La cineasta Mouna Meddour rinde homenaje a las mujeres argelinas que lucharon y resistieron durante la Década Negra, en Papicha, sueños de libertad’ una película vital, llena de energía femenina, retrato de mujeres enfurecidas contra la opresión.
La actriz protagonista de Papicha, Lyna Khoudri Cesar. / BTEAM PICTURES
«¡Liberad Argelia! ¡Liberad Papicha! ¡Liberad el cine!» gritaron miles de argelinos el pasado mes de septiembre en una de las manifestaciones de ‘la revolución de la sonrisa’, liderada todas las semanas durante meses por las mujeres argelinas. Acababan de conocer la cancelación del estreno de la película Papicha, sueños de libertad, de la cineasta Mouna Meddour, una historia de la rabia femenina, un relato de mujeres valientes, indignadas y en lucha, que, paradójicamente, representó al país en la carrera por el Oscar. Llega ahora a los cines españoles.
La directora, Mouna Meddour, en el rodaje de Papicha. / BTEAM PICTURES
Agredidas con violencia, física y verbalmente, y amenazas con lanzar ácido sobre sus rostros y cuerpos, las mujeres argelinas siguieron saliendo a la calle. La situación confirió una nueva y tristemente muy actual perspectiva sobre la ópera prima de Meddour. Ambientada en la ‘Década Negra’ –la guerra civil de los años 90-, la intolerancia y la opresión sobre las mujeres no solo sigue vigente allí, sino en un gran número de países del mundo islámico y resuena con ecos misóginos y machistas en todo el resto del mundo.
Relato autobiográfico
Estrenada en Cannes, ganadora de los galardones a Mejor Ópera Prima, Mejor Actriz y Premio Alice Guy de los Premios César del cine francés y Premio a la Mejor Nueva Dirección y Premio del Público en la Seminci, Papicha es, en buena parte, un relato autobiográfico de la cineasta. Hija de un intelectual, tuvo que abandonar Argelia con su familia cuando tenía 20 años. Su padre estaba en una lista de personas a las que las autoridades pensaban eliminar. Las experiencias que vivió allí antes del exilio están ahora en la película.
Con la película ha regresado a Argelina para rendir homenaje a todas las mujeres que lucharon en esos años y que apostaron por quedarse en el país peleando por conquistar sus derechos y sus sueños. La protagonista es una joven de la edad que ella misma tenía entonces, Nedima, interpretada por Lya Khoudri. Estudiante universitaria, intenta que la atmósfera del país no la impida hacer una vida normal. Quiere seguir saliendo de noche a divertirse y vender los vestidos que diseña en los baños de las discotecas. Cuando la situación se radicaliza en extremo, propone rebelarse organizando un desfile de moda con sus compañeras.
Símbolo de la resistencia
«Para mí, la moda que consiste en mostrar y embellecer el cuerpo, es un medio de resistencia contra el velo negro«, ha dicho en varias ocasiones la cineasta, que presenta este episodio de la película como una especie de ‘revolución de los haik’, un acto revolucionario frente a la opresión de los mantos abayas y los hijabs negros de los extremistas.
«En Argelia, todas las chicas tienen un haik en su casa –escribe Maddour en las notas de producción de la película-. Esta prenda tradicional, que consiste en una larga pieza de tela que se enrolla alrededor del cuerpo, fue en su día el símbolo de la resistencia nacional argelina contra el colonialismo francés. En aquel entonces, las mujeres escondían las armas de los combatientes en sus haiks, y me pareció interesante utilizarla simbólicamente».
Periodistas e intelectuales
La cámara se acerca a los rostros de las jóvenes protagonistas, retrata sus sonrisas y su ira, en esta historia que no elude el destino violentamente trágico que ensombreció el país durante aquella década, en la que murieron alrededor de 200.000 personas, hubo decenas de miles de exiliados y un millón de desplazados. Mouna Meddour, además, subraya la especial persecución que sufrieron artistas, periodistas e intelectuales por parte de los grupos armados de integristas islámicos.
Lina, la hermana de Nedima, es una de ellos, una periodista entregada y comprometida, víctima de esos grupos radicales de odio. Es un personaje con el que la cineasta honra la memoria de cientos de periodistas e intelectuales que se convirtieron en objetivo principal de esa guerra «antes de que su locura asesina afectara a toda la población».
Mujer divertida y liberada
Papicha, sueños de libertad es, a pesar de la barbarie de los acontecimientos de aquellos años, una película vital, llena de energía y de valor, que resalta un espíritu femenino eufórico, convencido y orgulloso, que no se deja vencer, que crece muy lejos del desconsuelo. Y el ritmo de la película acompaña esa sensación de ilusión en la lucha con un montaje «que yo quería que fuese incisivo y nervioso. Una película que habla de la pulsión de vida tiene que tener un estilo febril».
La Argelia de hoy recuerda perfectamente la violencia de la Década Negra y, en palabras, de la directora «está traumatizada. La sociedad necesita todavía exorcizarla, aunque ya hayan transcurrido 20 años. Cada vez que hablaba del rodaje con gente del equipo o de la calle, sentía esa necesidad vital de transmitirlo. Hablar de ello es importante, sobre todo para que no se vuelva a reproducir». Y recordar a las mujeres de su país que siempre han resistido, para ella era urgente. Y se sentía obligada a recuperar su memoria con el tono exacto del aliento que las animó. Por ello, su ópera prima se titula Papicha, que quiere decir «mujer divertida y liberada».
Fuente: https://www.publico.es/culturas/decada-negra-papicha-revolucion-haik-velo-negro.html