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El MST y su posición en agrocombustibles

Parece que avanza idea de empresa estatal

Fuentes: APM

La posición del Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil fue expuesta en los documentos finales del Congreso concluido el sábado pasado: «luchar para que la producción de los agrocombustibles esté bajo el control de los campesinos y trabajadores rurales, como parte de la policultura, con preservación del medio ambiente y buscando la soberanía energética de […]

La posición del Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil fue expuesta en los documentos finales del Congreso concluido el sábado pasado: «luchar para que la producción de los agrocombustibles esté bajo el control de los campesinos y trabajadores rurales, como parte de la policultura, con preservación del medio ambiente y buscando la soberanía energética de cada región».

Cerca de 18.000 trabajadoras y trabajadores rurales sin tierra de 24 estados de Brasil, 181 invitados internacionales a nombre de 21 organizaciones campesinas de 31 países y representantes de diversos movimientos y entidades, se reunieron en Brasilia entre los días 11 y 15 últimos, en el V Congreso Nacional del MST, evento en el cual el tema agrocombustibles estuvo en el centro de la agenda.

En una de las crónicas de la muy buena cobertura realizada por la emisora latinoamericana Telesur, su enviado especial reportó que «los asistentes hicieron observaciones al programa de producción extensiva de etanol promovido por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y que «los delegados del MST plantean una reforma agraria integral que incluya poner freno al agronegocio de las empresas multinacionales que laboran en la nación suramericana».

«Queremos sentarnos con el presidente Lula para formalizar como sería esa transición entre aquella vieja reforma agraria que sólo distribuía kilómetros cuadrados, para una reforma agraria que combine la distribución de tierra con la instalación de agroindustrias», expresó Joao Pedro Stedile, miembro del MST, durante el transcurso del V Congreso de la organización.

«Tenemos una responsabilidad muy grande, determinar cuál será el proyecto energético de nuestros territorios, aseguró el especialista en bionergía, Bautista Vidal, uno de los que en el Congreso reclamó la participación del Estado en la creación de empresas mixtas que regulen la producción de agrocombustibles y permita la participación de los pequeños productores, según uno de los reportes de Telesur.

«Como la energía es una cuestión de poder mundial, estos productores que son millares, decenas de millares, y pueden ser millones, y significan una contribución magnífica para resolver el colapso del petróleo mundial, tienen que tener el apoyo del Estado. El Estado necesita apoyar a estos emprendedores», agregó Vidal.

El 29 de mayo pasado, el máximo dirigente del MST, Joao Pedro Stedile le había dicho a la revista Biodiversidad que, a la cuestión agrocombustibles, «la vemos con gran preocupación. Porque, de hecho, lo que está en curso es una gran alianza entre tres tipos de capitales transnacionales: las petroleras (que quieren disminuir la dependencia del petróleo), las automovilísticas (que quieren seguir con ese patrón de transporte individual para sacar ganancias) y las empresas del agro (como Bungue, Cargill, Monsanto) que quieren seguir monopolizando el mercado mundial de productos agrícolas».

«Ahora, ese imperio del capital internacional quiere hacer una alianza con los grandes propietarios de tierra en el sur, y en especial en Brasil, para utilizar grandes extensiones de tierra para la producción de agrocombustibles. Ellos quieren producir una mercancía que sólo interesa para mantener sus tasas de ganancia y sus modos de vida. No hay ninguna relación con preocupaciones por el medio ambiente, el calentamiento global u otras cosas, que nosotros los simples humanos tenemos. El capital tiene un único objetivo: reproducirse en sus tasas de ganancia. Y ahora viene con toda su fuerza a producir energía para sus coches a partir del agrocultivo», señaló en esa entrevista el dirigente campesino.

La propuesta del control campesino sobre la alternativa agrocombustibles implica una mirada sobre la cuestión que ya fuera adelantada por el propio Stedile en las declaraciones citadas y por especialistas allegados al MST.

«Nosotros estamos en un proceso permanente de discusión en el MST y en La Vía Campesina. El primer paso es frenar el avance del monocultivo de la caña, de la soya, frenar el avance del capital transnacional. Y aumentar el debate con la sociedad. Proponer otras formas, defender la idea de que el comercio de la energía, y también de la agroenergía debe estar en manos de alguna empresa estatal, pública, que pueda desarrollar una política de acuerdo con los intereses de la población y no del capital, será una larga y difícil lucha. Pero ya estamos en ella. Y el futuro de la humanidad se está decidiendo en esas batallas», dijo el líder del MST a Biodiversidad.

El 14 de mayo pasado, en el documento «La agroenergía es nuestra», un grupo de especialistas allegados al MST propusieron la creación de una «empresa brasileña de agroenergía».

