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Pepe y el euro

Fuentes: Faro de Vigo

Personalmente, en lo que concierne a la moneda única europea, hace bastante tiempo que llegué a la conclusión de que la cantidad de melonadas contenidas en cualquier pieza periodística que trate de ella es proporcional al número de coautores. Pero son tantas las que perpetran Jesús Fernández Villanueva, Luis Garicano y Tano Santos (a partir […]

Personalmente, en lo que concierne a la moneda única europea, hace bastante tiempo que llegué a la conclusión de que la cantidad de melonadas contenidas en cualquier pieza periodística que trate de ella es proporcional al número de coautores. Pero son tantas las que perpetran Jesús Fernández Villanueva, Luis Garicano y Tano Santos (a partir de ahora FVGS, todos Ph. D. en economía y profesores en EEUU e Inglaterra) en «No queremos volver a la España de los 50» (El País, 1/06/2011) que ni la agrupación en trinomio puede explicar y menos aún justificar los increíbles y abundosos dislates. Empezando por el propio título del artículo. Pues uno no entiende cómo podríamos volver a la España de los 50 sin recurrir al tiempo circular de Gödel o quizás a los Wormhole de la física-ficción o a la máquina de H.G. Wells a pesar de que el ingenio era más apto para viajar hacia el futuro que al pasado.

Allende la prosa cuartelera y el terrorismo verbal explícito en el título, el lector ya habrá comprendido que el artículo es un cuento de ciencia ficción -concretamente, de ciencia económica-ficción- destinado a someter ideológicamente a los lectores emocionalmente frágiles y desprotegidos científicamente amenazándolos con fielatos, tifus, películas de Pepe Isbert, cortes de pelo al cero, desnutrición, playas sin bikinis, funcionarios de bigotillo y gafas oscuras, las marconi y telefunken emitiendo la copla española a todo trapo, el pelma de Franco inaugurando pantanos los domingos en el NO-DO, aceite de ricino, engominados señoritos de Chicote, chigres sucios con papel de periódico en lugar de higiénico, suelas de zapatos agujereadas, hogares sin calefacción e incluso, Dios nos libre, plagas de piojos y pthirus pubis, vulgo ladillas, si se nos ocurriera u ocurriese abandonar el euro y entregarnos de nuevo a la rubia dictadura de la peseta, peste comparable solamente a Evita Perón ¿Creen ustedes que exagero? Ni un ápice, FVGS lo escribe bien clarito, sin adarme de sonrojo: «Europa es lo único que nos protege del peronismo».

– El europapanatismo no entiende de barreras.

Para resumir el espíritu que anima a FVGS en su cruzada europapanatas y groseramente chapucera (por comparación, el artículo de Guillermo de la Dehesa -EP, 7/06/2012, «Ocho razones para que Grecia no salga del euro»- que defiende intensamente la permanencia en el euro, resulta elegante y bien argumentado) es mejor comenzar por el final del panfleto. Que, increíble pero cierto, reza así: «Necesitamos urgentemente un nuevo (sic) Gobierno, con apoyo de todos los partidos mayoritarios (sic) y de nuestros ex presidentes, compuesto por políticos y técnicos intachables con amplios conocimientos de su cartera (sic)».

Ya ven, todo un récord: más coces que líneas.

– Cuando necesitábamos urgentemente un nuevo Gobierno era hace algunos meses, ahora ya lo tenemos y asentado en sólida mayoría;

– Se podría entender el recurso retórico a la invocación de «grandes partidos» pero el lapsus «partidos mayoritarios» es completamente novedoso en democracia toda vez que hay un partido mayoritario y el resto, minoritarios;

– Supongo que por técnicos con amplios conocimientos se refieren, verbigracia, al ex ministro de Industria -colega en la comunidad de los triunfitos Ph. D.

– que para solucionar el problema energético español recomendaba utilizar lámparas de bajo consumo e ir a la oficina sin corbata. Sí, el mismo que dijo aquello de «aquí cabemos 66 millones». Genial.

Lo afirmo en corto y por derecho con la mano en el corazón: el cacao mental del que hace gala FVGS es de nota. Tanto es así que en una entrada, empalagosa de autobombo e inmaduras justificaciones, del blog de FEDEA, otro chiringuito del Banco de España (NeG, Nada es Gratis, 6/06/2012, «Nuestros motivos y el artículo de El País») se confiesan seguidores del magisterio de Milton Friedman y Paul Samuelson. Ahora bien, ambos economistas despotricaron a gusto contra el euro. Concretamente Samuelson llegó a decir que asociarse con Alemania era como dormir con un oso.

– ¿Fuera del euro seríamos una economía cerrada y con dificultades para importar bienes?

Otro de los momentos estelares del panfleto es cuando escriben que si España saliera del euro se convertiría en «Una economía cerrada». Gemela de la Albania de Enver Hoxha, ¿presume? Por favor, señores, un poco de pudor intelectual que estamos en Europa. España, fuera del euro -con o sin cláusula opting out– no sería ninguna economía cerrada ni quedaría excluida de la ONU, ni de la OMC, ni de la OCDE, ni del CERN, ni del Roland Garros, ni del FMI, ni siquiera de la Unión Europea. Que yo sepa, GB, Dinamarca o Suecia no han quedado excluidas de la Unión Europea a pesar de estar fuera del euro. Seamos rigurosos: ni dentro del euro estamos en el cielo ni fuera en el infierno.

