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Política antiimperialista: Formación de clase y acción socio-política

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Marina Trillo

Introducción

Para comprender la naturaleza y dinámica de la política antiimperialista es importante responder a varias preguntas clave. Entre ellas:

  1. ¿Qué constituye un movimiento antiimperialista (MAI)? ¿Son antiimperialistas los movimientos o eventos antiglobalización, antiALCA, antiIrak (o antiguerra)?.


  1. ¿Bajo qué condiciones y localizaciones geopolíticas emergen y se expanden los MAI?


  1. ¿Qué clases específicas inician y cuales expanden los MAI, y qué clases, estados, y regímenes defienden el imperialismo?.


  1. ¿Bajo qué condiciones (contexto político y económico) las clases estructuralmente determinadas (explotadas) se involucran en luchas antiimperialistas?. ¿Marcan alguna diferencia las fuertes crisis económicas y la emergencia de nuevas organizaciones y líderes?


  1. ¿Bajo que condiciones surgen los movimientos MAI en los países imperialistas (EEUU y UE)? ¿Cuáles son su potencial y limitaciones?


  1. ¿Qué estrategias y tácticas promueven o limitan el crecimiento de los MAI?.


Las respuestas a éstas y otras relevantes cuestiones proporcionan una guía para nuestro debate sobre la teoría y política antiimperialista actual.

Movimientos antiimperialistas

La oposición al imperialismo adopta una gran variedad de formas y prácticas organizativas. No hay una sola organización internacionalmente dominante, que se oponga completamente al imperialismo como sistema de poder. Más bien, los que predominan son una serie de movimientos monotemáticos que se oponen a la política e instituciones imperiales. Por ejemplo, importantes manifestaciones en toda Latino América, movimientos y referéndums se han opuesto al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) patrocinada por EEUU. Para muchos de los adversarios, la oposición al ALCA se basa en los efectos destructivos que el libre comercio ejerce sobre los trabajos, así como sobre los granjeros y campesinos. Para otros, el ALCA es visto como parte de una estrategia global estadounidense para conquistar y dominar las economías y la política de Ibero América y del resto del mundo. Los movimientos antiALCA se oponen a un aspecto importante del imperialismo estadounidense – su intento de dominar el comercio e inversión de toda la región por medio de su control formal del armazón político legal que rige las relaciones económicas.

El movimiento antiglobalización y la campaña antiguerra (Irak, Afganistán) abarcan tanto a grupos antiimperialistas como a «reformistas imperiales» que por lo general apoyan el poder imperial estadounidense pero se oponen al particular modo de ejercitar el poder, o a la ubicación específica en la que se manifiesta. Otros se oponen al comportamiento de las corporaciones multinacionales pero no al estado y sistema imperial en el que están inmersas. Estos movimientos son antiimperialistas en cuanto movilizan fuerzas populares para oponerse a una importante manifestación de la expansión imperial, despiertan la conciencia popular sobre los motivos de los regímenes de EEUU y la UE y abren la posibilidad de profundizar y extender la resistencia al imperialismo como sistema.

No obstante, con frecuencia no se comprenden las potencialidades de estas políticas monotemáticas; la lucha contra un solo asunto se queda aislada del rechazo general al imperialismo, y la victoria o derrota del poder imperial generalmente termina con las movilizaciones. La movilización antiguerra de Vietnam, que fue la oposición más amplia y más duradera contra una guerra imperialista, disminuyó cuando se acabó el reclutamiento militar, los vietnamitas ganaron la guerra y los EEUU retiraron sus tropas. Los efectos posteriores fueron limitar el uso masivo de tropas estadounidenses de infantería durante quince años, (hasta la Guerra de Golfo) y aumentar la contratación de ejércitos mercenarios (Afganistán, Nicaragua, Angola, Mozambique, etc.), aumento de la dependencia en agencias de inteligencia y fuerzas especiales para derrocar a los regímenes antiimperialistas (Chile 1973, Argentina 1976, Uruguay 1973, etc.) y fuerzas a pequeña escala para invadir países pequeños (Grenada, Panamá). Además, los movimientos antiimperialistas monotemáticos no impidieron, ni siquiera se movilizaron para terminar con el bloqueo económico a Cuba, Vietnam, Camboya, Laos, etc. Finalmente muchos de los antiimperialistas de tema único se unieron al ala liberal del pro imperialista Partido Demócrata de los EEUU, y los partidos reformistas pro OTAN de Europa – el Partido Socialista de Francia, el Partido Comunista de Italia etc.

El registro histórico de los movimientos antiimperialistas monotemáticos es muy ambiguo; en algunos casos tiene efectos residuales a medio plazo, en otros se disuelve en la política tradicional y en unos pocos casos alimenta movimientos sociales más grandes. En el último caso, las luchas anticoloniales de Francia e Italia alimentaron los mayores movimientos antisistema; París 1968, otoño caliente de Italia en 1969.

La clave para identificar la dinámica (hacia adelante o hacia atrás) de los movimientos antiimperialistas monotemáticos es la política: la ideología, los líderes y los programas en torno a los que se organizan los movimientos. La mayor parte de los impactos a corto plazo son resultado de la ideología política de los líderes de mínimo denominador pragmático, fijándose exclusivamente en el tema más inmediato (política imperial), disociados del imperialismo como sistema de poder, evitando cualquier desafío político al poder del régimen o del estado, y acomodando o subordinando el movimiento de masas a los políticos oportunistas «disidentes» de los principales partidos imperiales, que buscan capitalizar la protesta de masas con fines electorales.

Las movilizaciones antiimperialistas monotemáticas, como la antiglobalización, surgen con fuerza, se extienden y después se hacen rutina y declinan, porque omiten conectar instrumentos políticos para desafiar al poder, con las luchas populares de masas. En el caso de la lucha antiglobalización, las falsas premisas de los ideólogos del movimiento, la idea de las corporaciones multinacionales como poderes autónomos divorciados del estado imperial, fallaron en prever las guerras imperiales y la ocupación colonial. La reorientación de muchos antiguos activistas antiglobalización, hacia el movimiento antiguerra de Irak, condujo a un aumento masivo de protestas con el tema único de la guerra, seguidas de un desplome después que EEUU conquistó y ocupó Irak. No ha surgido ningún movimiento de masas que se opongan al régimen colonial estadounidense ni que apoye la resistencia iraquí.

La erupción de los movimientos de masas monotemáticos opuestos a políticas antiimperialistas específicas no lleva necesariamente a un progresivo, radicalizado y consecuente movimiento antiimperialista, a menos que el movimiento vaya más allá de asuntos únicos y desarrolle un programa y un liderazgo capaces de vincular el antiimperialismo con la transformación del sistema.

Condiciones para la emergencia de los MAI

La segunda pregunta clave es: ¿Bajo qué condiciones emergen y se expanden los MAI?

Casi todos los movimientos MAI más importantes y consecuentes han tenido lugar en Latino América, Asia, o África. En el período actual podemos identificar varios contextos en los que han surgido MAI significativos.

1. Invasión colonial y ocupación: Irak ha visto la reagrupación y resistencia de los movimientos antiimperialistas de masas organizados contra el gobierno colonial-militar. Los regímenes coloniales saquean la economía, designan a los gobernantes coloniales, destruyen la infraestructura, matan a civiles, y torturan a sospechosos. Las humillaciones diarias de millones provocan hostilidad, rechazo y resistencia. Lo mismo es válido para Afganistán, donde existe resistencia armada contra la fuerza de ocupación EEUU-UE y su régimen títere (Karzai)

2. Intervención Militar: La participación militar estadounidense a largo plazo como asesores, proveedores de armas, y apoyo financiero de la oligarquía Colombiana han provocado una guerrilla antiimperialista y oposición ciudadana a gran escala y de larga duración. La fase más reciente de la intervención militar imperial (Plan Colombia) ha polarizado al país, empobrecido a los trabajadores urbanos, y aumentado las matanzas de campesinos, activistas pro derechos humanos, periodistas y sindicalistas. La participación directa de subcontratistas mercenarios estadounidenses en el combate y la erradicación de la coca ha contribuido aún más al crecimiento de la política antiimperialista en las áreas rurales.

3. Privatización y Disminución del Nivel de Vida: La mayor parte de los bancos privatizados, telecomunicaciones, servicios públicos (luz y energía), empresas minerales y petrolíferas han terminado en manos de las CMN de EEUU y UE. El resultado ha sido tiroteos masivos, precios más altos, reducción de las regiones servidas y transferencia de recursos al extranjero a gran escala, legal e ilegalmente. El proceso mismo de la privatización no fue transparente, porque los sobornos y cohechos produjeron compras por debajo del valor de mercado. Esto ha llevado a protestas masivas contra la empresa privada extranjera, la política estatal y las consecuencias negativas. Enormes protestas antiprivatización han tenido lugar en Perú (empresas eléctricas nacionalizadas), Bolivia (agua), Ecuador (petróleo y electricidad) y muchos otros países. En Argentina hubo un levantamiento popular (20/21 diciembre 2001) después de que los bancos de capital extranjero transfirieron al exterior los ahorros de los depositantes. El grueso de la actividad antiprivatización se ha centrado sobre el apoyo del IFI a la privatización y el respaldo al IFI por parte de EEUU y la UE.

