Antonio Palocci no es una figura cualquiera en la historia del PT. Ex miembro de la Organización Socialista Internacionalista (OSI), Palocci estuvo entre aquellos que, al inicio de los años 1980, se aproximaron al grupo Articulação de los 113 para tentar ganar al entonces sindicalista Lula para la revolución. Finalmente, fue Lula quien ganó a […]
En los años 1980 y 1990, Palocci fue consejal municipal, diputado estadual y alcalde de Ribeirão Preto por el PT. En su primer mandato como jefe del ejecutivo de la ciudad paulista, Palocci dio inicio a la privatización de la Ceterp (Centrales Telefónicas de Ribeirão Preto), algo que concretado en 1998, cuando el alcalde era PSDB. Los pesedebistas nunca que mucho antes que Fernando Henrique Cardoso privatizara la telefonía en el país, Palocci había iniciado el proceso en su ciudad.
Pero Palocci nunca cayó en descrédito en el PT por cuenta de su disposición privatizadora, muy por el contrario. Después de dedicarse de cuerpo y alma a la campaña de Lula en 2002, cuando fue coordinador en sustitución del ex alcalde Santo André, Celso Daniel, que murió asesinado, Palocci fue elegido para coordinar el equipo de transición con el PSDB. Cuando Lula asumió el mandato presidencial (2003), Palocci estaba a su lado, impuesto como ministro de Haciena y hombre fuerte de la economía.
Como ministro de Hacienda, el ex militante de la OSI fue acogido en los círculos de la burguesía y pasó a ser el queridito de la Globo con sus políticas austeras y pro-cíclicas en el primer mandato de Lula. Luego fue apuntado como probable nombre a sustituir a Lula en la presidencia. Entonces vino la crisis provocada por las denuncias producidas por el diputado Roberto Jeferson, del PTB. Envuelto en el escándalo conocido como mensalão (Ndt: esquema de coimas montado por el gobierno Lula para asegurar sus alianzas políticas y una mayoría parlamentaria) Palocci fue absuelto, pero enseguida fue denunciado por la Procuraduría General de la República (PGR) por una supuesta quiebra del sigilo bancario del casero Francenildo Costa, que cuidaba una mansión en Brasilia que era frecuentada por empresarios lobistas y políticos, como Antonio Palocci. En la ocasión, petistas ligados al ex ministro de Hacienda querían probar que Costa había recibido dinero del PSDB para hacer una denuncia, pero el tiro les por la culata y Palocci una vez más tuvo que salir de escena.
Sobreseído en la causa del casero en 2009, Palocci reapareció en 2010, para coordinar la campaña de Dilma a la presidencia. Victoriosa, Dilma designó a Palocci para comadar la Casa Civil, camino que la propia Dilma había trillado hasta la presidencia de la República, pero nuevas denuncias que apuntaban al aumento del patrimonio del ministro en 20 veces, entre 2006 y 2010, determinaron un nuevo apartamiento de Palocci del gobierno.
Nuevamente apartado del gobierno petista, Palocci actuó con discreción al inicio de la segunda década del nuevo siglo. Cuando estalló la operación -Jato a partir de 2015, el ex jefe de la Casa Civi fue acusado de practicar la «caja 2» y de estar envuelto en un esquema de coimas por 45 millones de reales, denuncias que se agravaron a partir de las prisiones de João Santana y Mônica Moura, encargados del marketing de las campañas de Dilma.
Palocci fue uno de los principales cuadros del PT en las últimas tres décadas, pero diferente a otras figuras importantes y centrales en el partido, como José Dirceu, José Genoíno y João Vaccari Neto, apenas para citar tres dirigentes que fueron presos, Palocci es el primero que hace acusaciones a la cúpula petista justo antes de cerrar un acuerdo de delación premiada.
Pero la traición no es novedad en la historia de Palocci. Teniendo en cuenta que el ex militante trotskista comenzó traicionado a su camaradas de la OSI y después a los trabajadores que le confiaron mandatos, no debería sorprender a nadie que ahora se prepare para traicionar a Lula y a la alta cúpula del PT.
En el actual estadio de la vida política del país, hasta para no cree que Lula sea una alternativa, queda estupefacto delante de la desfachatez de los delatores que todavía no presentaron ninguna prueba contra el dirigente petista.
En un momento en que 51 millones de reales son encontrados en un apartamento prestado a Geddel Vieira Lima, y que nuevas grabaciones de Joesley Batista y Ricardo Saud revelan todavía más elementos y personajes en una siniestra trama de corrupción involucrando gobernantes y políticos con la mayor empresa de proteína y derivados de carne del mundo, el tema que más llamó la atención fue el testimonio de Palocci ante el juez Sérgio Moro, que precede al cierre del acuerdo de delación premiada.
Los próximos días serán decisivos en la definición de los rumbos del gobierno y la actuación de la Justicia. Apostando que va a conseguir cancelar las denuncias de Joesley en función de los vicios producidos en una parte de la grabación que había sido omitida, Temer y sus aliados pretenden desviar el foco de los escándalos hacia los ex-presidentes Lula y Dilma, mientras avanzan en las reformas política y previsional. Para que eso sea posible, Temer contará con la invalorable ayuda de la Justicia, de la prensa y, principalmente, de Antonio Palocci.
Traducción: Ernesto Herrera, para Correspondencia de Prensa.
Fuente: http://esquerdaonline.com.br/2017/09/08/palocci-a-trajetoria-de-um-traidor-contumaz/