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Corrupción, ineficiencia y falta de claridad ideológica tienen en jaque a la revolución

¿Perdimos la ética sin darnos cuenta?

Fuentes: Rebelión

La Revolución Bolivariana es el significado de muchos años de luchas, de batallas perdidas, de torturas, asesinatos y desapariciones, de injusticias y de principalmente la descomposición de un sistema bipartidista, digo principalmente porque es la exclusión, el populismo, la desidia, el abandono y la corrupción descarada de un sector minoritario de la sociedad por sobre […]

La Revolución Bolivariana es el significado de muchos años de luchas, de batallas perdidas, de torturas, asesinatos y desapariciones, de injusticias y de principalmente la descomposición de un sistema bipartidista, digo principalmente porque es la exclusión, el populismo, la desidia, el abandono y la corrupción descarada de un sector minoritario de la sociedad por sobre la gran mayoría empobrecida y relegada, la dinamita que derrumbó la denominada y otrora todopoderosa IV república, haciendo posible la llegada al poder de un movimiento nacionalista, plagado de nuevos y experimentados liderazgos alejados en su gran mayoría de los partidos tradicionales Acción Democrática y COPEI. De no ser por este sistemático proceso de descomposición social, difícilmente habría llegado al poder una opción alterna a estos dos partidos.

Para tener una idea de los niveles de exclusión, corrupción y desidia de los últimos años de la IV república basta con revisar que tan sólo el 1,07% de la población, es decir cuatro mil familias vivían en la opulencia, el 7,09% cerca de quince mil familias vivían en relativo confort, la clase media apenas superaba el 13% de los venezolanos, el 37,6% lo representaban familias obreras que a duras penas ganaban el sueldo mínimo y el 40,34% de los venezolanos se encontraban marginados en situación de pobreza crítica (Diario El Globo 26/02/1993); Este repugnante modelo de distribución unipolarizada de la riqueza venezolana, donde banqueros, empresarios y demás ladrones de cuello blanco veían como sus ingresos crecían con la misma velocidad que se empobrecían las clases menos pudientes, a la sombra de un Estado manejado por factores corrompidos, incapaces y defensores del capital que se encontraban inmersos en la burbuja del confort, ignorando la realidad latente de las calles y de los campos venezolanos, fue, como ya se dijo, el detonante que trajo a la izquierda venezolana al poder, algo inimaginable unos años atrás, cuando los partidos opuestos a la cúpula adeco copeyana no superaban el 10% del total de votación en el mejor de los casos.

Una vez en el poder, la Revolución Bolivariana lleva a cabo una serie de políticas sociales que buscaron como primera medida garantizar la inclusión de los sectores excluidos; recurrentemente el Comandante Chávez hablaba de visibilizar al invisibilizado, es así como comienzan a florecer experiencias exitosas a lo largo y ancho del territorio venezolano: Las personas con diversidad funcional dejaron de ser «inválidos», los otrora iletrados dejaron de ser «analfabetas», los pobres dejaron de ser «indocumentados», las mujeres dejaron de ser «amas de casa» para irse a estudiar y a organizar sus comunidades, y los estudiantes de bajos recursos dejaron de tener como única opción el «INCE», nació la UBV y la UNEFA, creció la UNELLEZ y la Simón Rodríguez y las demás universidades queriendo o no ampliaron su matrícula universitaria. En general, el proceso de inclusión de los primeros diez años de Revolución fue un hecho pocas veces visto en el mundo.

Sin embargo, y a pesar de ser éste el principal logro de la Revolución, también ha sido, por la falta de coherencia ideológica, su principal enemigo. Pensar y hacer pensar que se había logrado o se estaba viviendo en Socialismo por mejorar las condiciones económicas y sociales del grueso de la población creó en el imaginario del venezolano la falsa imagen de que el sistema socialista consistía en que cada familia tuviera dos y tres neveras, cinco televisores de ultima tecnología, dos lavadoras, calentadores, aires acondicionados, carros, becas, viajes subsidiados al exterior, tablets, tarjetas de crédito, teléfonos casi regalados y otros muchos beneficios alcanzados «sólo en socialismo«, convirtiendo la compleja tarea de construir la sociedad socialista en una simple y vacía frase con una praxis política keynesiana, rentista y subsidiaria que exacerbó, en la cotidianidad familiar y colectiva, los más profundos antivalores capitalistas.

