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Parlamentos Comunales como nueva estructura de la Asamblea Nacional del Poder Popular

Fuentes: Tribuna Popular

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela introduce transversalmente a través de todo su articulado una nueva concepción dualista, cambiando la cerrada visión estructuralista pura de todas nuestras viejas constituciones que determinaban un contexto cerrado e inexpugnable, destinado a impedir cualquier cambio al sistema de dominación y explotación capitalista; este dualismo consiste simplemente en […]


La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela introduce transversalmente a través de todo su articulado una nueva concepción dualista, cambiando la cerrada visión estructuralista pura de todas nuestras viejas constituciones que determinaban un contexto cerrado e inexpugnable, destinado a impedir cualquier cambio al sistema de dominación y explotación capitalista; este dualismo consiste simplemente en permitir el surgimiento de nuevas formas organizativas de la sociedad con atribuciones de decisiones vinculantes, siendo estas precisamente las diversas organizaciones del Poder Popular, conformando así un dualismo entre las tradicionales instituciones del Estado burgués y las nuevas formas de organización popular, que en la medida de su desarrollo y consolidación comenzarán a coexistir en una lucha dialéctica que impulsará la transformación de todas las estructuras burguesas para el nacimiento de las nuevas estructuras e instituciones del Estado Socialista.

La democracia social se debe caracterizar porque las decisiones sean colectivas y vinculantes, tomadas en asambleas; estando los voceros sujetos al mandato de la base y su legitimidad deriva de una elección auténticamente libre, cambiando el viejo esquema del dirigente tradicional que manipulaba a su antojo a las bases. El vocero delimita así su esfera obteniendo su autonomía frente a los poderes dominantes, pero también hacia su interior, como la autodeterminación de cada grupo de base frente a otras instancias. Al menos en esta etapa inicial de nacimiento de las nuevas formas de Poder Popular, el principio organizativo es antijerárquico, y por lo tanto horizontal, que se extrapola para toda la pirámide de integración y representación.

La nueva propuesta que pone hoy sobre la mesa nuestro COMANDANTE PRESIDENTE HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS, del surgimiento del PUEBLO LEGISLADOR debemos analizarla sobre la integración de la diversidad territorial de intereses propios de la multiplicidad de grupos sociales que cohabitan y luchan en cada unidad territorial, la estructura de una nueva ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR debe constituirse en una pirámide participativa por niveles: local, municipal, distrital, regional, estatal y nacional, así como por sus sectores sociales organizados en consejos populares de: pueblos indígenas, comunas, comunidades, trabajadores, campesinos, pescadores, artesanos, profesionales y técnicos, mujeres, adultos mayores, jóvenes, niños y niñas, estudiantes, discapacitados, y otros. Conformando todo un sistema de asambleas populares que asegure que las decisiones vayan de abajo hacia arriba y viceversa, que las decisiones nacionales regresen a su vez para ser sometidas a la aprobación de cada nivel hacia abajo. De tal manera que la democracia asamblearia combine la tradición comunitaria con el funcionamiento democrático de organizaciones populares modernas, como los Consejos Comunales y las Comunas, los Comités de Salud, Comités de Tierras, Comités de Agua, Comités de Energía, Consejos Socialistas de Trabajadores, etc.

El PODER POPULAR y la ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR, sería una iniciativa para la construcción progresiva de un poder social mediante la unidad de todas las fuerzas compatibles que existen en la estructura social del nuestra nación; de ahí la importancia que se da al pluralismo. Las presiones de las insensibles políticas neoliberales que el régimen pseudo-democrático en la cuarta república aplicaba sobre los sectores populares y de la clase media, nos obligó a una amplia unificación de todos los instrumentos sociales, pequeños y grandes, para salir del aislamiento de las comunidades y sus organizaciones, particularidad que puso en alta tensión al movimiento popular en su conjunto a partir de sucesos como «El Caracazo» (1989), y los intentos de golpe del 4F y 27N de 1992.