4. Comercio Desigual e Inversión: EEUU y la UE subsidian sus productos agrícolas en una cifra de más de cincuenta mil millones de dólares en desembolsos directos, y varios miles de millones más en sistemas de irrigación financiados por el estado, subvenciones a la exportación, ayuda técnica, tarifas eléctricas y energéticas, promoción de comercialización, infraestructuras, redes y «ayuda vinculada». Además tanto EEUU como la UE imponen barreras arancelarias, cuotas, barreras comerciales no tradicionales, a las exportaciones agrícolas y de productos manufacturados del Tercer Mundo. En contraposición, los estados imperiales de EEUU y la UE exigen la bajada y eliminación de tarifas y subvenciones en el Tercer Mundo. Como resultado, el Tercer Mundo pierde aproximadamente doscientos mil millones por año en ingresos comerciales, más del doble de todos los préstamos, inversiones, concesiones y transferencias de los regímenes imperialistas. EEUU propone, por medio del ALCA (Área Latinoamericana de Libre Comercio), consolidar y profundizar en su desigual relación comercial con América Latina estableciendo un marco legal y político bajo una comisión ALCA, que lo controlará, convirtiendo de este modo a América Latina en una zona colonial mercantil.

En todas partes de Latinoamérica millones han protestado contra la firma del acuerdo ALCA.

En Brasil en un referéndum informal, el noventa y cinco por ciento de los votantes rechazó el ALCA – un total de once millones de votantes. La clave para el avance del ALCA se encuentra en los regímenes vasallos que gobiernan en Latinoamérica en particular en Brasil, Colombia, México, Ecuador, Chile, Bolivia, Perú y otras partes.

La derrota del esfuerzo de re-colonización de Washington pasa por el derrocamiento o la expulsión de los regímenes vasallos, que colaboran activamente con EEUU. Las principales fuerzas sociales contrarias a la re-colonización son los campesinos y los pequeños agricultores, que no pueden competir con los productos agrícolas subvencionados estadounidenses que se venden a precios inferiores debido a las subvenciones imperiales estatales a la exportación. En Bolivia, los campesinos se vuelven hacia un cultivo alternativo, la coca, ya que no pueden competir con las subsidiadas importaciones agrícolas estadounidenses. En México, Bolivia, Colombia, y Perú los movimientos rurales reivindican el derecho a producir cosechas alternativas y oponerse al ALCA. En Brasil el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) es la principal fuerza que se opone ALCA.

En la medida en que ALCA, en sustancia y símbolo, representa la conquista imperial estadounidense y la colonización de América Latina, los movimientos antiALCA representan un elemento clave de la lucha antiimperialista.

La transición del libre comercio al imperialismo colonial mercantilista ha estimulado las condiciones para la aparición y extensión de los movimientos antiimperialistas (MAI) Igualmente importante, el ALCA ha ampliado el alcance de la oposición a la dominación de EEUU y la UE. Durante la primera fase del neoliberalismo, la oposición al imperialismo estaba basada en una privatización específica de la política y se fijaba en sectores industriales afectados concretos (o incluso en firmas concretas) Las protestas iban dirigidas contra injusticias específicas, pérdida de empleo, bajada de salarios, aumento de precios, etc. Estas luchas particulares persisten – principalmente las de los trabajadores ecuatorianos del petróleo contra la privatización y desnacionalización de la industria petrolera, los trabajadores de centrales eléctricas y sector energético de México etc. Sin embargo, estas luchas concretas están cada vez más explícitamente unidas a la oposición al ALCA y a la conquista imperial estadounidense.

Movimientos antiimperialistas: Perspectiva histórica

Los actuales MAI son la más reciente de una serie de luchas que se remontan a la conquista original del Tercer Mundo. Sin embargo los objetivos, clases sociales, y programas de los MAI difieren enormemente de lo que fueron en tiempos anteriores.

Podemos distinguir varios tipos y subtipos de MAI históricos y actuales.

  1. MAI tradicionales

Los primeros movimientos contra la conquista imperial colonial, frecuentemente se oponían al genocidio, exterminación, esclavitud, desplazamiento, y servidumbre. Los objetivos de al menos algunos de sus líderes eran restaurar los sistemas precoloniales de gobierno jerárquico con emperadores locales, consejos o comunidades. Las rebeliones, derrotas, re-esclavitud, y dispersión de los pueblos colonizados crearon dos economías paralelas: la economía colonial dominante y las comunidades de subsistencia de pueblos anticoloniales en regiones remotas de los países conquistados.

  1. MAI modernos

Los MAI modernos pueden dividirse y subdividirse en aquellos que lucharon por la independencia política del dominio colonial manifiesto (América Latina en el siglo diecinueve y principios del veinte) y Asia/Africa (a mediados del siglo veinte) y aquellos que lucharon por la independencia política y económica por medio de luchas revolucionarias nacionales y socialistas a mediados del siglo veinte (China, Cuba, Vietnam, Yugoslavia, etc.) Estas revoluciones antiimperialistas a su vez sentaron las bases para la nueva confrontación entre movimientos capitalistas-nacionalistas y socialistas-populistas. Los MAI modernos lograron establecer economías y regímenes «híbridos», estado mixto, formas de propiedad privadas y colectivas, y regímenes populares jerárquicos. Estos «regímenes y economías híbridos» sirven de base para nuevas confrontaciones con el imperialismo. Las nuevas élites nacionalistas y comunistas, divorciadas de las realidades socio-económicas de las masas, y sujetas a la influencia o intervención imperial, evolucionaron durante décadas hacia una nueva clase o fueron derrocadas y sustituidas por regímenes vasallos del imperio, en particular durante las últimas décadas del siglo XX. Regímenes nacionalistas de África y Asia fueron derrocados y sustituidos por señores de la guerra tribales, vasallos coloniales y clérigos reaccionarios – todos ellos inicialmente vinculados a EEUU y/o la UE. La conversión de regímenes colectivistas en regímenes pro capitalistas/proimperialistas en la ex URSS, Europa Oriental, y Asia del Sur se basaron tanto en fuerzas sociales externas como internas. En Europa Oriental, el apoyo financiero e ideológico estadounidense a políticos nacionalistas, élites intelectuales y jefes sindicales, facilitaron el cambio de sus regiones pasando de satélites de Rusia a estados vasallos estadounidenses – extendiendo el Imperio estadounidense desde el Báltico hasta los Balcanes. La intervención militar y el apoyo de fuerzas paramilitares subrogadas extendieron el imperio estadounidense desde los Balcanes a Oriente Medio. En el siglo veintiuno los EEUU se expandieron al Oriente Medio y Asia del Sur con las guerras de Afganistán e Irak. La ideología de la conquista imperial varió su teórica del tradicional «humanitario» colonial a la de la «liberación» de Irak, y al moderno subterfugio antiterrorista de Afganistán

Hacia el final del siglo XX ya surgieran tres variantes de antiimperialismo:

  1. Antiimperialismo de derechas, articulado por disidentes cliente estadounidenses en Europa Oriental, Balcanes, y Cáucaso como instrumento para mudar lealtades de la dominación soviética al imperio estadounidense.

  1. Antiimperialismo clerical, basado en la oposición religiosa (Musulmana) a la agresión militar, conquista política, influencia cultural, depredaciones económicas y hostilidad racial estadounidenses, orientado hacia la «restauración» de las opiniones clericales tradicionales y en algunos casos combinándolas con valores nacionalistas modernos.


  1. Antiimperialismo moderno, oponiéndose a las guerras y conquistas imperiales, las CMN, la OMC, el ALCA, apoyando las luchas de liberación del Tercer Mundo. Las profundas diferencias de clase y políticas en los movimientos antiimperialistas o nacionalistas — entre movimientos pro imperio estadounidense, movimientos clericales-nacionalistas y movimientos modernos de liberación — tienen importantes consecuencias teóricas y prácticas. La guerra de EEUU contra Yugoslavia basada en una alianza con terroristas Musulmanes en Bosnia y Kosovo (ELK), los clérigos derechistas de Afganistán y la tentativa de establecer una junta colonial clerical (Shia) en Irak indican el modo como se articula el imperialismo con derechistas reaccionarios contra regímenes seculares. El apoyo estadounidense y su influencia sobre las élites disidentes de Europa Oriental y la conversión de éstas en vasallos estadounidenses muestran la capacidad del imperio para cooptar la ideología antiinfluencia y sus propagadores al objeto de afianzar bases militares y estados vasallo políticos. El uso y desuso selectivo de Musulmanes, intelectuales seculares, y extremistas étnicos son una parte fundamental de la estrategia imperial estadounidense para debilitar a los regímenes antiimperialistas y dividir a los opositores al imperialismo. Esto es particularmente eficaz en el caso de críticos en los MAI que carecen de una perspectiva de clase respecto de la naturaleza del imperialismo, las múltiples formas que toma y las flexibles concesiones que adopta: apoyar a los Musulmanes contra los izquierdistas en un momento, atacar a los nacionalistas Musulmanes y favorecer a vasallos seculares o Musulmanes en otro momento. La ola actual de MAI incluye fuerzas seculares y clericales, socialistas y nacionalistas, progresistas y restauracionistas.

