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Cine en Venezuela

Petrodólares para el celuloide

Fuentes: IPS

CARACAS, ene (IPS) – La endémica pobreza del cine latinoamericano parece hallar un oasis en Venezuela, donde el estatal Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) se propone repartir este año 3,7 millones de dólares entre 26 realizadores. «Hasta 98 por ciento del cine que vemos en Venezuela es estadounidense. Nos vemos y nos reconocemos en […]

CARACAS, ene (IPS) – La endémica pobreza del cine latinoamericano parece hallar un oasis en Venezuela, donde el estatal Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) se propone repartir este año 3,7 millones de dólares entre 26 realizadores.

«Hasta 98 por ciento del cine que vemos en Venezuela es estadounidense. Nos vemos y nos reconocemos en una calle de Los Ángeles y no en las de San Juan de Los Morros o Mérida (ciudades venezolanas del centro y sudoeste) donde verdaderamente vivimos», comentó a IPS el presidente del CNAC, Luis Girón, al explicar los planes.

Los beneficiados con fondos del CNAC para sus proyectos fueron dos largometrajes de ficción y otros dos que necesitaban financiamiento para su finalización, dos óperas primas, ocho documentales, ocho cortometrajes de ficción y dos documentales, uno de animación y una coproducción con Cuba.

La selección, entre 157 proyectos presentados, estuvo a cargo de comisiones de estudio con participación de los sindicatos del cine. «No marcamos líneas para que se produzcan determinadas películas, no impulsamos un determinado sesgo, sólo queremos que nos muestren como somos», aseguró Girón.

El año pasado «se logró el estreno de 11 películas venezolanas» en salas de cine comercial, señaló el funcionario, «y en algún momento hubo al mismo tiempo hasta cuatro filmes nuestros en cartelera. Eso no tiene precedentes», alabó.

Incluso una de esas películas, «Francisco de Miranda», de Diego Rísquez, sobre el prócer (1750-1816) que fue precursor de la independencia americana de España, fue estrenada en la segunda quincena de agosto en 35 de las 400 salas del país y logró desplazar del primer lugar en taquilla a la hollywoodense «Superman returns (Superman regresa)».

En este país «es difícil y costoso hacer cine, por una razón multifactorial, desde la provisión de recursos hasta el apoyo siempre insuficiente del sector privado y del Estado», comentó a IPS Girón, organizador del Festival de Cine Venezolano de Mérida que reunió en 2006 apenas 25 largometrajes hechos en los últimos ocho años.

«Hay películas hechas hace varios años que aún no se han estrenado», reconoció Girón. «Pero tratamos de avanzar sobre la legislación, la comercialización, la producción y su financiamiento», aseveró.

En 2006 se erigió, a 30 kilómetros al este de Caracas, la llamada «Villa del Cine», que desde este año ofrecerá, en condiciones ventajosas a los realizadores nacionales de cine, vídeo y televisión, estudios insonorizados con parrillas de iluminación, equipos de audio y vídeo y otras facilidades para casting, vestuario, transferencia y posproducción.

El complejo, con 2.400 metros cuadrados de planta para instalaciones, tuvo un costo de 13 millones de dólares y el gobierno ha dispuesto erogar otros 11 millones de dólares hasta que esté en condiciones de funcionar plenamente.

También el año pasado se activó una comercializadora de películas, bautizada Amazonia Films, que ha adquirido producciones, de fuentes distintas a la gran industria estadounidense, provenientes de varios países de América Latina, Europa y Asia.

En promedio, «apenas 20 salas de cine en Venezuela exhiben nuestras producciones más allá de la semana anual a que les obliga la ley», precisó Girón. «Lo ideal sería que en los centros comerciales o «malls», que concentran las cadenas de salas de exhibición, al menos una sala se destinase al cine de origen diferente», agregó.

Un mecanismo que la dirección del CNAC, también renovada en 2006, decidió poner en marcha es la contracción de los tiempos de realización «y en nuestro nuevo reglamento de trabajo establecimos 11 meses para los rodajes, con la esperanza de que, si un cineasta comienza su trabajo en enero, podamos estrenar el filme en diciembre», dijo Girón.

El promedio en los años precedentes ha sido de 41 meses para los largometrajes. «Junto con la distancia entre la concepción del proyecto por el creador y el espectador que llega a la taquilla, está el desaliento que eso significa para quienes laboran en el medio», comentó Girón.

Equipos que ruedan películas tienen esa actividad como una fuente de ingreso durante dos, tres o cuatro meses al año, mientras que el resto del tiempo se dedican a la publicidad o a otras esferas de la producción «y así no desarrollaremos la industria».

«Todavía no se ha iniciado en este país una producción audiovisual masiva por parte de grupos independientes, pero hay expectativa y lo que se hace es un colchón de apoyo para que surja un nuevo frente de creadores», opinó el documentalista Ángel Palacios.

La realizadora sueco-venezolana Solveig Hoogesteijn, que en 1987 batió récord de taquilla con el policial «Macu» y el año pasado cosechó aplausos con su historia de amor y música «Maroa», subrayó a IPS que «el cine no es un medio de vida en Venezuela, ni aunque consigas un exitazo».

Puso como ejemplo a la galardonada Elia Schneider, quien consiguió en 2000 unos 15 premios para su película «Huelepega», la que cosechó en taquilla 1,6 millones de dólares de la época pero, al final, dejó como utilidad a su realizadora menos de 40.000 dólares.

Girón dijo que insistirán en su empeño para que se produzcan desde cortos destinados a niños, niñas y adolescentes hasta las coproducciones con las que esperan asociarse a los pasos que dan las industrias y redes de comercialización en América Latina, en particular en el Mercado Común del Sur (Mercosur), cuyos fundadores Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay recibieron como socio pleno a Venezuela hace un año. (FIN/2007)