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Inflación y crisis: cuidado con las grandes mentiras

Petróleo, dólar y «commodities» a favor de EE.UU.

Fuentes: Agencia Periodistica del Mercosur

Más riquezas en las grandes corporaciones. Agrocombustibles como nuevo paradigma de poder. ¿Otra vez deuda externa para América Latina?

Debido a que la mayoría de los «commodities», incluyendo el petróleo, se cotizan en dólares, y a los productores se les paga en esa moneda, los precios de las materias primas aumentan a medida que el dólar se deprecia. Aunque los precios del crudo han subido más de 160 por ciento en dólares desde 2003, el precio es considerablemente menor en otras monedas; un 96 por ciento, en euros, 120 por ciento en rupias indios y 137 por ciento en yuanes chinos.
Ese es el panorama que a fines de la semana pasada describía la edición en español de The Wall Street Journal, mientras el petróleo alcanzaba un récord de 82,51dólares por barril antes de cerrar en 81,93 en el New York Mercantile Exchange, acumulando un aumento de 34 por ciento en lo que va del año. Desde principios de 2003, el precio del crudo subió un 161 por ciento.

«El incremento en los precios del petróleo coincide con un dólar cada vez más débil. El reciente recorte de la tasa de referencia de la Reserva Federal de Estados Unidos puso más presión sobre el dólar al reducir el rendimiento de las inversiones de renta fija estadounidenses, haciéndolas menos atractivas para los inversionistas globales. El martes, el dólar cayó a un nuevo mínimo frente al euro. La moneda europea se cotizó a 1,397 en Nueva York. Aunque el consumidor de energía de Asia, de gran importancia para las petroleras, siente una mayor presión en los precios que el consumidor promedio de Europa, la debilidad del dólar ha ofrecido un amortiguador que ayuda a sostener la demanda internacional por petróleo», destacaba el jueves último The Wall Street Journal.

Ese recalentamiento del mercado de «commodities» deriva en un aumento de las masas dineraria que, como reconocen los informes últimos del Programa de Asistencia Gerencial del sector Energético del Banco Mundial (ESPAM), se alojan en el sector financiero de matriz estadounidense (corporaciones del complejo energético-industrial-militar, bancos y fondos especiales).

La publicación digital Com. Dinero, de Colombia, sostenía por su parte que «quedó claro que la brújula de la Reserva Federal (FED) cambió rápidamente al pasar a ser el crecimiento la principal preocupación por encima de la inflación. Habrá que seguir los indicadores del mercado hipotecario, la evolución del consumo y los commodities».

El análisis de ese medio colombiano concluye que «la posibilidad de que esa mayor liquidez termine dirigiéndose nuevamente hacia créditos de alto riesgo (…)», lo que equivale a decir que América Latina podría estar a las puertas de una nueva década del ´80, cuando el endeudamiento externo se tornó inmanejable debido a que Estados Unidos saneó su inflación colocando gigantescas masas millonarias de dólares en créditos para la región.

La bonanza que como espejismo conmueve a los países exportadores de materias primas está a punto de convertirse en la herramienta que utilice Estados Unidos para consolidar su aparato económico como facción dominante del sistema capitalista global, puesto que el circuito producción-comercialización-flujos financieros de los «commodities» está primordialmente en manos del complejo corporativo estadounidense, protegido por la FED, la Secretaria de Tesoro y, si es necesario, por la Secretaría de Defensa.

Tomemos el caso de Argentina. Un informe del Instituto de Estudios Económicos de la Fundación Libertad, divulgado el fin de semana pasado por la página electrónica El Litoral, de la provincia de Santa Fe, sostiene que «la comercialización externa de bienes locales creció un 81,1 por ciento en el período 2002-2006, pasando de 26.651 a 46.456 millones de dólares. Dentro de estas ventas no debe soslayarse que la suba de los precios internacionales de commodities, puntualmente de soja y los cereales -impulsados en parte por una mayor demanda global- ha coadyuvado significativamente a la expansión en el valor del total exportado así como también ha permitido una notable mejora en los términos de intercambio, del orden del 14 por ciento para la etapa bajo análisis».
El análisis de la evolución de las exportaciones a nivel latinoamericano indica que, para el mismo período, las mismas crecieron un 129 por ciento. Las economías que más aumentaron su comercio exterior fueron Chile y Perú con subas superiores al 200 por ciento, seguidos por Bolivia y Paraguay. Por su parte, Brasil incrementó las mismas un 127 por ciento.

«Esta dinámica exportadora que vive la región es explicada en gran parte por la expansión de los precios de materias primas agroindustriales que derivaron en una evolución favorable de los términos de intercambio», reconoce el informe.

Si nos atenemos a lo afirmado el 31 de agosto pasado por la publicación electrónica Biodiversidad en América Latina, las masas millonarias en dólares consideradas en los párrafos anteriores se están dirigiendo hacia el gran negocio corporativo estadounidense de las próximas décadas: los agrocombuistibles.

