A corto plazo la economía capitalista se encuentra en dificultades que ya han sido analizadas por diferentes economistas y científicos sociales, dificultades que muy pronto podrían agravarse, probablemente una gran crisis estallará entre 2016 y 2026. En el mediano plazo es probable que la economía capitalista se recupere y las relaciones geopolíticas y geoeconómicas se […]
A corto plazo la economía capitalista se encuentra en dificultades que ya han sido analizadas por diferentes economistas y científicos sociales, dificultades que muy pronto podrían agravarse, probablemente una gran crisis estallará entre 2016 y 2026. En el mediano plazo es probable que la economía capitalista se recupere y las relaciones geopolíticas y geoeconómicas se modifiquen de modo importante, del orden hegemónico estadounidense pasaremos a una suerte de mapa geopolítico/económico multipolar con una preeminencia de oriente Pacífico (China/Japón/Corea). Mientras que en el largo plazo el sistema capitalista se extinguirá y dará paso a un nuevo sistema con todas facetas: infraestructura, estructura y superestructura.
En el artículo que sigue, realizaremos una serie de suposiciones sobre el futuro del sistema en tres diferentes marcos cronológicos, el primero desde 2016 a 2026, el segundo desde 2016 a 2050-70. Y el tercero hasta un punto entre 2050 y 2150. En otras palabras, el análisis estará dado tanto en el corto, como mediano y largo plazo a futuro.
LA ECONOMÍA CAPITALISTA: PERSPECTIVAS A CORTO PLAZO (2016 – 2026)
Como ya se afirmó, en el corto plazo la economía capitalista se encuentra en serias dificultades las cuales generarán muy probablemente durante la próxima década una crisis por lo menos tan o más profunda que la vivida en 2008.
La situación que tenemos es la siguiente;
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A pesar de que el crecimiento económico en las economías avanzadas haya regresado, la inversión se mantiene débil tanto en Europa como en Estados Unidos, y estancada en Japón. En 2008 la inversión en capital fijo en Estados Unidos fue de 21% del PIB mientras que en 2015 fue del 19.6%. En la UE – 15 la inversión en capital fijo fue del 22% del PIB en 2008 mientras que en 2015 esta representó el 19%. Por último, en Japón, la inversión en capital fijo pasó del 22% en 2008 al 21% en 2015. Esto se contrasta con el crecimiento económico presentado desde 2013 hasta el presente: Estados Unidos creció un 1.6% en 2013, un 2.3% en 2014 y un 2.5% en 2015. Mientras tanto la UE presentó un crecimiento ascendente de un 2% en 2015 y uno proyectado en 1.6% en 2016.
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Sumado a lo anterior, se ve una pobre recuperación del empleo, en la UE se mantendrá durante el presente año en un 10.8%, una recuperación muy pobre en relación al 12% de pico que tuvo la economía durante el 2013. En Estados Unidos la tasa de desempleo se mantiene en un 5.2% en 2015, sin embargo, la tasa de población activa pasó del 64.9% en 2008 al 62.4% en 2014, lo que significa que un porcentaje menor de la población hoy en día se encuentra trabajando. En otras palabras, tanto en Europa como en Estados Unidos la recuperación económica no ha ido acompañada de una creación de trabajo de igual proporción.
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Europa sigue, a pesar de su leve alza de crecimiento, muy cerca del enfriamiento económico. El Banco Central Europeo mantiene la tasa de interés en un 0%. El empleo, como ya mencionamos, no se recupera a ritmo acelerado. Las economías europeas no han parado de endeudarse, si en 2008 la deuda de las sociedades financiera representó un 213% del PIB de la UE, en 2013 esta ya representaba un 258%, y la tendencia sigue al alza en la actualidad. La inflación por su parte sigue rayando peligrosamente cerca del 0%, en 2015 esta cerró en 0.033% y en 2016 el FMI proyecta un 0.278%.
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China , la gran locomotora del mundo durante lo que va del siglo XXI, ha visto su actividad económica reducida, si en 2010 crecía un 11%, en 2015 su crecimiento se redujo a un 7% y a un 6% en lo proyectado para este año. A pesar de que su crecimiento sea envidia para buena parte de las economías avanzadas, no deja de ser significativo la reducción de éste. En este momento China se encuentra en una encrucijada económica: está viviendo un proceso de sobreinversión y caída de rentabilidad empresarial, un claro proceso de sobreacumulación capitalista. Citando datos del NBS y HSBC, la rentabilidad de capital en China pasó de cerca de un 25% en 2008 a menos de un 15% en la actualidad. En un intento por revitalizar la acumulación, el gobierno chino incentivó la financiación de empresas mediante la adquisición de acciones, pero el mercado bursátil muchas veces puede autonomizarse y tender a escaparse de la lógica presentada por los beneficios empresariales, y en tal caso nos encontramos frente a una clara burbuja bursátil, un antecedente que nos sirve como ejemplo fueron las caídas de la bolsa de Shangai en julio de 2015. El índice Price/Earning para la bolsa de Shangai cerró en 45 a inicios del 2016 mientras que S&P supera por poco los 20.
