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Economía de interés negativo

Paradigma monetario para un sistema económico poscrecimiento

Fuentes: 15-15-15 [Imagen: Maia Koenig]

(Publicado originalmente en inglés en el canal del Post-Growth Institute en Medium. Traducido por el autor. English)

Existen aspectos sociales y económicos que trataremos de forma simplificada para dotar de claridad al texto ya que no se trata de un texto académico ni científico.

El mecanismo principal que impulsa el crecimiento económico es sin duda la economía financiera y el sistema de interés compuesto integrado en la misma.

Este sistema obliga siempre a devolver una cantidad monetaria superior a la cantidad prestada y que supere a la inflación. La única manera de hacerlo es produciendo más bienes y servicios que tienen que ser consumidos. Muchas supuestas necesidades actuales han sido generadas a través de la publicidad y el marketing. Ese es otro de los grandes impulsores del consumo y por extensión del crecimiento económico.

La razón de prestar con interés, según la economía neoclásica, la entienden como la compensación al sacrificio de no consumir algo en el presente y retrasar dicho disfrute. Esta mentalidad impregna nuestra cultura. Hay que postergar la gratificación y controlar los deseos pensando en recompensas futuras. Esto se conoce en economía como el postulado de la preferencia temporal, la supuesta preferencia por el consumo inmediato. Significa que si no tienes un incentivo para ahorrar dinero, te lo gastarás enseguida en satisfacer alguna necesidad. En una palabra, que en teoría los seres humanos somos derrochadores por naturaleza.

Sin embargo Keynes, aunque no descartó del todo esta tendencia, señaló que el ser humano tiende a gastar una porción cada vez menor de sus ingresos a medida que estos aumentan. Resulta obvio que si pasas hambre gastarás todo el dinero inmediatamente en comida, pero si tienes suficiente para saciar todas tus necesidades urgentes, menos urgencia tendrás en gastarlo cuanto mayores sean tus ingresos. Por lo tanto Keynes creía que la gente es propensa a ahorrar sin necesidad de un incentivo (interés).

Esta tendencia natural al ahorro vendría a postular que el dinero mismo está sujeto a una utilidad marginal decreciente: cuánto más se posee, menos utilidad (satisfacción) se obtiene de cada euro adicional. Ejemplo: si poseo 10.000 €, obtener 5.000 € me dará una satisfacción mayor que si poseo 100.000 € y obtengo esa misma cantidad.

Esto, que sería de sentido común para la mayoría, no parece serlo para los economistas neoclásicos que afirman que el ser humano busca maximizar el interés propio maximizando el dinero, es decir a más dinero, más satisfacción. Y extrapolan este principio también a la sociedad: a mayor crecimiento (PIB), mayor utilidad social (bien común).

Poner en duda este principio, es poner en duda el mantra actual de que al maximizar el crecimiento económico se maximiza el bien común, y por extensión, el argumento utilitario que justifica el capitalismo por su capacidad de maximización de la riqueza. Ponerlo en duda abre así la puerta a ideas que favorecen la distribución equitativa de los bienes.

Es más, desde una perspectiva matemática, si el dinero está sujeto a una utilidad marginal decreciente, la distribución óptima de ese dinero será la más equitativa posible. Esta justificación para la redistribución de la riqueza va totalmente contra los intereses de los ricos.

La ideología económica neoclásica considera que nuestra propensión a consumir es ilimitada. Sin embargo, ese deseo ilimitado realmente viene dado por el dinero. Aristófanes decía que nuestras necesidades son limitadas y que, cuando las hemos satisfecho, nos centramos en otras cosas y practicamos la generosidad. El dinero, en cambio, es incapaz de saciar.

Tras obtener un exceso de artículos de consumo, en muchos casos provocado por la presión de la publicidad y el marketing, la gente empieza a ansiar el dinero mismo, no lo que se puede comprar con él, y esa codicia no tiene límite.

Sin duda hay personas que son adictas a la comida, al alcohol, al juego… que no encuentran saciedad en esas cosas, pero ¿acaso eso demuestra que el ser humano es codicioso por naturaleza?

