Para que nadie olvide a Monica Kaari, a Roselyn, a Noomala o a Waris Dirie. Ellas son cuatro ejemplos de los 120 millones de mujeres en el mundo que, según la ONU, han sufrido mutilación genital. En la actualidad, dos millones de niñas corren este terrible peligro. Amira, la pequeña protagonista del telefilme Para que […]
Para que nadie olvide a Monica Kaari, a Roselyn, a Noomala o a Waris Dirie. Ellas son cuatro ejemplos de los 120 millones de mujeres en el mundo que, según la ONU, han sufrido mutilación genital. En la actualidad, dos millones de niñas corren este terrible peligro. Amira, la pequeña protagonista del telefilme Para que nadie olvide tu nombre, sólo es un caso más, perdido en el anonimato de un rito, la ablación. César Martínez Herrada dirige esta coproducción de In Vitro Films, Trivisión y Neón Producciones, que se está rodando en Valencia, y se estrenará en 2006 en las televisiones autonómicas Canal 9 (Comunidad Valenciana) y TV-3 (Cataluña). El telefilme recala en un drama social: la irremediable llegada de un rito que supone la eliminación del clítoris y que afecta a niñas de treinta países.
Como en sus anteriores trabajos (Otra ciudad, Cuando todo esté en orden), Martínez Herrada coloca en primer plano la ablación. Proposiciones de ley como la aprobada el pasado 23 de junio en el Congreso, por la que se penará la mutilación genital hecha a residentes en España en su país de origen, prueban el aumento de casos que ocurren dentro de nuestras fronteras. Para que nadie olvide tu nombre surge como una forma de denuncia social y es la primera película española que trata la mutilación genital. El director (premio Goya en 2004 como productor del cortometraje Sueños) contará una vez más con sus colaboradores habituales: el guionista Pedro García Ríos y el actor Jorge de Juan.
La historia gira en torno a Rosa (Mercè Pons), que llega como profesora a una zona deprimida del extrarradio de Valencia. Allí se encuentra con un colegio conflictivo y un director desencantado, Jaime (Jorge de Juan), que no ve solución a las dificultades de integración de las comunidades inmigrantes. En el colegio conoce a Amira (Alba Imelda), y al acercarse a la niña senegalesa descubre el entorno que le rodea y sus tradiciones, que pasan por la traumática ablación.
Para Martínez Herrada, que acaba de rodar el largometraje Arena en los bolsillos, «no hay religión ni tradición lo bastante poderosa para convencer a la sociedad de que es comprensible que alguien hiera a otra persona y le deje secuelas para el resto de su vida». Mercè Pons es de la misma opinión, que ya en el papel de Rosa considera que «la ablación se debería combatir desde la educación, tanto de maestros como de padres». Por su parte, Jorge de Juan denuncia que «hay rituales que, por muy arraigados que estén, no deberían practicarse porque van en contra del ser humano». A este respecto, Ricard Figueras, productor ejecutivo de In Vitro, se afana en puntualizar: «En esta película intentamos presentar los dos puntos de vista, porque a pesar de que nosotros consideramos esta práctica injusta, los hay que la defienden como un rito más».
En el rodaje, una treintena de niños juegan en las instalaciones de un instituto valenciano. Calor de agosto entre cámaras, maquillaje e iluminación. Martínez Herrada sentencia con una frase: «Para que nadie olvide voluntariamente, para que miren aquellos que desvían la vista hacia otro lado, callando y otorgando, porque la opresión una vez más tiene rostro femenino». En definitiva, un devastador alegato contra la ablación.