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Renta básica

¿Podemos? y… ¿queremos?

Fuentes: En lucha

El debate en torno a la Renta Básica (RB) es como la marea: viene y se va. Últimamente es un tema de actualidad, al ser (o haber sido) una propuesta de la nueva organización Podemos. Pero ¿tiene sentido? ¿Es viable? ¿Cómo se podría llevar a cabo? ¿Hay alternativas que propongan soluciones similares? En este artículo […]

El debate en torno a la Renta Básica (RB) es como la marea: viene y se va. Últimamente es un tema de actualidad, al ser (o haber sido) una propuesta de la nueva organización Podemos. Pero ¿tiene sentido? ¿Es viable? ¿Cómo se podría llevar a cabo? ¿Hay alternativas que propongan soluciones similares? En este artículo exponemos las diferentes posiciones económicas (y por tanto políticas) en este debate y defendemos un modelo fuerte de RB.

Para todas las personas individualmente, la misma cantidad (al menos el nivel del umbral de pobreza, unos 625€ al mes en el Estado español) no sujeta a IRPF; independientemente de cualquier otro ingreso, así como de tener o haber tenido empleo; y en sustitución de todas las demás prestaciones económicas de cantidad inferior en vigor (pensiones, subsidios, subvenciones, etc.). Este es el modelo «fuerte» de renta básica (RB), que ningún gobierno aplicó jamás.

En cambio, sí conocemos modelos «débiles» (o parciales) como el que proponen Vicenç Navarro y Juan Torres en el borrador de programa económico para Podemos(1) -«renta mínima garantizada» se le llama aquí. En línea con estos modelos, se concede la RB solo a una parte de la ciudadanía o a familias; muchas veces por un importe menor al umbral de pobreza; o exigiendo alguna contraprestación. Son más fáciles de implantar que el modelo fuerte, ya que requieren menos recursos.

La renta que proponen Navarro y Torres es una prestación que se asemeja al PIRMI en Catalunya. Este, a diferencia de la RB, no es un derecho individual, incondicional y universal, sino un subsidio con carácter asistencial que se otorga a familias pobres. Tiene un coste social en términos de control y un coste económico en términos de administración burocrática, ausentes en la RB.

El argumento principal de Navarro y Torres para desestimar la apuesta por la RB coincide con la crítica neoliberal por excelencia a la RB: podría desincentivar la inserción laboral. El enfoque neoliberal según el cual una RB equivalente al nivel de umbral de pobreza llevaría a la pereza es antropológicamente miope, pues ignora que el trabajo es una de las vías a la integración social y la autorrealización. Lo determinante aquí es la calidad del trabajo. Y la RB, como veremos, viene a atacar al trabajo precario; justo aquel que menos incentiva la búsqueda de empleo.

Navarro y Torres, desde un neokeynesianismo de izquierdas, centran sus propuestas en aumentar la inversión pública, la reforma fiscal y la regulación financiera, con el horizonte de estimular la demanda y la actividad económica. Aspiran a una situación de pleno empleo y fuerte intervencionismo estatal. Pero ¿han de pasar las soluciones de progreso necesariamente por reforzar el papel del Estado? ¿Acaso es el capitalismo de postguerra lo mejor a lo que podemos aspirar? En cualquier caso, actualmente recuperar la soberanía económica perdida pasa por el impago de la deuda, desmantelar las instituciones de la Unión Europea y el euro. Y no parece que las propuestas de Navarro y Torres vayan por ahí; se limitan a proponer modificar «los estatutos del Banco Central Europeo para que entre sus fines se encuentre el pleno empleo»(2). Más allá de lo poco realista de este planteamiento, ¿es en todo caso el pleno empleo aquello por lo que debemos luchar? ¿Es posible en el siglo XXI? Y aun si lo fuera, ¿no sería preferible dotarnos de autonomía económica para tener vidas flexibles y poder desarrollar vocaciones al margen del mercado laboral?

