Para los trabajadores: inflación, desabastecimiento, violación del derecho a negociación colectiva. Para los empresarios: fondos de ayuda para inversión, subsidios, flexibilización de trámites para obtención de divisas, eliminación de impuestos y condonación de deudas. ¡¡ Qué molleja !! La noche del 11 de junio en los salones del Hotel Alba en Caracas, mostró a propios […]
Para los trabajadores: inflación, desabastecimiento, violación del derecho a negociación colectiva. Para los empresarios: fondos de ayuda para inversión, subsidios, flexibilización de trámites para obtención de divisas, eliminación de impuestos y condonación de deudas. ¡¡ Qué molleja !!
La noche del 11 de junio en los salones del Hotel Alba en Caracas, mostró a propios y extraños, la simbiosis del «Socialismo del Siglo XXI» con la alta jerarquía capitalista venezolana e internacional. El «rojo rojito», color de moda de la V República , brilló por su ausencia salvo en la corbata del Presidente Chávez. Todo lo demás fue alegría, glamour y rítmicos sonidos metálicos de finas joyas, generados en cada ola de aplausos prodigados por los empresarios ante las medidas económicas anunciadas por el Ejecutivo Nacional, para incentivar a los explotadores a funcionar en estrecha alianza estratégica con el gobierno.
Fondo de promoción industrial, subsidios a los productores del campo, borrón y cuenta nueva a viejos deudores morosos, flexibilización de trámites para la adquisición de divisas, eliminación del impuesto a las transacciones financieras, invitación a los representantes de los gremios económicos y empresariales para que sean seguros proveedores del Estado, compromiso de seguir desarrollando megaproyectos de infraestructura de alta rentabilidad para los empresarios y la convocatoria a los chupasangres capitalistas golpistas para que se «comprometan con el país y ayuden a convertir a Venezuela en una potencia económica mediana», fueron el centro de los anuncios del Presidente Chávez.
Contrastan estos ofrecimientos que el gobierno hace a manos llenas para los empresarios, con la difícil situación que padecemos los trabajadores y el pueblo raso venezolano. En mayo, a un ritmo de 3,4%, la inflación siguió devorándose nuestros pírricos salarios y elevando a 12,34% el acumulado de carestía registrado en los cinco meses del año 2008. Millón y medio de empleados públicos avanzamos raudamente hacia un cuarto año -48 largos y angustiantes meses-, sin verle el queso a la tostada, porque el Gobierno Nacional y los entes descentralizados, alcaldías y gobernaciones, se siguen negando a reconocer el derecho a la negociación colectiva. A los petroleros se les impuso el año pasado un miserable aumento de 12 BF diarios. Ni que decir de la liquidación de entidades como el CONAC que pone en grave riesgo la subsistencia de 1.200 familias que dependen del empleo, ocasionado por la manifiesta incapacidad e ineptitud del ministro de la Cultura.
Agravando ese panorama, las multinacionales asociadas estratégicamente con el gobierno a través de las empresas mixtas en la industria petrolera desconocen los derechos de los trabajadores en Petrocedeño y Petropiar. En Coca-Cola, en Toyota y demás empresas del ramo automotriz y autopartes, en las manufacturas livianas, medianas o grandes, en el poderoso sector bancario y en fin, en todas las ramas de la producción, los empresarios siguen haciendo de los derechos de los trabajadores letra muerta. Y en Sidor, donde los trabajadores se apuntaron un rotundo triunfo iluminando un mejor porvenir para la clase trabajadora venezolana y latinoamericana, el éxito laboral intenta ser revertido por funcionarios del gobierno en una «transición» que avanza a paso de morrocoy herido.
¿Cómo explicar este claroscuro de la realidad nacional, en la que por un lado vemos las dificultades económicas del pueblo y la conculcación de sus derechos, mientras que por otra el Ejecutivo Nacional hace ofertas jugosas a los empresarios nacionales e internacionales promotores y participantes del golpe del 11 de abril y del paro-saboteo contra la industria petrolera?
Sólo hay una interpretación posible: el Socialismo del Siglo XXI ofertado por el Gobierno Nacional cada vez más muestra su rostro de colaboración de clase, concretado en el empeño en cortejar a los empresarios nativos y foráneos, para que se «comprometan» en el desarrollo de un modelo económico de palabra socialista pero de contenido capitalista con tintes nacionalistas, y en coexistencia pacífica con el imperialismo, lo que se puso en evidencia con el puente que el presidente Chávez le tendió al próximo presidente de los Estados Unidos, recordando los «buenos tiempos» de Clinton.
No queremos seguir siendo esclavos del capital
No es como dicen los aduladores ni los defensores acríticos del presidente Chávez, que el «capital es una variable y una fuerza productiva» importante a tener en cuenta para sacar al país del subdesarrollo económico, como lo ha expresado el Ministro del Trabajo Roberto Hernández en la entrevista que le brindara a Ernesto Villegas en Venezolana de Televisión el pasado viernes 13 de junio.
Después de tanto nadar, los trabajadores y el pueblo ni queremos ni merecemos morir ahogados en la orilla, con un proyecto como éstos. 19 años de intenso proceso de lucha revolucionaria no puede quedar reducido al convite a los empresarios y a los trabajadores para que junto con el gobierno establezcamos alianzas estratégicas que supuestamente procuren transformar a Venezuela en una potencia económica. No. Esa no es nuestra perspectiva.
Las perspectivas de los trabajadores y el pueblo venezolano es sacarnos para siempre la explotación porque no queremos seguir siendo esclavos del capital. Esta es una definición que debe estar clara entre los asalariados de la ciudad y el campo, porque son incompatibles los intereses entre explotadores y explotados.
Este axioma lo tienen absolutamente claro los capitalistas. Fedecámaras y los representantes de los gremios patronales, se frotan las manos con las gabelas que le brinda el gobierno, aplauden a rabiar cada medida, pero su condición social, sus ansias de lucro, los llevan a decir que no es suficiente, que quieren más, que quieren cerrar el ciclo revolucionario, para que la miseria de los trabajadores y el pueblo vuelva a ser el signo natural de la sociedad divida en clases sociales.
Pregúntese compañero y compañera: ¿qué perspectiva tiene usted?