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Entrevista con Jorge Altamira, líder del Partido Obrero de Argentina

«Para enfrentar al capitalismo hay que poner más énfasis en el modelo político que en el económico»

Fuentes: Cronicon.net

La oportunidad que brinda la bancarrota del capital obliga a los sectores sociales y políticos progresistas y de izquierda «a sacudir la rutina y a plantear las viejas necesidades en una nueva perspectiva, o sea a desarrollar nuevas propuestas y buscar nuevas posibilidades», sostiene el máximo dirigente del Partido Obrero de la Argentina, Jorge Altamira. […]

La oportunidad que brinda la bancarrota del capital obliga a los sectores sociales y políticos progresistas y de izquierda «a sacudir la rutina y a plantear las viejas necesidades en una nueva perspectiva, o sea a desarrollar nuevas propuestas y buscar nuevas posibilidades», sostiene el máximo dirigente del Partido Obrero de la Argentina, Jorge Altamira.

En su concepto, el sustento político es fundamental cuando de discutir el modelo económico se trata, y por ello considera que el desafío en países como los de América Latina está en avanzar en forma sustancial en la consolidación de un proyecto en que el sujeto político sea el protagonista.

La política define, entonces, hacia cuál clase social está dirigido el modelo económico y cuál es su proyección histórica, explica.

En las actuales circunstancias de la realidad socioeconómica del mundo, este caracterizado dirigente de la izquierda argentina considera pertinente plantear «el desarrollo de una coalición anticapitalista» con el propósito de ambientar e impulsar «la conciencia del cambio de las condiciones de la lucha que posibilite el derrumbe del capitalismo».

José Saúl Wermus, más conocido por su nombre de combate, Jorge Altamira, fundador y máximo dirigente del Partido Obrero se caracteriza por ser un agudo analista de los fenómenos económicos mundiales. Ha sido varias veces candidato presidencial de Argentina y se ha desempeñado como diputado nacional. Es asiduo conferencista invitado de varias universidades latinoamericanas y de foros sobre economía.

Desde temprana edad participó en huelgas obreras y su activismo político lo llevó a luchar desde la clandestinidad contra tres dictaduras en su país: la que encabezó Eduardo Lonardi en contra de Juan Domingo Perón en 1955, conocida con el nombre de Revolución Libertadora; la de Onganía-Lanusse en 1966; y la que lideró Jorge Rafael Videla en 1976, la cual se prolongó hasta1983.

En el año1964 Altamira fundó la revista Política Obrera, que luego se convertiría en la agrupación del mismo nombre y posteriormente tomaría en 1982 el nombre de Partido Obrero. En el año 2000 fue electo Legislador de la Ciudad de Buenos Aires, cargo que desempeñó hasta el año 2004. Tuvo la iniciativa de varias leyes en favor de la clase obrera: entre otras, la que estableció la jornada de seis horas para los trabajadores del transporte subterráneo (metro), las referidas a la expropiación de varias fábricas recuperadas y una ley de salud ante el colapso de la economía argentina de 2001.

PERIODO DE TRANSICIÓN DEL CAPITALISMO

Para analizar las repercusiones de la crisis capitalista en América Latina y el papel de los sectores obreros en los procesos de emancipación en la región, WWW.CRONICON.NET invitó a conversar a Jorge Altamira. Departiendo una aromática bebida en uno de los acogedores cafés de Buenos Aires, se desarrolló la siguiente entrevista:

 

– ¿El sistema capitalista está agotado?

 

– La mayoría de los observadores considera que esta crisis es sistémica. Pero con esto quieren decir algo muy limitado. Quieren decir que afecta a casi todo el mundo. Esta que es una crisis histórica, no se refiere solo al ámbito geográfico, que tiene su amplitud, sino a que por primera vez en mucho tiempo se discute la viabilidad del capitalismo. Y esto se manifiesta desde la discusión política en los parlamentos y en los medios de comunicación, hasta la discusión un poco más concreta en aquellas empresas que cierran o que tienen dificultades económicas y que muchos países están llevando, concretamente en Argentina, a ocupaciones de empresas y a que asuman la gestión de las mismas los trabajadores. Quiere decir que de un modo concreto se plantea ese cuestionamiento del capitalismo. Para ser sintético, yo creo que entramos en un periodo de transición, donde en forma creciente, los sectores populares van a discutir la viabilidad del capitalismo.