Era necesario, (urgente para este momento histórico), aclarar que el socialismo no se hace creando un estado pasivo de falso confort, mientras los medios de producción continúan en manos de grupos oligárquicos, o en el mejor de los casos, en manos de un Estado burocrático, altamente corrompido y que lo acepte o no, juega a favor de los factores hegemónicos de poder, generando en muchos casos niveles de explotación y alienación laboral superiores a los de la empresa privada. Era necesario aclarar que el socialismo no entra por los bolsillos sino por la conciencia del ser humano, era por ende, indispensable aclarar que el «buen vivir» o el «vivir viviendo«, no era una tarjeta de crédito, sino un estadio de desarrollo y paz tanto a lo interno del ser humano como con la pacha mama.

Este importante e ignorado detalle, comprendido por el Comandante Chávez en los últimos momentos de su vida cuando se identificó como marxista (después que años atrás lo había rechazado de plano), anunciado en un apocalíptico mensaje llamando a efectuar un «golpe de timón«, nos está pasando factura en estos momentos cuando la crisis no termina de llegar a su punto de quiebre, haciéndose cada día que pasa más dramática, compleja y nociva en el común de la sociedad venezolana.

Si bien este proceso de crisis dentro de la Revolución Bolivariana como movimiento político y dentro de la propia sociedad, presentaba síntomas ya alarmantes desde los primeros años de la V república, (recordemos el termino gramsciano usualmente mencionado por Chávez de la lucha entre lo viejo que no acaba de morir y lo nuevo que no acaba de nacer), es con la muerte del propio Presidente que estalla. La corrupción pública y privada, el amiguismo, el nepotismo, la usura, el acaparamiento, el desfalco a la nación, la ineptitud, el contrabando, la delincuencia, la desidia, el abandono, la mediocridad y el darwinismo social son fenómenos propios y coexistentes dentro de la sociedad capitalista, éstos se encontraban en la gran mayoría de los casos contenidos por la estrecha conexión existente entre el líder de la Revolución y el grueso de los venezolanos, no en vano Gino Gonzales en una de sus más reconocidas canciones interpreta, refiriéndose a la simbiosis Pueblo-Chávez

«Aquí en este proceso nosotros somos la leña, también somos la candela, el agua y el condimento, pero no estaría completo si faltara el Comandante, porque es el alma, el cuerpo y aliño más importante«.

Aún con el Comandante en vida pero convaleciente, se dieron evidentes muestras de improvisación, mentira y fuga de información; una vez fallecido desde la conducción de la Revolución se comenzó por calculadamente endiosarlo, mitificarlo e incluso dogmatizarlo para así justificar la nueva etapa «post Chávez«, con «demonios desatados» enriqueciéndose a nombre del socialismo y de Chávez, entregados a las complacientes propuestas de grupos empresariales tradicionales y de reciente data, para en un abrir y cerrar de ojos desbaratar la mayoría de los logros y avances de la Revolución, conduciéndonos a la enorme crisis política, económica, social y cultural que estamos viviendo, la cual podríamos resumirla como una grave crisis de ética, que resultó de no terminar de matar al sistema que estaba sucumbiendo y de, por falta de claridad ideológica, no permitir que naciera la semilla que estaba germinando.

Ante semejante error que difícilmente la historia y los pueblos de América Latina nos perdonarán, pues estamos desechando una oportunidad que, como se dijo al inicio de este artículo, ocasionó miles de muertos, desaparecidos, torturados y excluidos a lo largo de las distintas luchas de los pueblos por conquistar el poder y por demostrar que otro mundo mejor, alejado de la podredumbre del sistema capitalista, es posible, cabe la siguiente pregunta que si bien derivará indiscutiblemente en otras interrogantes, es la base para tratar de entender lo que actualmente nos ocurre como movimiento político y como sociedad ¿En qué momento perdimos la ética sin darnos cuenta?.

