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Pobreza, estigmatización e incremento de las personas afectadas

Fuentes: Rebelión

Llegar a la pobreza no es una elección libre, no depende en muchos casos de preparación y capacidades, pero es un hecho que la pobreza se está incrementando. Ser pobre implica carecer de lo necesario para una supervivencia digna. Pero también lo son todas las personas que dependen, que no tienen peso o influencia en la toma de decisiones en la sociedad capitalista, las sometidas en las relaciones sociales. Desigualdad que conlleva la explotación, discriminación, el desprecio y la dominación por parte de los que más tienen, del propio sistema institucionalmente e incluso, y como extensión ideológica, de la de los que no se consideran pobres. 

Pobres (en cifras) son todas aquellas personas que no están dentro del uno por ciento de los habitantes del mundo que tiene tanto como el noventa y nueve por ciento restante, o ese 0,7% de la población mundial que acapara el 45,2% de la riqueza total, o ese 10% más acaudalado que posee el 88% de los activos totales[1] o esos otros afectados por índices referidos a los habitantes de Estados reconocidos internacionalmente, entre los cuales y según la OCDE[2], el ranking de la pobreza infantil lo encabeza Turquía con el 25,3 %, Israel con el 23,2 %, España con el 22 % y Chile con el 21,1 %, todos países de la OCDE y todos muy por encima del 13,2 % de la media, porcentajes que se han incrementado en casi dos tercios en la última década.  

Como dato, el umbral de la pobreza severa para España, según información de   la Encuesta de Condiciones de Vida (julio 2021)[3], es de 6.417,3 € por unidad de consumo al año en España; cada persona debe sobrevivir con menos de 281 € mensuales en el caso de una familia con dos adultos y dos menores, y con menos de 535 € al mes si vive sola, situación en la que se encuentran seis millones de personas. Pero al final, estos datos son números que fluyen como abstracciones en las inquietudes de muchos, aunque las colas del hambre tengan un incremento vergonzoso.  

Estas cifras sufren un incremento acusado desde el inicio de la pandemia, pero también se debe en parte a la menor necesidad de trabajadores que conlleva la actual oleada de innovación tecnológica y sin duda, y en gran medida, a las políticas económicas que implantan los gobiernos, porque el núcleo de las personas pobres está formado por los asalariados o los que intentan serlo, por los que necesitan vender su tiempo, sus conocimientos y capacidades por mayor o menor salario, (las personas con trabajo suponen el 31,6 % del total en pobreza severa; quienes están fuera de poder venderse como fuerza de trabajo, son pobres entre pobres; marginales), siendo que la bajada de los salarios afecta a la inmensa mayoría.  

Lo expuesto es reflejo de la relación económica, social e ideológicamente, para la mirada de los que detenta/utiliza el poder, está claro que pobres son todos los asalariados y gran parte de los “autónomos”, ya que es el sujeto que se define en la producción, por tanto, en relación económica social de dependencia como persona, pero también como sujeto social que se formaliza, toma entidad social en la acéfala masa[4] integrada por la población y referida como multitud en la pobreza.  

La pobreza no es algo que surja nacido de la nada, no es algo por lo que se trabaje, a lo que se oposite, ni se quiera, sino mas bien el yugo que ata a muchas personas por haber nacido como integrantes de unas familias, de unas gentes que, aun no queriendo, transmiten a sus descendientes como única herencia penuria económica y la estigmatización que conlleva la misma. 

Situación esta que el trabajador todavía no ha sido capaz de asimilar, así como que el esfuerzo por el que es definido y se define, es cada vez más dependiente y barato en las relaciones de producción. No solo se trabaja por un salario miserable, sino que además se dedica gran parte del esfuerzo diario a esta explotación, a pesar de que ni siquiera acatando estas reglas el trabajador consigue evadir la inseguridad, el miedo al mañana, ni la dependencia económica y social del día a día; de perseguir una seguridad que nadie le da, menos en la actualidad, donde se disfraza la caída de la necesidad de trabajo humano hablando de precariedad y desconocidas tasas de paro continuado que afectan sobre todo a los más jóvenes, como si tal política macroeconómica (financiada en parte por los Estados) fuera un desajuste coyuntural. 

Como se ve, pobre es un determinativo que puede parecer que señala un estrato en cuanto relación económica de forma exclusiva, definiendo con la misma al que no tiene lo que necesita para vivir o tiene escasez de medios de subsistencia, alguien escaso de algo, pero también es aplicable a la persona de poco valor o entidad, la gente[5], la plebe. Para los poderosos, el sujeto social dominado, la inmensa mayoría de la población. 

Sin embargo, y a cambio del maltrato, el desesperanzado sin futuro recibe y emite continuadamente y de forma dinámica toda la carga de normas, costumbres, tradiciones, creencias, sometimientos, adscripciones que le hacen sujeto necesario para cualquier gobierno liberal, dado que es esta persona en libertad sometida, que se puede mover, trabajar e ir de fiesta (si obtiene dinero), la que posibilita la continuidad del sistema. 

