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Países del ALBA deciden crear una moneda común: el «Sucre»

Fuentes: Bolpress

 Los presidentes y representantes gubernamentales de los países miembros de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), más Ecuador, dieron hoy luz verde a la creación de una moneda común, denominada SUCRE (Sistema Único de Compensación Regional), que inicialmente circulará de manera virtual. La declaración final de la III Cumbre extraordinaria del […]

 Los presidentes y representantes gubernamentales de los países miembros de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), más Ecuador, dieron hoy luz verde a la creación de una moneda común, denominada SUCRE (Sistema Único de Compensación Regional), que inicialmente circulará de manera virtual.

La declaración final de la III Cumbre extraordinaria del ALBA aprobada este miércoles en Caracas da luz verde a la construcción de la zona monetaria unida y un fondo de reservas con aportes de países miembros para sostener políticas de inversión para el desarrollo, dice el documento leído por el presidente venezolano Hugo Chávez.

El texto recibió el apoyo de los mandatarios Evo Morales de Bolivia; Rafael Correa de Ecuador; Manuel Zelaya de Honduras, Daniel Ortega de Nicaragua, y los representantes gubernamentales de Cuba y Dominica, quienes acordaron reunirse nuevamente el 14 de diciembre en Caracas para aprobar los detalles técnicos de la iniciativa.

Los dignatarios se comprometieron a articular propuestas regionales que busquen la independencia de los mecanismos financieros internacionales, además de activar estructuras en la ONU que respondan a los desafíos del mundo.

Los participantes en la Cumbre, convocada de urgencia por Chávez para evaluar la crisis financiera del capitalismo, expresaron su preocupación por la ausencia de propuestas reales para solucionar la crisis que amenaza a todos los pueblos.

El vicepresidente del consejo de ministros de Cuba Ricardo Cabrisas advirtió que el plan de rescate del presidente de Estados Unidos George W. Bush y Europa prioriza a los especuladores y banqueros declarados fracasados por el mercado. Destinaron unos tres millones de millones de dólares para salvar la estructura fracasada, pero durante décadas no fueron capaces de cumplir el compromiso de destinar el 0,7 del Producto Interno Bruto (PIB) a la ayuda oficial al desarrollo.

Tampoco, dijo, fueron destinados entre todos unos 30 mil millones de dólares para mejorar la producción agrícola en el Tercer Mundo ni 20 mil millones para el programa educación para todos. El presidente nicaragüense Daniel Ortega consideró inmoral el pretexto de que no hay recursos para el desarrollo, pero si para guerras como las de Irak y Afganistán, y para salvar bancos.

Cabrisas precisó que la crisis actual no es una repetición de las anteriores, pues viene acompañada de crisis energética, alimentaría, ecológica y social, y tiene lugar cuando la globalización económica es mas extensa e intensa que nunca. Por ello la crisis va más allá del neoliberalismo y convertirse en reto de la capacidad de los humanos para salvar la especie.

La crisis que vive la economía mundial es consecuencia de los modos de producción y expansión del sistema capitalista; es de carácter estructural y no sólo financiera como se ha pretendido mostrar. Engloba a su vez otras crisis que ponen en peligro a la humanidad, concluyeron dirigentes sociales de México, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Argentina, Bolivia y Chile, pertenecientes a la Alianza Social Continental (ASC), en una reunión en Quito el 15 de noviembre de 2008, al mismo tiempo que los líderes del G20 en Washington.

La ASC afirma que esta no es una más de las crisis cíclicas del capitalismo; la de hoy es mucho más profunda, pues además de la inevitable sobreproducción que conlleva, significa la explosión de un modelo económico que ha detenido la producción en el Sur, generando desempleo y profundizando la pobreza.

La reciente crisis financiera es una clara evidencia del fracaso ideológico del neoliberalismo y sus defensores, que plantearon el dogma de la mano invisible del mercado que lo autorregulaba. Ahora aplauden que la ‘mano visible del Estado’ los salve, cuando en los últimos 25 años han predicado que éste sólo debe garantizar seguridad y evitar intervenir en cualquier asunto económico.