Pero la guinda del pastel viene ahora. Y es que cuando los economistas opinan de lo que no entienden lo normal es que caigan en dos extremos: el tecnicismo vacuo o las soflamas de barra de bar. Este último es el método expositivo por el que ha optado FVGS, trinomio que, en conciencia, debe pasarlo fatal dado que ninguno de sus términos vive en la zona euro. Evidentemente, con esos mimbres tejen unas alforjas en las que cabe de todo. Por ejemplo, esto: «(si España saliera del euro) la nueva moneda se devaluaría considerablemente (…) El pago de bienes importados sería difícil».

Veamos. El 15 de julio 2008 un euro valía 1,6038 dólares pero el 8 de junio 2012, cuando escribía este artículo, su contravalor en divisa norteamericana era 1,2455; es decir, en ese periodo ha «sufrido» una depreciación equivalente a una devaluación deslizante de más del 22%. Sin embargo, a pesar del precio del petróleo, altísimo, no vemos por parte alguna que la inflación se desbocara ni que se hubieran constatado dificultades para importar bienes. Quiere decirse, a día de hoy, que España aguantaría perfectamente una devaluación del 30% -que nos vendría de maravilla- aún teniendo en cuenta el correspondiente aumento del coste de la deuda. De hecho, si la devaluación fuese del 40% la inflación apenas sobrepasaría el 4% o 5%, dados los factores de producción actualmente subutilizados y bajo restricción de política fiscal asumible. En cinco o seis años alcanzaríamos el pleno empleo y los efectos inflacionistas subyacentes a la devaluación se habrían disuelto para entonces.

Porque creer que en cuanto llevemos a buen término la reforma bancaria y liquidemos los excedentes de construcción residencial volveremos a obtener tasas de crecimiento del 4% es una completa ilusión. El 80% del crecimiento español se basaba en el crédito -construcción, consumo y apalancamiento empresarial- en buena medida captado en el exterior. Todo ello se acabó para siempre, al menos en las magnitudes que hemos conocido. Solo fuera del euro o, mejor aún, con una moneda paralela dentro del euro, la economía española podrá optar a tasas de crecimiento susceptibles de reabsorber sustancialmente el paro, aumentar el PIB per cápita e incrementar la oferta de servicios públicos.

– Intentemos permanecer en el euro… pero no a cualquier precio.

Ocurre que estoy lejos de ser partidario de abandonar el euro -no es fácil y, en ciertos aspectos, costoso, ciertamente- pero como ya expliqué en otros artículos (por ejemplo, F de V, 27/11/2012, «Para salir de la crisis sin salir del euro: España debe emitir europesetas electrónicas») siempre y cuando se implementen mecanismos de reactivación económica verdaderamente eficaces en lugar de insustanciales paños calientes que jamás paliarán la heterogeneidad estructural y la dependencia jerarquizada de los miembros de la zona euro.

Si tuviéramos que salir del euro el modelo de banco central no debe ser ni por asomo el del BCE. El Tratado de la Unión Europea es muy claro respecto a la política monetaria (art. 105.1): «El objetivo principal del Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC) es mantener la estabilidad de precios».

Por el contrario, a la FED -que juega en EE.UU un papel similar al BCE en Europa- la Federal Reserve Act/ 1978 le asigna «el pleno empleo, la estabilidad de precios y la moderación de los tipos de interés de largo plazo» como objetivos finales. La BCE no tiene un mandato ecléctico sino jerárquico -la estabilidad de precios- al tiempo que a la FED se le confía un mandato dual con objetivos diversos que no están jerarquizados sino situados en el mismo plano. La FED goza de completa libertad para gestionar como crea más conveniente eventuales conflictos entre dichos objetivos, no siendo el caso del BCE. Por tanto, a España en este momento le convendría vitalmente estar en la sala de mandos de su propio Banco central diseñado según el modelo de la FED o del Banco de Inglaterra.

En cualquier caso, el día que termine esta pesadilla, cuando la soberbia de los eurointegristas se derrumbe frente a los hechos consumados, nadie rendirá cuentas. Bien sabemos que en España todo el mundo dispone de guardarropía oportunamente provisto de abundantes chaquetas ideológicas. Hoy se puede pertenecer al Comité central y mañana presidir la CNMV. Pero lo que resulta indignante desde cualquier punto de vista es que se impugne el derecho a salir del euro bombardeando a la gente con infumables cantamañanadas. Porque si se trata de perder los papeles y cargar las tintas confieso que no sé si aquí cabemos 66 millones, como decía el otro, pero si ponderamos rigurosamente las soflamas de algunos Ph. D. en los que estoy pensando seguro que ya no cabe ni un triunfito ni un tonto más.

*Economista y matemático

Fuente: http://www.farodevigo.es/opinion/2012/06/10/pepe-euro/655767.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.