El viejo refrán «Pagan justos por pecadores» se adapta perfectamente a la situación actual de los pueblos de América Latina y el Caribe, los cuales padecen los tsunamis de una crisis económica mundial engendrada en Estados Unidos y otros países desarrollados. Un equipo de analistas de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y […]
El viejo refrán «Pagan justos por pecadores» se adapta perfectamente a la situación actual de los pueblos de América Latina y el Caribe, los cuales padecen los tsunamis de una crisis económica mundial engendrada en Estados Unidos y otros países desarrollados.
Un equipo de analistas de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) significó en un reciente informe titulado Observatorio del Hambre, que el número de personas hambrientas en América Latina se incrementará en 53 millones.
Los investigadores atribuyen este retroceso a la «combinación de la crisis alimentaria con la crisis financiero-económica» la cual aumenta la vulnerabilidad alimenticia agravarla.
El documento de la FAO augura que la desnutrición en la región superará los niveles que tenía en la década de los 90 y, prácticamente, da por sentado que la mayoría de las Metas del Milenio de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para el año 2015 serán inalcanzables, y ofrece de plazo hasta 2025 para «erradicar el hambre en el mundo».
Aunque la FAO reconoce que en 2008, en comparación con los dos años anteriores, han bajado los precios internacionales de los alimentos, como lácteos, aceites, grasas, cereales y carnes, a la par señala que hay otros graves problemas: disminución de los ingresos familiares, bajas en la remesas, mínima ayuda de las naciones ricas a las menos desarrolladas, menor inversiones y aumento del desempleo.
Para el representante regional de la FAO, José Graziano da Silva, «el deterioro de la seguridad alimentaria se vincula con la disminución del poder de compra de las familias, tras los drásticos aumentos en los precios de los alimentos el año pasado y la creciente cesantía» que han mermado el poder adquisitivo de los núcleos familiares.
El Banco Mundial (BM) no se queda atrás en estas negativas proyecciones al anunciar que la pobreza ascenderá en la región y golpeará no solo a las clases bajas sino también a las de nivel medio, debido a la caída en la demanda por exportaciones no tradicionales, en cuyas industrias se emplean a trabajadores formales, urbanos y tecnológicamente más avanzados.
El BM puntualizó que de los nuevos pobres en América Latina, 3, 6 millones serán personas que caerán en extrema pobreza, una manera de decir que no dispondrán de ingresos suficientes para comprar la comida mínima necesaria.
Si en 2008, según el Banco Mundial, la cifra de pobres en el hemisferio sur americano se elevaba a 181,3 millones y de ellos 73,3 en pobreza extrema, al final del presente año los números llegarán a 234,3 millones y 76,9 millones, respectivamente.
La secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, considera que la crisis financiera internacional tendrá secuelas perdurables en la economía real de los países de América Latina y el Caribe, entre estas mayor desempleo, menor crecimiento económico, contracción comercial y déficit fiscales difíciles de superar.
Bárcena explicó que los efectos de la crisis se sienten por cuatro canales de transmisión: el contagio financiero, la caída en las remesas, el descenso de la demanda externa y los cambios en los precios de los productos que los países exportan.
El comercio en la región caerá 28 % como promedio en el año; las exportaciones, casi 30 % y las importaciones, 29 %. Las remesas bajarán cerca de 11 %, la inversión extranjera directa, alrededor de 40 % y el desempleo aumentará 9 %.
Pese a que algunas organizaciones indican que se observa una leve recuperación, lo cierto es que el proceso será lento y dejará enormes secuelas pues la mejora en los índices sociales demora el doble que la económica.
A esto se suma que América Latina está considerada como la región con las mayores desigualdades del mundo, donde muchos gobiernos durante años han seguido las recetas neoliberales y de privatizaciones y no se han preocupado por resolver las necesidades del grueso de sus habitantes.
Por carácter transitivo, al aumentar el desempleo en Estados Unidos y Europa Occidental, principales plazas del robo de cerebros y utilización de mano de obra barata procedente de las naciones en desarrollo, los emigrantes afrontan dificultades para enviar remesas a sus familiares. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) informó que América Latina y el Caribe recibirán 11 % menos de remesas que en 2008 debido al impacto de la crisis económica global en los países industrializados.
Esa caída afectará a más de cuatro millones de personas en la región, principalmente mexicanos, salvadoreños, guatemaltecos y algunos caribeños cuyos familiares envían remesas desde las naciones desarrolladas para paliar en parte las enormes necesidades que padecen.
A estos males se les suman dos mayores: América Latina y el Caribe deben abonar los intereses anuales de una deuda externa adquirida por injustas políticas financieras y además pagar remisiones de utilidades a las matrices de empresas foráneas que operan en la región.
Datos de la CEPAL indican que cada año la región realiza, como promedio, transferencias netas de recursos al exterior por un monto de 78 000 millones de dólares. Ese índice se calcula por la diferencia entre el ingreso neto de capitales menos los pagos netos de utilidades e intereses. En definitiva, todo el andamiaje del sistema capitalista conspira contra el desarrollo de las naciones del hemisferio sur americano, y la actual crisis económica, financiera, inmobiliaria, ambiental y alimentaria surgida y engrosada en Estados Unidos dejará grandes secuelas en América Latina y el Caribe.