La adicción se produce cuando usamos algo como sustituto de lo que realmente queremos o necesitamos. El dinero como fin universal también se ha convertido en sustituto de muchas cosas, incluso de esas mismas cosas que la economía monetaria ha destruido, como la comunidad, el vínculo con el lugar de origen, la conexión con la naturaleza, el ocio, etc.

Keynes lo definió como preferencia por la liquidez y señaló que esta prevalece sobre la preferencia temporal. Esto es un supuesto fundamental en su teoría.

Cuando hablamos de preferencia por la liquidez hablamos de que preferimos el dinero sobre los bienes. En una economía monetaria podríamos cambiar cualquier bien por otro, aunque no con tanta facilidad, a través del medio de intercambio (dinero). Por ejemplo: vendo una silla, consigo dinero y compró un libro.

¿Por qué, entonces, preferimos el dinero a otros bienes? Salvo necesidades urgentes que justifiquen tener pequeñas cantidades del medio de intercambio, la única razón para preferir el dinero es que no pierde valor cuando se almacena. No hablamos de poder adquisitivo, hablamos de valor. Es decir, un billete de 50 € siempre tendrá un valor de 50 €.

Lo imperecedero del dinero hace que sea no solo un medio universal sino, además, un fin universal. Pero y ¿si convertimos el dinero en algo transitorio, preservándolo como medio pero no como fin?

Interés negativo

La mayoría de economistas consideran el medio de intercambio y la reserva de valor como funciones definitorias del dinero. Pero combinar ambas funciones en un único objetivo resulta problemático porque un medio de intercambio debe circular para ser útil, mientras que un almacén de valor se guarda (o almacena) fuera de la circulación.

Esta contradicción lleva siglos creando un conflicto entre la riqueza del individuo (acumulación) y la riqueza de la sociedad (circulación). Esta tensión refleja el enfoque individualista de la sociedad que ha llegado a dominar nuestro tiempo.

¿Qué tipo de dinero podría resolver esta tensión? Dado el papel determinante del interés, el primer sistema monetario alternativo que considerar sería uno que lo eliminase estructuralmente, o incluso que produjese lo opuesto al interés. Si el interés genera competencia, escasez e individualismo, ¿no es posible que lo contrario genere cooperación, abundancia y comunidad?

Dado que los bienes y servicios por los que se puede intercambiar el dinero tienen costos de mantenimiento, transporte y almacenamiento, el dinero también debería tenerlos. Se trataría de un tipo de dinero que, al igual que cualquier bien perecedero, perdiera su valor con el tiempo, una moneda con caducidad, sujeta a un interés negativo, que se conoce como tasa de sobrestadía u oxidación (una tasa por el uso del dinero como almacén de valor)

Esta idea no es nueva. El pionero de la teoría del dinero con caducidad fue en 1906 el empresario germano-argentino Silvio Gesell, quien lo llamó dinero libre. Su preocupación principal era remediar la distribución desigual e injusta de la riqueza que existía ya en su tiempo, la pobreza sin precedentes en medio de una abundancia también sin precedentes.

Las teorías de Gesell fueron puestas a prueba en aquella época. El Wara (Alemania), la divisa de Wörgl (Austria) o el WIR (Suiza) se basaron en las teorías de Gesell. El Wara y la divisa de Worgl fueron prohibidas por los gobiernos centrales ante la creciente popularidad de esas divisas. El WIR ha continuado hasta nuestros días y aunque nació con una tasa de sobrestadía, después fue eliminada durante el periodo de elevado crecimiento posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Los economistas más progresistas abogan, en ocasiones, por la inflación, que tiene unos efectos parecidos, pero la ventajas de la oxidación es que no afecta a los precios directamente y es visible para todo el mundo.

Sin embargo la principal diferencia entre inflación y oxidación, es que la inflación es expansiva por definición, mientras que la oxidación no lo es.

