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Otro ser humano es posible

Fuentes: Rebelión

Todos hemos escuchado o leído alguna vez la expresión «otro mundo es posible». Inmediatamente viene a nuestras mentes un mundo más justo, más solidario…un mundo en el que nos organizamos de una manera menos egoísta y más empática, en definitiva un lugar mejor. Y es que «mundo» alude a lugar o podríamos decir que a […]

Todos hemos escuchado o leído alguna vez la expresión «otro mundo es posible». Inmediatamente viene a nuestras mentes un mundo más justo, más solidario…un mundo en el que nos organizamos de una manera menos egoísta y más empática, en definitiva un lugar mejor. Y es que «mundo» alude a lugar o podríamos decir que a nuestro hogar. Es sin duda una gran meta esta y algo a lo que deberíamos aspirar la especie humana, a poder vivir en un espacio más favorable para todos sin olvidar por supuesto a los animales y a las plantas, a los ecosistemas y al conjunto de la naturaleza que somos todos. Sin embargo, esta visión de un lugar o mundo mejor hace que dirijamos nuestras miradas hacia el exterior pasando por alto el paso necesario antes de poder lograr tan ansiado objetivo, y es una mirada hacia nosotros mismos.

Porque muchos anhelamos un modelo social más solidario y lo visualizamos: lo concebimos en nuestra imaginación y comprendemos que es posible ese mundo al cual algunos aspiramos: «otro mundo es posible». Sin embargo, a menudo no consideramos que ese otro mundo es un mundo humano, que se trata de qué tipo de «hogar» construimos y por tanto de lo que en el fondo se trataría es de que para que otro mundo sea posible otro ser humano ha de ser posible ya que lo primero será sin duda consecuencia de lo segundo. De este modo, lo esencial es reparar primero en el tipo de ser humano que somos, es decir, dirigir la mirada al interior de nosotros mismos (al interior de la sociedad) para una vez realizado el análisis poder cambiarla, poder transformarnos. El asunto radica pues en mirar hacia el interior para poder transformar posteriormente nuestras relaciones humanas y construir otro mundo: se trata de conocer cómo somos y qué tipo de ser humano queremos ser.

Deseamos un mundo mejor y creemos muchos de nosotros, sí, que «otro mundo es posible», pero como decimos la clave es advertir que la cuestión no es otra que «otro ser humano es posible». Solemos pensar que somos como somos, que la especie humana es como es pero no reparamos en que nuestra forma de ser, pensar y sentir es en gran medida el resultado de muchos factores entre los que se encuentran el sistema educativo que nos proporcionan, el sistema económico-político y en general el medio ambiente al que nos «someten» incluyendo a los medios de comunicación, el tipo de contenidos que se emiten por la televisión etc. Todos estos factores van conformando y construyendo lo que somos, van moldeando al ser humano o sociedad pudiéndose construir por tanto muchos tipos de seres humanos y por ende muy distinto tipos de sociedades, desde las más insolidarias e injustas hasta las más solidarias y favorecedoras para el desarrollo de nuestro potencial humano. Así, dependiendo del tipo de Educación recibida (Educación que englobaría al total de los factores: sistema educativo, medios de comunicación, valores, instrucción que favorezca o no la crítica y la reflexión…y en general a todo el medio ambiente) da como resultado un tipo de ser humano concreto. Así es que el ser humano actual caracterizado, en general, por el egoísmo, la insensibilidad, el materialismo y la falta de respeto hacia la naturaleza es un producto del sistema, es el resultado de haber recibido una falsa educación desde que se nace y también de haber sido sometido a un pésimo medio ambiente el cual, salvo microclimas, nos acompañará durante toda nuestra vida.

Sabemos pues que los humanos no somos como somos sino que somos como nos vamos haciendo. Es un error capital el pensar que nuestro modo de ser es algo estable, fijo, incluso algo determinado. Y es un error en lo que se refiere a nuestra individualidad y también al conjunto de la sociedad. Con respecto a nuestra individualidad debemos tomar consciencia de las implicaciones de saber que no somos algo estable y fijo sino que nos vamos haciendo. Conocemos la famosa frase del oráculo de Delfos «Conócete a ti mismo» y estamos muy de acuerdo con ella: debemos hacer autoexamen, conocernos, comprendernos, pero no debemos caer en el error de creer que somos algo definitivo o acabado ya que esta falsa creencia impedirá cualquier cambio individual o colectivo. No se trata pues de conocerse a sí mismo (o no se trata solo de ello) sino de algo más: la cuestión estribaría en comprender que la consigna no es quedarse en el conocerse a sí mismo sino en el «hacerse a sí mismo». Así, pasamos tal y como nos dice el neurocientífico Francisco Mora, del «Conócete a ti mismo» al «Hazte a ti mismo», y es que estamos, aunque lo ignoremos, permanentemente haciéndonos a nosotros mismos dependiendo de las actividades que se realizan y del medio ambiente al que estemos expuestos. Somos en buena parte, en nuestra individualidad, el producto del sistema educativo, de los valores o falsos valores recibidos a través de múltiples mecanismos, de la cultura imperante y también hasta somos el producto de las personas que nos rodean. No somos como somos sino que somos como nos vamos haciendo, y será nuestra responsabilidad el irnos rodeando en la medida de lo posible de un medio ambiente, de una Educación con mayúsculas, que favorezca el desarrollo de lo sí somos: seres humanos, humanos de verdad. Es crucial reparar en que estamos en permanente construcción.

Nos vamos haciendo a lo largo de nuestras vidas y no somos algo fijo ni determinado, y así, dependerá en gran medida de los factores antes citados -dependerá del medio ambiente- el tipo de humanos que vayamos a ser. Con lo cual no es algo ni natural ni predeterminado el que la sociedad en general se mueva por parámetros egoístas, materialistas o superficiales: es algo que se deriva de la Educación recibida («Educación» con mayúsculas ya que nos estamos refiriendo al medio ambiente en general). Por tanto otro ser humano será posible si se modifican los factores a los que aludimos, si se nos proporciona un medio ambiente saludable, positivo y que fomente nuestro desarrollo en lugar del medio actual, medio nefasto que en lugar de construir seres humanos dignos de ser llamados humanos fomenta seres vacíos y sin sensibilidad.

Exijamos pues el tener derecho a un medio ambiente enriquecedor ya que se trata de que inevitablemente nos vamos haciendo: demandemos un sistema educativo que forme personas críticas y empáticas; exijamos una televisión y unos medios que nos aporten valores enriquecedores, neguémonos a visualizar contenidos que nos deshumanicen y apostemos en cambio, sabiendo que nos vamos haciendo a nosotros mismos cada día, por rodearnos de textos, de libros, de películas, de personas, de colectivos…que ayuden a que crezcamos como humanos, que fomenten o permitan que nuestras capacidades se puedan desarrollar. Porque si se trata de hacerse a uno mismo, si la cuestión de fondo es que otra sociedad diferente de la actual es posible, deberemos reparar en todo aquello que nos va formando y exigir que las bases desde las que se nos forma o «construye» sean radicalmente cambiadas. Porque otro mundo será posible solo si otro ser humano es posible.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.