener una participación efectiva y amplia en los grandes cambios».
«NO SE HA CERRADO EL CICLO DE LAS DICTADURAS MILITARES»
El historiador Oscar Battaglini está convencido de que el Pacto de Punto Fijo se vino abajo definitivamente. «Como un árbol que se seca, se cayó, y sigue dando muestras de que no es otra cosa que estertores», dictamina.
No obstante, lanza una advertencia: «Si producto de los errores de quienes tienen la responsabilidad de conducir un proceso de cambios, se permite el retorno de esa gente, ya no retornarían como Puntofijismo, sino como otra cosa que políticamente pudiera ser peor. No se ha cerrado el ciclo de las dictaduras militares».
-¿Por qué no está cerrado?
-Porque la inestabilidad en el país sigue teniendo vigencia. El problema político, institucional, económico, continúa. Y la Fuerza Armada sigue siendo un factor fundamental. A mi manera de ver no está cerrada la posibilidad de nuevos enfrentamientos, ni que eso pueda tener como desenlace la implantación de un régimen parecido al de Pérez Jiménez, y quién sabe si hasta peor.
Pese a este llamado de atención, Battaglini manifiesta que es un hombre optimista, mas no por ello «puedo ponerme un velo. Debemos ver lo que está ocurriendo, y eso es lo que hecho como historiador. Veo que se ha perdido la movilización popular, y los procesos de cambio en nuestra época sólo pueden ser llevados a término con una movilización de toda la sociedad. Percibo que las cosas han venido colocándose en un terreno en el cual no se garantiza el avance a un proceso de cambios real y auténtico».
-¿No ve ningún cambio entre el presente y el Puntofijismo?
-En los procesos históricos hay elementos que permanecen y elementos que cambian. La sociedad es muy dinámica, nunca permanece idéntica. Entre lo que permanece y lo que cambia, más es lo que ha permanecido y sigue estando allí, que lo que ha cambiado. La economía sigue siendo rentista. El Estado burocrático sigue estando allí. En la medida en que el pueblo no participe masivamente, el Estado seguirá siendo burocrático. Ese Estado burocrático le sirve a la burguesía, a los factores dominantes tradicionales, pero no al pueblo.
-¿Qué hacer para romper con eso?
-Los sectores avanzados deben reventar el campo de fuerzas, y decidirse a hacerse presentes, forzar un cambio en el conservatismo que se ha venido imponiendo y que impide que la sociedad avance. Si eso no ocurre, terminará perdiéndose esta gran oportunidad de romper con esa estructura de poder.