Antiimperialismo en EEUU:

Los movimientos antiimperialistas han sido sumamente débiles en Estados Unidos. A excepción del pico con motivo de la invasión estadounidense de Indochina entre 1966-1972, ha habido pocas actividades antiimperialistas de masas continuadas. Sin embargo, la opinión pública estadounidense y las protestas electorales dirigidas contra incursiones imperiales estadounidenses concretas, no han sido infrecuentes. Esencialmente, podemos identificar varios períodos de oposición pública estadounidense a aspectos de la política imperial.

  1. 1945-1947 oposición pública estadounidense y manifestaciones de tropas de ultramar forzaron a los planificadores imperiales después de la segunda Guerra Mundial a reducir considerablemente los despliegues de tropas estadounidenses en los países ocupados y a limitar la intervención estadounidense contra las revoluciones China, Indochina, y Socialista Yugoslava.


  1. 1951-1953 oposición pública estadounidense a la Guerra Coreana condujo a la derrota del candidato presidencial demócrata pro guerra y presionó a Eisenhower a negociar un armisticio que negó la victoria militar a Washington.


  1. 1966-1972 oposición pública estadounidense (manifestaciones de masas, y acusada polarización sociopolítica) y el descontento a gran escala entre los militares en Vietnam minaron las bases políticas y militares del poder imperial y contribuyeron a la derrota del ejército de los EEUU.

Posteriormente hubo una protesta pública continuada sobre la intervención estadounidense de Centroamérica, el apoyo estadounidense al régimen apartheidista sudafricano y más recientemente a la invasión estadounidense de Irak. Estas protestas tuvieron un efecto muy limitado para influenciar la política estadounidense. Igualmente importante, la intervención de EEUU en Angola, América Central y América del Sur durante la década de 1973 a 1983, en apoyo de mercenarios y/o golpes militares, produjo poca respuesta pública excepto por parte de pequeños grupos de activistas. La manifestación «antiglobalización» de 50.000 en Seattle en 1999 fue un acontecimiento singular – con poca continuidad efectiva, excepto el rebrote de manifestaciones pacifistas de enero-febrero de 2003.

¿Qué cuenta para las raras pero exitosas movilizaciones de protesta antiimperialista en EEUU? Tanto en Corea como en Vietnam, las tropas estadounidenses fueron derrotadas o no fueron capaces de ganar y sufrieron muchas bajas (varios cientos de miles de muertos o heridos) durante un prolongado período de tiempo (de tres a diez años) a manos de las fuerzas nacionales de liberación. Las derrotas imperiales y las bajas devolvieron la guerra a las comunidades, vecindarios, lugares de trabajo, familias, y organizaciones sociales estadounidenses. En segundo lugar las anteriores guerras se libraron con ejércitos de reclutas forzosos, que incluían o amenazaban incluir en situaciones de combate a los hijos de las clases medias y medias altas, afectando así a un importante sector del electorado.

La amenaza del alistamiento forzoso en un ejército que ya estaba sufriendo muchas bajas con una guerra prolongada motivó que muchos hombres en edad militar y sus padres se opusieran activamente a la guerra. En tercer lugar, las guerras imperiales prolongadas y costosas, aunque estimularon la economía, llevaron a una pérdida de valores en los mercados mundiales y fortalecieron a los rivales imperiales estadounidenses, al tiempo que limitaron la capacidad de Washington para intervenir y controlar otras regiones del mundo. Sectores de las clases dirigentes y políticas comenzaron a dar prioridad a los intereses estratégicos del imperio en vez de continuar con una guerra sin esperanzas que había llegado a un punto muerto, llevando a desacuerdos entre la elite acerca de como mejor construir un imperio mundial

Los factores combinados de probada resistencia popular, bajas militares estadounidenses, miedo al alistamiento y desacuerdos entre la élite, propiciaron los movimientos de masas organizados y oposición sostenida. Sin embargo, incluso en las protestas a gran escala contra la invasión estadounidense de Indochina, la gran mayoría no se opuso al sistema imperial estadounidense, sinó a aspectos concretos del mismo, como la guerra de Indochina, el alistamiento, y las bajas militares estadounidenses. Al final de la guerra, el éxito del movimiento era relativo; esto llevó a una reducción temporal de los gastos militares (1974-1978), y a resistencia a nuevos compromisos masivos de tropas de tierra en intervenciones manifiestas. Posteriormente, durante los años 1970 a 1990, cuando EEUU cambió a intervenciones encubiertas de la CIA (Chile, Argentina, Uruguay), y utilizó ejércitos mercenarios en Angola, Mozambique y Centroamérica (Contras Nicaragüenses), se produjo poca protesta. No hubo ninguna oposición de importancia en relación con las invasiones estadounidenses de países diminutos, débiles, como Grenada y Panamá en los años 1980 que causaron muy pocas bajas entre los reclutas de EEUU.

Posteriormente, las invasiones y ocupaciones estadounidenses de regiones como Yugoslavia y Afganistán, ambas en gran parte guerras aéreas con apoyo en tierra de señores de la guerra fundamentalistas Musulmanes y terroristas, obtuvieron un significativo apoyo público en EEUU. La invasión y la conquista de Irak por EEUU confirman este análisis. La exitosa invasión y conquista fueron en gran parte resultado de la enorme fuerza militar y bombardeo, una guerra aérea acompañada por la rendición encubierta de los comandantes militares iraquíes, que condujeron a una conquista militar rápida y exitosa con un mínimo de víctimas estadounidenses. Sin embargo, la subsecuente ocupación y el gobierno colonial han llevado a la oposición popular a gran escala en Irak y a una probada guerrilla urbana, que causan docenas de bajas estadounidenses cada semana (más de cuatro mil heridos y más de ciento cincuenta muertos) en los seis primeros meses (Mayo-Octubre 2003) A medida que crecen la resistencia guerrillera iraquí y la oposición popular, y las bajas estadounidenses se acumulan, la opinión estadounidense comienza a cambiar desde el apoyo rotundo a las guerras imperiales, a la oposición creciente con un 49% de opositores a Bush hacia finales de agosto. Esto coincidió con citas para audiencias en el Congreso y críticas a la guerra en la campaña electoral.

Igualmente importante la invasión estadounidense de Irak es la primera guerra imperialista que no ha ido unida a beneficios socioeconómicos para las clases de masas de asalariados y obreros. El imperio se amplía, las compañías petroleras y los beneficios de las corporaciones bombean para doblar dígitos, a medida que el paro aumenta y los recortes en las prestaciones sanitarias y educativas erosionan cada vez más el nivel de vida de la masa obrera. A pesar de las medidas extremas de la agresión imperialista y la severidad de los ataques sobre el nivel de vida, ha habido poco «movimiento» contra el imperialismo por parte de las clases obrera y asalariada. En círculos de oposición oficiales y semioficiales, la oposición se dirige contra la «propaganda engañosa» (las mentiras del estado) no contra la cuestión fundamental de las guerras imperiales. Los disidentes progresistas critican la política concreta que llevó a la guerra no las estructuras de poder que generan la política; critican al régimen de Bush no al estado imperial. La «solidaridad» existente se dirigida a los soldados estadounidenses («traed a nuestros chicos a casa») no a la resistencia anticolonialista del pueblo contra un ejército de ocupación.

El registro histórico nos dice que serán necesarias condiciones extremas para mover fuerzas significativas en EEUU que se opongan a la agresión imperial, tales como una gran crisis económica, importante pérdida de vidas, o guerras prolongadas de atrición. Debemos mirar hacia otra parte (fuera de EEUU) para localizar la dinámica de los movimientos antiimperialistas, precisamente a aquellas regiones y entre aquellas clases que han sufrido de lleno el impacto de la conquista imperialista.