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Brasil, Turquía y Rusia se encuentran en serias dificultades coyunturales. La tasa de actividad económica se ha reducido, Brasil y Rusia entraron en recesión. Turquía vio reducir su crecimiento de más del 9% en 2010 a un 3.9% en 2015 y un proyectado 3.2% durante el presente año. En general los vaivenes del mercado internacional, la reducción de la demanda y las consecuentes caídas de los precios de materias primas ha llevado a un deterioro en sus condiciones económicas. Sus monedas han estado entre las más devaluadas durante el 2015, lo que les ha significado también una caída en las inversiones y un giro a la inversa en el ahorro en la moneda nacional.
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América Latina se verá directamente afectada por estos sucesos económicos. La reducción de la actividad económica china implicará una caída de su demanda por materias primas (metales, crudo y productos agrarios), esto se traduce en la reducción de su precio, lo que trae consigo aparejado una reducción en los márgenes de ganancia y un debilitamiento de las cuentas corrientes y de capital, por lo que deberán de hacer uso de sus reservas internacionales o del endeudamiento externo. Por supuesto ambas opciones no pueden ser solución eterna, y ya tenemos casos como el venezolano donde la reducción de los precios del petróleo ha provocado una grave estanflación. Países como Perú, Chile o Colombia no se han visto tan perjudicados pues todavía tienen un margen de endeudamiento externo, esto quedará en cuestionamiento durante los próximos años si las tasas de interés internacional, como es lógico en medio de una recesión, se dispararán como a fines de la década de los 70.
A lo anterior se agrega la delicada situación financiera internacional a nivel mundial. La atención está puesta en el Deutsche Bank, cuyas acciones en lo que va del año han caído un 45%. Su ratio TIER 1 se ha reducido cerca los límites establecidos por Basilea III. 6800 millones de euros perdió en 2015. Sus problemas han llegado a tal situación que se propone no solo despedir a 9000 trabajadores, sino que además ha suspendido el pago de dividendos durante 2 años. Hablamos de un banco con importancia mundial cuyos activos se contabilizan en 1.6 billones de euros.
La situación del resto de los bancos en Europa y Estados Unidos -aunque no es tan negativa- también resulta poco prometedora, según la autoridad Bancaria Europea los créditos malos que tienen los bancos europeos suma un total de un billón de euros. Los créditos non performingllegan a un 6% de sus préstamos y un 3% en Estados Unidos, caso llamativo es el italiano donde estos representan un 18% de los préstamos.
Por último, la importante reducción de la tasa de interés del Banco Central Europeo al 0% ha provocado una serie de consecuencias: por una parte, la banca privada ha visto más presiones sobre su rentabilidad y sobre sus márgenes de beneficio; por otra, ha provocado mediante su estrategia del QantitativeEasing, una acusada reducción en la rentabilidad de los bonos soberanos y activos de renta fija, con un incremento en su precio tasado en el mercado. El precio de estos bonos es inversamente proporcional a la rentabilidad misma que presentan, con una rentabilidad cercana al 0%, o incluso negativa como sucedió en países como Alemania, los actores han visto en estos una forma de resguardar su capital mediante la especulación. Mientras quienes emiten estos bonos pueden financiarse a un precio determinado, quienes los compran a pesar de tener una rentabilidad baja, nula o negativa, pueden esperar un sector seguro donde atesorar sus fondos, a la vez que pueden buscar vender los bonos conforme su precio vaya en incremento. El problema es que con una tasa de interés fijada por el BCE en torno al 0%, ya poco más se puede reducir, y lo que queda es que sus intereses por alguna coyuntura, asciendan. En tal situación el precio de dichos bonos también ha entrado a jugar parte de una burbuja, pues su elevado precio solo se mantiene sostenido por una política de emisión monetaria y reducción de tasas de interés por parte del BCE. Se estima que un leve incremento en los tipos de interés podría provocar pérdidas de al menos 200.000 millones de dólares, ya que los fondos con rentabilidades negativas acumulan más de 10 billones de dólares, por lo que la pérdida podría ser bastante superior.
Todo este problema se reduce a que estamos operando como sistema en el típico caso de Plétora del capital. Es que la débil inversión en las economías, el incremento de la tasa de beneficios en Estados Unidos, gran liquidez, bajas tasas de interés, son las características fundamentales de este tipo de sucesos. Según Marx una plétora del capital podía darse una vez superada una crisis, cuando el capital financiero se halla inactivo y en abundancia y la actividad económica industrial no se ha recuperado. En otras palabras, cuando hay una abundancia de dinero en relación a la actividad y su demanda. En este sentido el exceso de dinero no va destinado al ciclo acumulativo capitalista.