 

– ¿Qué elementos destacaría de la crisis sistémica del capitalismo?

 

– El capitalismo se agotó como sistema no solo ahora, sino en el tiempo. Esto se manifiesta simplemente en dos datos elementales: el hecho de que la actividad especulativa llegara a ocupar una proporción tan importante de la riqueza general, era de poner fin a un régimen que se ha agotado en su capacidad de desarrollar las fuerzas productivas; el otro aspecto, en el plano político, es el incremento de la guerra. Probablemente nunca lograría tener tantas guerras en forma simultánea como en la actualidad. Genocidio de pueblos enteros. El sistema político refleja esta conclusión. Naturalmente, como el capitalismo tiene una capacidad de asimilación de aprendizaje de 400 años de existencia, desarrolla recursos de sobrevivencia, pero los límites de esos recursos son cada vez más manifiestos.

 

– ¿Cuál sería una salida anticapitalista al despuntar el siglo XXI?

 

– Cuando yo le digo que estamos en un periodo de transición quiero decir con eso que es un periodo en el que esas salidas anticapitalistas se van a elaborar. Ahora, el 40% del sistema bancario argentino no está apoyando la actividad productiva. Se han convertido los depósitos en liquidez. El gobierno nacional ha sustituido el sistema bancario mediante los recursos del sistema de la seguridad social. Es decir, que nos pasa una crisis del sistema de la seguridad social, por que se están usando sus fondos para rescatar empresas que están demostrando incapacidad de sobrevivir. Cada vez, más claramente, en la Argentina se van a plantear dos problemas; que no hay que rescatar empresas en crisis y que hay que nacionalizar el sistema bancario, por que el sistema bancario se ha colocado al margen de la crisis y está operando sobre una base puramente especulativa comprando títulos de la deuda pública, financiando la salida de capitales. Todos estos elementos, en algún momento que creo que va a ser a corto plazo, conducirán a un factor de disolución social. El aumento de la desocupación y de la pobreza van a provocar resistencias populares, y éstas a su vez, van a generar una agenda para el debate, que necesariamente va a ser anticapitalista. Ya ocurrió durante la crisis del 2001, ahora se presenta mucho más manifiesto porque la crisis es mundial.

 

– ¿Cómo analiza usted algunos procesos de volver a nacionalizar de empresas públicas, como en el caso de Argentina? ¿Esto corresponde a una respuesta a la crisis del neoliberalismo?

 

– Acá lo que importa es la intencionalidad. Porque el gobierno muy tardíamente en su gestión tomó este tipo de medidas. Y lo hizo, no en función de un plan de desarrollo nacional, sino por la presión de una quiebra económica. Es decir que, invierte los recursos del Estado en el rescate de empresas en crisis. Es muy diferente a una nacionalización, entendida como una apropiación de recursos para desarrollar un plan de desarrollo metodológico. Acá, en realidad, se bloquea ese crecimiento económico, porque los recursos del Estado van a fondo perdido. Difícilmente esas empresas van a devolver el dinero. Le agrego un dato: el gobierno adelantó las elecciones legislativas precisamente porque preveía lo que le estoy señalando, una sucesión de quiebras, entonces llamó a la gente a votar antes de que lleguemos al pico de la crisis. Pasadas las elecciones de junio ya no tiene el problema del escrutinio popular, a la hora de tener que tomar medidas antipopulares porque no se vuelve a votar sino hasta el 2011.

 

– ¿Desde el punto de vista político, usted considera que en América latina se hace necesaria la reconfiguración de un nuevo sujeto político?

