Pese a muchas idas y venidas de último momento, las presiones y reclamos, entre los cuales han tenido gran significación las realizadas por las centrales sindicales de ambos bloques y las asociaciones de industriales del Mercosur, se frustró (esta vez en Asunción) la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre el Mercosur y la […]
Pese a muchas idas y venidas de último momento, las presiones y reclamos, entre los cuales han tenido gran significación las realizadas por las centrales sindicales de ambos bloques y las asociaciones de industriales del Mercosur, se frustró (esta vez en Asunción) la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre el Mercosur y la Unión Europea (UE)
El clima de optimismo que intentan transmitir con sus declaraciones las autoridades paraguayas, argentinas, brasileñas y también uruguayas, fijando fechas y plazos para la firma del TLC, y cuando todo parecía que estaba encaminado para que -luego de casi 20 años de marchas y contramarchas-, el viernes 2 marzo se anunciara en Asunción la firma de un principio de acuerdo, no hubo consenso y la negociación seguirá abierta por unas semanas más.
Las partes son conscientes que la ventana de oportunidad política para cerrar un TLC se acorta cada vez más. En abril habrá elecciones en Paraguay y en octubre en Brasil, y no siempre se puede tener como contraparte gobiernos tan propicios a ceder a cambio de muy poco con tal de «abrirse al mundo» como los actuales del Mercosur.
Si bien Mercosur y la UE negocian desde 1999 un amplio acuerdo de asociación que incluya un tratado comercial, as conversaciones estuvieron bloqueadas completamente entre 2004 y 2010 y recién se retomaron en mayo de 2016, con el impulso que los nuevos gobiernos neoliberles del Mercosur le dieron a ese TLC, ofreciendo un acceso gradual para cerca del 90% del comercio de bienes.
La voluntad política de los gobiernos mercosureños de cerrar un TLC en un tiempo lo más acotado posible para demostrar su apertura al mundo, abrió la puerta para que el acuerdo se anunciara en el marco de la última cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en diciembre en Buenos Aires, pero tampoco fue posible, pese que los gobiernos del Mercosur fueron sumando concesiones a los europeos. El presidente Mauricio Macri había prometido que se firmaría el TLC y quedó con los crespos hechos.
Pero la oferta de 70 mil toneladas de carne vacuna y 600 mil toneladas de etanol con preferencia arancelaria que ofreció la UE para el Mercosur estuvo muy lejos de las aspiraciones de la región de llegar como mínimo a 130 mil toneladas para el primer caso. Brasil, en tanto, pretendía llegar a un millón de toneladas para el etanol. En Bruselas en enero, la UE elevó a 99 mil toneladas su oferta cárnica.
A fines de febrero, miles de agricultores manifestaron en toda Francia contra el acuerdo de libre comercio, que prevé la importación de carne bovina proveniente de Sudamérica. «El gobierno francés nos abandona. Nos hacen promesas (…) y por otro lado firman acuerdos para importar carne de países con normas distintas», dijo Sébastien Poncet, presidente de un colectivo de agricultores.
Poco antes de la ronda paraguaya, en una inédita posición unitaria, las centrales industriales del Mercosur elevaron ante los negociadores del TLC con la Unión Europea, una dura declaración en la que exigen «transparencia» en las tratativas, plazos y condiciones para que los sectores afectados negativamente por el acuerdo puedan transformarse y continuar activos en el nuevo escenario, y un acuerdo equilibrado reconociendo las diferencias en el nivel de desarrollo entre las partes.
Los presidentes de las centrales industriales de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, reclamaron además, ante los negociadores reunidos en Asunción, la inclusión de una «cláusula de desarrollo industrial» y la preservación de diversos instrumentos de protección a la producción y el empleo «fundamentales para el funcionamiento actual y futuro del Mercosur».
Paralelamente, los representantes del movimiento sindical del Mercosur y de la UE (la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS) y la Confederación Europea de Sindicatos, CES) entregaron a los jefes negociadores una carta, donde expresan de manera clara y contundente las razones por las cuales no aceptarán el acuerdo: «No se perfila un auténtico acuerdo de asociación justo y equilibrado sino un TLC que perjudica a los países de menor desarrollo a ambos lados del Atlántico en su industria nacional, en la promoción de la producción y del trabajo decente», señalaron.
En Asunción, los equipos negociadores-dirigidos por el canciller paraguayo y por la delegada italiana Sandra Gallina-, se propusieron acercar las posiciones en los temas automotor y agropecuario que motiva fuertes presiones de los productores, pero no llegaron a buen puerto. Y decidieron extender las conversaciones dos o tres semanas más, si bien clausuraron este viernes sus reuniones en Asunción
«No pudimos cerrar totalmente. Son cuatro o cinco temas (en los que aún no hay acuerdo) en este momento pero yo no veo un gran problema», declaró la directora para las Américas de la UE, la checa Edita Hrdá, quien acompañó al canciller paraguayo en su anuncio.
La toma de posición -quizá tardía- de sectores económicos, políticos y sociales (asociaciones de productores, políticos, parlamentos, movimientos sociales, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, académicos) tanto en el Mercosur como en Europa ha servido para impedir la firma de un TLC ampliamente desfavorable para nuestra región.
Sigue vigente la exigencia de transparencia en ambos bloques. Excepto por los documentos «leakeados» hasta noviembre – nunca reconocidos ni negados por los gobiernos como ciertos- no se conoce a ciencia cierta qué han negociado y concedido las partes en secreto o cuáles serían los «cuatro o cinco temas» pendientes que «no serían un gran problema» que menciona el canciller paraguayo.
También la exigencia de estudios de impacto, que no se deben limitar a los aspectos comerciales del TLC sino -y ello resulta esencial por la significación estructural- a temas clave en negociación, como servicios, propiedad intelectual, compras públicas, comercio electrónico, entre otros.
Los analistas se preguntan qué más pueden ofrecer los funcionarios mercosureños. Por ahora buscan la opinión de sus presidentes, frustrados por no haber logrado la firma del TLC pese al hermetismo y secretismo de las negociaciones y haber cedido a casi todas las exigencias de los europeos. Hay mucho apuro en las cancillerías mercosureñas, pero ahora también hay resistencia en el tejido social de sus países.
Claudio della Croce, economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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