La Corte Suprema confirmó el 23 de abril un pedido de legisladores de oposición para investigar la adquisición irregular de una refinería en Texas, EEUU, por la petrolera estatal Petrobras en el 2006, cuando la presidenta Dilma Rousseff encabezaba el directorio de la empresa. El elevado costo de la adquisición así como las pérdidas registradas […]
La Corte Suprema confirmó el 23 de abril un pedido de legisladores de oposición para investigar la adquisición irregular de una refinería en Texas, EEUU, por la petrolera estatal Petrobras en el 2006, cuando la presidenta Dilma Rousseff encabezaba el directorio de la empresa.
El elevado costo de la adquisición así como las pérdidas registradas por Pasadena Refining Company Inc, cerca de la ciudad de Houston, han puesto en la mira a Petrobras y le están pasando la factura a Rousseff, poniendo en riesgo su posible reelección en los comicios de octubre próximo.
La bancada oficialista en el Congreso había solicitado que la investigación en el Congreso incluyera denuncias de corrupción en estados gobernados por opositores, disputa que llegó hasta la Corte Suprema que confirmó que la pesquisa se circunscribirá a la compra de la refinería, así como a denuncias de sobornos pagados a funcionarios de Petrobras por la empresa holandesa SBM Offshore, que provee de buques petroleros para trabajos en alta mar, y el caso de lavado de dinero por parte de un ex director de la petrolera brasileña.
En una audiencia ante el Senado el 15 de abril, la presidenta de Petrobras, Maria das Graças Foster, admitió que la compra de Pasadena, que refina 100,000 barriles de petróleo diarios, «no fue un buen negocio». Petrobras pagó en total por la refinería a la empresa belga Astra alrededor de US$ 1.2 millardos, compra que se realizó en dos etapas: en el 2006 pagó $360 millones por 50% de la refinería y en el 2012 desembolsó $820 millones por el restante 50%.
«Revisando esos datos, no hay manera de reconocer que se hizo un buen negocio, entonces no fue un buen negocio. Ese es el punto. Eso es incuestionable desde el punto de vista contable», dijo. «Las probabilidades de recuperación eran muy bajas».
Cláusulas secretas
Sin embargo, Foster señaló que la compra, cuyo objetivo era maximizar las ganancias del petróleo pesado brasileño que se vende en EEUU, fue aprobada sin que el Consejo de Administración de Petrobras tuviera conocimiento sobre dos importantes cláusulas del contrato y que tenían que ver con compensaciones a Astra por posibles pérdidas y con la opción de compra que obligó a Petrobras a adquirir la totalidad de la refinería en el 2012.
«Esas cláusulas no fueron puestas en conocimiento del Consejo de Administración de Petrobras», afirmó Foster. «Quien tenía obligación de hacerlo era el director del área internacional, Nestor Cerveró».
José Sergio Gabrielli, quien era presidente de Petrobras al momento de la adquisición, admitió su responsabilidad, aunque también responsabilizó a Rousseff por la transacción.
«Yo era presidente de la compañía», declaró al diario Estado de São Paulo. «No puedo escapar de mi responsabilidad y, de igual forma, la presidenta Rousseff no puede escapar de su responsabilidad como presidenta del directorio».
Por el momento, la mandataria es la favorita para ganar la primera vuelta en las elecciones presidenciales del 5 de octubre con 38% de la intención de voto, de acuerdo con un sondeo de la encuestadora Datafolha realizado a principios de abril.