La noticia El viernes 3 de octubre la noticia recorrió los medios de comunicación: ni más ni menos que el Congreso de Estados Unidos acababa de conceder el pedido del gobierno de ese país de un millonarísimo salvataje financiero. Se trató de la inyección de 850 mil millones de dólares hacia el sector de la […]
La noticia
El viernes 3 de octubre la noticia recorrió los medios de comunicación: ni más ni menos que el Congreso de Estados Unidos acababa de conceder el pedido del gobierno de ese país de un millonarísimo salvataje financiero. Se trató de la inyección de 850 mil millones de dólares hacia el sector de la economía mundial responsable de la burbuja financiera. Y no sólo el congreso yanqui cedió ante el pedido del paquete entero que tiene un impacto determinado en el mercado, sino que además le fueron agregados 150 mil millones al pedido del gobierno de Bush.
Se trata de la medida de tipo económico de mayor magnitud en la historia de la humanidad. Recursos por 850 mil millones de dólares serán trasladados a asistir a los bancos y especuladores irresponsables que generaron la burbuja financiera actual, donde el capital realmente existente es menor a los valores asignados por especuladores en la vida económica financiera internacional.
La votación en sí mostró una fotografía de debilidad real del presidente saliente George Bush: más de la mitad de su partido votó en contra de la medida y -según los periódicos- si no hubiera sido por el voto demócrata el salvataje no habría podido realizarse. Por lo menos en los términos en que fue planteado.
Al mismo tiempo que esto sucede el mismo mercado sufre una tensa calma. Como el tiempo que se tarda en un suspiro de largo aliento antes de volver al ruedo. La bolsa yanqui cerró en baja y no resultó de mayor aliento para los magnates financieros. En rigor, para este sector la medida no logrará revertir la tendencia a la recesión en la economía yanqui y europea.
A nivel social ocupa pocas letras de molde las consecuencias en el propio país nórdico: se trata de un salvataje hacia los responsables de la debacle financiara y el absoluto abandono de centenares de miles de trabajadores que perdieron sus empleos y los millones de familias que perdieron sus casas. La economía estadounidense perdió el último mes unos 159.000 empleos.
De ahí lo salvaje de esta medida que transfiere recursos públicos para asistir a un sector de la economía privada. Y decimos que transfiere recursos públicos porque en el corto plazo los montos del endeudamiento por los créditos que serán pedidos y otorgados por esos 850 mil millones de dólares deberán ser devueltos con medidas de ajuste fiscal y los fondos provendrán del erario público.
Las ideas
Más allá de la noticia, la llamada crisis financiera internacional sigue siendo uno de los temas más importantes. Tanto por su relevancia simbólica como por sus implicancias reales en la economía mundial. Sin embargo, mucho de lo escrito y dicho por estos días está generando una tendencia a cierta confusión respecto de qué significa lo que sucede hoy en el sistema financiero internacional y cómo lo afecta efectivamente.
Desde el punto de vista de lo estrictamente económico hay que decir que la salud del capitalismo mundial no está en riesgo inminente. La crisis financiera no implica una crisis total de las relaciones capitalistas. En todo caso, un modelo de tipo especulativo de acumulación capitalista es el que acaba de implosionar. Como era de esperar, por otro lado. Pero además, esa crisis será pagada por los países más pobres, debido a la implementación de una serie de mecanismos financieros. La economía estadounidense en sí continua creciendo. Por ejemplo en su índice de productividad.
Otra de las dudas que se fueron sucediendo con el paso de las columnas de opinión, entrevistas y demás productos de la industria periodística, es la idea de que con la intervención del Estado yanqui sobre la economía realizando el salvataje más grande de la historia de la humanidad, suponía que el gobierno de Estados Unidos se contradecía con su discurso de «libre mercado» y de «no intervención del Estado en la economía». Flor de confusión ya que no hay medida que tenga mayor grado de coherencia que este salvataje de carácter salvaje: lo que se está por hacer es lo que se hizo en nuestros países pero a escala mundial; lo que se hace es que los fondos públicos paguen el delirio de los sectores concentrados de la economía mundial enriquecidos a través de la especulación financiera. No hay más coherencia que esa en su política económica. No hay medida más coherente que esta. Los cuadros de segunda línea dudan. Los principales no lo hicieron ni por un segundo.
Ahora bien, si es cierto que en rigor la economía estadounidense en sí no corre mayor riesgo que el de una crisis administrable, ¿qué es lo que hace tanto ruido? El elemento importante para responder al terror profundo de los mercados es la dimensión simbólica. Es decir, lo que hace ruido en todo el mundo es que lo que hasta ahora se nos presentó como el modelo económico a seguir, no sólo es capaz de producir una crisis de estas dimensiones, sino que además no tiene más salida que la de estafar a miles de millones para salvar las cuentas de miles. Dicho en otras palabras: la especulación financiera lleva a un consumo de los recursos líquidos a modo de espiral de pólvora que conduce a una situación explosiva.
Esta crisis de dimensión simbólica del modelo que rige la economía mundial se ve expresada y cada vez con mayor vehemencia en todo evento que contenga temas económicos o políticos en su agenda.
Durante el nuevo encuentro de la ONU Jefes de Estado plantean nueva y abiertamente que «el capitalismo debería ser abolido puesto que origina los mayores problemas de la humanidad». Ni más ni menos. Abolido. Lo dijo el presidente de Bolivia, Evo Morales. Un mandatario que acaba de salir de un delicado estado de conflicto generado por la derecha de su país.