En contraste con buena parte de las y los economistas reformistas y marxistas, algunos autores influenciados por las tesis postmodernas, como Jorge Moruno, hablan de la inviabilidad actual del pleno empleo, ya que la financiarización del capitalismo en la era neoliberal ha llevado a un colapso de la idea de trabajo como empleo(3) que, por otra parte, como nos recuerda el autor, es tan reciente como el siglo XX. Según su análisis, hoy hay menos empleo pero ha aumentado la capacidad productiva del sistema, no solo debido a jornadas laborales más largas y el aumento de la productividad, sino porque cada vez más esferas de nuestras vidas son absorbidas por el mercado, volviéndose productivas (el ocio, la comunicación, etc.)(4). «La producción, comprendida como el arte de la creación antropológico, -poiesis-, desborda el marco laboral, pero se ve atrapada por el cepo de la acumulación por desposesión», afirma Moruno(5).

En esta sociedad, la ideología del trabajo asume como natural y axiomático el trabajo asalariado con el deber moral, la responsabilidad social y la vía hacia el éxito. Si a ello le sumamos que es el principal medio de subsistencia, a nadie se le escapa su gran carga disciplinadora. Sin embargo, el neoliberalismo viene a dinamitar esta premisa constitutiva de la hegemonía del capitalismo tardío, dejando a la sociedad desnuda ante el derrumbe del modelo del trabajo(6).

En este contexto, según Moruno, reivindicar el pleno empleo solo vendría a reforzar la decadente ideología del trabajo. Así, inspirándose en Toni Negri, se pregunta: ¿No sería más interesante desvincular los derechos y la ciudadanía del hecho de tener o no tener empleo?(7) En contraste, quienes desde la izquierda no abandonan la perspectiva del pleno empleo, suelen apostar por el trabajo garantizado, las más de las veces por oposición a la RB.(8) Obviamente, este es un debate que escapa a las pretensiones de este artículo. Solo una observación: la RB no tiene por qué estar reñida con el derecho a trabajo garantizado. La RB abre el camino a la desmercantilización del trabajo, lo cual no bloquea medidas como repartir el empleo sin bajar salarios.

Fortalezas de la Renta Básica

Los salarios han retrocedido en las últimas cuatro décadas en relación con las rentas del capital, y el empleo asalariado ha perdido peso como vertebrador de trayectorias vitales a favor de la precariedad perpetua y la discontinuidad laboral impuesta. Aun así, su centralidad en tensión con el capital mantiene toda su vigencia. «El impacto de la RB en el mercado de trabajo puede alterar radicalmente las relaciones sociales de producción ya que permite a la población sobrevivir sin estar tan sometida al dominio del sistema productivo; ahí reside la capacidad transformadora de la RB». Son palabras de José Iglesias, el primero en acuñar el término «renta básica» en el Estado español, en 1995.

La fortaleza más evidente de la RB es mitigar la pobreza y combatir la precariedad. Al cubrir buena parte de las necesidades básicas, coloca a la ciudadanía en una posición de mayor poder relativo en la negociación colectiva de las condiciones laborales, niveles salariales, horarios y vacaciones, etc. La protección de la RB nos permitiría no tener que aceptar salarios de miseria. Frenaría muchos desahucios, originados por la incapacidad de pago al perder el empleo. Podría animar la lucha sindical, al poder recurrir a la huelga sin miedo al despido, al paro o a pérdidas salariales. Favorecería la integración de la economía sumergida en la formal, ya que la primera perdería la posibilidad de pagar salarios por debajo del umbral de pobreza, beneficiando entre otros a los y las inmigrantes en peligro de exclusión social. Promovería la autoocupación y los proyectos cooperativos. Ayudaría a romper estigmas y favorecer la integración social, por ejemplo de las personas que salen de la cárcel y tienen dificultades para encontrar trabajo por su pasado. Etcétera.

Mujer y Renta Básica

Muchas veces se critica a la RB que potenciaría el sexismo, en el sentido de que las mujeres encargadas de las tareas domésticas se quedarían en casa, al no sentir la necesidad de buscar un trabajo remunerado.(9) Bien, esto sería lo más probable con un modelo de renta familiar, como ocurrió en Nueva Jersey con el Impuesto Negativo introducido entre 1968 y 1972 (10). En aquel caso, muchas mujeres en edad de tener hijos se quedaron en casa y sus compañeros (mejor pagados en el mercado laboral) salieron a buscar empleo para compensar los ingresos familiares.

