LA BOCA DEL LOGO Al rebufo del triunfo del fenómeno norteamericano Trump, la ultraderecha occidental se ha sentido reconfortada, amparada, confirmada y ayudada. Se ha envalentonado y ha sacado pecho, al socaire de la crisis, y ha enseñado su verdadera cara, favorecida, por supuesto, por los poderes fácticos de la economía global. Se recortan los […]
LA BOCA DEL LOGO
Al rebufo del triunfo del fenómeno norteamericano Trump, la ultraderecha occidental se ha sentido reconfortada, amparada, confirmada y ayudada. Se ha envalentonado y ha sacado pecho, al socaire de la crisis, y ha enseñado su verdadera cara, favorecida, por supuesto, por los poderes fácticos de la economía global.
Se recortan los derechos laborales y se amplía la brecha social. Se aumentan los presupuestos de Defensa, a costa de los presupuestos de Sanidad y de Educación, se margina a la enseñanza pública y se favorece a la enseñanza privada ideológica. Se presume de haber terminado con la crisis y se amenaza con el final de las pensiones, para mejorar la capitalización de los bancos, con los planes privados de pensiones. Se manipulan las estadísticas para contrarrestar las críticas. Se premian los errores ministeriales con embajadas suculentas. Se defienden los derechos del feto y se condena a los pensionistas a morir de hambre. Se toleran los paraísos fiscales y se amnistía a los defraudadores de impuestos. Se reconstruye la dialéctica del muro de Berlín y se fomenta la xenofobia. Se legisla el trabajo precario y se anima el despido libre. Se presume de diálogo y se establecen líneas rojas. Se habla de libertad y se apresuran a rendir pleitesía a Trump. Se proyecta acabar con el paro y se permite trasladar los centros de producción de bienes de consumo a los países del Tercer Mundo, de salarios de miseria y faltos de derechos sociales y de paso se eluden las obligaciones fiscales. Se mangonea la justicia y se persigue a los inocentes sin recursos. Se presume de Estado de derecho y cada día salta un nuevo escándalo de abusos de poder y desprecio de las leyes. Se elogia la estabilidad, desde las poltronas ministeriales inamovibles. Se oculta a los pobres pedigüeños de la calle y se exhibe el estado de bienestar malestar. Se habla de democracia y se acogotan las disidencias. Se defiende la libertad de expresión, siempre que no les ataquen a ellos. Se habla en público de Dios y se adora al Diablo en privado.
Fuente: http://ctxt.es/es/20170412/Firmas/12187/Luciano-G-Egido-democracia-trump.htm