Teoría moderna

Economistas como Irving Fisher, o Benoît Cœuré, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, así como el catedrático de economía de Harvard Greg Mankiw, o el que fuera economista jefe del Citibank Willem Buiter, han tratado sobre medidas como impuestos sobre la liquidez, o tasas de interés negativo sobre los depósitos en la Reserva Federal o en el BCE. Estos nombres dejan claro la viabilidad de las propuestas contemporáneas para introducir el interés negativo.

Estos defensores del interés negativo lo ven como una medida transitoria para obligar a los bancos a prestar dinero de nuevo y a conceder créditos baratos hasta que la economía vuelva a crecer. Una vez conseguido ese objetivo, se supone que los tipos de interés retornarán a cifras positivas.

Pero si nos dirigimos hacia una economía de crecimiento cero o de decrecimiento permanente, ¿los tipos de interés negativos también podrían hacerse permanentes?

La política monetaria actual funciona ajustando el tipo de interés básico en función del índice de crecimiento de la economía. Keynes básicamente proponía fijarlo a un nivel que no favorezca la acumulación de la riqueza frente a la utilización de la riqueza (circulación).

El propósito de la política monetaria es controlar la estabilidad de precios (inflación), básicamente gestionando las tasas de interés:

– Fomentando el crecimiento económico mediante políticas monetarias expansivas e intereses bajos (para subir la inflación).

– Fomentando un menor crecimiento económico mediante políticas de austeridad e intereses altos (para bajar la inflación).

De todas formas, el mayor problema que tiene la fórmula de la inflación en una situación de sobreendeudamiento (exceso de deuda) y sobrecapacidad (exceso de producción), es que no funciona. La flexibilización cuantitativa (creación de dinero de los bancos centrales), cambia dinero por derivados financieros diversos, pero ese dinero no provoca inflación de los precios y salarios si no llega a la gente que lo podría gastar.

De hecho, puede provocar inflación debido a una puja al alza de los precios de los bienes a falta de oportunidades de inversión productiva (especulación).

Debido al límite inferior igual a cero, la flexibilización cuantitativa ha sido incapaz de producir la inflación esperada en todos los años que se ha estado usando.

Elaboración propia, a partir de datos públicos del Banco Central Europeo.
Elaboración propia, a partir de datos públicos del Banco Central Europeo.

La inflación actual de precios es debida, entre otros factores (pandemia, Ucrania), principalmente a la subida del precio de la mayor fuente de energía en la actualidad (petróleo) y sus derivados (especialmente el diésel), ya que la energía es la base de cualquier actividad económica.

Todo esto nos lleva de nuevo al propósito de una economía de interés negativo: conseguir que el dinero circule sin necesidad de generar crecimiento económico.

Cómo funciona

En un sistema de reservas a interés negativo, los bancos estarían ansiosos por deshacerse de sus reservas. Si la tasa negativa fuera del orden de entre el 5% y el 8% (que fue lo que propusieron Gesell, Fisher y otros economistas), a los bancos incluso les podría resultar beneficioso conceder préstamos a interés cero, y posiblemente a interés negativo.

¿Cómo ganarían dinero? Lo harían básicamente del mismo modo que lo hacen hoy.

Supongamos un -8% de tasa negativa sobre las reservas. Los depósitos también estarían sujetos a una tasa de interés negativo, aunque inferior a la tasa aplicada sobre las reservas. Los bancos podrían aceptar depósitos a la vista al -7% de interés, por ejemplo, o depósitos a plazos al -5%, y podrían conceder préstamos al -1% o al 0%.

El interés negativo sobre las reservas es compatible con la infraestructura financiera existente. Se podrían conservar los mismos mercados de papeles comerciales, los mismos mercados de dinero interbancario e incluso, si quisiéramos, el mismo aparato de titulización y derivados. Lo único que cambiaría sería el tipo de interés. Y los bancos centrales podrían seguir manteniendo la misma función de escucha y respuesta a las necesidades del sistema financiero regulando la circulación del dinero a fin de mantener los tipos de interés al nivel apropiado.

¿Cómo cambiaría el sentido económico en un paradigma de economía de interés negativo?

Una economía de interés negativo altera radicalmente el tipo de conducta que consideramos económica. Muchos de los postulados teóricos del decrecimiento podrían tener un sentido económico dentro de un paradigma de economía de interés negativo.

