Combatir la pobreza es hacerlo a la vez contra el hambre, la desigualdad y la exclusión, y por lo tanto debería ser una noticia relevante de la prensa. Pero casi nunca lo es. En Colombia, donde 51,8 por ciento de la población es pobre, el único periódico de alcance nacional, El Tiempo, dedica al asunto […]
Combatir la pobreza es hacerlo a la vez contra el hambre, la desigualdad y la exclusión, y por lo tanto debería ser una noticia relevante de la prensa. Pero casi nunca lo es. En Colombia, donde 51,8 por ciento de la población es pobre, el único periódico de alcance nacional, El Tiempo, dedica al asunto sólo 0,8 por ciento de sus noticias.
Las cifras fueron obtenidas en una investigación encargada por el propio diario colombiano, y que fue conducida por el ex defensor del lector de dicho medio de comunicación, Germán Rey. El trabajo se efectuó en 2003, pero la situación no ha cambiado demasiado desde entonces. Además, apuntó Rey, el mismo escenario se repite en buena parte de los diarios de América Latina.
«Cuando son publicadas noticias sobre la pobreza, 70 por ciento aparece de manera aislada y en la sección económica», explicó Rey en el taller «Buscando en las noticias: pobreza, desarrollo y ambiente. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio en la cobertura periodística de la región andina», que reunió el jueves y este viernes en Bogotá a una veintena de periodistas de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
El taller, concebido para sensibilizar a los reporteros y a los medios en la importancia de informar sobre los problemas del desarrollo, fue organizado por la agencia internacional de noticias IPS (Inter Press Service), con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
«Casi la totalidad de las noticias se sustenta en declaraciones de funcionarios gubernamentales o de expertos de organizaciones involucradas en el tema. Los pobres como actores prácticamente son desaparecidos. En consecuencia, ni siquiera hay información, sino la opinión de especialistas o de entendidos. La prensa no sale a buscar a los pobres», abundó Rey.
El investigador intentó una explicación: «Los periodistas están acostumbrados a reportear como notarios de los hechos y dejan a un lado a los protagonistas, y en la mayoría de casos informan a partir de lo que les dice una sola fuente».
«Incluso salen publicadas más noticias sobre los pobres de otros países que de los nuestros», indicó Rey al abordar la espinosa ausencia.
En el resto de la región andina, los pobres constituyen casi 40 por ciento de los venezolanos, 49 por ciento de los peruanos, 61,3 por ciento de los ecuatorianos y 41,3 por ciento de los bolivianos, según cifras oficiales recogidas en documentos de trabajo que se distribuyeron en el taller, para analizar el avance de cada nación en el cumplimiento de las 18 metas contenidas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
¿Es posible atraer la atención de los medios de comunicación sobre la pobreza? Durante su intervención, el experto del PNUD, Fernando Herrera, dijo que sí y que un buen comienzo sería proveer de información acertada a los periodistas sobre las dimensiones y el impacto del problema.
Un avance es un taller virtual que el PNUD Colombia ofrece a comunicadores de este país.
El primero de los ODM, adoptados por la comunidad internacional en 2000, establece que en 2015 deberá haberse reducido a la mitad la proporción de población mundial en la miseria y hambrienta, respecto de la que había en 1990.
Este compromiso no implica sólo a los gobiernos y a las organizaciones no gubernamentales, sino también al sector privado, en el que están incluidos los medios de comunicación, dijo Herrera. La prensa, por lo tanto, no puede ser indiferente, señaló.
«La responsabilidad de la prensa es hacer un seguimiento de los avances o retrocesos», señaló Herrera. «Ustedes deben verificar si las cifras se corresponden con la realidad».
Pero además, la prensa también debería dar cuenta de las críticas de la sociedad civil sobre la forma en que la comunidad internacional se propone el combate a la pobreza y sobre la propia formulación de los ODM.
«Nosotros sostenemos que el cumplimiento de los ODM no va a terminar con la pobreza porque su origen no es económico, sino político e ideológico. La pobreza terminará cuando se reconozca que los pobres son verdaderos sujetos de derecho», afirmó el coordinador de la campaña «Sin Excusas 2015: Colombia Sin Pobreza», Alberto Yepes.
El activista representa además al Llamado Global de Acción contra la Pobreza (GCAP, por sus siglas en inglés), una alianza internacional de organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales entre cuyos objetivos se encuentra la abolición de la deuda externa de los países más pobres, el aumento sustancial de los montos que las naciones ricas destinan a la ayuda al desarrollo y el fomento de un sistema comercial internacional justo.
«Los ODM no cuestionan los modelos de desarrollo basados en el mercado y en la maximización de las ganancias», dijo Yepes. «La reducción de la pobreza no se consigue con el aumento del producto interno bruto. La compulsión por el crecimiento deja víctimas colaterales. La prensa resalta los grandes resultados de las exportaciones y del aumento de la inversión extranjera, pero nunca es noticia que las inequidades siguen siendo iguales o peores», aseveró.