Es así, que la democracia real y el poder popular se van abriendo paso, con dificultades, entre los mecanismos de dominación y explotación establecidos, y muy especialmente en las comunidades indígenas, como aquella vieja obediencia pasiva y sumisa a los caciques, el clientelismo institucional y la represión, o la esclavitud servil a grupos religiosos dirigidos por intereses trasnacionales. Pasando por encima de todo eso, el movimiento popular hoy asume como propósito reinventar la democracia directa, la comunidad como principio articulador del orden social, de una economía autogestionaria para contener al capitalismo salvaje, la multiculturalidad como vía de la emancipación de los pueblos. El PODER POPULAR no busca únicamente desintegrar el poder oligárquico: busca un nuevo pacto social desde el momento en que crea una nueva Constitución Nacional propuesta por el máximo líder de nuestro proceso de revolución bolivariana, el Presidente Chávez.

Este nuevo modelo de voceros que surgen en los modernos Consejos del Poder Popular es alternativo al elitismo social tradicional de las viejas organizaciones como las Juntas de Condominio, las Asociaciones de Vecinos, y las ONG; porque hoy en él -el vocero- el sujeto siempre debe ser la voz de su colectividad, con lo cual se dificulta la habitual separación e independencia de los dirigentes de la derecha (hoy de la oposición), que a su vez, eran parte de las fuentes de dominación y sumisión de las grandes masas populares por parte de las minorías burguesas dominantes. Neutraliza los mecanismos de reproducción de las élites por la vía de hacer carrera política a costa de la representación y por la de privatización de las instancias dirigentes. La profunda desconfianza hacia la burocratización de los líderes se manifiesta en propuestas como la de eliminar el culto a la personalidad de los gobernantes, y la creación de la nueva instancia del ejecutivo colegiado en el CONSEJO FEDERAL DE GOBIERNO.

En la filosofía política contemporánea se debate sobre la democracia deliberativa basada en una relación dialógica central, argumentativa, entre los sujetos, lo cual es una práctica acostumbrada en las comunidades indígenas: escucharse mutuamente con respeto y deliberar colectivamente para llegar a acuerdos por consenso y no por mayoría. Las asambleas son el medio deliberativo por excelencia, pero el intercambio de opiniones se amplificó como nunca se había visto cuando el pueblo tuvo acceso a conformar sus propios medios de comunicación alternativa y comunitaria, creando periódicos, radios y televisoras comunitarias que se pusieron al servicio de la comunicación social popular. En la cultura local la comunicación es predominantemente oral y simbólica; de ahí la importancia de la plática, de la información que circula de boca en boca como medio de difusión y de boca en oreja como factor de información, y que influyen mucho en la formación de la opinión pública. Todos estos son factores que intervienen en la profunda politización del movimiento popular (en el sentido de aprendizaje colectivo de los significados de la política). Todas estas expresiones son las que dan vida y sustento a esa teoría de la democracia deliberativa y a la práctica de constitucional dualista, como dialéctica marxista pura.

Sin existir un proceso de profunda conciencia social, de adquisición de una identidad socialista, de profundización en la formación política e ideológica de nuetras bases populares, no se entendería la construcción de este nuevo SISTEMA DE PODER POPULAR que está en discusión práctica y teórica, teórica y práctica, de la puesta en práctica de la más perfecta dialéctica marxista. Naciendo así un sistema sin contornos bien delimitados, por ahora, donde el lenguaje es polisémico, por ahora, sus estructuras inestables, por ahora, y la participación ciudadana está atajada por el miedo, por ahora. Puesto que esta nueva dialéctica social de transformación revolucionaria se nos presenta como una alternativa histórica al país, a la nación y a la sociedad, para salir del atrasado sistema capitalista, es absolutamente necesario tomar en serio su conocimiento, su significado y su potencial, para contribuir a su desarrollo y evolución, de manera que logremos avanzar con paso firme en la construcción del PODER POPULAR hacia la consolidación de la transición al SOCIALISMO.