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Para Dilma Rousseff: lo femenino y la política actual

Fuentes: Carta Maior

Dilma Rousseff, como mujer, despierta para su misión histórica, única. Su candidatura es providencial para Brasil y para el equilibrio de la Madre Tierra. Que los electores, hombres y mujeres, al elegirla presidente, se conviertan en artífices de un proceso de regeneración y de un buen destino para todos. (Traducción Susana Merino)

La reflexión antropológica de los últimos años ha demostrado que masculino-femenino son entidades autónomas, pero también principios o fuentes de energía que permanentemente construyen lo humano como hombre o mujer. Estos son resultado de las acción de esos principios anteriores y subyacentes que con densidades diferentes se realizan en cada uno de ellos

Lo femenino en el hombre y en la mujer es aquel momento de integración. De profundidad abisal, de la capacidad de pensar con el propio cuerpo, de descifrar mensajes escondidos sobre señales y símbolos, de interioridad, de sentimiento de pertenencia a un todo mayor, de cooperación, de compasión, de recptividad, de poder generador y nutricio de la espiritualidad.

Lo masculino en la mujer y en el hombre expresa el otro polo del ser humano, de la razón de la objetividad, del orden, del poder y hasta de la agresividad y la materialidad. Corresponden a lo masculino en el hombre y en la mujer el movimiento hacia la transformación, para el trabajo, para el uso de la fuerza, para la claridad que permite distinguir, separar y ordenar. Corresponde a lo femenino en el hombre y la mujer la capacidad de descanso, de cuidado, de conservación, de amor incondicional, de percibir el otro lado de las cosas, de cultivar el espacio del misterio que desafía siempre la curiosidad, el deseo de conocer.

Observese: no se dice que el hombre realiza o todo lo que es masculina y la mujer todo lo que expresa lo femenino. Se trata de principios presentes en cada uno de ellos, estructuradores de la identidad personal del hombre y de la mujer.

Continúa siendo el drama de la cultura patriarcal el hecho de que el principio masculino haya sido usurpado solo por el hombre, haciendo que él se considerase el único dueño de la racionalidad, del mando, de la construcción de la sociedad, relegando a la privacidad y a las tareas dependientes a la mujer, considerada un apéndice, un objeto de adorno y de satisfacción. Al no integrarse lo femenino en sí se enriqueció y se deshumanizó. Por otra parte impedimos que la mujer realizase su parte masculina, se fragilizó y se le impidió y le produjo un sentimiento de falta de plenitud. Ambos se pauperizaron y mutilaron la construcción de la figura del ser humano uno y diferente, recíproco e igualitario.

La superación de este obstáculo cultural es la primera condición para una relación de género integrador y justo para cada una de las partes.

El movimiento feminista mundial puso en jaque la proyecto patriarcal que dominó por siglos y desconstruyó las relaciones de género organizadas bajo el signo de la opresión y de la dependencia. Estrenó relaciones más simétricas y cooperativas. Esos avances permiten entrever un giro en el eje cultural de la humanidad. Se dibuja en todas partes un nuevo tipo de manifestación de lo femenino y de lo masculino en términos de asociación, de colaboración y de solidaridad en los cuales los hombres y las mujeres se aceptan con sus diferencias, en el horizonte de una profunda igualdad personal, de origen y de destino, de tareas y de compromiso en la construcción de una mayor benevolencia para con la vida y la tierra y de formaciones sociales más participativas y solidarias.

Pero en el momento actual vivimos una situación singular de la humanidad. Como especie estamos en un nuevo umbral. El calentamiento global, del agotamiento de los bienes y servicios naturales, la escasez de agua potable y el estrés del sistema Vida y el sistema Tierra nos enfrenan a este dilema: o nacemos como otra especie humana, con otra conciencia y otras responsabilidades o iremos al encuentro de la oscuridad. El Brasil, dada su situación ecogeográfica privilegiada debe asumir un lugar central en la construcción del nuevo eqilibrio de la tierra o corremos el riesgo de encontrarnos en un camino sin retorno.

En este momento en que se exigen como nunca antes en la historia la vivencia de los valores de lo femenino, del alma, como expresamos anteriormente: se debe poner en el centro a la vida, al cuidado, a la cooperación, a la compasión y a los valores humanos universales.

Dilma Rousseff, como mujer despierta para su misión histórica. Única. Su candidatura es providencial para el Brasil y para el equilibrio de la Madre Tierra. Que los electores, hombres y mujeres, al elegirla presidente, se conviertan en artífices de un proceso de regenración y de un buen destino para todos.

(*) Leonardo Boff escribió con Rose Marie Muraro, Femenino y Masculino (Record) 2002.

Leonardo Boff es teólogo y escritor.

Fuente: http://www.cartamaior.com.br/templates/colunaMostrar.cfm?coluna_id=4822