Desde hace un año, diferentes acciones impulsadas por amplios sectores del pueblo de a pie y acompañadas por Maduro vienen a confirmar el rumbo estratégico asumido por la Revolución Bolivariana. En el marco de una coyuntura compleja -marcada por el intento golpista de la ultraderecha-, millones de personas se proponen continuar el legado de Chávez, […]
Desde hace un año, diferentes acciones impulsadas por amplios sectores del pueblo de a pie y acompañadas por Maduro vienen a confirmar el rumbo estratégico asumido por la Revolución Bolivariana. En el marco de una coyuntura compleja -marcada por el intento golpista de la ultraderecha-, millones de personas se proponen continuar el legado de Chávez, en un momento clave para América Latina y el Caribe. Es Comuna o nada.
No sólo Venezuela está pendiente de las circunstancias que enfrentan abiertamente a los dos proyectos en disputa: el de construcción del socialismo bolivariano, basado en la democracia participativa y protagónica; o el de restauración de un capitalismo completamente subordinado a las trasnacionales, que implica al mismo tiempo la vuelta al poder de los sectores dominantes durante el Pacto de Punto Fijo. Es que el resultado de este partido tendrá impacto en todo el continente.
Un triunfo del chavismo empujará con más fuerza la integración entre los pueblos. Estados Unidos, por el contrario, intenta garantizarse las mayores reservas de petróleo del mundo, pero además terminar con el mal ejemplo que supone un pueblo que se organiza y percibe que tiene crecientes cuotas de poder político en la sociedad. Paradójicamente, este es uno de los elementos más desconocidos fuera del país, aunque le aporta la mayor radicalidad al proceso venezolano.
Un oído en el pueblo, para entender el proceso
Acostumbrados a mirar exclusivamente hacia arriba, a derecha o izquierda se hacen análisis de la situación de Venezuela donde el gran ausente es el protagonista principal, aquel que «se acrece en las dificultades», como lo muestra la historia reciente del país, al menos desde el contragolpe popular de abril de 2002.
A pesar de este ninguneo internacional, es allí donde se encuentra la causa de la resistencia prolongada, ante una ofensiva que incluye ataques de todo tipo, desde la utilización de francotiradores como «apoyo» de manifestantes identificados con la etiqueta de estudiantes pacíficos -que sin embargo asesinan personas con alambres e incendian autobuses y universidades- hasta la agresiva diplomacia del Departamento de Estado. Todo suficientemente cubierto por las matrices de los medios hegemónicos, capaces de penetrar a escala planetaria en la mayoría de las conciencias, incluso de las gentes que creen estar informadas por leer las tapas de los grandes periódicos. No es casual, en este contexto, que la construcción de las Comunas no ingrese en «la agenda», que condiciona lo decible sobre la Revolución Bolivariana.
Por eso el tema tampoco es asumido por medios progresistas o de izquierda, que en la mayoría de los casos reducen el proceso revolucionario a lo que sucede a nivel de gobierno, sin observar la profundidad de algunas propuestas que involucran al Estado -desde ya- pero en interacción dialéctica con las organizaciones de base.
Este proceso hunde sus raíces en el programa de gobierno vigente (el Plan de la Patria 2013-2019) y en el Golpe de Timón de Chávez, que plantea la necesidad de avanzar hacia el Estado comunal, con el objetivo de superar el Estado liberal burgués.
En los últimos doce meses, más de 630 comunas han sido registradas por el Estado en transición. Muchas otras se encuentran en construcción, con el horizonte de consolidar 3 mil en los próximos seis años. Esta novedosa forma jurídico política de nuevo tipo recoge la tozuda aspiración del pueblo de avanzar en el autogobierno, en vínculo con organismos del gobierno central y no pocas veces con indiferencia -o con la sorda oposición- de los niveles intermedios, gobernaciones o alcaldías, incluso las chavistas.
Así es que en medio de las guarimbas, que tanta prensa han recogido a nivel mundial, distintos acontecimientos indican que por abajo crece el poder popular. Por lo dicho, este es un dato insoslayable para comprender qué está pasando. Y también para proyectar de qué le sirve al resto de los pueblos que la heterodoxa experiencia bolivariana continúe resistiendo.
Organizarse para ser libres
En marzo, mientras el gobierno impulsaba Conferencias de Paz con distintos sectores, unos 300 delegadas y delegados comuneros se reunieron en Las Casitas, Estado Zulia, a debatir un plan de acción para profundizar la organización popular.
Dos meses después, el 17 de mayo, cerca de 20 mil personas colmaron el Poliedro de Caracas para encontrarse con el ministro de Comunas, Reinaldo Iturriza y con el presidente Nicolás Maduro. Allí presentaron los acuerdos de Las Casitas, que incluyeron propuestas en temas políticos, económicos y comunicacionales hacia la paz y la convivencia.
La jornada llevó el nombre de «Comunas productivas hacia la ofensiva económica por la paz y por la vida» e hizo hincapié en el aporte que la organización comunal puede hacer a la superación del modelo rentista petrolero. Un modelo caracterizado por importar la mayoría de los bienes básicos -entre ellos, los alimentos- y por lo tanto débil ante la guerra económica, el arma más importante de los sectores interesados en derrocar al gobierno.
Los comuneros y las comuneras destacaron el trabajo realizado por el ministro Iturriza y propusieron «avanzar en el encadenamiento productivo, mediante la construcción de redes socioproductivas a partir de la unidad nacional de las comunas».
También pidieron a Maduro que continúe «resteado» con las comunas y celebraron la resistencia ante las protestas violentas, inexistentes en los barrios populares. «Este pueblo comunero se hace respetar con organización, ética y alegría», dijeron, para señalar la ofensiva mediática contra la Revolución Bolivariana. «Las empresas privadas de comunicación se han encargado de potenciar una matriz alejada de nuestra realidad. (…) Medios de comunicación: vengan a nuestras comunidades y digan la verdad».
Siguiendo a Chávez, recordaron que «para que haya paz, debe darse poder al pueblo. Ni en esta Patria ni en ninguna otra habrá paz si se mantiene el sistema capitalista».
Potenciar la unidad comunal
Además de anunciar la transferencia de recursos para la economía comunitaria, Maduro levantó la apuesta y propuso crear un Consejo de Gobierno Comunal, que agrupe a los organismos de autogobierno a nivel nacional y tenga interlocución directa con Presidencia.
«Ustedes me hacen las propuestas, yo las articulo con las políticas y me hacen llegar las críticas de las fallas que tiene el Gobierno Bolivariano. ¡Que viva la crítica popular! Aprendamos a alimentarnos de la crítica. No le tengamos miedo a la verdad, ese es el método de Hugo Chávez», dijo el presidente entre muchos aplausos.
En este mes que comienza -y que se anuncia como de suma importancia, ante otros escenarios de desestabilización-, se realizarán nuevos encuentros. Uno de ellos será «La fiesta de los saberes comunales», que se está desarrollando estos días en Caracas, para intercambiar y mostrar el conocimiento presente en la organización social. De acuerdo a lo expresado por el ministro Iturriza, el desafío es «crear las condiciones para que no dependamos en ninguno de los momentos del ciclo productivo del capitalismo». Tamaño desafío. Por ahí andan los debates del pueblo venezolano, bajo acecho, pero insistiendo en la construcción del socialismo.
@FVicentePrieto
Fuente: http://notas.org.ar/venezuela-para-que-haya-paz-poder-al-pueblo/
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