Si la plusvalía no se invierte hay dos posibilidades: i) la primera es que sea atesorada, lo cual provocaría un enfriamiento económico o en su debido caso, una recesión o estancamiento; ii) la segunda posibilidad es que la plusvalía que no va a la producción se vuelque a los mercados financieros y bursátiles, dando paso al incremento en el precio de activos (acciones, bonos soberanos, renta fija en general, propiedades inmobiliarias), precio que no guarda relación objetiva con la producción y ganancia de tales propiedades. Esto es lo que refleja el índice P/E y que muestra claros indicios de burbujas en mercados accionarios como el ya mencionado caso chino, por ejemplo.
En síntesis, la economía capitalista se encuentra en una frágil situación con Europa y Japón estancados, Estados Unidos con una débil inversión, los países del BRIC en recesión o en proceso de estancarse -con la salvada excepción de India- y China con una tendencia a la sobreacumulación empresarial y a las burbujas bursátiles. Con una banca sobreapalancada tanto en Europa como en Estados Unidos, el clima apunta a que se viene una tormenta; la crisis podría desatarse en cualquier momento dado a la volatilidad a la que estamos expuestos, podría provenir desde cualquier horizonte, y es que en el contexto mundial sobran los candidatos: los conflictos en oriente medio con Siria como foco de atención, la inestabilidad en Ucrania, la crisis en Venezuela y su implicancia sobre el petróleo, la situación en Grecia, el Brexit británico, Etc. Lo cierto es que un evento detonará el efecto dominó que llevará a una crisis tan o más aguda que la desatada en 2008/9 en Estados Unidos.
Dentro de los próximos 10 años habrá muchísimas quiebras, muchos países entrarán en recesión y -como sucede en Venezuela- habrá crisis interna con panoramas tan o más graves como el que hoy enfrenta el gobierno de Maduro, muy probablemente la clase obrera tendrá que soportar más vejámenes y pérdida de sus derechos, mermando conforme se apliquen las reformas su ingreso y estándar de vida. La pobreza y concentración del ingreso se fortalecerá, la tendencia será la polarización absoluta de clases sociales. En esta proyección podemos vislumbrar más conflicto social, descontento y caída de la popularidad de los presidentes y primer ministro. La ciudadanía se verá limitada a tres grandes opciones para designar a su próximo gobierno: la primera opción es la clásica liberal, es decir el binomio de izquierda – derecha que mantiene el poder en los países de Europa occidental, Estados Unidos y buena parte de América, o una de las dos opciones que se salen de ese marco clásico, la izquierda populista a la Podemos/Syriza, o la ultraderecha al estilo del Frente Nacional francés. Frente a esas tres opciones, los capitalistas apostarán por una serie de estrategia para comprar, sobornar, coartar o presionar a dichos gobiernos para que se actúe en conformidad de sus intereses.
Los próximos 10 años probablemente serán muy tumultuosos.
LA ECONOMÍA CAPITALISTA: PERSPECTIVAS A MEDIANO PLAZO (2016 – 2050/2070)
El comportamiento de la economía capitalista durante el próximo medio siglo se dará, como pienso, en virtud de una serie de vectores.
El primer vector será el comportamiento de la economía capitalista a partir del año 2026. En este sentido tenemos que considerar que partimos desde un punto en el que la economía, entre 2016 y 2026, vivió una crisis económica cuyo impacto se fijará entre la crisis de 2008 en su punto bajo, y la de 1929 en su punto más alto. Luego de que esta crisis se desate, vendrán los ajustes internos de la economía para que los capitalistas retomen la dinámica de acumulación de capital. Probablemente en un lugar antes de 2035 (todo dependerá de cuándo se desate la próxima crisis y cuánto tome su recuperación, si en el más tardío de los casos dentro de mi hipótesis esta se desata hacia mediados de la próxima década, entonces esta se superaría en un plazo de 5 a 10 años) la economía recuperará su dinámica y, es posible que esta tendencia se dé a nivel global sin mayores desviaciones regionales o locales.
Hacia 2035 la situación económica mundial tendrá tres elementos claves que potenciarán el crecimiento económico:
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La situación de la clase trabajadora será, en ese entonces, peor que antes de la crisis mencionada. Quizás los trabajadores de los países con economías avanzadas todavía vivan con un nivel de salarios inferior que el de sus abuelos o bisabuelos durante los años de la década de 1970 y 1980. Este punto es central, pues los capitalistas van a apostar sus esfuerzos por reducir los salarios de la clase trabajadora y así lograr un incremento en la tasa de plusvalía y ganancia.