Impacto del imperialismo en la Estructura de Clases

Los nuevos MAI de clases surgen de la enorme transformación causada por la penetración y toma de posesión de las economías del Tercer Mundo, en particular en América Latina. El imperialismo, sobre todo su política económica y el lograr tomar posesión de sectores estratégicos financieros, comerciales, minería, y del petróleo, han tenido gran efecto sobre la naturaleza cuantitativa y cualitativa de todas las clases sociales de América Latina. Además, la política económica impuesta por las autodenominadas instituciones financieras «internacionales» (FMI, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo) también ha contribuido decisivamente a la transformación de la estructura de clases. Igualmente importante, la ejecución selectiva de la política de «libre comercio» ha sido un factor determinante en la reestructuración de la estructura de las clases urbana y rural. Todos los cambios causados por las clases e instituciones imperialistas han contribuido de modo decisivo a conformar la naturaleza de los movimientos antiimperialistas que surgen. En el campo, la política y la clase imperialistas habían tenido varios efectos clave:

  1. Minado de pequeños y medianos productores agrícolas por la política de «libre mercado» que permite la afluencia masiva de exportaciones agrícolas estadounidenses subvencionadas.


  1. Concentración de la propiedad y desplazamiento de campesinos de subsistencia y sin tierra a través de préstamos y ayuda a firmas agro-exportadoras (tanto en Latinoamérica como en EEUU) que se especializan en la producción de productos de exportación, como soja, café, y zumo de naranja.


  1. Aumento de la polarización en el campo por terminar las restricciones sobre la propiedad extranjera, y acabar con los títulos comunales de la tierra, estimulando la estratificación interna.


  1. Bajada de precios a productores locales, aumentando el precio del crédito (sobre todo denegando crédito formal y forzando a los pequeños productores a tomar prestado a tasas de interés desorbitadas en el mercado informal de préstamos)

El resultado neto es el aumento del número de productores rurales sin tierra, la bancarrota de familias campesinas y forzar a los emigrantes rurales a la periferia de los centros urbanos regionales. El empobrecimiento de masas inducido por el imperio, la concentración de la tierra y el desplazamiento del campesinado han sido factores clave para la ignición de los movimientos sociales rurales que han estado en la vanguardia de las luchas contra el ALCA, el IFI, y el neoliberalismo. Igualmente importante la política imperial ha afectado desfavorablemente a países con altas concentraciones de campesinos y labradores indios y negros, por medio de la mecanización y eliminación de puestos de trabajo, el apoderarse de la tierra de pasto o el empleo de mecanismos coercitivos ilícitos y legales para hacerse con tierra de reservas minerales probadas. La financiación de infraestructura del IFI casi exclusivamente vincula a los grandes agro-exportadores con los mercados, ignorando las necesidades de las comunidades rurales. Lo que es probablemente más importante para los pequeños productores de Bolivia, Perú, y Colombia, programas químicos de «erradicación» diseñados por el imperio han destruido el sustento de millones de familias sin proporcionar ninguna cosecha viable alternativa a la producción de coca. El resultado ha sido la organización y movilización de los movimientos sociales de masas de campesinos en defensa de su tierra, granjas, y comunidades, y un agudo aumento de la conciencia antiimperialista.

En las ciudades, las privatizaciones de firmas promovidas por el imperio y las reducciones presupuestarias para pagar a los acreedores extranjeros han tenido un severo impacto sobre empleados y asalariados. Millones de empleados del sector público, especialmente de los servicios sociales y la administración pública, han perdido sus empleos y su seguridad en el puesto de trabajo y la mayoría han sufrido disminución de ingresos de hasta un cuarenta por ciento durante la pasada década. Los nuevos dueños han despedido a trabajadores industriales, a medida que consolidaban operaciones empresariales o saqueaban los recursos públicos recién adquiridos. El resultado final ha sido la «proletarización» de los trabajadores del sector público como consecuencia de los bajos ingresos, la inseguridad en el trabajo y la disminución de estatus. El resultado ha sido un gran aumento de la protesta organizada del sector público dirigida contra los programas de «ajuste estructural» promovidos por el imperio – y más allá contra los autores intelectuales en seno del IFI. La política e instituciones imperiales han minado estos dos pilares de «estabilidad política» de la hegemonía imperial, pequeños propietarios rurales y profesionales de ingresos medios del sector público. Los trabajadores urbanos en paro y los trabajadores rurales desplazados han sido concentrados en el llamado «sector informal » y en las mal pagadas, sumamente explotadas y fuertemente controladas «maquiladoras» (plantas de montaje) Cada vez más organizados como movimientos de trabajadores en paro, vendedores callejeros autónomos con base en el barrio u organizados en diversos mercados, el liderazgo y activistas en Bolivia, Argentina, Perú, Venezuela y en algunos de los otros países han estado en la vanguardia de oposición a la política imperialista de privatización, como las del agua en Cochabamba, Bolivia y electricidad en Arequipa, Perú y el aumento de tarifas de utilidad pública impuestas por las firmas recientemente privatizadas que anteriormente eran de propiedad estatal y están controladas por monopolios extranjeros. La universidad, los profesores de la escuela primaria y secundaria y los estudiantes se han opuesto a las reducciones presupuestarias y el deterioro de las escuelas públicas y a las reducciones salariales ordenadas por el IFI para pagar a los acreedores extranjeros.

Han surgido protestas ocasionales entre los obreros de las fuertemente controladas «maquiladoras», pero los tradicionales sindicatos del sector industrial privado han demostrado, o carencia de interés, o incapacidad para apoyar la sindicación en las firmas de propiedad imperialista. De hecho los trabajadores industriales y en particular sus sindicatos han sido los componentes menos activos y menos militantes de los movimientos antiimperialistas. Muchos trabajadores temen la pérdida de empleo en medio de una masa de trabajadores en paro. Igualmente dañino la mayor parte de los funcionarios del sindicato se ha hecho con el control y se ha vinculado estrechamente a pactos tripartitos con el estado y la patronal, y rechazan la acción de clases independiente, cuanto más la solidaridad antiimperialista activa. Aparte de las denuncias formales al ALCA, neoliberalismo y SAP, los sindicatos industriales han sido actores menores en la nueva ola de luchas antiimperialistas en América Latina, mucho menos comprometidos que los sectores progresistas de la Iglesia Católica. Existen excepciones, pero representan una minoría, en las confederaciones Brasileña, Uruguaya, Chilena, y Argentina.

El imperialismo ha reestructurado la clase capitalista; cientos de miles de fabricantes pequeños y medianos han sido llevados a la bancarrota o han cambiado a la actividad comercial, porque el alto coste y la escasa disponibilidad de crédito han cortado el flujo de efectivo, las importaciones baratas han minado las ganancias y las CMN han exprimido las ganancias de los subcontratistas. Un patrón similar ha ocurrido en el sector de comercio; enormes almacenes por departamentos y supermercados, de capital extranjero, han reducido bruscamente la parte cuota de los negocios particulares pequeños y medianos en la venta al detalle y el sector de alimentación. El resultado neto es un importante aumento de trabajadores mal pagados, no sindicados, empleados en el sector servicios por emporios gigantescos de capital extranjero. La toma de bancos a gran escala por banqueros estadounidenses y europeos ha llevado a despidos masivos de empleados de banca, y al estímulo de un aumento enorme del capital especulativo y flujo legal e ilegal de miles de millones de dólares de beneficios evasores de impuestos, y ganancias ilícitas. En vez de radicalizar la burguesía, la política imperial ha creado socios imperiales, vinculados a redes financieras y comerciales, un ejército de consultores locales, publicistas, consejeros legales y fiscales y promotores políticos locales que sirven como intermediarios para el allanamiento, las privatizaciones lucrativas, los contratos estatales y los controles de monopolio de mercado. Una minoría de productivos capitalistas pequeños y medianos (PYMES) se muestra activa en la búsqueda de crédito más barato, protección, subvenciones y tarifas de servicios públicos más bajas, pero su oposición está atenuada por su apoyo a la legislación antitrabajo y antisocial promovida por el IFI y por lo tanto juegan un papel menor en los nuevos movimientos antiimperialistas.

El imperialismo también ha transformado la naturaleza del estado mediante la intervención militar, chantaje económico, golpes de estado, y procesos electorales corruptos, o por la manipulación de elecciones con la ayuda de los medios de comunicación de masas. El estado en América Latina, principalmente el Banco Central, ejército, policía, servicios de inteligencia, altos cargos de la administración (todas las «instituciones permanentes» del gobierno) son entrenados, adoctrinados y «conectados en red» por el estado imperial, con algunas excepciones notables. El estado refuerza los regímenes vasallo imperiales, que sustituyeron a los regímenes populista-nacionalistas del período anterior. El imperialismo ha establecido los parámetros de la política de los regímenes vasallos: subordinación imperial en política exterior, libre mercado y SAP en política económica, re-concentración de rentas en sentido ascendente y hacia fuera en política social, prioridad de pago de deuda a acreedores extranjeros sobre la reactivación del consumo interno y la inversión.