 

– En América Latina se ha producido un avance considerable con la aparición de sujetos políticos que en el pasado no tenían este nivel de expresividad. Me refiero, por ejemplo, al movimiento indigenista en Ecuador, en Bolivia, e incluso, los movimientos campesinos en Brasil y algunos movimientos campesinos en el norte de Argentina. El problema es que sobre la base de esos movimientos se ha encumbrado una suerte de burocracia indigenista, que yo llamaría pequeño burguesa, que procura enganchar estos movimientos en un marco capitalista. El teórico de este desarrollo es el vicepresidente de Bolivia, García Linera, que cuando era opositor jugó con la idea de un socialismo indígena o andino, y una vez que llegó al gobierno decidió reformularlo y hablar de un capitalismo absurdo, que entiende como una alianza entre el capital internacional, el Estado y las formas primitivas de economía campesina. Está claro que acá la batuta la va a tener el capital internacional, en primer lugar, obviamente, frente a la economía campesina, e incluso frente al propio Estado, porque García Linera fantaseó con el incremento de recursos fiscales que se produjo entre 2003 y 2008 cuando hubo esas curvas ascendentes del precio del petróleo, de las materias primas, que proveyeron de muchos recursos fiscales a todos los gobiernos de América Latina, inclusive al de Colombia que no tiene nada de indigenista. El tema es que ahora con la crisis mundial queda al desnudo que estos dirigentes no tienen la capacidad de impulsar un proceso consecuente. Lo mejor que podría ocurrir es que la clase obrera pudiera ganarlos como aliados. Algo que no esta ocurriendo, en primer lugar debido a una actitud sectaria de los representantes de la clase obrera en los países andinos, respecto del movimiento indigenista, al que han recusado y ahora eso se ha transmutado en las cooptaciones de las centrales obreras por parte de los gobiernos indigenistas.

 

– Usted señala que en América Latina, incluida Cuba, no se ha logrado estructurar una clase obrera. ¿Por qué?

 

– En primer lugar quiero subrayar que no se ha logrado porque la clase obrera no es solamente el personal asalariado de la gran producción capitalista, sino que se constituye cuando adopta una estructura política propia, por lo tanto puede transmitirle a la sociedad su propio horizonte histórico. El chavismo, que en cosas muy significativas, adoptó medidas radicales en Venezuela, ha seguido desde el comienzo, desde el primer momento una actitud de hostilidad frente a la independencia de la clase obrera. Y eso se ha manifestado ya directamente en el lenguaje, porque se le reprocha a los obreros que pelean en forma independiente el espíritu corporativo. Porque Lenin había explicado que el nacionalismo, incluso el más atrevido de los países semicoloniales o atrasados, sabe que la clase obrera es su adversario. Además, son dos visiones de cómo encarar la independencia nacional. El marco capitalista procura extender el ámbito de explotación del capitalismo nacional a expensas del capitalismo extranjero, pero también reforzando la explotación de la clase obrera. En cambio, los obreros conciben la independencia nacional como un tránsito hacia la emancipación social. En el caso de Cuba, el fenómeno es más complejo porque es el fenómeno revolucionario más radical que conoció América Latina. Lo que ocurrió con Cuba es que la clase obrera se adhirió completamente al ideario castrista. Llegó a ver en ese ideario su propio interés. Y el movimiento castrista en ningún momento permitió que el proletariado cubano se estructurara en forma política. Desde el comienzo ejerció una fuerte regimentación sobre los sindicatos del Partido Comunista, que no es un partido que opere como expresión política de la clase obrera de Cuba. Es un mecanismo del gobierno, del Estado, en su relación con los trabajadores.

 

– ¿Cuál es su percepción del proceso político de la clase obrera industrial de Brasil?

 

– Lamentablemente, en estos últimos años ha quedado al margen, pero la clase obrera industrial de Brasil es clave en América Latina. Aunque vivió una intensa experiencia de independencia política fue completamente canalizada por el Partido de los Trabajadores y por Lula. Y con el acceso de Lula al gobierno, el Partido de los Trabajadores ha utilizado todos los medios para neutralizar a la clase obrera. Una cosa muy significativa y es que la clase obrera brasileña no protagonizó, con el gobierno de Lula, ni el uno por ciento de su actividad política y sindical que había tenido en el periodo de oposición a los gobiernos neoliberales. Y en la creación de nuevos sujetos políticos proletarios, el papel de la clase obrera brasileña es fundamental.