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Los países del centro económico habrán acabado lo medular de la desinversión industrial en las áreas menos pioneras de la economía. Esto quiere decir que las áreas otrora más rentables, paulatinamente irán siendo absorbidas por las zonas de la semiperiferia y periferia capitalista. Los sectores de la siderurgia, automovilística, química, electrónica, terminarán de ser relocalizados (el proceso ya se inició, no es nuevo) en Estados con una fuerza económica intermedia, con una mano de obra medianamente cualificada, abundante y sobre todo barata: Brasil, Rusia, Turquía, India e Irán podrían representar los candidatos ideales para este objetivo, emulando el «milagro chino» de inicios de siglo, y de los «dragones asiáticos» de fines del siglo XX. Este proceso a su vez potenciará la proletarización de las clases trabajadoras conforme la inversión gire hacia las regiones de América Latina, África y el Centro y Sudeste asiático.
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Hacia mediados de la década de los años de 2030, la economía mundial habrá encontrado nuevos productos pioneros que ofertar. Esto formaría parte del comportamiento cíclico y general del capitalismo durante los últimos 5 siglos, cada vez que los otrora productos pioneros van perdiendo preeminencia, se terminan desarrollando nuevos productos que monopolizar, estos productos no solo deben estar ideados, sino que además su costo de producción debe llegar a ser lo suficientemente elevado para que reporte beneficios a los empresarios, y lo suficientemente bajo para que exista una demanda suficiente a su producción. En 2035 los sectores de los microprocesadores, ingeniería genética, informática, tecnología en energía alternativa no convencional, la robótica, pueden ya haber acabado esta transición y formar parte de las exportaciones de punta de las economías más avanzadas.
Supongamos que la delantera tecnológica se centra en el este asiático, hoy Japón es el país con más patentes otorgadas y solicitadas por año en el mundo, a la vez es el tercer país de la OCDE con mayor gasto en I&D en relación al PIB con un 3.5%, por sobre Estados Unidos que registra poco más del 2.5%. China por su parte ha registrado un crecimiento acelerado durante el último tercio de siglo, proceso igualmente acelerado en relación a su industrialización, tecnologización y desarrollo en aspectos tan importantes como la investigación y la ciencia. De aquí a 2035 China habrá superado a Estados Unidos como la primera potencia económica, de hecho, ya es superior (datos del FMI) en lo que respecta a PIB PPP desde el año 2014. El PIB PPP es otra forma para calcular el PIB de una economía, la diferencia es que, en lugar de usar el tipo de cambio nominal para estandarizar el cálculo, se usa la capacidad adquisitiva en relación a una canasta de productos estandarizada, por lo que este último obvia problemas como la volatilidad de los tipos de cambio, siendo además mucho más certero en el mediano plazo. Es por eso que el PIB PPP es, en plazos de 15 – 20 años, más representativo que el PIB nominal, y es por eso que ciertamente China ya es la primera potencia económica, de hecho, lo que sostiene a Estados Unidos como primera potencia económica en términos nominales es el dólar como reserva internacional más que su delantera tecnológica.
Con respecto a esto último, de aquí al 2035 Estados Unidos habrá dejado su puesto como primera potencia hegemónica. El papel del dólar como reserva internacional solo se mantiene porque no existe una divisa que sea segura y que tenga un poder adquisitivo considerable -tanto el euro como el yen o el yuan tienen sus propios problemas-, pero eventualmente eso sería superado ya que el gran problema de la economía norteamericana es su endémica balanza de pagos deficitaria, lo que la ha hecho dependiente del crédito internacional. Endeudarse hasta el infinito no es posible, pero Estados Unidos lo hace pues mientras paguen sus deudas en dólar, y sean ellos quienes emiten dólares, pueden tener el lujo de pagar sus deudas en la misma moneda que emiten. Por supuesto los principales afectados son todos los actores económicos que ahorran en dólares, y en directa relación a su deseo por atesorar en otra cartera de divisas (algo que ya está sucediendo), erigirán un sucesor a la moneda norteamericana.
Si el dólar pierde su posición, inevitablemente la economía estadounidense se devaluará, en pocos años la devaluación del dólar se reflejará en la contabilidad internacional. El PIB nominal estadounidense pasará a ocupar el segundo lugar y el chino el primero (si es que ya no lo ocupaba, en tal caso el distanciamiento sería todavía mayor).
Entonces, con China y Japón en la primacía económica, Estados Unidos decayendo a un segundo puesto, ¿qué pasará con la Unión Europea? La posición de la Unión Europea dependerá de su capacidad interna de aquí a 20 años en el futuro para corregir cada uno de los problemas internos vinculados a su propia constitución. El principal problema de la UE es que homologó a unos países a un mismo tipo de cambio (el euro) sin un gobierno fiscal que diera el balance. Así, con países como Grecia o Portugal con niveles de productividad muy reducidos en comparación a Alemania, acumularon décadas de déficit por cuenta corriente compensados con inversión y deuda por parte de los capitales alemanes, franceses e ingleses. Esta relación económica terminó mostrándose sumamente crítica desde 2010. Si la unión desea mantenerse, con euro incluido, entonces lo que se debe implementar es un gobierno único (cuya elección no defino) con fiscalidad y gasto público para toda la unión, tal y como sucede hoy con Estados Unidos donde los Estados con problemas de fiscalidad son financiados por el Estado federal. La otra opción es que los partidarios de soluciones como el Brexit se fortalezcan y terminen provocando una regresión del proceso y eventualmente, la UE termine desapareciendo o viendo disminuida su tamaño.