Este régimen de acumulación centrado en el imperio requiere la intervención estatal a largo plazo y gran escala para reasignar los recursos a las empresas imperiales, leyes que faciliten el flujo libre de ganancias y pago de intereses al exterior, e intervención a gran escala en la sociedad civil para reprimir, cooptar, o eliminar a los líderes y activistas antiimperialistas, entre otros, como ocurre en Colombia, Bolivia, Guatemala, Perú, y en el campo en Brasil, Paraguay, y México.

El imperialismo se ha movido hacia el control político manifiesto por medio del ALCA, un supuesto tratado comercial y de inversión que convertirá los estados vasallos en rotundas colonias del nuevo modelo político-económico formal centrado en el imperio.

Organización de Clase y Política Antiimperialista

En superficie parece que los movimientos antiimperialistas abarcan multitud de clases, identidades, estratos que se extienden desde el fondo a cerca de la cima de la jerarquía social. Esta impresión refleja las opiniones de los movimientos «antiglobalización» europeos y los activos en EEUU. Esta imagen está lejos de la realidad en América Latina. Hoy como en el pasado reciente la mayor parte de los movimientos antiimperialistas están integrados por obreros, parados y subempleados urbanos, estudiantes y trabajadores autónomos, y especialmente campesinos, agricultores de subsistencia indios y trabajadores rurales sin tierra. No hay ninguna «multitud» indiferenciada, más bien los participantes están organizados y/o son convocados por organizaciones sociales de clase cuyos líderes y organizadores tienen «historias» de participación en la lucha de clases y la política de clases, ya sea en el lugar de trabajo o en los vecindarios.

Los movimientos antiimperialistas contemporáneos son considerablemente diferentes a los del pasado en la medida en que la composición de los movimientos, el mando y sus fuerzas políticas ha tomado las características específicas del período actual. Ante todo está la ausencia de una «burguesía progresista» como factor hegemónico o participante. La mayor parte de la burguesía local se ha puesto en contacto bajo cuerda con firmas imperiales, se han convertido en socios marginales, han sido comprados, o se han beneficiado de la legislación laboral regresiva que baja los costes de la mano de obra, aún cuando les afecte desfavorablemente la bajada de barreras arancelarias. En contraste con el pasado, el eje central de la base popular de los MAI ha cambiado de los sindicatos industriales al campesinado y movimientos rurales, porque muchos de los sindicatos están implicados en acuerdos de negociación colectiva con las CMN y prefieren negociar contratos a suscitar cuestiones como nacionalización. En contraposición, el sustento de los campesinos y agricultores y casas se ven afectados directamente y desfavorablemente por la entrada a gran escala de productos de alimentación subvencionados, programas de erradicación dictados por el imperio y expansión de corporaciones agro exportadoras de capital extranjero.

En tercer lugar los movimientos antiimperialistas actuales no están bajo la influencia de estados externos como URSS y China como sucedía en el pasado y tenían así mayor flexibilidad táctica y una noción más clara de la dinámica de clases interna de la explotación imperialista. En el pasado la agenda antiimperialista estaba influenciada en parte por las prioridades de los «aliados» externos, hoy las prioridades antiimperialistas están determinadas internamente y las acciones internacionales se basan en consultas abiertas. Finalmente el liderazgo de los MAI es hoy mucho más propenso a la acción directa y luchas de clases sostenidas vinculadas al antiimperialismo y menos a grandes manifestaciones simbólicas. Los Foros Sociales, sean mundiales o regionales o nacionales, son lugares de encuentro para movimientos y otros para intercambiar ideas, pero no proporcionan liderazgo o programas ni tampoco proporcionan recursos para las luchas antiimperialistas diarias en curso dentro de los estados nación.

Cuestiones Teóricas

La clave para los nuevos MAI se encuentra en su análisis teórico que localiza la contradicción central entre clases y no estados. Los nuevos MAI vinculan la explotación de clases al pillaje imperialista, a diferencia del pasado donde los conflictos se percibían como conflictos entre bloques, como el Socialista contra los estados Capitalistas, o regímenes, como el Tercer Mundo contra el Primer Mundo. Los nuevos MAI ven claramente que las diferencias de clase y las desigualdades internas están vinculadas y reforzadas por la coalición de CMN y estados imperiales. La penetración imperial del estado nación, en particular la cúpula del estado, y el régimen y jerarquías financieras significa que las clases imperialistas y clases colaboradoras locales son el punto inicial de conflicto entre capital y trabajo. En otras palabras, el imperialismo no simplemente influye y controla las estructuras nacionales económicas, culturales y políticas, sinó que también opera en los niveles macro y micro políticos y socioeconómicos. El resultado es que el antiimperialismo se expresa en ambos niveles, el nacional en forma de grandes manifestaciones en las principales ciudades, pero también en el nivel municipal y en el nivel de ciudad. Además los diferentes movimientos antiimperiales con frecuencia se interconectan y se intensifican yendo de lo local a lo nacional, pero también viceversa.

Por ejemplo en Bolivia, en la región de Chapare y en Cochabamba, tuvieron lugar dos importantes luchas antiimperialistas en el nivel micro de ciudad/campo. En el caso de Cochabamba, fue sobre la privatización del agua por una empresa extranjera, y en Chapare fue sobre la política estadounidense de erradicación de coca. Estas luchas locales iban unidas a luchas más grandes contra la imposición de la política neoliberal que minó el empleo local agrícola y de fabricación y la financiación del sector público lo que a su vez condujo a movimientos antiimperialistas contra el ALCA, el Fondo Monetario Internacional y el imperialismo estadounidense.

La clave para los nuevos MAI es precisamente el vínculo directo entre la política macro imperialista y sus impactos sobre la clase sectorial y local que sirven para ampliar la conciencia de los trabajadores y campesinos desde el nivel de simples demandas económicas a las luchas políticas nacionales. Por ejemplo las SAP (políticas de ajuste estructural) impuestas por instituciones financieras euro-estadounidenses sobre la economía Peruana y Argentina causan despidos masivos y reducciones salariales a los funcionarios, en especial a los maestros y trabajadores de la sanidad. Esto llevó a enormes manifestaciones públicas exigiendo aumento de salarios y a ataques contra el régimen que implementaba las SAP y los dictados del IFI en política así como los estrategas imperiales estadounidenses y los banqueros que se benefician de los pagos de intereses garantizados por excedentes estatales.

Las protestas más grandes y más extendidas contra el imperialismo estadounidense van unidas a la amplia ringlera de clases afectadas por la política macroeconómica del imperialismo estadounidense y las clases específicas y sectores públicos afectados por las SAP, las doctrinas de Libre Comercio y los funcionarios imperiales con ostensible poder de decisión que imponen esta política.

La alta visibilidad de los estrategas imperiales, su clara identificación con el estado imperial, el negativo y sostenido impacto directo de la política económica imperial proporciona a la masa de clases explotadas un objetivo muy claro para su oposición y movilización. Las clases populares no requieren gran esfuerzo para identificar las fuentes de su adversidad cuando el Fondo Monetario Internacional dicta SAP que provocan merma de financiación del sector público, pérdida de empleo público y terminación de clínicas en los barrios, aulas atestadas, huelgas de profesores y mendicidad infantil. Los MAI ya no son movimientos nacionalistas dominados por la clase media, son movimientos de clase porque el imperialismo está empotrado en el trabajo diario y en la supervivencia familiar.

Movimientos y Regímenes Antiimperialistas

En contraste con la retórica triunfalista de EEUU, Gran Bretaña e Israel después de la exitosa invasión militar estadounidense de Irak y Afganistán, los movimientos antiimperialistas están ganando terreno en varios frentes.

En Afganistán los movimientos anticoloniales se están reagrupando y han lanzado varios ataques con éxito, en particular contra las agencias civiles de la ocupación colonial. Lo que es aún más asombroso, el movimiento de resistencia iraquí ha infligido bajas diarias a las fuerzas de ocupación anglo-estadounidenses. Las protestas civiles masivas y la hostilidad diaria de millones de iraquíes están erosionando seriamente la moral de las tropas de ocupación. Los esfuerzos israelíes, respaldados por sionistas estadounidenses en el Pentágono, para extender la Guerra de Oriente Medio a Irán, Siria y Líbano, y provocar una renovación de la guerra contra los Palestinos, incrementan la actividad antiimperialista y elevan la conciencia por todas partes de Oriente Medio. Pero es en América Latina donde la intersección de la extensión imperial estadounidense y el aumento del descontento popular con el declive del nivel de vida es más intensa. Después de cuatro años de crecimiento negativo (1999-2002) y altos niveles de transferencia de riquezas a EEUU y Europa, América Latina representa la ilustración simbólica y sustancial más clara de todos los males del imperio.