Grandes reporteros han trabajado en la cobertura de la pobreza y la exclusión. Pero no son muchos los que los imitan.
El periodista Jimmy Breslin, reconocido exponente del Nuevo Periodismo estadounidense, publicó en 2002 el libro «The Short Sweet Dream of Eduardo Gutiérrez» (El corto dulce sueño de Eduardo Gutiérrez), la historia de un joven inmigrante mexicano que cruzó a pie la frontera con Estados Unidos en busca de su dorado «sueño americano».
Gutiérrez murió en un accidente cuando trabajaba en la construcción de un edificio en Nueva York. Para su libro, Breslin hizo el recorrido del joven desde su casa pobre de San Matías, en México, hasta su trabajo de albañil en Nueva York.
A través de la historia de Gutiérrez, Breslin relata las condiciones miserables de explotación que soportan los latinoamericanos indocumentados en Estados Unidos.
Otro reportero de prestigio mundial, el polaco Ryszard Kapuscinski, escribe historias extremas de guerra, miseria, corrupción, segregación, pero sus protagonistas y sus entrevistados no son los gobernantes, los funcionarios o los altos jefes militares, sino la población misma que sufre estos males en carne propia.
Por eso Kapuscinski afirma con énfasis que los periodistas deben aprender a ser humildes y hablar con la gente de sus problemas. En cambio, apuntó Rey, los periodistas de El Tiempo entrevistaban a economistas como fuentes principales de sus notas. Según su estudio, 95 por ciento de las noticias sobre pobreza le atribuyen un origen estrictamente económico.
No hay que ser Breslin ni Kapuscinski para reportear con calidad sobre pobreza, ambiente o derechos humanos.
Primero hay que saber qué es la pobreza. A explicarla se dedicó el economista y filósofo Alfredo Sarmiento, director del estatal Programa Nacional de Desarrollo Humano de Colombia (PNDH).
Sarmiento historió la evolución del concepto de pobreza desde las definiciones de clásicos como Adam Smith y Thomas Malthus, siempre vinculadas a las de crecimiento y desarrollo económico.
«La pobreza no es sólo un problema de ingresos y no debe medirse así», sostuvo.
Algunos organismos internacionales imponen parámetros de ingresos con la finalidad de proyectar la apariencia de que se está combatiendo exitosamente la desigualdad.
La pobreza es relativa a las percepciones culturales y posibilidades materiales de una sociedad y de una época, y es multidimensional, pues comprende también la negación de un conjunto de derechos sociales, económicos y políticos, tal como ha señalado el economista indio Amartya Sen, ganador del premio Nobel, sostuvo Sarmiento.
Esta corriente de pensamiento cuajó en la definición del Índice de Desarrollo Humano elaborado por la Organización de las Naciones Unidas, que fue el primer esfuerzo por abarcar esas dimensiones múltiples, considerando la esperanza de vida, la educación y los ingresos.
El experto se refirió al Índice de Condiciones de Vida que se aplica en Colombia, a partir de considerar a la pobreza como una falla en la capacidad efectiva para lograr «estados socialmente deseables y materialmente posibles».
«No se trata solamente de tener menos ingreso o bienes para determinar los niveles de pobreza, sino de definir si uno está sometido a una privación humana inaceptable o a la exclusión social», dijo. Y citó al ex mandatario sudafricano Nelson Mandela: «La exclusión y la inequidad son las nuevas formas de esclavismo y apartheid».
Sarmiento llamó la atención sobre la pobreza como expresión de un orden económico internacional injusto, basado en un comercio que favorece a los países ricos. Y señaló otros desequilibrios: Se gastan por año en el mundo 800.000 millones de dólares en armamento, pero sólo se necesitan 16.000 millones para alimentar a los niños que padecen hambre.
«Estas inequidades deben ser noticia», dijo Sarmiento. «Se debe decir que el desarrollo nacional no favorece a las regiones más atrasadas, y que el crédito bancario, la propiedad, la seguridad social no son equitativos».
«En otras palabras, se debe informar de que no hay un desarrollo económico ético, porque se excluye del crecimiento a los pobres», concluyó.
Colocar estos asuntos en la agenda permanente de los medios de comunicación tiene que ver también con la formación de los periodistas y los editores periodísticos. Hay también una pobreza informativa.
«Los medios de comunicación se han preocupado mucho por el rediseño de sus presentaciones, pero han dejado de lado el rediseño de sus contenidos. Hay un enfoque de la cobertura de la noticia que es reactiva y nada más», expresó Rey.
«No es ético obviar esos grandes temas de la pobreza y la desigualdad, y nos hemos dado cuenta», dijo. Y terminó citando un diagnóstico de Gabriel García Márquez: «El mundo se le escapó al periodismo».