La humanidad alcanza más de medio año promedio de confinamiento donde todavía los tenues alcances de una vacuna puedan revertir una situación casi inédita en términos fito sanitarios, psico-sociales y económico-políticos.
La detención del motor económico mundial – que viera su primer señalamiento por la dinámica recesiva previa producto de políticas de austeridad fiscal y de guerras comerciales entre polos opuestos – agrava los mismos cimientos del funcionamiento del sistema capitalista esto es la producción (“Sin producción no hay Economía “Lenin ), el consumo y la distribución del excedente en diferenciación según sea el régimen estatal en cuestión y de la presión sindical dominante.
La consecuente caída de los niveles gananciales han obstruido también los lineamientos de una reinversión o de su colocación por fuera del sistema, algo que afectaba ya de sobre manera el funcionamiento inercial en su conjunto.
El libreto neoclásico fue archivado y la política en su cara más llana intento – o intenta – enderezar el rumbo perdido con las llamadas políticas de estimulo fiscal y monetario a fin de reconstruir la rueda anteriormente señala.
No obstante ello, se percibe que los resultados o son escasos o son modestos mientras que la penuria social aumenta y la contención política/partidaria no es suficiente cuando el descredito mundial sobre la política es marcado.
Entre la despolitización global neoliberal y la acucia por solucionar los problemas de desempleo y manutención hacen de la “política “un factor innecesario o hasta molesto que no percibe el estado de necesidad o que directamente no es suficiente.
Asimismo – y no como en otras épocas quizás similares – la falta de liderazgos políticos es una moneda evidente al frotar nuestro globo terráqueo en la búsqueda de lideres que comprendan la situación vivenciada y que de allí surjan soluciones para el resto de la humanidad.
La radicalidad parece ser una palabra prohibida por lo que se “reservan” a estímulos por dentro del estatus quo que ya señala su limitación por parte de la misma población a la que es asistida.
La “globalidad “trajo aparejada la estandarización de los insumos mentales bajo un ordenado sistema cultural que impuso su dominio como único tanto dentro de sistemas educativos como de medios de comunicación masiva.
El “pensar “o pensamiento crítico quedo reservado para pequeños confines del mundo incapaces de quebrar los muros eficientemente construidos.
El entretenimiento paso a ser el nuevo modo de dominio mundial mientras que los cimientos eran en si mismos socavados por la verdadera y material realidad.
Volver atrás seria una entelequia y considerar salidas políticas anteriores casi un pretexto para no entablar una necesaria reflexión hacia un futuro que nadie puede conocer a ciencia cierta aún.
Quizás plantear que los espacios geográficos de mediano envejecimiento, alta natalidad, que a su vez cuentan con un espacio de desenvolvimiento acorde y que puedan auto sustentarse con sus propios recursos puedan dar una nueva geopolítica al interior de sí mismos y que en el plazo de dos generaciones se pueda revertir la acuciante situación por lo que se atraviesa.
Considerar que la mera resolución de lo económico dará la respuesta al problema es caer nuevamente en el mismo error – ya atravesado en décadas pasadas – de lo que se trata es de dar un salto político que enhebre el triángulo de lo Político – Económico – Cultural.
Sin la reconstrucción de un aparato cultural propio pocas esperanzas habrá sobre un parir político y sin la directriz de lo político la cuestión económica difícilmente pueda recomponerse en un terreno equilibrado en la asignación o redistribución del producto.
“El tiempo está a favor de los pequeños “( Silvio Rodríguez )
Ezequiel Beer, Geógrafo UBA, Analista Político