Los mercados financieros mundiales se han comportado como un enfermo de malaria, con estallidos de fiebre muy alta, alternados con temblores helados. La semana pasada sufrieron otra serie de altibajos y las medidas adoptadas hasta ahora tal vez no sean suficientes para detener la turbulencia. Los bancos centrales continuaron tratando de calmarlos con más inyecciones […]
Los mercados financieros mundiales se han comportado como un enfermo de malaria, con estallidos de fiebre muy alta, alternados con temblores helados.
La semana pasada sufrieron otra serie de altibajos y las medidas adoptadas hasta ahora tal vez no sean suficientes para detener la turbulencia. Los bancos centrales continuaron tratando de calmarlos con más inyecciones de fondos y, finalmente, con una reducción importante en la tasa de interés en Estados Unidos.
La semana había comenzado bastante bien, con ganancias en la mayoría de los mercados después de las inyecciones de fondos que hicieron los bancos centrales de Europa, Estados Unidos y Japón en sus sistemas bancarios. Pero los sacudones volvieron frente a más malas noticias de pérdidas en algunas empresas. El martes y miércoles volvieron a caer las acciones en Wall Street.
Esto fue el preludio del golpe del jueves, cuando el pánico se propagó por toda Asia y los precios de las acciones se desplomaron por segundo día: los índices accionarios cayeron siete por ciento en Corea del Sur, seis en Filipinas e Indonesia, 3,7 en Singapur y 3,5 en Malasia. Europa también sufrió: el índice de Londres cayó cuatro por ciento. Y el viernes fue otro mal día para Asia: el índice de Kuala Lumpur cerró 1,5 por ciento más bajo y hubo caídas de 5,4 por ciento en Japón, 3,1 en Corea del Sur y 2,3 en China.
Luego llegó la noticia de que la Reserva Federal de Estados Unidos aplicaba la medida de emergencia de reducir su tasa de descuento (la tasa a la cual le presta a los bancos) en 0,5 puntos, llegando a 5,75 por ciento. Como esto bajará el costo de los préstamos, fueron buenas noticias para los mercados.
La medida llegó demasiado tarde para revivir a Asia, pero sirvió para despejar a Europa el viernes (el índice de Londres aumentó 3,5 por ciento y el de Alemania 1,5) y a Estados Unidos (el índice Dow Jones cerró 1,8 por ciento más alto).
La turbulencia de la semana pasada se produjo en parte por más malas noticias. Un organismo calificador informó que el mayor prestamista hipotecario de Estados Unidos, Countrywide Financial, enfrentaba una posible bancarrota, la firma KKR Financial reveló que podía perder hasta 250 millones de dólares debido a la crisis hipotecaria, un fondo de cobertura de Goldman Sachs perdió 1.800 millones de dólares y necesitó un rescate interno, y un fondo de cobertura australiano, Basis Capital, con mil millones de dólares, reveló que había perdido el ochenta por ciento de sus valores.
¿Durará el efecto apaciguador que tuvo la reducción de los intereses en Estados Unidos? La mayoría de los analistas creen que los problemas son tan graves que las medidas de los bancos centrales, tales como inyectar fondos al sistema y reducir las tasas de interés, pueden calmar durante algunos días, pero los temores volverán a acicatear a los mercados.
Un problema grave es que los efectos se han esparcido mucho más allá de las instituciones directamente afectadas por las pérdidas causadas por los mercados de hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos.
Como los inversionistas no saben cuáles son las instituciones que están en problemas, hay una pérdida general de confianza y una creciente tendencia a retirar el dinero colocado en fondos de capital y de cobertura. A medida que los fondos deben responder en sus países de origen a estos retiros de los inversores, sacan a su vez el dinero de las inversiones realizadas por ellos en el exterior, por ejemplo en los mercados accionarios de Asia. Otra complicación es la «desarticulación» del carry trade, una operación financiera que consiste en tomar préstamos en monedas de interés bajo, como el yen japonés, para colocar o prestar en monedas de países con tasas de interés más altas.
La crisis actual ha incrementado el valor del yen, reduciendo o suprimiendo la ventaja del carry trade, pues la diferencia de las tasas de interés es menor y gran parte de lo obtenido en la operación se gasta en comprar nuevamente yenes para pagar los préstamos asumidos en dicha moneda.
«El carry trade, especialmente el que utiliza el yen, ha sido una gigantesca fuente de financiación para el comercio especulativo en distintas clases de acciones», revela un artículo del Financial Times. Pero ahora el yen aumenta a medida que los especuladores sacan sus apuestas de la mesa. «De golpe, el carry trade es amenazador», sentenció un analista financiero. A medida que el carry trade del yen se desarticula y crece la demanda de yenes para reembolsar los préstamos, aumenta aún más el valor de la moneda japonesa, lo que a su vez vuelve más urgente el proceso. A esos factores seguramente responde en gran medida la venta de acciones en por lo menos algunos de los mercados de acciones asiáticos.
Un artículo del International Herald Tribune expresó que «la volatilidad del mercado, creada por la desarticulación de las transacciones carry trade, que afectó acciones de todo tipo, es algo de lo que la mayoría de la gente puede prescindir». Y se alimenta a sí misma: la volatilidad de los tipos cambiarios aumenta el riesgo de los préstamos baratos en yenes.
«Gran parte de la caída de los mercados es resultado de ventas forzadas. Cuando los inversionistas pierden dinero, comienzan a recobrar el efectivo invertido en los fondos, forzando a los gerentes a vender acciones aun cuando no crean que eso es lo más conveniente», agrega el artículo. «La caída de los precios de las acciones obliga a muchos agentes de bolsa a pedirles a los inversionistas que depositen más efectivo, lo que provoca que más inversionistas vendan sus activos para recaudar efectivo. Todas estas ventas exacerban el ritmo de la caída, creando un círculo vicioso en el que el aumento de las ventas trae aparejado más ventas».
Muchos países asiáticos tienen economías sólidas, pocas empresas locales están expuestas directamente a los mercados de riesgo de Estados Unidos y los bancos están en buenas condiciones. Por todo esto, si la crisis actual afectara solo a la esfera de los involucrados en el mercado subprime (de alto riesgo), sus efectos adversos no deberían afectarlos.
Pero actualmente hay tal grado de interdependencia entre diferentes tipos de mercados y entre diferentes instituciones financieras y empresas, vinculadas a través de numerosas capas de exposición, tipos de instrumentos financieros y fondos de cobertura y especulativos, que Asia también siente los impactos secundarios adversos de la crisis.
Los altibajos de los mercados financieros continuarán como una montaña rusa la semana que viene y en el futuro previsible.
Martin Khor es director de Third World Network (TWN).