Puede que dentro de 20 años haya algunos países que se resten al proyecto comunitario europeo. Quizás Gran Bretaña o Grecia dejen el proyecto. Yo lo veo poco probable, y es más factible que durante los próximos 20 años muchos europeos dejen de ver con tanto interés dicha posibilidad una vez que se percaten que los primeros países en dejar el proyecto, no superan los problemas de raíz capitalista y que para ello deben de seguir intensificando la pauperización de las clases trabajadoras. Estimo por su parte, que una Unión Europea con Alemania, Francia y Rusia fuertemente aunadas, más Italia y España representarían una importante potencia económica. A lo que se podría agregar Bélgica, Holanda, Dinamarca y otros países que hoy forman parte. Sin embargo, más allá del número de candidatos, lo fundamental es el grado de unión. Un gobierno único sería un gran paso, gobierno que entre en funciones con un gasto fiscal propio a los de un Estado supranacional. Pero a la vez, y de cara a las necesidades geopolíticas, la creación de unas FFAA netamente europeas serían el otro gran paso.
De lograrse ambos, tanto el gobierno común y las FFAA europeas, la UE se convertirá en una potencia no solo económica, sino que también política y militar con un peso tan relevante como Estados Unidos y capaz de sopesar el actuar chino. Si no es así, y la tendencia de los partidarios a las salidas tipo Brexit se hace mayoritaria, Europa solo será un continente con una serie de países cada vez menos relevantes en la arena internacional opacados por la dinámica china, japonesa y estadounidense.
La situación de los países del sur también dependerá de una serie de factores. Probablemente como ya mencioné, India, Turquía, Brasil, Irán y México formen parte de las nuevas potencias industrializadas. Su economía basará su crecimiento posterior a 2035 en base la atracción de inversiones internacionales desde los Estados centrales (Estados Unidos, China, Japón y la Unión Europea). Económicamente no serán los países más avanzados, pero estarán en una posición intermedia entre lo que es el centro y la periferia, tal y como lo era Corea del Sur durante los 80. También potenciarán la demanda mundial por materias primas y productos altamente elaborados, por lo que buena parte del crecimiento mundial se deberá al vaivén de esos países.
Estos países para avanzar hacia una industrialización exitosa deben de garantizar una amplia población relativamente barata, manteniendo salarios bastante más reducidos que los salarios de los países económicamente avanzados. Dentro de este ejército de trabajadores deberán tener una minoría importante de trabajadores cualificados para poder operar la tecnología proveniente desde los países desarrollados. Y por supuesto, deberán tener estructuras de seguridad estatal firmemente consolidadas para así evitar el desorden interno y la confusión social. En definitiva, deberán apostar por ser Estados corporativistas o cercanos a ello, con sistemas educativos públicos con la suficiente cobertura para no tener que depender del conocimiento ajeno de mandos medios en empresas internacionales, y con una fuerza laboral obediente que no genere problemas en las cadenas productivas y comercializadoras. Tales condiciones, más la conexión a mercados potencialmente importantes, sobre todo si se trata de mercados internos (una gran población), les aseguraría a esos candidatos una industrialización exitosa.
Por su parte, la industrialización de esta nueva región semiperiférica entre 2035 y 2050/70, provocará una mayor expansión de la demanda por materia prima, en este aspecto América Latina podrá ver crecer su economía en relación al incremento del consumo por metales, crudo y productos agrícolas. Mismo efecto se podría apreciar de países del oriente medio. Pero más relevante sería el cambio que deberían vivir los países de África, tal nivel de demanda por materia prima, llevaría a la inversión extractiva en tales países lo que, por una parte, provocaría niveles extraordinarios de crecimiento económico, y por otra una nueva configuración social y una emergencia de la clase media africana. Durante los próximos 50 – 55 años podríamos ser testigos de un fenómeno interesante, el turismo de africanos en Estados Unidos, Sudamérica, Europa y Asia.
Tanto en África como en América Latina, oriente medio y el centro de Asia se verán beneficiados por este proceso. De seguro el promedio de esta región fortalecerá su abocada dirección hacia las economías extractivas. También es muy seguro que en esta región los gobiernos populistas lleguen al poder y encaminen gobiernos con amplio gasto público social determinados a fortalecer (en caso de América Latina y Oriente medio) o crear (en caso de África) una sostenida clase media. Es posible que también los intereses por intensificar el desarrollo capitalista sean tan fuertes, que, en caso de requerirlo, las clases dominante potenciarán un gobierno militar – dictadura para que ordene internamente la situación nacional impidiendo la proliferación de cualquier obstáculo para la acumulación del capital.