En 2005, el Programa de Asistencia Gerencial del sector Energético del Banco Mundial (ESPAM) realizó un estudio conjunto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo para investigar y dar una recomendación sobre el uso y la producción de agrocombustibles en los países en vías de desarrollo. El estudio se titulaba Potencial para los Biocombustibles para el Transporte en Países en Vías de Desarrollo, y fue realizado por Masami Kojima y Todd Johnson.

Aunque el Banco Mundial no recomendaba en forma expresa las inversiones en el sector, sí admitía que la industria de los agrocombustibles necesita de fuertes subsidios, como sucedió en la década de los setenta en Brasil.

Esos subsidios muy bien podrían salir de los circuitos de acumulación financiera que está tejiendo Estados Unidos, conforme se desprende de la línea de análisis de este artículo.

«El estudio no tuvo un buen recibimiento ni por los países productores de agrocombustibles, sostuvo Biodiversidad en América Latina.

En tanto, La Corporación Financiera Internacional (CFI), del Banco Mundial, y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sí están invirtiendo en agrocombusitbles, al igual que segmentos crecientes de la inversión privada.

En abril de este año el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció un apoyo de 3.000 millones de dólares para proyectos del sector privado en «biocombustibles». El Banco venía trabajando en tres proyectos de ingenios productores de caña de azúcar en Centroamérica, con un costo total de 570 millones de dólares. También se aprobó el proyecto Moema, de 40 millones de dólares.

Además, el BID invertiría en 10 proyectos adicionales y existe un memorando de entendimiento entre Brasil y Estados Unidos para el desarrollo de agrocombustibles, resultado de la gira del presidente George W. Bush a Latinoamérica en marzo del 2007.

De conformidad con el acuerdo sobre transferencia de tecnología entre Estados Unidos y Brasil se decidió hacer un estudio analítico de cada país, conocido como «blueprint»: una radiografía donde se analizan todos los factores de factibilidad, reveló Biodiversidad en América Latina.

El «blueprint» -sostiene la misma fuente especializada- es la base para saber cuáles son los pasos a tomar en cuanto a marcos regulatorios y accesos a los sectores público y privado. El BID trabaja en El Salvador, Republica Dominicana y Haití, con programas de factibilidad y asistencia publica para la producción de agrocombustibles.

«El Banco Nacional de Desarrollo del Japón ayudará a financiar las destilerías que tendrán como clientes exclusivos los mercados japoneses. La inversión en estas destilerías, de acuerdo a Pulo Roberto Costa, ejecutivo de Petrobrás, podría alcanzar hasta 200 millones de dólares cada una. Petrobrás y Mitsu &Co. Ltd abrirán subsidiarias en Brasil. Un proyecto entre Brasil y Japón de ocho mil millones de dólares proveerá etanol de azúcar de caña para suplir a los mercados japoneses. Japón requerirá de 1.8 mil millones a seis millones de litros de etanol por año, de acuerdo a los objetivos de un tres a un 10 por ciento de combinación de etanol y petróleo. Petrobrás anuncio también la firma de un memorando de entendimiento con Mitsu para que una compañía estudie la posibilidad de construir un gasoducto para ayudar a exportar etanol a Japón», informó oportunamente Biodiversidad en América Latina.

El meticuloso informe que venimos comentado añade: «una de las empresas más grandes de la industria por crearse es un conglomerado de inversionistas estadounidenses y brasileños. La compañía Brazilian Renewable Energy Company (Brenco) está basada en Bermudas y encabezada por el ex-presidente del Banco Mundial, James Wolfenson -a su vez fundador de AOL Steve Case-, el inversionista Vinod Khosla, de Microsystems, y el magnate de supermercados Ron Burke, quienes formaron una compañía que comenzará con 240 millones de dólares e intenta captar una inversión total de 2.000 millones. La empresa estará dirigida por Phillippe Reichstul, el ex-presidente de la empresa nacional del Petrobrás».

Además, Petrobrás y el Banco Japonés para la Cooperación Internacional (JBIC) firmaron un memorando de entendimiento con algunas compañías niponas dedicadas a la producción y venta de etanol. Por su parte, Pure Biofuels Corporation anunció en junio de este año la construcción de su primera planta en el Puerto del Callao, Perú. Otra inversión que, según Biodiversidad en América Latina, ha atraído la atención del público es una asociación similar a la de Novartis con UC Berkeley. Se trata del el nuevo contrato de British Petrolium, de 500.000 millones de dólares aplicados a la investigación de los agrocombustibles.

Como se ve, parecen sobrar los ejemplos de cómo, una vez más, detrás de los velos del discurso hegemónico, se esconden los verdaderos actores y las verdaderas tramas de la economía corporativa global.