«En Brasil es urgente construir un instrumento capaz de utilizar su amplio potencial de agroenergía renovable como factor de liberación y emancipación del pueblo brasileño y de justicia social. Ese instrumento debe ser una Empresa Brasileña de Agroenergía (de carácter estatal). Si no se toma esa decisión, la ocupación del territorio de Brasil por corporaciones capitalistas extranjeras para la producción de energía renovable, en sustitución ante la creciente escasez de petróleo, seguramente se transformará en un peligroso aumento de nuestra dependencia, más pérdida de soberanía y un proceso de dominación con consecuencias dramáticas imprevisibles para nuestro pueblo, a juzgar por lo que en la actualidad sucede en Irak», sostiene, entre otros puntos, el documento «La agronergía es nuestra».

Por otra parte, al finalizar su V Congreso el MST reiteró su compromiso «a seguir ayudando en la organización del pueblo, para que luche por sus derechos y contra la desigualdad y las injusticias sociales».

Abogó por la articulación de «todos los sectores sociales y sus formas de organización para construir un proyecto popular que enfrente al neoliberalismo, al imperialismo y a las causas estructurales de los problemas que afectan el pueblo brasileño».

Propuso que «todos los latifundios sean expropiados y prioritariamente las propiedades del capital extranjero y de los bancos» y «luchar contra la tala y la quema de los bosques nativos para la expansión del latifundio. Exigir de los gobiernos acciones contundentes para restringir esas prácticas criminales contra el medioambiente. Combatir el uso de los agrotóxicos y el monocultivo en gran escala de la soja, caña de azúcar, eucalipto».

Llamó a «combatir a las empresas transnacionales que quieren controlar las semillas, la producción y el comercio agrícola brasileño, como Monsanto, Syngenta, Cargill, Bunge, ADM, Nestlé, Basf, Bayer, Aracruz, Stora Enso, entre otras. Impedir que continúen explotando nuestra naturaleza, nuestra fuerza de trabajo y nuestro país», exigió «el fin inmediato del trabajo esclavo y de la superexplotación del trabajo, y el castigo de sus responsables. Todos los latifundios que utilizan cualquier forma de trabajo esclavo deben ser expropiados, sin ninguna indemnización, como lo prevé el Proyecto de Ley ya aprobado en el Senado». Convocó además a «luchar contra toda forma de violencia en el campo, así como contra la criminalización de los Movimientos Sociales. Exigir castigo a los asesinos -mandantes y ejecutores- de los luchadores y luchadoras por la Reforma Agraria, que permanecen impunes y con procesos parados en el Poder Judicial». Asimismo, a bregar «por un límite máximo del tamaño de la propiedad de la tierra. Por la demarcación de todas las tierras indígenas y de los remanentes quilombolas. La tierra es un bien de la naturaleza y debe estar condicionada a los intereses del pueblo». Se pronunció en defensa de «las semillas nativas y criollas. Luchar contra las semillas transgénicas. Difundir las prácticas de agroecología y técnicas agrícolas en equilibrio con el medioambiente. Los asentamientos y comunidades rurales deben producir prioritariamente alimentos sin agrotóxicos para el mercado interno», como así también de «todas las nacientes, fuentes y reservorios de agua dulce. El agua es un bien de la Naturaleza y pertenece a la humanidad. No puede ser propiedad privada de ninguna empresa. En un mismo orden de reivindicaciones propuso: «luchar para que la clase trabajadora tenga acceso a la enseñanza básica, escuela de nivel medio y la universidad pública, gratuita y de calidad. Desarrollar diferentes formas de campañas y programas para eliminar el analfabetismo en el medio rural y en la ciudad, con una orientación pedagógica transformadora. Luchar para que cada asentamiento o comunidad del interior tenga sus propios medios de comunicación popular, como por ejemplo, radios comunitarias y libres. Luchar por la democratización de todos los medios de comunicación de la sociedad contribuyendo para la formación de la consciencia política y la valorización de la cultura del pueblo». Propuso también «fortalecer la articulación de los movimientos sociales del campo en la Vía Campesina – Brasil, en todos los estados y regiones. Construir, con todos los Movimientos Sociales una Asamblea Popular en los municipios, regiones y estados» y «contribuir en la construcción de todos los mecanismos posibles de integración popular latinoamericana, a través del ALBA (Alternativa Bolivariana de los Pueblos de las Américas) Ejercer la solidaridad internacional con los Pueblos que sufren las agresiones del imperio, en especial, con el pueblo de Cuba, Haiti, Irak y Palestina.