Pero con la RB se difumina el desincentivo a buscar empleo para las mujeres, ya que al ser incondicional el salario que percibirán se suma y no va en detrimento de la RB: está claro que si alguien gana más o menos lo mismo con empleo que sin él, elegirá no trabajar; pero no es el caso con la RB. Más importante aún: al ser individual, la RB dotaría a las mujeres de mayor independencia económica y, por tanto, autonomía para decidir. Así, el yugo de la familia nuclear se vería debilitado. Como dijo la autora feminista Carole Pateman: «Una Renta Básica es importante para el feminismo y la democratización precisamente porque está pagada no a los hogares sino a las y los individuos como ciudadanos».(11)

Por otra parte, las mujeres tendrían más fuerza para exigir igual salario para igual trabajo que los hombres, al no verse abocadas a trabajar en condiciones extremadamente precarias.

Evidentemente, la RB no acabaría automáticamente con la división sexual del trabajo, ni mucho menos con la opresión de género; pero eso sería como esperar que la educación pública acabara con la corrupción política.

Pero, ¿es viable?

Entonces, ¿dónde está el problema? ¿Su viabilidad económica? Igual que con todas las propuestas de Podemos, cabe esperar que tarde o temprano los ecos de este régimen caduco pasen a decir que quienes defendemos la RB tenemos razón, pero que no se puede. No obstante, hay un estudio de Daniel Raventós, Jordi Arcarons y Lluís Torrens para Catalunya que muestra su viabilidad.(12) De hecho, estos mismos autores acaban de publicar un estudio de viabilidad de la RB para todo el Estado español (dejando fuera País Vasco y Navarra, al tener un régimen fiscal diferente).(13) El sistema de cálculo utilizado no es el resultado de multiplicar la RB equivalente al umbral de pobreza por el número de ciudadanos, pues además descuentan los ahorros derivados de una reforma fiscal (básicamente para subir el IRPF a las rentas más altas) y de las partidas redundantes con una RB. Así, la RB que proponen supondría una redistribución de la renta de los ricos al resto de la población de unos 35.000 millones de euros (un 3,5% del PIB), de modo que el 60-70% de la población con menos recursos mejoraría sus ingresos.

Lejos está esta propuesta, como vemos, de suponer una expropiación de la riqueza. Como el propio Raventós admite, «los ricos siguen siendo ricos».(14) Además no tocan, por ejemplo, los gastos presupuestarios de la Casa Real o el Ejército. Imperativo es señalar, pues, que si tuviéramos la fuerza para implantar una RB seguramente deberíamos tomar más medidas, como grabar más las rentas del capital e ir más allá de una redistribución de solo el 3,5% del PIB.

Con todo, mucha gente se pregunta: ¿cómo se podría llevar a cabo la RB? Tampoco esto es un problema. Para facilitar su implementación (una urgencia, en los tiempos que corren), se podría hacer por etapas. En una primera etapa, se incluirían como perceptores a los colectivos más desfavorecidos, para paulatinamente ampliar su aplicación a toda la sociedad. Esto no es lo mismo que afirma Pablo Iglesias: «Lo que estamos planteando ahora es que en cuatro años tenemos que intentar llegar a ese objetivo (…). La renta básica es un objetivo de gobierno a largo plazo».

En esa entrevista en TVE, Iglesias también afirmaba: «¿Es lo mismo establecer una renta para una persona que tiene personas a su cargo y que vive en una gran ciudad que para una persona que tiene características distintas? Habrá que establecer niveles en función de las necesidades de la gente».(15) Detrás del aparente carácter progresivo de su propuesta, se esconde un modelo débil de RB. Iglesias no tiene presente que, según el modelo fuerte de RB, Ana Botín sí que podría percibir una RB, pero antes habría abonado el importe de muchas RB en forma de retenciones al IRPF. Claro, para ello no bastará con una reforma fiscal; habrá que hacer que los ricos paguen sus impuestos.