La clave para leer la actualidad política es ésta entonces: no se trata de que, como algunos pretenden, se está derrumbando a pasos agigantados el capitalismo mundial. No, éste aún goza de buena salud económica. Lo que comenzó a producirse y se va profundizando es una herida mortal de la legitimidad de esta forma de organización económica sobre la población mundial. Así se puede entender, por ejemplo, cómo la derecha boliviana queda absolutamente aislada del resto de los países y le es preciso dialogar. O que el presidente de Francia construya su discurso como referente del capitalismo mundial justamente en torno a este eje y dice «hay que re legitimar el capitalismo y tiene que ser humano, etc».
La crisis entonces, es de tipo simbólica y continúa abriendo las posibilidades para que los sectores políticos democráticos que luchan por la redistribución de la riqueza en sentido igualitario ganen terreno sobre la ideología.
Las medidas
El viernes 10 fue el octavo día consecutivo de cierre de las bolsas del mundo en baja como reflejo de la desconfianza existente sobre la capacidad de bregar tamaña crisis generada. Las bolsas Europeas cerraron en común promedio del 7%. En Asia, cuya influencia en Wall Street es nada desdeñable, cayeron cerca del 10%. Nuestra América no está ajena a esta situación.
En este escenario internacional hay un sinnúmero de incertidumbres de las cuales se desprenden sus colaterales y respectivas discusiones ideológicas: nadie sabe ni conoce el alcance real de esta crisis. Claro, podemos hacer referencia a la gravedad, pero esto no nos alcanza para comprender cómo afectará a la población mundial en los próximos años. Por que se está hablando de crisis financiera internacional y pareciera que queda tan lejos como Wall Street, o en otras palabras, que es un problema de los mercados financieros y no tendría así llegada a las economías hogareñas.
Sin embargo, sin hacer demasiados esfuerzos de investigación podemos advertir ya que lo que viene para los próximos años es la vuelta a políticas de ajuste de muchos Estados, por un lado, y retracción del crecimiento económico por otro. Muchos gobiernos encontrarán por necesidad o como excusa oportuna en esta crisis financiera el argumento justo para la aplicación de políticas de ajuste fiscal. Esto debido a que en el modelo de economía global la capacidad de compra de los países centrales será menor sumado a la depreciación de commodities, por caso la soja. México, por ejemplo, cuyo mayor porcentaje de exportación es destinado a Estados Unidos ya envió al Congreso de su país un proyecto de modificación del presupuesto para el año entrante ajustando el gasto público debido a que sus ingresos por exportaciones será menor al esperado por efecto de la crisis.
En Argentina se van manifestando también las posibles repercusiones de la crisis financiera. Estados Unidos representa para nuestro país el 20% de las exportaciones. Principalmente la depreciación de la soja ya hace prever, según estimaciones oficiales, que la taza de crecimiento para el 2009 será levemente menor, pero que para 2010 será notablemente más austera rondando el 4%.
De manera que la economía pública se verá seriamente resentida en todos los países. ¿Por qué pensar que los países más chicos, económicamente hablando, tienen una protección más grande? Justamente es lo contrario. Nuestros países tienen fortaleza de soga tensa, como una que pude sostener un elefante haciendo equilibrio, pero que no soporta la caída de un objeto pesado y filoso y se rompe. Así es la economía de nuestros países, y la crisis financiera es, por cierto, pesada y filosa.
Pero a su vez, los grandes empresarios no se caracterizan por su sentido social sino más bien, crisis financiera mediante, por sus atributos de especuladores a pesar de la sociedad. ¿Algo haría pensar que la actitud de los capitostes empresarios del mundo será heroica y desinteresada? Todo lo contrario. Van por lo que queda, por quedar lo mejor parados que se pueda y por la transferencia de los recursos públicos hacia sus arcas.
En todo este debate por cierto hay un engaño fundante y confuso: se dice que el hecho de que el gobierno de los Estados Unidos intervenga en la economía habla del fracaso del neoliberalismo. De golpe parece que todos los supuestos neoliberales se caen por ese hecho y por su propio peso.
Esta afirmación olvida el hecho concreto que guarda absoluta coherencia con el ideario neoliberal: las intervenciones de los estados hoy, ya no en Estados Unidos, sino a nivel mundial hacia el sector financiero están protegiendo justamente a la economía privada en, sino la mayor, una de las mayores transferencias de riquezas de recursos de la economía pública al sector privado. ¿Qué hay de nuevo en eso? ¿Qué tiene de cuestionador con respecto al neoliberalismo?
Hay que ser claros, justos y no confundir. Hablar de semi-nacionalización de los bancos en Estados Unidos, por ejemplo, es hablar de que recursos públicos se giran hacia las cajas de los bancos para salvar a los bancos. De lo público a lo privado. Si a esto le sumamos que por efecto de la crisis muchos gobiernos ajustarán el gasto público, ¡pongamos dos puntos, signos de admiración subrayado con negrita y resaltador fosforescente!: estamos hablando de las premisas básicas del neoliberalismo. Eso es lo que se viene. A lo que habría que agregarle la discusión política en nuestro país de que no hay, año 2008, una herramienta política del campo popular que permita enfrentar esas posibles políticas de ajuste y hacer menos violento el impacto sobre los índices de pobreza e indigencia, entre otros indicadores de bienestar social.