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Política: partidos y medios

Fuentes: Ultimas Noticias

I Aquellos que jugaron al aprendiz de brujo y exaltaron la llamada sociedad civil por encima del pueblo; que le cayeron a mandarriazos a la política para abrirle paso a la antipolítica; los que arremetieron contra el partido para postular nuevas formas de conducción de los procesos políticos, posiblemente han tomado conciencia del error en […]

I

Aquellos que jugaron al aprendiz de brujo y exaltaron la llamada sociedad civil por encima del pueblo; que le cayeron a mandarriazos a la política para abrirle paso a la antipolítica; los que arremetieron contra el partido para postular nuevas formas de conducción de los procesos políticos, posiblemente han tomado conciencia del error en que incurrieron -o quizá no-. Algo parecido a lo que ocurre con los fundamentalistas neoliberales, a los del «fin de la historia» y otras tantas supercherías con las que se pretendió sacralizar el mercado y sepultar al Estado.

La vida siempre te da sorpresas y se encarga de poner las cosas en su sitio. A la postre la realidad es más poderosa que cualquier lucubración teórica, sobre todo cuando ésta es concebida para apuntalar poderosos intereses económicos y sociales.

II

El jueguito de la antipolítica en Venezuela; la defenestración de la institución partidista y su reemplazo por el medio, los gremios y otros sujetos extraídos del morral de baratijas de intelectuales ociosos o vivianes del sector económico sin coraje para asumir la actividad pública a plenitud, les costó caro. Se quisieron pasar de listos y el tiro, como siempre, les salió por la culata. Cuando la conducción del movimiento opositor de los años 2001-2002-2003 pasó a manos de los dueños de algunos medios y los jefes de Fedecámaras, se consumó un acto de traición a ese sector. En ese momento -identificable en el tiempo-, la oposición perdió el rumbo.

Desistió de la lucha cívica para asumir la aventura golpista-terrorista y entregarse a dictados extranacionales. Los dueños de medios, perfectamente identificables, y presidentes de Fedecámaras, dirigieron la desestabilización que culminó con el golpe del 11-A y, luego, con el sabotaje de la industria petrolera.

III

Lo que ahora sucede repite la película de hace seis años. La oposición como tal sigue delegando la conducción en algunos dueños de medios -otros han deslindado de esa posición-y por su parte los gremios han perdido fuerza. Son una sombra de lo que fueron durante aquellos años de desprecio. Ejemplo, por más esfuerzos que hace el actual presidente de Fedecámaras, González, por repetir el papel de Carmona y Fernández, el intento se convierte en morisqueta. Igual la CTV, prácticamente inexistente.

IV

Pero la debilidad intrínseca de los partidos de oposición -para comprobarlo basta analizar su precaria figuración en las encuestas, contrastante con el innegable sentimiento opositor de un apreciable número de compatriotas-, de un liderazgo carente de preparación y asidero popular, permite que algunos dueños de medios sigan ejerciendo la hegemonía. Se vio en el proceso de escogencia de los candidatos opositores a cargos de gobernadores y alcaldes, en el que los dueños de tres o cuatro medios, los mismos de las acciones de hace seis años, fue determinante. Y se percibe todos los días en las orientaciones que imprimen e imponen a los líderes partidistas.

V

Es por eso que tales medios ya no lo son: realmente son un partido. El que colapsó años atrás por incapacidad de sus dirigentes, que no se ha podido recuperar y que entrega de nuevo su espacio a un intruso: al medio como promotor, organizador y factor que usurpa decisiones; el medio que genera políticas y las difunde. En síntesis: el medio operador político. Pero no olvidemos que el dueño del medio es el medio.

Siendo neutro el medio, quien lo inspira, orienta, proyecta, es su propietario.

VI

El medio haciendo política en función de determinados intereses; el medio/partido o el partido/medio actuando en la arena política, resume una concepción diferente de aquella que concibe al medio sirviendo a la colectividad. Que encarna los valores de la libertad, de la información veraz. Igual pasa con su propietario: alguien que posee un medio y se dobla en político. Que emplea al medio como instrumento para involucrarse en política. Y no exactamente en una política democrática, nacional, respetuosa de las instituciones, del Estado de derecho, sino -como lo demuestran las actuaciones que a diario se producen entre nosotrosde todo lo contrario. Es esta la realidad, y por consiguiente hay que estar claros que ese tipo de medio y de propietario son componente fundamental de la lucha -y el debate- que hoy se da en Venezuela.