Con la RB no se trata, como escribe el profesor Navarro, de dar «un cheque social a cada ciudadano y residente para que se espabile por su cuenta y pague con este dinero unos servicios privados que sustituyan a los públicos, a los cuales el cheque público sustituiría». (16) Ningún defensor de la RB defiende el desmantelamiento de los servicios públicos. La RB no es un sustituto del Estado social, sino un complemento del mismo. Es más, el importe total de la RB se podría dividir en dos partes: una (la mayor parte) directamente para las personas, y otra dedicada a inversiones públicas (sanidad, educación, vivienda, transporte, medio ambiente, etc.), en cuya asignación debería promoverse la participación ciudadana. La RB no bloquea la apuesta por un cambio de modelo productivo; al contrario, puede promoverlo.

Como corolario de las objeciones a la RB, se dice que no acaba con la crisis económica y las injusticias del capitalismo. Puede ser. La RB no supera el conflicto capital-trabajo, pues no es en sí misma una medida revolucionaria. Más bien se trata de entender la RB como una reforma económica radical que nos situaría en un plano de mayor libertad y replantearía las relaciones laborales a favor de los y las trabajadoras. Ese es el miedo que motiva las más infundadas descalificaciones.

Podemos concluir que los obstáculos a la RB no son principalmente económicos, sino políticos. Y si bien una suerte de RB introducida por un supuesto gobierno de Podemos supondría un avance, es necesario ir más allá: habrá que legislar el modelo fuerte de RB como un derecho ciudadano, en el marco de un proceso constituyente. Solo así podrá desplegar todo su potencial emancipatorio y animar la lucha por una transformación social profunda.

Notas:

1 Navarro, V.; Torres, J., 2014: «Un proyecto económico para la gente». Disponible en: http://bit.ly/1rCrAij

2 Íbid.

3 Moruno, Jorge, 2014: «Renta básica y la encrucijada histórica», Público. Disponible en: http://bit.ly/1vbOsqt.

4 Moruno, Jorge, 2013: «¿Dónde está la clase obrera? Cara a cara con el Nega». Disponible en: http://bit.ly/1zNHXiX.

5 Moruno, Jorge, 2014: «Renta básica y la encrucijada histórica», Público. Disponible en: http://bit.ly/1vbOsqt.

6 Moruno, Jorge, 2014: «Vivir solo por existir», Público. Disponible en: http://bit.ly/1GFrsHy.

7 Jorge Moruno en Fort Apache, 2014. Disponible en: http://bit.ly/1wAoBwY.

8 Ver, por ejemplo, Eduardo Garzón: «Siete argumentos en contra de la renta básica y a favor del trabajo garantizado». Disponible en: http://bit.ly/1pOpw4w. Y también: Eduardo Garzón en Fort Apache, 2014. Disponible en: http://bit.ly/1wAoBwY.

9 Castillo, Jesús, 2014, «¿Cómo repartimos la riqueza? A propósito de la renta básica». Disponible en: http://bit.ly/1CiwslT.

10 Iglesias, José, 2001: Todo sobre la Renta Básica. Introducción a los principios, conceptos, teorías y argumentos. Barcelona: Virus editorial.

11 Paterman, Carole, 2004: «Democratizing Citizenship: Some Advantages of a Basic Income». Politics and Society.

12 Arcarons, J; Raventós, D; Torrens, Ll, 2013: «Un modelo de financiación de la Renta Básica técnicamente factible y políticamente no inerte». Disponible en: http://bit.ly/1CCdncV.

13 Arcarons, J; Domènech, A; Raventós, D; Torrens, Ll, 2014: «Un modelo de financiación de la Renta Básica para el conjunto del Reino de España: sí, se puede y es racional». Disponible en: http://bit.ly/1qmnVKf.

14 Daniel Raventós en Fort Apache, 2014. Disponible en: http://bit.ly/1wAoBwY.
Entrevista a Pablo Iglesias (RTVE: La noche en 24 horas). Disponible en: http://bit.ly/1Id8udf.

15 Navarro, Vicenç, 2013: «Qué renta básica?», Attac Madrid. Disponible en: http://bit.ly/1r9Oinb.

Isaac Salinas es militante de En lluita / En lucha

Artículo publicado en la revista anticapitalista http://lahiedra.info/renta-basica-podemos-y-queremos/