Para analizar los movimientos antiimperialistas es importante distinguir entre eventos antiimperialistas y luchas en curso y movimientos organizados. Por ejemplo, el referéndum antiALCA en Brasil en julio de 2002 incluía una coalición de movimientos, grupos progresistas de la iglesia y partidos de izquierda. Once millones de personas votaron en el referéndum, convirtiéndolo en un importante acontecimiento, destacando la oposición activa a las pretensiones coloniales estadounidenses. El referéndum fue un acontecimiento, la convergencia simultánea de las fuerzas sociales en un movimiento específico. Un acontecimiento similar pero más amorfo fueron los «Foros Sociales Mundiales» que se reunieron, aprobaron resoluciones y luego se disolvieron o volvieron a organizar foros sociales nacionales. Por el contrario, las organizaciones de cocaleros de Bolivia están en una lucha continua contra la política, instituciones y agencias del imperialismo estadounidense profundamente implicadas en la dirección de la política agraria del país y el control de las ramas ejecutivas y militares del gobierno. Al hablar de antiimperialismo es importante señalar los movimientos continuados y no simplemente una recitación de los actos internacionales que han recibido la mayor parte de la publicidad, pero han tenido menos efecto en el cambio del gobierno imperial que las luchas nacionales continuadas de los movimientos en curso.

Los movimientos antiimperialistas de América Latina se han desarrollado de modo desigual. Se pueden identificar tres niveles: a) movimientos continuados a gran escala, b.) Movimientos que son a gran escala, pero no son continuados en el tiempo, c) movimientos que son esporádicos y de dimensiones menores. También podemos distinguir entre movimientos que son coherentemente antiimperialistas y aquellos que combinan el antiimperialismo conciliándolo con imperialismo.

Movimientos Continuados, a Gran Escala

Amarya Sen y otros han argumentado que los regímenes electorales, los que ellos denominan gobiernos «democráticos», generan mayor equidad, desarrollo y estabilidad política que las dictaduras. Este argumento es engañoso por varios motivos. Primero, a pesar de celebrar elecciones, muchas de las decisiones clave socioeconómicas de los regímenes electorales son tomadas por élites extranjeras y domésticas no elegidas, y han causado mayores desigualdades, empeoramiento del nivel de vida, y crecimiento negativo o regresivo.

Los cuatro países donde los movimientos antiimperialistas son más fuertes, son todos regímenes electoralistas y todos ellos vasallos económicos de EEUU, que han seguido la política dictada por el imperio durante las dos décadas pasadas.

El régimen permanente electoral más antiguo, Colombia, ha estado bajo ley cuasi marcial durante el medio siglo pasado y recibe la mayor cantidad de ayuda militar estadounidense, consejeros y contratación de fuerzas extranjeras mercenarias de América Latina. Colombia es también el sitio del movimiento de mayor, más combativo y continuado movimiento antiimperialista de América Latina. Cuenta con dos ejércitos populares guerrilleros nacionales e importantes movimientos sociales. En Colombia, los guerrilleros son el componente más importante del movimiento antiimperialista. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuentan aproximadamente con veinte mil combatientes y casi diez mil partidarios activos entre sus milicias urbanas, comandos y unidades de apoyo rural que cubren la mitad los municipios del país. El Ejército Nacional de Liberación (ELN) tiene aproximadamente cuatro mil quinientos combatientes y probablemente otros cinco mil simpatizantes civiles en las ciudades y en provincias específicas. Los regímenes militar y de escuadrones de la de muerte paramilitares han diezmado durante años a los movimientos civiles antiimperialistas legales. Más de doscientos cincuenta líderes sindicales fueron asesinados entre 2002 y agosto de 2003, con mucho las cifras más altas del mundo.

En contraposición a los movimientos antiimperialistas de otras partes, las FARC-ELN apuntan al derrocamiento del régimen vasallo y la toma del poder estatal para terminar con el control imperialista de la economía, ejército y estado. Tienen un vasto programa multi sectorial que incluye la oposición al ALCA pero se amplía a la oposición a la propiedad extranjera de los recursos naturales, finanzas, pago de deuda externa y el estratégico «Plan Colombia» estadounidense.

Si las condiciones socioeconómicas de Colombia son similares a las del resto de América Latina, ¿qué cuenta para el crecimiento de un movimiento antiimperialista revolucionario en Colombia y no tanto en el resto de América Latina? Podemos suponer varios factores. El sumamente represivo sistema político colombiano elimina físicamente a los críticos políticos del imperialismo, tales como la Unión Patriótica, el movimiento electoral de los años 1980 que sufrió cinco mil muertes a manos del régimen y sus aliados paramilitares. Hay una gran tradición de resistencia armada rural popular contra el control centralizado de un gobierno vinculado a terratenientes locales y narcotraficantes. Finalmente, la organización del movimiento guerrillero rural y su mando encabezado por Manuel Marulanda, quien tiene estrechos lazos con el campesinado, con el sesenta y cinco por ciento de los luchadores guerrilleros que proceden del campo, ha mantenido su independencia respecto a los reformistas urbanos y partidos electorales. La presencia desde hace mucho tiempo de fuerzas contrarrevolucionarias estadounidenses y sus tácticas de desplazamientos de masas de campesinos, erradicación de lucrativas cosechas de agricultores familiares y la alianza de EEUU con las fuerzas militares/paramilitares y terratenientes clave han radicalizado el campo. El «ultra decidido» papel de EEUU, en la estrategia militar e intervención durante más de cuarenta años, las tradiciones históricas de insurrección rural vinculadas a líderes rurales y la carencia de espacio democrático han sido los elementos clave para nutrir el movimiento antiimperialista más poderoso de América Latina.

El segundo movimiento antiimperialista de masas más importante se encuentra en Bolivia. Otra vez, la vasta y antigua intervención militar, política, y financiera estadounidense, el apoyo estadounidense a regímenes militares y golpes de estado, la erradicación de cosechas y el apoyo a los cierres de minas, ha producido una conciencia antiimperialista profundamente asentada y muy extendida. Desde la intervención estadounidense en la post revolución nacionalista de 1952, a la promoción de juntas militares pro-estadounidenses en los años 1960, 1970, y 1980 al cierre US-FMI de las minas de estaño, la masiva y violenta campaña de erradicación de coca de los últimos veinte años, la política de EEEU y la entrada en la política boliviana han tenido un impacto negativo de gran duración y a gran escala sobre los mineros urbanos, los trabajadores de la fábricas (por las doctrinas de libre comercio) y los campesinos. El segundo factor es la antigua tradición de revolución y lucha antiimperialista, desde la revolución de 1952 y la formación de milicias de trabajadores, a la Asamblea Popular de masas de 1970-1971, a la historia de repetidas huelgas generales, a los actuales bloqueos masivos de carreteras por grupos de campesinos militantes, al levantamiento popular rural-urbano de febrero de 2003 contra la política US-FMI, los movimientos Bolivianos populares demuestran una capacidad para la lucha continuada.

El tercer factor es el liderazgo político y social de masas de los agricultores de coca y sus disciplinados y democráticos movimientos sociales y sindicatos. El líder popular, Evo Morales, combina la acción rural directa con la política urbana electoral para construir un movimiento antiimperialista nacional que una las demandas locales para acabar con la erradicación de coca dirigida por EEUU a la oposición al ALCA. En Bolivia, la lucha antiimperialista tiene apoyo popular cimentado en su relación con la supervivencia familiar y laboral.

En Argentina, Brasil, y Ecuador hay movimientos antiimperialistas a gran escala que combinan un rechazo consciente al FMI y a la política de desarrollo dictada por el imperio, con actos de masas en protesta de los pagos de deuda exterior, ALCA, y otras manifestaciones del poder imperial. Estos movimientos, sin embargo, no están unidos a un proyecto para llegar al poder político y carecen de un mando político unificado y organización. No obstante, han mostrado capacidad para expulsar regímenes apoyados (Argentina y Ecuador) y registrar oposición de masas al ALCA (referéndum de once millones en Brasil en 2002). En el resto de América Latina hay amplia oposición al ALCA, a la «política neoliberal» dirigida por el imperio, al Plan Colombia y más expresamente a iniciativas pro-imperialistas del régimen, como el programa de privatización de Toledo en Perú, que encendió protestas nacionales de masas.

Además de los movimientos antiimperialistas, hay dos gobiernos opuestos o que son parcialmente independientes del imperialismo: Cuba y Venezuela. Cuba ha estado en la vanguardia de la lucha contra el imperialismo desde Sudáfrica a América Latina y más allá. A diferencia de otros regímenes de izquierdas y nacionalistas del pasado, como el de Allende en Chile (1973), Goulant en Brasil (1964), y varios otros, el régimen revolucionario de Cuba ha derrotado satisfactoriamente los esfuerzos estadounidenses para derrocarlo. A diferencia de otros regímenes ex-izquierdistas y ex-nacionalistas como los Socialistas de Chile, y los Peronistas de Argentina y el Partido de los Trabajadores de Brasil, Castro ha rechazado retirarse a la política pro-imperialista.