Pongamos un ejemplo. Supongamos que poseemos un bosque. Si lo talamos totalmente y vendemos toda la madera obtenemos 1 millón de euros de golpe. A una tasa de interés positiva del 4% obtendremos cada año 40.000 € de beneficio por dicho dinero en el banco. Si lo talamos de manera sostenible y perpetua, cada año obtenemos 10.000 € de beneficio. Usando la conducta económica actual lo más rentable sería vender todo el bosque de una vez, ya que el sistema actual desvaloriza los flujos futuros (si no lo vendo ahora estoy perdiendo 30.000 € cada año).

Con una tasa de interés negativa esa lógica ya no tiene fundamento. Lo rentable sería mantener el bosque a perpetuidad.

Las actividades que den beneficios a 30, 50 ó 100 años adquieren una motivación económica que con el sistema actual es impensable si no eres una persona idealista.

Evidentemente siempre hay ciertas necesidades básicas que es necesario satisfacer ahora y no en un futuro. Si nos morimos de hambre, preferimos comer ahora y no dentro de 100 años.

Para quien desee profundizar, todas estas ideas y planteamientos están tratados de una manera mucho más profunda y en un contexto más amplio en el libro Sacroeconomía de Charles Eisenstein.

De la teoría a la práctica: el proyecto Ekhilur

El objetivo de fondo del proyecto Ekhilur es demostrar que un dinero con las características descritas en este documento puede desarrollar un sistema económico viable sin crecimiento económico (e incluso con decrecimiento) y, por extensión, reducir el consumo de recursos y energías fósiles. Todo esto fomentando una redistribución estructural de la riqueza.

Para ello definimos diferentes fases de implementación.

Fase 1: Creación y desarrollo de la red Ekhilur (en marcha)

Sin una red donde usar el dinero poco podemos hacer. En esta primera fase ese es el objetivo: crear y expandir la red atrayendo al mayor número de actores económicos posibles, desde personas físicas a personas jurídicas como asociaciones, comercios, empresas o entidades públicas, especialmente ayuntamientos. Pondremos especial interés en sumar productores locales de cualquier tipo de producto. Así como otras cooperativas de índole biorregional que compartan valores con Ekhilur.

Al mismo tiempo, el proyecto tiene que tener una viabilidad económica dentro del sistema actual y ser autosuficiente. Por ello repartimos los costes del sistema entre todas sus participantes.

Para la creación de la red implementaremos un medio de pago. En el mismo combinaremos características de las monedas complementarias y modelos de fidelización empresarial que existen en la actualidad. Denominamos a este medio de pago sistema Ekhilur. No se necesita moneda local: si controlas el sistema de pago, controlas las características del dinero que circula a través de él.

(Esta fase comenzó en septiembre de 2022 con una prueba piloto en Hernani, Gipuzkoa, 20.000 habitantes. En un año, se realizaron más de 1,3 millones de euros en volumen de transacciones y 50.000 operaciones. Previsión: 4 años para viabilidad económica total. Se está estudiando cómo escalar el proyecto a otros municipios y expandirlo por fases a una región de 2,9 millones de habitantes)

Fase 2: Préstamos y micropréstamos sin interés o con interés negativo (en estudio)

En esta segunda fase habrá una red suficientemente amplia de usuarias y entidades jurídicas como para poder obtener la mayoría de bienes y servicios necesarios para cualquier actividad. Se inicia la transformación del sistema hacia una economía de interés negativo.

En esta fase también se habrán alcanzado los mínimos de viabilidad que permitirán dar continuidad al proyecto.

Los préstamos y micropréstamos irán contra el capital social de la cooperativa (reserva 100%), pero la asignación de los mismos podrá correr a cargo de entidades especializadas en el ámbito de préstamos éticos. El dinero prestado quedaría marcado y no podría sacarse del circuito. Y solo saldría vía oxidación o se iría desmarcando a medida que se va amortizando.

Elaboración propia.
Elaboración propia.