Si la Revolución Bolivariana como movimiento que germinó de las luchas populares, del calor del pueblo y de la verdad histórica de que la razón está del lado de quienes creemos en un mundo de iguales; si los revolucionarios estamos plenamente convencidos de nuestro papel ante la historia; si sabemos que la principal lucha es la ideológica; si creemos e incluso promovemos la batalla de ideas; si el corroído sistema capitalista con su variante neoliberal es un sistema absolutamente indefendible tanto en lo ideológico como en lo cuantitativo; si entendemos y comprendemos que «la única lucha que se pierde es la que se abandona», ¿cómo explicar entonces en qué momento pasamos de la acción a la reacción sin siquiera darnos cuenta?, ¿En qué momento dejamos de mostrar nuestros aciertos para estar pendientes de los desaciertos de la derecha?, ¿Por qué permitimos que nuestro discurso se base en argumentar que nosotros somos malos pero que la derecha es peor?, ¿Por qué darle tan mal tratamiento a noticias como la recién ocurrida en Tumeremo?, ¿Por qué esperar que sea la derecha quien ponga la agenda mediática sobre la mesa para luego replicar?.

Si los procesos revolucionarios deben permanentemente evaluarse; si éstos deben estar colmados de objetividad y raciocinio; si ser revolucionario es ser, como permanentemente lo decía el propio Chávez, Radical, yendo y analizando la raíz del problema; si la crítica y autocritica son procesos esenciales; si sabíamos que no todos los que dicen ser «Hijos» de Chávez lo son; si «decir la verdad es un acto revolucionario«, ¿Cómo explicar que por arrogancia satanizamos a quienes no le decían «amen» a todas las desviaciones que desde los distintos niveles de gobierno se hacían?, ¿Por qué atacar y vilipendiar al crítico revolucionario pero recibir con los brazos abiertos al «salta talanquera» de derecha?.

Si Chávez murió amado por su pueblo, con colas interminables de gente; si su voz y su ejemplo recorrieron el mundo entero; si entre tantas acusaciones falsas que le hicieron (dictador, loco, santero, violador de derechos humanos, financiador de terrorismo, entre otras) jamás pudieron acusarlo de corrupto; si Chávez es y representa las luchas de Miranda, Bolívar, José Tomas Boves, Ezequiel Zamora y Alí Primera; si Chávez es y representa las luchas de los descalzos, los negros, los indios, los pata en el suelo, los «ninguneados«, ¿Por qué permitimos que ser chavista dejará de ser, ante el común de la gente, símbolo de humildad, para convertirse en un abrir y cerrar de ojos en símbolo de amiguismo, corrupción, nepotismo y charlatanería?, ¿Por qué dejamos que eso pasara si seguro estoy que la gran mayoría de los revolucionarios somos honestos de corazón y militantes por convicción?.

Si gracias a Chávez nació la unión pueblo-fuerza armada; si los de a pie dejamos de verlos como un cuerpo represivo al servicio de las elites que gobernaban Venezuela; si con el despertar del pueblo despertó buena parte de los mandos medios y bajos de la FANB; si interminables veces trabajaron de la mano y como una sola fuerza comunidades enteras con Soldados, Tenientes, Coroneles y hasta Generales; si los cuarteles están plagados de jóvenes de barrio honestos y trabajadores, ¿En qué momento la Fuerza Armada Nacional Bolivariana perdió el reconocimiento que tenia ante el pueblo?.

Si afirmamos que le eficacia y la eficiencia no pueden estar reñidas con la Revolución; si sabemos que en el socialismo no entra la mediocridad; si estamos obligados a no fallar para no darle herramientas a la contrarevolución; si Chávez dio su vida por no frenar el avance de este proceso histórico; si Ernesto Guevara nos advirtió que «El socialismo es la ciencia del ejemplo«, ¿Porqué premiamos la ineptitud?, ¿Por qué no hemos sido capaces de deslastrarnos de personajes que le hacen un daño inmenso e irreparable a la Revolución?, ¿Por qué no hemos sido capaces de colocar tras las rejas a los bandidos que desde este lado de la acera se han hecho multimillonarios a costa del sacrificio y la necesidad de un pueblo?.

