São Paulo, 15/08/05.- Tal y como se preveía, nuevas declaraciones sobre pago «ilegal» de servicios para campañas electorales amplían la crisis política y empeoran la situación y perspectivas del presidente Lula y el Partido de los Trabajadores. La bomba, esta vez, la hizo estallar el publicista Duda Mendoza que organizó y dirigió la campaña a […]
São Paulo, 15/08/05.- Tal y como se preveía, nuevas declaraciones sobre pago «ilegal» de servicios para campañas electorales amplían la crisis política y empeoran la situación y perspectivas del presidente Lula y el Partido de los Trabajadores. La bomba, esta vez, la hizo estallar el publicista Duda Mendoza que organizó y dirigió la campaña a la presidencia de Lula y de otros candidatos petistas al Senado y la Cámara de diputados. Con miedo de que más pronto que tarde lo convocasen para declarar em alguna de las comisiones de investigación parlamentaria sobre el financiamiento ilegal de campaña y la compra de diputados, y antes de que empeorase su situación, decidió presentarse voluntariamente. No solamente fue pagado con dinero «ilegal» sino que, además, lo recibió en uma cuenta off-shore en un paraíso fiscal, en las Bahamas.
La noticia acabó con la resistencia del presidente Lula que, al día siguiente, hizo un pronunciamiento para el país en directo, rodeado de todos los miembros de su gobierno. El Presidente se declaró traicionado y asumió la necesidad de pedir disculpas a los brasileños, previo breve relato de supuestas o reales conquistas en el campo económico y social.
Lo cierto, de cualquier modo, es que asistimos a la desconstrucción paulatina y, según todos los datos hasta el momento, inexorable de la estrategia político-electoral elaborada por el anterior núcleo duro de dirección del PT y el propio Lula. Alianzas, financiación, campaña mediática «americanizada», contratación de personal en detrimento de la militancia… caen pieza a pieza. De la estrategia de los Dirceu, Lula, Genoino y, en general, el denominado Campo Mayoritario, la «vieja mayoría» que dice ahora el nuevo presidente del PT, Tarso Genro, no parece que pueda quedar nada en pie. La cúpula petista de entonces preparó uma campaña a la altura de las exigencias de Lula, quien había anunciado que se presentaba «para ganar» y que si eso tenía un precio pues habría que pagarlo.
Lo que nadie sabe todavía es a cuánto asciende o ascenderá -todavía queda mucha cosa por ver- esa cuenta. Sobre quién la pagará no hay dudas. Inmediatamente, los más directamente envueltos en la trama. A medio y largo plazo, el PT. Y eso, si consigue reestructurarse y reorganizarse sobre una nueva plataforma política y un proyecto de transformación social, superando los vicios, defectos, errores y prácticas que lo llevaron a esta situación. Más de lo mismo y de los mismos, sería la muerte, sino de la sigla sí del proyecto. Y con esto, para Brasil y también América Latina, mayores problemas para el desarrollo de un proyecto de soberanía nacional y continental que el gobierno Lula, a pesar de sus limitaciones, había conseguido contribuir a impulsar.