La situación social de todo este hipotético desarrollo económico daría a mi modo de ver, diferentes resultados en su orden político interno. Cada población tendrá a su elección diferentes alternativas de gobierno, y, por ende, diferentes caras ante el mundo. Las sociedades del centro más desarrollado, como Europa, Estados Unidos y Japón, al tener una mano de obra altamente cualificada, tenderán a dar cabida a gobiernos de corte liberal – socialdemocráta o socioliberal que retomen la idea que 100 años antes habían iniciado sus antecesores políticos de la mano del WelfareState. Esto será posible pues al tener una mano de obra más calificada, los capitalistas tienen poca opción frente a obreros movilizados. Los países que forman parte de las regiones periféricas como ya se mencionó, tenderán a opciones diferentes, probablemente gobiernos populistas de izquierda llegarán de la mano de más exigencia ciudadana, la recuperación de la figura de Chávez en América Latina y de Nasser en oriente medio podrá ser común, golpes de Estado y dictaduras militares de corte tecnocrático igualmente podrían gestarse, esto combinado con gobiernos liberales representaría el panorama en la periferia. ¿Y en la semiperiferia? La semiperiferia generalmente ha divagado entre gobiernos de la periferia y del centro. Brasil, Turquía, Irán, México, India deberán tener gobiernos centralizados y autoritarios para poder no solo garantizar seguridad de inversión, sino que poder gestionar las reformas estructurales necesarias de cara a una potencial industrialización. México y Brasil deberán buscar todos los medios, una fuerza en conjunto entre gobiernos, policías y ejército para ordenar el caos civil y acabar con los carteles de droga y la delincuencia. Turquía e Irán deberán ser capaces de erigir autoridades que canalicen la popularidad en la región de oriente medio, funcionando como centros de atracción a la inversión capitalista, garantizando seguridad a los inversionistas y excluyendo a todas las fuerzas conservadoras, reaccionarias y antisistemas que puedan poner en riesgo la acumulación capitalista. La India igualmente deberá tener un gobierno capaz de unificar las fuerzas políticas y sociales en contra de cualquier fuerza centrífuga tanto interna como externa, los faccionalismos étnicos y políticos deben quedar excluidos.
Todos estos cambios implicarán cambios en el 50% más pobre de la sociedad mundial, esta población concluirá su proceso de proletarización y prácticamente todos los trabajadores en el mundo estarán totalmente inmersos en la mecánica del trabajo asalariado. En este proceso la migración sur – norte será tónica común, y en buena medida potenciará el crecimiento económico de los países más avanzados. Aquí dependerá de la capacidad de cada país para asumir y acoger a los millones de inmigrantes que busquen vivir en cada uno de sus países, Japón y la UE necesitarán durante el próximo medio siglo una gran afluencia de trabajadores jóvenes para potenciar sus respectivas economías, será labor de sus respectivas sociedades poder aceptar la realidad de la inmigración, especialmente en Japón donde a día de hoy su sociedad es una de las más reacias a la inmigración dentro de los países de la OCDE.
En resumen, dentro de los próximos 50 años el panorama mundial económico y político se modificará. Estados Unidos dará paso a China y Japón como ejes centrales en la acumulación capitalista, por una parte, y por otra el papel de la Unión Europea será determinado en relación a su capacidad para mantenerse unida, como una entidad federal, y con Rusia de su parte. Países como India, Turquía, Irán y Brasil serán parte de la semiperiferia y su industrialización podrá darse en virtud a su capacidad de tener una gran población trabajadora, obediente y barata, por una parte, y por otra una minoría de trabajadores cualificados que ocupen los mandos medios y superiores de las empresas. La periferia verá incrementado el precio de sus materias primas y en la medida que se integra a la dinámica, el restante de la población subproletarizada terminará la transición hacia la proletarización, muy probablemente las zonas donde aún es mayoritaria la población agraria se reducirán a niveles mínimos y conforme esto se consolide, hacia 2050-70, las demandas sociales de esta población completamente proletaria vaya incrementándose.
LA ECONOMÍA CAPITALISTA: PERSPECTIVAS A LARGO PLAZO (2016 – 2150)
Finalmente nos quedamos con las perspectivas a largo plazo. Para comenzar me centro en lo que he señalado anteriormente, en un período de entre 50 y 150 años, el sistema actual capitalista dejará de existir y dará paso a uno o varios sistemas diferentes. Vayamos esbozando mi planteamiento hipotético, desde ya informo que como estamos operando en un plano netamente teórico e hipotético, mis planteamientos serán fuertemente generales.
Antes de comenzar, vale la pena aclarar mi posición científica, ideológica y cultural.
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Mi perspectiva científica está enfocada en la multidisciplina, en las lecturas holísticas de la realidad y en el método científico en el análisis de la realidad.