Si promovimos la democracia participativa y protagónica; si defendimos la Constitución cuando estuvo en peligro aquel nefasto 11, 12 y 13 de abril; si llegamos al poder producto de la exclusión que generó la IV república; si decimos pretender construir el socialismo; si argumentamos que el capitalismo es excluyente, ¿Cómo es que pretendemos refundar la patria con los vicios de la IV república?, ¿Cómo procuramos construir socialismo con exclusión?, ¿Cómo pretendemos incrementar los 5,8 millones de votos de las últimas elecciones cuando exigimos que los subsidios, alimentos, beneficios y becas que distribuye el Gobierno venezolano sean sólo para un pequeño puñado de personas?, ¿Cómo decimos defender la democracia participativa y protagónica si cohibimos a los ciudadanos y ciudadanas no afectas a la Revolución al momento de integrar una comuna o un consejo comunal?, ¿Por qué si permitimos que un burócrata pintado de rojo presida una institución, una gerencia o peor aun un ministerio?.

Si esta Revolución nació en las calles de los sectores populares; si esta Revolución nació en las zonas rurales junto al campesino; si la conexión Chávez-pueblo era elemental mantenerla; si el grueso de la masa revolucionaria se encontraba en los barrios, las aldeas y los caseríos; si las calles son del pueblo y no de la burguesía, ¿Por qué perdimos la calle?, ¿En qué momento perdimos la conexión con el pueblo sin siquiera darnos cuenta?, ¿Por qué la dirigencia del Ministerio de Alimentación y de la SUNDDE se encerraron en una oficina a dictar decretos totalmente alejados de la realidad sobre alimentos de primera necesidad?, ¿Por qué no hemos sido capaces de explicar eso que llaman «guerra económica«?, ¿Por qué si es una guerra le continúan dando dólares preferenciales a los grupos oligárquicos para que hagan fiesta con el bolsillo y la necesidad del pueblo?, ¿Por qué en vez de anunciar beneficios para los grupos de poder no nos la jugamos con el pueblo?.

Si Chávez no enseñó que la patria era de todos; si de igual forma aprendimos que PDVSA nos pertenecía; si supimos que teníamos debajo de nuestro suelo miles de millones de barriles de petróleo; si supimos que contamos con trillones de pies cúbicos de gas; si Chávez nos dijo que tenemos enormes reservas de tantalio, de coltan y de oro; si nos dijeron que los militares regresarían a sus cuarteles, ¿Por qué permitimos que se forme una empresa militar para la extracción de petróleo y demás minerales?, ¿En qué nivel de letargo nos encontramos para permitir que la transnacional Gold Reserve venga a saquear nuestras riquezas minerales dejando daños irreversibles a nuestro ecosistema?.

Si el socialismo se hace en las calles; si los problemas hay que vivirlos y padecerlos frente al pueblo; si en tiempos de crisis el pueblo espera respuestas mediatas e inmediatas que le aporten soluciones efectivas ante las penurias que se viven; si la mejor forma de decir es hacer, ¿Por qué encerrarnos en una burbuja llamada twitter?, ¿Por qué el PSUV le da tanta importancia a «etiquetas«, mega twiteos y demás?, ¿Por qué nuestra dirigencia de forma errada ve como un «logro de la Revolución» que seamos «tendencia» nacional, mundial o interplanetaria?, ¿Acaso eso le importa a la gran mayoría de los venezolanos que diariamente hacen colas para adquirir alimentos y medicinas?, ¿No sería mejor hacer la gestión de gobierno desde la calle?, ¿No sería mejor conectarse con la realidad del pueblo que esperar que el pueblo se conecte con la «realidad» del partido?.

Por último, consciente de que faltan cientos de preguntas más por realizar, es necesario que retomemos la senda del triunfo, la crisis ética que vivimos en este momento nos lleva como revolucionarios a saberla interpretar para, a partir de ella, generar estrategias que conduzcan a realizar acciones y argumentos cónsonos con las exigencias del pueblo, el Comandante Chávez como excelente estratega sacó a relucir sus mejores decisiones en los momentos más difíciles. Es tarea del grueso de los revolucionarios, esos que sin titubear creemos en el socialismo, esos que apoyamos esta causa por convicción y no por condición, esos que no le decimos «amen» a todo lo que desde el alto gobierno se hace, asumir posturas revolucionarias, radicales y alejadas de los vicios de antes y de ahora que en definitiva son los mismos.

Oscar Javier Forero  es economista social e investigador.

@oscar_forero83

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.