¿Qué es lo que explica la antigua trayectoria de Cuba como un país antiimperialista ante el derrocamiento o decadencia de otros regímenes de izquierdas? Básicamente hay varios factores tanto internos como externos. El régimen cubano es el resultado de un proceso y liderazgo revolucionarios que destruyeron el viejo aparato estatal y han construido satisfactoriamente una sofisticada organización de seguridad de la patria para neutralizar a los terroristas y saboteadores. En segundo lugar, Cuba tiene unas fuerzas armadas grandes, profesionales, sumamente motivadas y estrechamente vinculadas a las masas populares, subordinadas al mando revolucionario y capaces de defender Cuba de una invasión frontal de EEUU (En simulacros de ‘juegos de guerra’ el Pentágono ha estimado unas bajas estadounidenses de decenas de millares en una invasión de Cuba por tierra). En tercer lugar, el mando revolucionario cubano original ha logrado reproducir una nueva generación de cuadros revolucionarios y técnicos, que asumiendo las riendas del poder, defiendan los beneficios sociales originales de la revolución. En cuarto lugar, la gran mayoría de trabajadores y campesinos cubanos están considerablemente mejor que sus colegas de América Latina y disfrutan de los beneficios de asistencia social que no están a disposición de los exiliados cubanos en EEUU. En quinto lugar, el mando cubano logró conseguir favorables acuerdos comerciales, militares y económicos con la URSS y China para resistir los ataques militares estadounidenses y el embargo económico. Posteriormente el mando cubano logró reestructurar su economía en el período postsoviético y desarrollar relaciones comerciales y económicas con Europa, Asia, y América Latina. Más recientemente ha desarrollado lazos mutuamente beneficiosos con Venezuela, asegurándose fuentes energéticas estratégicas. Finalmente, la política estadounidense de constante hostigamiento y amenazas militares ha minado a los grupos de Cuba orientados hacia una conciliación con el imperialismo. En otras palabras, el anti-imperialismo para Cuba es tanto una necesidad como un ideal.

Venezuela, bajo el Presidente Chávez presenta un una imagen más ambigua, similar a la de aquellos antiguos nacionalistas latinoamericanos. Sigue una política exterior independiente, oponiéndose a guerras imperialistas como la invasión de Irak y programas de contrainsurgencia como el Plan Colombia, promoviendo la solidaridad y relaciones fraternales con Cuba, y criticando el ALCA. En política doméstica, sin embargo, ha seguido una política neoliberal, privatizando firmas públicas, ofreciendo concesiones petrolíferas a MNC estadounidenses, pagando la deuda exterior y siguiendo una política monetaria y presupuestaria bastante ortodoxa. La clave de la política ambigua o contradictoria de Venezuela se encuentra en el proceso por el cual Chávez alcanzó el poder, las alianzas de clase y los programas que previó para gobernar el país y su opinión liberal de la estructura política y social del país. Chávez formó alianzas con una amplia serie de fuerzas sociales y políticas y la mayor parte incluían un número importante de grupos y personalidades neoliberales y pro imperialistas, que posteriormente desertaron hacia la oposición a favor del golpe de estado. A diferencia de Cuba, Chávez no ha organizado un movimiento sociopolítico de masas coherente que apoye a su régimen. El desahogo del apoyo popular de masas que lo rehabilitó en el poder tras el intento de golpe de estado fue sobre todo espontáneo. Sólo tras llevar tres años en el poder está teniendo lugar la organización de una federación de sindicatos pro-Chávez y se están organizando los vecindarios por medio de los ‘Círculos Bolivarianos’. Chávez todavía depende de mandos militares «institucionales» y su lealtad personal para defender el régimen. La mayor parte de estos oficiales no han tomado parte en ninguna experiencia social revolucionaria; excepto la de oponerse a dos intentos de golpe de estado orquestados por EEUU. En tercer lugar la ideología de Chávez nunca ha puesto en duda las desigualdades de clases, y las propiedades y riqueza de las clases superiores. Sus reformas se construyen en torno a estos obstáculos a la justicia social. Considerando esta compleja situación, de una economía política de derechas, una administración pública de lealtad y competencia dudosas y una política exterior de independencia nacional, los límites del anti-imperialismo de Chávez quedan claros: son políticos no económicos, tolera una burguesía pro imperialista y CMN estadounidenses en los sectores estratégicos de la economía y moviliza a los pobres urbanos radicalizados que son más consecuentemente antiimperialistas en lo concerniente a la propiedad y el control de la economía doméstica.

Tanto los movimientos antiimperialistas como los estados han creado cantidad de partidarios políticamente conscientes, que son activados para luchas locales, nacionales, e internacionales. Todos los movimientos y regímenes exitosos han desarrollado potentes líderes vinculados de antiguo a la lucha de masas. Aún más importante, los movimientos más grandes y más boyantes han crecido en conflicto directo con EEUU. En Cuba, Colombia, Bolivia, Venezuela, la fallida intervención armada o los golpes militares radicalizaron a los partidarios del pueblo. Igualmente significativo, los movimientos antiimperialistas son fundamentalmente movimientos de clase, no una multitud amorfa. Las bases de las masas de los guerrilleros en Colombia son campesinas, los movimientos antiimperialistas urbanos se fundamentan en asalariados y obreros. En Cuba, la masa de obreros y campesinos y en Venezuela los urbanos pobres son la base de los MAI. Lo que es asombroso es la ausencia de algún sector significativo de la burguesía a pesar del hecho de que el control imperial de mercados, crédito y política estatal han perjudicado a muchos grupos hasta llevarlos a la bancarrota. Los grupos pivotales de Colombia, Brasil, Argentina, y Perú son los funcionarios que han sido machacados por las reducciones presupuestarios dictadas por el imperio. En el caso de Venezuela, Paraguay, y México los empleados del sector público han estado divididos, sectores importantes que deben sus empleos al patrocinio político se han unido a sus patronos de partido a favor del imperialismo.

La base de clase popular de los movimientos antiimperialistas ha influido en las tácticas de acción directa de los movimientos y asimismo se han involucrado debido al empleo de tales tácticas.

Tácticas y Estrategias de los MAI

Los MAI, su crecimiento y extensión a todas partes del mundo son en parte resultado del éxito de la política de acción directa que, a su vez, es respuesta a los fracasos y traiciones de los partidos electorales de ex-izquierda. Para entender la política de «acción directa» de los MAI, es importante contextualizarla. Destacan dos factores: la agresividad creciente del imperialismo estadounidense y europeo, tanto en su vertiente económica como en la militar, y la colaboración activa de los partidos tradicionales Socialdemócratas y ex-Comunistas y los sindicatos, con los regímenes implicados en las conquistas imperiales. En la variante estadounidense, es la ausencia de una alternativa electoral o sindical significativa, al imperialismo, lo que obliga a la oposición callejera.

Los actos de los MAI en EEUU y Europa difieren considerablemente de los que ocurren en América Latina, aún cuando existen puntos de semejanza y convergencia de activistas. En EEUU y Europa, la táctica principal y el enfoque de la organización son los Grandes Acontecimientos como Seattle, Génova, Davos, y Barcelona, donde un número enorme de ONG, sindicatos, y grupos antiglobalización convergen para protestar contra las reuniones de los poderes imperiales, tales como la OMC y el G-7. Estos eventos sirven para mostrar el alcance y profundidad de la oposición popular a la política imperialista, para educar al «público pasivo» y quizás para forzar a los gobernantes imperiales, en particular en Europa, a volverse más circunspectos en su apoyo a los proyectos estadounidenses para la conquista mundial. Estas movilizaciones también sirven a los MAI como lugar de encuentro para intercambiar ideas, coordinar futuras actividades y crear redes de solidaridad en caso de represión, particularmente en América Latina.

En América Latina el objetivo principal de los MAI está en la lucha día a día contra el imperialismo; las movilizaciones contra las constantemente recurrentes privatizaciones, y la serie infinita de SAP y programas de austeridad del FMI y exigencias de pagos de la deuda, la profunda penetración de operaciones militares estadounidenses en programas de contrainsurgencia y de erradicación de cosechas e intentos de golpes de estado orquestados por EEUU. Aunque estas confrontaciones reciben mucha menos publicidad que los Grandes Acontecimientos de los países del Norte, involucran a más trabajadores y campesinos y han obtenido resultados concretos en el bloqueo de la privatización, en la lucha sostenida y en la educación de la población local. Los Grandes Acontecimientos, como el Foro Social Mundial y sus derivados nacionales e incluso municipales, realmente ocurren en América Latina. Sirven a una función educativa, pero tienen más de impacto simbólico o inspirador para los participantes que de impacto directo sobre las conquistas imperiales. De hecho, con el tiempo el FSM ha pasado de ser un crítico del imperialismo a una empresa mucho más ambigua, sobre todo debido a que uno de sus patrocinadores clave, el Partido de Trabajadores de Brasil, se ha convertido en un partido pro imperialista.