Un ejemplo de crédito de 12.000 € a 60 meses al 0% de interés. La oxidación acumulada del préstamo durante los 60 meses de amortización es de 1.830 €. Sería el equivalente a los intereses positivos del mismo préstamo al 5,8% de interés aproximadamente.

Fases futuras

En fases futuras el capital social de la cooperativa se invertiría en bienes raíces (vivienda y tierras de cultivo). Se inicia la transformación del concepto de propiedad privada hacia el concepto de derecho de uso y el procomún.

En ambos casos la idea sería la de préstamos sin plazo a los cooperativistas. Realmente no se comprará el terreno o la vivienda: se comprará el derecho a uso de la misma. La persona socia tendría que poner una entrada por un porcentaje del valor, y después pagar por su derecho a uso.

Podrían definirse préstamos a 75 años con interés negativo del -1%. Por ejemplo, el derecho de uso de una vivienda de 200.000 € podría ser posible con una entrada del 10% del valor (20.000 €) y una cuota de 130 € al mes + los gastos de mantenimiento. En el momento en que se quisiera dejar la vivienda se podría recuperar la entrada de 20.000 €, y el derecho de uso sería heredable.

A futuro, el concepto de acumulación ya no tendrá sentido debido a que el dinero se habrá convertido en un simple medio de intercambio. Los ahorros se depositarán en cooperativas de crédito que funcionarán con interés negativo. Se invertirá en proyectos a largo plazo porque no tiene sentido recuperar el dinero rápidamente. Al contrario, la velocidad de recuperación del capital será mucho más lenta.

La economía se desacelerará y el ritmo de vida se ralentizará, permitiendo cada vez menos horas de trabajo ya que no es necesario aumentar una productividad ya de por sí alta para poder devolver préstamos y acumular capital.

Al ser una economía con un PIB decreciente, el consumo de recursos y energía irá descendiendo casi a la misma velocidad que su disponibilidad a nivel mundial (tasa de interés negativo), y aunque existirá escasez de ciertas materias primas y productos, se irá dando una progresiva sustitución de las importaciones en la medida de lo posible.

Una economía de interés negativo no es la bala de plata, pero sí que podría generar un entorno económico adecuado para otras medidas (políticas y económicas) que ayudarán a amortiguar el declive energético y material que viene, sin dejar a nadie atrás.

El proyecto es replicable y escalable. No hay problema en compartir el know-how adquirido hasta hoy si alguien quiere replicar el proyecto. Los aspectos jurídicos son muy similares en todas las partes del mundo en este ámbito, aunque cada país pueda tener características diferentes. Podéis contactar con el proyecto en [email protected] y, si os cae de paso, verlo funcionar en Hernani (Gipuzkoa).

Bibliografía recomendada

– Casal Lodeiro, Manuel (coord.) (2019): Guía para el descenso energético. Preparando un futuro después del petróleo.

– Fernández Durán, Ramón & González Reyes, Luis (2014): En la Espiral de la Energía. Historia de la Humanidad desde el Papel de la Energía (pero no solo)«.

– González Reyes, Luis & Almazán, Adrián (2023): Decrecimiento: del Qué al Cómo. Propuestas para el Estado Español.

– Heinberg, Richard (2011): The End of Growth.

– K. Le Guin, Ursula (1974): Los desposeídos.

– Michael Greer, John (2011): The Long Descent.

– Moreno, Felix (2021): Relatos Distópicos.

– Raworth, Kate (2017): Doughnut Economics.

 – Soddy, Frederick (1934): The Role of Money. What it should be, contrasted with what it has become.

– Taibo, Carlos (2016): Colapso.

– Trainer, Ted (2017): La vía de la simplicidad.

– Turiel, Antonio (2020): Petrocalipsis. Crisis Energética Global y cómo (no) la vamos a solucionar.

Álex López es miembro del consejo rector de la cooperativa de energía renovable Goiener (Euskadi), del de la cooperativa de consumo de cercanía Ekhilur y consejero fundador del Instituto Resiliencia.

Fuente: https://www.15-15-15.org/webzine/2024/01/27/economia-de-interes-negativo-paradigma-monetario-para-un-sistema-economico-poscrecimiento/