La dificultad de la mayoría para interpretar su situación personal, como persona especifica en relación a la economía política y su posición social real, solo es entendible por su asimilación/integración alienante en la idea única en la que forma el capitalismo, la ética del poder, que subsume en un sistema construido sobre bases egoístas a toda esa menospreciada población de pobres que están siendo perjudicados por el mismo.  

Y es que el éxito de la apropiación de la cultura por parte de las llamadas elites es tal, que toda persona, a pesar de ser dominada y explotada, aunque no llegue a final de mes y asista a las colas del hambre, será reticente a definirse como pobre por la vergüenza producida por una culpabilidad mal entendida (culturalmente aprendida) y por sentimientos de aporofobia (también aprendidos) recibidos como moral de sistema. 

“La clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante. La clase que controla los medios de producción material controla también los medios de producción intelectual de tal manera, que en general las ideas de los que no disponen de los medios de producción intelectual son sometidas a las ideas de la clase dominante”. (K. Marx. La ideología alemana. Cap. 2, p. 78.) 

Esto lo consigue el poder –económico/político/mediático- mediante la traslación al imaginario publico consignas/ideas como “¡Qué se jodan!”, refiriéndose a los parados con y sin cobertura social o “Los parados son vagos y los pobres son gentuza que vive de las subvenciones y comedores de caridad”, etc., expresiones de odio hacia una parte grande de la población, la gente sin ingresos estables o salarios de pobreza.  

El sistema gana la apropiación del pensamiento aunque, ironías del lenguaje, pobre se puede también referir a los ricos y poderosos, a las personas que detentando poder y riqueza, derroche de consumos, inversiones en imagen y apariencia, en estética, contactos, cierre de negocios en campos de golf…. y pocos escrúpulos para medrar, los que no son capaces de elevarse sobre su sociópata[6] o psicópata[7] egoísmo social, con lo que su cortedad de miras, de falta de empatía, los hacen pobres entre los pobres. 

Estas elites mienten y estafan continuamente, sea comerciando, especulando, explotando o endureciendo las condiciones de vida de la mayoría con una crisis económica que empobrece a los menos favorecidos, y a continuación volver a empobrecer a la mayoría de la población con una dura recuperación de la crisis, siendo la verdad que, el capital se fortalece más que se recupera, los ricos son más ricos, a la vez que la precariedad y los salarios miserables no libran de la pobreza. La pobreza no es algo fortuito, es la plasmación de las políticas económicas implantadas por los gobiernos defensores de la economía de mercado, del capitalismo, hoy en su versión ultraliberal. 

Mientras permanezca el capitalismo, al igual que el patriarcado, cuya erradicación tiene que ser la misma lucha, no es posible cambiar de plano en cuanto a igualdad y defensa de lo común, ya que permanecen la jerarquización, la dominación, pobreza/riqueza, las propias elites, y la intención/logro de implantar su Idea como ética única[8].           

Notas:

[1] Según la edición del 09.07.2020 por la consultora Capgemini El año pasado, los activos de los millonarios de todo el mundo aumentaron en un 8,6% hasta los 74 billones de dólares (65,58 billones de euros) en comparación con el año anteriores. A modo de comparación, los activos financieros de todos los hogares de Alemania ascendían a unos 6,46 billones de euros a finales de 2019, según el Bundesbank. Esto incluye dinero en efectivo, valores, depósitos bancarios y reclamaciones a compañías de seguros, sin incluir las propiedades inmobiliarias. 

[2]https://www.oecd.org/centrodemexico/estadisticas/indice-pobreza.htm  

[3]https://www.rtve.es/noticias/20210910/pobreza-extrema-sociedad-pandemia/2170029.shtml  

[4] El termino masa fue definido por Gustave Le Bon «Una agrupación humana con los rasgos de pérdida de control racional, mayor sugestionabilidad, contagio emocional, imitación, sentimiento de omnipotencia y anonimato para el individuo». La “masa”, a diferencia del “pueblo”, no es la suma aritmética de individualidades pensantes, sino, como su nombre lo indica, un conjunto amorfo, personas indiferenciadas que no sigue el raciocinio, sino sus instintos primitivos.  

[5] Gente: conjunto indeterminado de personas. 

[6] Sociópata es la  persona que integra una patología que provoca un comportamiento caracterizado por la impulsividad, la hostilidad y el desarrollo de conductas antisociales.  

Puede detectarse y diagnosticarse a partir de los 15 años de edad.. El sociópata se caracteriza por carecer de empatía hacia los demás, fuerte egocentrismo, y tendencia a simular sentimientos. Carece de sentimientos de culpa, vergüenza o arrepentimiento. 

[7] El psicópata tiene básicamente los mismos rasgos que los de un sociópata, pero en el psicópata, la falta de empatía es total ya que no es  capaz de ponerse en el lugar de las personas de su círculo social. No tiene cura.

[8] .https://carlosgosto.files.wordpress.com/2017/09/la-c3a9tica-de-la-tribu-poder-dominacic3b3n-y-sumisic3b3n.pdf 

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