 

– ¿Qué rol está cumpliendo el sector obrero o de los trabajadores en el proceso social de América Latina?

 

– Yo veo tres grandes componentes: en primer lugar a los obreros de la industria pesada de Venezuela, que están luchando para estructurarse en forma independiente y tienen roces cada vez más profundos con el chavismo; en segundo lugar, a la clase obrera industrial argentina que en los últimos años se ha desarrollado mucho en le plano de independencia de clases; y finalmente, al proletariado brasilero. Desde el punto de vista continental creo que van a ser el eje que liderarán al movimiento popular cuando se haga mucho más evidente que la crisis capitalista no es episódica, si no que va a ser una larga etapa en el desarrollo moderno del capitalismo.

 

– ¿Cuáles cree que deberían ser los elementos característicos de un nuevo modelo económico para América Latina?

– Ocurre lo siguiente, nosotros no ponemos énfasis en el modelo económico, ponemos énfasis en el modelo político. Por que en nuestra opinión si gobiernan los trabajadores en alianza con los campesinos, ellos van a modelar una salida económica. Y normalmente cuando se discute el modelo económico, sin esta consideración política, se están buscando alternativas a los planes que están fracasando en estos momentos. Y van a seguir fracasando, incluso los planes alternativos, porque el problema es en función de qué clase social y de qué perspectiva histórica. En el caso argentino, la centroizquierda propone un modelo de medidas de intervención estatal para desarrollar tal aspecto de la industria, o del agro. ¿Cuál es el defecto de ese modelo? Es que ignora la crisis capitalista. Ignora que sobre la base del capitalismo, no se abre ahora un periodo de desarrollo, sino un periodo de bancarrota. Y siguen operando con modelos como si la crisis del capitalismo no estuviera, y hacen abstracción de esta contradicción fenomenal que se ha producido. Entonces, omiten primero la naturaleza de ésta época histórica y a los sujetos políticos sociales, montan una creación tecnocrática, con mayor o menor ambición redistributiva, pero nada más. El problema es el sujeto político.

 

– ¿Qué impacto tienen en los procesos de emancipación de varios países latinoamericanos que se están dando o están latentes la movilización social y la lucha pacifica de masas?

 

– Eso tiene vigencia y uno lo observa luego en los grandes levantamientos de Bolivia, Venezuela, Argentina. Ese fenómeno ya es un hecho. El problema es darle un enfoque político. En realidad no hay que empujar al trabajador a luchar, eso ya es un dato que ha sido creado por la historia de nuestros pueblos. Porque América Latina tiene una historia de combates y eso está en la conciencia popular, en la conciencia nacional de cada país. Y además por que lo incentiva la gente capitalista. El problema es político porque un amplio sector de la izquierda, tomando y manipulando el fracaso de la Unión Soviética, le dice a las masas que la perspectiva socialista está excluida, porque habría sido derrotado en la Unión Soviética. Naturalmente eso supone que en la Unión Soviética había socialismo. Y además, es curioso, porque estos sectores que dicen, bueno a partir de esta política no hay alternativas socialistas son los que tienden a presentar modelos económicos alternativos. Y que los modelos económicos alternativos son semiestatizantes; la Unión Soviética era completamente estatizante. En realidad el modelo económico alternativo depende del modelo político porque las estatizaciones de la economía no pueden ser predeterminadas. Es un largo periodo de transición histórica en donde se da la capacidad de absorber la esfera privada por la pública, no a fuerza de decretos, ni imposiciones desde arriba, sino del propio desarrollo histórico, que es lo que de alguna manera el estalinismo violó. En un determinado momento el estalinismo dijo, para asentar sólidamente mi dominación tengo que tener hasta el control de los almacenes. Y eso no es un modelo económico, sino que es una perversión. En realidad, el problema es político del gobierno y los trabajadores, y luego se abre un periodo de transición, de contradicción, entre lo público y lo privado, entre las ambiciones de las clases que vienen para delante y lo que sobra del periodo precedente y eso va a modelar el proceso económico.