Hay diferencias más profundas entre la táctica de los movimientos de Grandes Acontecimientos en el Norte y las luchas sostenidas populares de América Latina. Programáticamente los movimientos del Norte son una mezcla de reformadores progresistas del imperialismo, radicales anticapitalistas y sindicalistas proteccionistas chovinistas, que lo hacen difícil de concretar para activistas en curso. Además los Grandes Acontecimientos, aparte de barricadas dispersas por la calle, algunas ventanas rotas y contenedores de basura quemados, tienen poco impacto sostenido sobre las estructuras políticas o las actividades económicas diarias de los poderes imperiales, incluso en el mismo país en el que tienen lugar los acontecimientos.

Por el contrario en América Latina, los movimientos MAI han paralizado la actividad nacional de transporte y económica con el mantenimiento de bloqueos populares de calles, toma de edificios públicos y huelgas generales contra la privatización. Estas acciones han tenido impacto para forzar a los regímenes a retirar decretos de privatización, limitó los programas de erradicación estadounidenses, contrarrestó la intervención militar estadounidense y derrotó golpes militares orquestados por Estados Unidos. En una palabra, las tácticas de los MAI latinoamericanos son mucho más políticas que meramente sociales, más anticapitalistas que reformistas, más centradas en el poder que en protestas simbólicas y sirven de experiencia educativa a los líderes políticos por la praxis más que por conferencias públicas de prohombres de ultramar.

La disyunción profunda entre la lucha antiimperialista de las FARC, los cocaleros, las masas venezolanas y los movimientos del Norte es evidente en la abundante publicidad de los medios de comunicación y la solidaridad que reciben estos últimos y la atención y solidaridad mínimas de los anteriores. Cuando sesenta activistas antiimperialistas bolivianos fueron asesinados entre enero y febrero de 2003 apenas hubo protesta por parte de las ONG del Norte, sindicatos o intelectuales progresistas; cuando un activista italiano fue asesinado en Génova, hubo protesta mundial, petición de investigación parlamentaria, y se convirtió en un punto de referencia para el movimiento del Norte. En una palabra, el movimiento antiimperialista a pesar de sus pretensiones de ser «internacionalista» todavía refleja diferencias profundas en el grado de solidaridad recíproca.

Las diferencias tácticas se reflejan en los objetivos estratégicos contrapuestos de los MAI del Norte y de América Latina. La mayor parte del movimiento del norte (en especial las ONG) son profundamente reformistas, atacan el «capital especulativo», los preparativos de guerra, los excesos de las CMN, piden la tasa Tobin y códigos de conducta para las CMN, y apoyan las resoluciones de la ONU contra las guerras. En América Latina los MAI luchan para transformar el sistema capitalista, sustituir a los que detentan el poder y expresan solidaridad hacia la gente colonizada del Tercer Mundo.

Más expresivamente, existen profundas diferencias políticas entre los intelectuales del Norte y los Latinoamericanos en relación con la intervención imperialista y la solidaridad con Cuba. Los intelectuales estadounidenses y europeos «Progresistas» condenaron la detención por parte Cuba de agentes financiados por EEUU que se hacen pasar por disidentes y la aplicación de la pena capital a los terroristas que piratearon un buque cubano y amenazaron las vidas de sus pasajeros. En Latinoamérica la gran mayoría de intelectuales y movimientos antiimperialistas declararon su solidaridad con Cuba, reconociendo la financiación y el control estadounidense de los «disidentes».

Las ambigüedades e inconsistencias de los intelectuales del Norte y ONG antiimperialistas se explican en parte por los poderosos medios de comunicación, compañeros, y presión gubernamental, que etiquetan a los antiimperialistas latinoamericanos como «terroristas», «autoritarios», «y narcotraficantes». Los intelectuales progresistas del Norte atenúan sus críticas al imperialismo con la condena de los antiimperialistas latinoamericanos que no encajan en su modelo preconcebido de oposición. Esta política de hacer equivalencias morales alcanza su punto más bajo en la guerra colonial de EEUU contra Irak, donde los principales críticos intelectuales a la guerra estadounidense, rehusaron apoyar la resistencia anticolonial iraquí durante la invasión o incluso durante el período post Saddam Hussein.

A pesar de mucha retórica internacionalista y de solidaridad, la oposición del Norte (en particular en EEUU) tiene un oscuro registro: muchos sectores apoyaron la invasión de estadounidense de Yugoslavia y Afganistán, muchos criticaron la invasión estadounidense de Irak, pero condenaron igualmente la resistencia iraquí; la mayor parte critican el ALCA, al tiempo que también critican a los principales regímenes de América Latina que se oponen al mismo, a saber Cuba y Venezuela

En América Latina casi todos los principales movimientos MAI y líderes e intelectuales principales apoyan la revolución cubana y expresan públicamente su solidaridad en la mayor parte de las movilizaciones de masas contra los golpes de estado organizados por el imperialismo, ALCA y otros actos de conquista imperial. Tras las diferentes actitudes hacia Cuba existe una diferencia estratégica más profunda – los movimientos e intelectuales de EEUU están todavía mayormente atados a las instituciones pro imperiales de la sociedad civil (el Partido Demócrata «de izquierda», la pro imperial AFL-CIO, la confederación de sindicatos partidarios del golpe de estado) y siempre se han echado atrás en el apoyo de los logros revolucionarios sociales de América Latina. La carencia de una visión común muestra los límites de cualquier alianza estratégica entre los MAI estadounidenses y los latinoamericanos.

Conclusión

La mayor parte de los MAI estadounidenses están formados por profesionales de la clase media, estudiantes y ONG afiliadas. La gran mayoría de los MAI de América Latina lo están por trabajadores, pobres urbanos, campesinos, funcionarios y estudiantes de clase media baja de provincias. Los movimientos estadounidenses están muy vinculados a los movimientos ecologistas, sindicatos proteccionistas y movimientos ciudadanos pacifistas y progresistas. En EEUU, el imperialismo es visto negativamente debido a sus efectos sobre el medio ambiente, libertades cívicas, pérdida de empleos y sus inmorales intervenciones extranjeras y sus engaños así como su degradación de la política democrática en Estados Unidos. En América Latina los MAI está basados en los impactos negativos directos sobre nivel de vida, empleos, producción agrícola y control de la política económica. Los lazos entre imperialismo y estados represivos y organizaciones paramilitares son un importante punto de confrontación. El resultado es un conocimiento antiimperialista mucho más profundo y más comprensivo que pervade las «divisiones sectoriales» de los MAI estadounidenses y europeos. El punto teórico es que las relaciones de clase y posiciones diferentes en la estructura de clases en Europa, EEUU y América Latina tienen un impacto directo sobre la aparición de los diferentes niveles de conocimiento antiimperialista. El desigual impacto de la política imperialista, su impacto directo sobre las vidas de los Latino Americanos y los efectos indirectos en EEUU y Europa han causado un desarrollo desigual de la acción militante, su alcance y mantenimiento. Los MAI religiosos y seculares del Tercer Mundo coinciden en su oposición al dominio estadounidense, pero difieren en sus objetivos estratégicos, en particular en el Oriente Medio.

La aparición de MAI a escala mundial, a pesar de sus fluctuaciones en EEUU y Europa y su represión en Oriente Medio y América Latina muestran las vulnerabilidades del imperialismo estadounidense y europeo. La transformación de la OTAN en un ejército de ocupación colonial y el rápido desarrollo de fuerzas armadas imperiales es en gran parte una respuesta a la nueva resistencia antiimperialista así como un impulso para imponer el dominio colonial.

Las configuraciones de clase del los nuevos MAI, su relevante carácter popular, y su relación con la resistencia contra el dominio colonial manifiesto (sea en Afganistán, Irak, o a través del ALCA en América Latina) asegura que no es probable que la lucha sea traicionada por la deserción de nacionalistas burgueses. En otras palabras las fuerzas de clase involucradas son las que probablemente se verían más perjudicadas por el abandono de la lucha antiimperialista. Hay encajados en los movimientos intereses de clase esenciales que proveen la base para las luchas sostenidas. La vulnerabilidad del imperialismo queda claramente evidente en una serie de derrotas tácticas; la inversión del golpe venezolano de abril de 2002; el reagrupación y aumento de actividad de la resistencia anticolonial en Afganistán; la resistencia guerrillera anticolonial de Irak; el fracaso del Plan Colombia para derrotar a las FARC, ELN, y movimientos cívicos; la creciente resistencia continental al ALCA. El gobierno imperial está basado en las relaciones de clase y a medida que crece la resistencia en el Tercer Mundo y crecen los costes humanos y gastos económicos de EEUU y Europa, se comienzan a generar conflictos políticos y sociales en el seno de y entre los poderes imperiales de EEUU y Europa y en un futuro no lejano podrían causar un desafío unificado al poder imperial.