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Desde una perspectiva científica creo en el materialismo histórico, por ende, considero que el motor de la historia es la lucha de clases, esto es, lo medular, profundo y estructural detrás de las grandes estructuras históricas es el conflicto de intereses entre clases contrapuestas que pugnan entre sí ya sea directa e indirectamente. Esto a la vez implica que en cualquier momento histórico que yo lea -desde el momento que existen las clases sociales-, encontraremos diferentes clases sociales contrapuestas y divididas en diferentes órdenes jerárquicos posicionados en un escalafón de la economía. Por esto mismo, cada cambio importante dentro de la historia de la humanidad también opera en directa relación con esta pugna, las clases sociales tienen frente a cada coyuntura, una posición determinada ya sea a favor o en contra de lo que realmente requieren o necesitan.
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Al son de lo anterior, soy de izquierda, creo que el futuro de todo lo humano debe tener un trabajo lo más progresista posible. Creo por ende que el desenvolvimiento de la humanidad dependerá si escogemos la vía más humana, democrática y justa.
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Personalmente soy optimista, y creo que la humanidad puede escoger y trabajar para construir un mejor futuro, pero a la vez soy realista y puedo concebir que, así como en ocasiones anteriores la humanidad entró en impactantes crisis militares que acabaron con más de 70 millones de vidas, esto bien podría repetirse.
Aclarado lo anterior, comienzo esbozando mi hipótesis en el largo plazo sin evitar aclarar que la perspectiva que entrego soslaya otras dos alternativas también probables. La primera es que la tendencia del calentamiento global termine haciendo inviable la vida como hoy se la conoce y, eventualmente, el ser humano no pueda mantener su desarrollo viéndose destinado a vivir bajo mecánicas básicas y atrasadas si es que no exterminado como una lamentable consecuencia. La segunda es que, motivados por diferentes sucesos, se desate una guerra (o varias) con consecuencias nucleares, impactando directamente en la existencia de gran parte de la humanidad, llevando al retroceso absoluto del ser humano entre 50 y 150 años, o peor aún, creando amplias zonas inhabitables por efectos de la radiación.
Supongamos que hacia el año 2070 la economía capitalista se encuentra sumamente desarrollada. Los países más avanzados como Estados Unidos, Japón o Alemania posean un PIB per cápita de 100 – 150 mil dólares. La población urbana represente entre un 85 y 95% del total. En tales países las respectivas tasas de ganancia se encuentren debajo del 5%, y la tecnologización sea cada vez mayor.
En tales condiciones los capitalistas comenzarían a invertir rápidamente en capital altamente tecnologizado: robótica y medios de producción automatizados; con esto los rubros pioneros reemplazarán mano de obra y podrán momentáneamente elevar las tasas de ganancia mediante la reducción de costes salariales.
Sin embargo, el incremento derivado del desempleo por sobre -en un inicio- el 10% incidirá negativamente en la demanda agregada, y, por ende, en la tasa de ganancia de otras empresas que operan en otros rubros. Efecto directo será la inversión de un gran nivel de capitales en tecnología automatizada, y por supuesto esto conduciría a un efecto agregado sobre la tasa del desempleo. En estos países se incrementaría por sobre el 20 o 30%.
Los capitalistas reubicarán -en un intento desesperado y recordando a sus antepasados- sus empresas en zonas de la semiperiferia y periferia, pero a causas del enorme desarrollo ya no quedan zonas donde la clase trabajadora pueda ser explotada con tal dinámica como antes, donde sea que inviertan existirá una tendencia fuerte para presionar hacia abajo las ganancias capitalistas.
En unas cuantas décadas, digamos, de 2070 a 2100 tendremos un mundo capitalista inmerso en una serie de crisis. Parecerá que no tienen mucho en común, pero en realidad todas forman parte de la misma depresión, y es que conforme el capitalista aplique más tecnología para superar su reducida tasa de ganancia, termina provocando un alza del desempleo en las zonas más desarrolladas y una desvalorización de su mercancía vendida en las zonas periféricas.
En este tercio de siglo se podrán especular una serie de salidas, entre las cuales las más generales que se me vienen a la mente podrían ser:
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Un incremento de los salarios reales de la población que conserve su empleo, a esas alturas una minoría. De este modo se buscará generar una demanda de la producción.
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Una redistribución de la plusvalía mediante la acción de los diferentes Estados, el Estado tendría un papel de demandante de productos o de fiscalizador de recurso.
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La exportación del enorme excedente de productos a los países menos desarrollados y más dinámicos donde aún el capitalismo se mantenga relativamente sano.
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Si estas crisis causan graves conflictos sociales, revueltas o tumultos, posiblemente algún Estado se encaminará a prácticas neofascistas haciendo uso de una gran cantidad de presos políticos para trabajos forzados para autosustentarse.