Alerta la ASC que ante la incapacidad de resolver por sus propios esfuerzos la recesión económica, las potencias acudirán a profundizar el recetario neoliberal de mayor explotación de la mano de obra y los recursos naturales, en busca de reactivar su producción. Incluso la crisis puede ser un pretexto para desconocer los compromisos internacionales tendientes a enfrentar la crisis climática y energética.

Unidad financiera

Los dirigentes de la ASC exigieron a los gobiernos de la región que cambien el modelo de desarrollo y que aceleren el proceso de integración regional desde los pueblos, una formidable herramienta para enfrentar la crisis sistémica actual.

Los pueblos han ido consensuando su propia propuesta de integración no sólo comercial sino para el vivir bien de todos y en armonía con la naturaleza. Acelerar este tipo de integración permitirá conquistar mayor soberanía para la implementación de modelos de desarrollo propios.

El vicepresidente del consejo de ministros de Cuba ratificó la validez de la integración regional y el valor del ALBA, una fórmula basada en solidaridad, cooperación, ventajas compartidas y sensibilidad hacia la deuda social acumulada.

Según Daniel Ortega, el ALBA coloca en posición ventajosa a la región para enfrentar la crisis porque constituye un modelo de orientación socialista, marcado por la solidaridad, la complementariedad, el comercio justo y la promoción de programas sociales como la salud y educación gratuita.

Los dirigentes sociales de la ASC propusieron combatir la inestabilidad financiera, la escasez de crédito y la tendencia a condicionar el otorgamiento de créditos por parte del sistema financiero multilateral, acelerando la creación de un sistema financiero regional que facilite financiamiento sin condicionamientos; que permita una defensa efectiva ante la inestabilidad financiera global, y apoye la estabilidad monetaria de todos los países ante posibles ataques especulativos contra monedas nacionales.

En ese marco, los gobiernos deberían implementar medidas defensivas inmediatas ante la especulación con las monedas y la posible fuga de capitales, tales como el control de cambio.

En la Cumbre del ALBA, el presidente de Ecuador Rafael Correa resaltó que las soluciones a la crisis mundial existen, pero es imprescindible tomar decisiones políticas. Por eso exhortó a los países de América Latina a crear una nueva arquitectura financiera para ser más autónomos y soberanos.

Su propuesta tiene tres pilares fundamentales: un banco de desarrollo regional, fondo de reservas del área para enfrentar potenciales crisis y eventuales problemas económicos, y una moneda común contable para los intercambios comerciales, la cual, en un principio, puede ser virtual.

La declaración del ALBA hace patente el deseo de sus miembros de salir del monopolio del dólar en las relaciones económicas internacionales. Apuntó Cabrisas que el sistema monetario internacional basado en el dólar como factor central del nudo de contradicciones de la crisis. Correa insistió en que el SUCRE no utilice ninguna divisa extranjera.

Chávez sugirió comenzar a organizar un fondo financiero de reservas parecido al que mantienen Venezuela y Cuba, mediante el cual el intercambio comercial creció de 200 millones a cinco mil millones de dólares.

La ASC observa que la crisis global visibiliza la vulnerabilidad de las economías que han hecho del sector exportador el único motor de crecimiento, un sector altamente vulnerable a las fluctuaciones de precios y ciclos económicos de las potencias. Por eso es preciso fortalecer el comercio intraregional complementario y el centro de la economía debe volver a ser la producción lo que se consume nacional y regionalmente.

Se necesitan políticas económicas que fortalezcan el mercado interno como principal motor de la economía, tendientes a conseguir la seguridad alimentaria nacional y regional, basadas en la producción familiar y no en monocultivos extensivos. Los gobiernos deben intervenir y regular la economía en función de un proyecto nacional de desarrollo y revisar todos los TLCs y Tratados de protección reciproca de inversiones.