Sin embargo, conforme la tendencia se agudice ya no solo en los países más avanzados, sino que también en los otrora menos desarrollados, y el desempleo ascienda igualmente en estos últimos, las salidas anteriormente descritas no podrían dar una solución perpetua en tanto los capitalistas se vean imposibilitados de vender su producción.
¿Qué soluciones se podrían esbozar?
Principalmente tres son los escenarios que se podrían consolidar hacia 2015, pero ninguno en el marco del sistema mundo capitalista.
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La primera es que conforme los Estados entran en crisis fiscales, descomposición interna o cuestionamiento de parte de las clases medias y bajas, los capitalistas actuarán como se actuó tras la caída de la URSS, entrando en diferentes pugnas y sumándose a redes de carteles y mafias para ganar terreno político y militar dentro de los cadáveres institucionales que alguna vez representó a los Estados. Estos sucesos llevarían a que el mundo se configure en una serie de neofeudos cuasi capitalistas manejados por jefes capitalistas – mafiosos que mantendrían soberanía sobre un territorio pequeño y determinado. ¿Cuál sería la explotación aplicada a la clase trabajadora bajo su soberanía? Una suerte de trabajo obligado y remunerado para que, con el mismo, puedan mantener en parte vigente las relaciones económicas. El comercio probablemente exista, pero no tendrá el volumen para permitir una incesante acumulación del capital, como sucede actualmente.
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La segunda opción se daría si, al igual que se ejemplificó en el caso anterior, si los Estados entran en descomposición, los capitalistas se aúnan en una posición común, reprimiendo a las voces disidentes dentro de su clase, y crean un único Estado con vocación mundial y mesiánica. Dentro de este Estado mantendrán a cerca de 1/5 de la población, la necesaria para el trabajo, mantención y perfección del capital automatizado, al restante 4/5 se la excluirá de este sistema. Como ya no hay posibilidad de motivaciones económicas, ni incesante acumulación de capital, lo que queda como motivación para los sucesores de la clase capitalista sería la conformación de un imperio – mundo ideológicamente racista, con una visión etnocentrista y dominado por una élite con una mentalidad sumamente perturbada. Sería la victoria definitiva de los intentos de Carlos V, Napoleón y Hitler por establecer un imperio – mundo sobre la economía mundo, intento que se consumaría con las estructuras ideológicas antiuniversales como el racismo y la xenofobia. De otra forma no podría manifestarse un sistema de tales características.
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La tercera opción, y es la que más me atrae, se daría si el 90% de la población explotada se organiza en lucha contra las clases dominantes. Al ver que el nivel de desarrollo es capaz de crear una cantidad de bienes y servicios superiores a los que la humanidad en sí requiere, determina que los medios de producción deben ser socializados para que la producción y ganancia termine en mano de los trabajadores. El modo de organización podría ser de diferentes formas: desde comunas autogobernadas, hasta un Estado con planificación centralizada. Pero como hablamos de un sistema donde la producción y ganancia económica cae en mano de sus trabajadores, el sistema de gobierno político debe ser íntegramente democrático, el liberalismo como ideología del sistema igualmente sería superado.
Como es lógico, hacia 2150, también podrían generarse una mezcla de estos tres escenarios al mismo tiempo en diferentes lugares del planeta: Europa podría estar organizando el escenario B de un imperio – mundo neofascista, Estados Unidos podría estar desintegrándose en feudos cuasi capitalistas y Japón iría avanzando hacia un Estado socialista. Lógicamente esto podría acarrear más guerras ya que mientras el sistema C es altamente desarrollado y conlleva la mundialización de la producción, el sistema A no, y por ende eventualmente sería absorbido. Sin embargo, el sistema B representaría la cara hostil del ser humano por mantener su riqueza, bienestar y comodidad egoístamente en su casa sin compartirla con nadie, y no permitiría que el sistema C siquiera se les acerque, un enfrentamiento militar en tal contexto sería inevitable. Y en virtud del desarrollo de la tecnología militar a esas alturas de la humanidad el resultado podría ser sumamente desastroso para todos los habitantes. Volveríamos al punto inicial, una guerra mundial con carácter nuclear pondría fin a este avance positivista que he esbozado.
Cualquiera que sea el resultado, la transición será tumultuosa, dolorosa, caótica y se verá representada por varias crisis sociales, económicas, políticas y militares. En este proceso la lucha de clases será clave para determinar el futuro de la humanidad y, a mi juicio, la posibilidad de esta para sobrevivir durante el milenio.
Si la humanidad todavía vive hacia el año 3000 -repito, si todavía vive- podrá ver al pasado y reconocer en el capitalismo un paso previo al salto cualitativo que los potenció a ser una civilización avanzada, o, ver al capitalismo como el último momento de desarrollo humano, punto desde el cual -como indica la teoría deOlduvai- retrocedería inexorablemente hasta su mínimo grado social.
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