El día 14 de junio será registrado en la historia como el redescubrimiento de las calles por parte de importantes segmentos de la juventud y los trabajadores. La indignación creciente de la población no es solamente con el aumento del precio del transporte en muchas partes de Brasil. Esta es la implosión de un ciclo […]
El día 14 de junio será registrado en la historia como el redescubrimiento de las calles por parte de importantes segmentos de la juventud y los trabajadores. La indignación creciente de la población no es solamente con el aumento del precio del transporte en muchas partes de Brasil. Esta es la implosión de un ciclo de desgaste sociales llevada al extremo por el aparato del Estado burgués, en un intento de regular la vida social, a través del mercado y remunerar el capital en su crisis sistémica.
El movimiento de la juventud y los trabajadores atacados por este ciclo, han generado un caldo de cultivo que puede contribuir, si politizado y sobre el terreno de la vanguardia unificada, para contruir el bloque contra-hegemónico a partr de estas demandas que vienen a la escena política en virtud del despojo social que se consolida con los inmensos retiros de derechos sociales. Más allá de los problemas inmediatos sobre las condiciones de vida de los trabajadores, estos eventos traen a primer plano la indignación de sectores populares importantes antes las inversiones de las prioridades de los gobiernos a diversos niveles en este tiempo de crisis.
Las calles fueron tomadas en las principales ciudades del país: una parte importante de la juventud brasileña está debutando en la dinámica de protesta y las fuerzas políticas todavía están sorprendidos por el volumen de las manifestaciones, una proporción significativa de los jóvenes – aún guiados por la influencia de la ideología burguesa – rechaza la presencia de la vanguardia política (partidos), sin saber que gran parte de las consignas que tienen impulsionado y animado las manifestaciones se origina en la historia de la lucha y la resistencia de esta vanguardia.
Un paso de esta lucha fue ganada, no es sólo las cuestiones relacionadas con el valor del precio de los transportes. La lucha ahora es por las banderas políticas de suspensión de la zona de confort del bloque de poder.
Tenemos que entender que el escenario de la agitación social son la creación de una nueva agenda para los operadores políticos. Este es un programa clásico, a la vista del marxismo, en el que, para entenderlo, debemos utilizarnos de la herramienta de análisis concreta de la realidad concreta.
La convulsión social se presenta en el fuego de la conyuntura y está inspirando a una nueva especie de lucha: ponendo a los trabajadores en las calles, avenidas, las puertas de los palacios y los parlamentos. Sugiriendo que el operador político, mientras organizador colectivo, la construcción de la unidad contra-hegemónica en el campo de la izquierda revolucionaria con toda su diversidad política, llamando a esta lucha, sin hegemonías, los sujetos históricos que pueden desafiar el orden y impactar el difuso campo popular en este momento esencial de la lucha de clases, cuando los sectores orgánicos de la clase están en ebulición.
El momento es extraordinario para evitar medidas que fueron construidas por el caldo de la cultura de la barbarie social, impulsado por la burguesía monopolista, avance. Necesitamos de la correlación de fuerzas a nuestro favor para detener la xenofobia, el chauvinismo, el reaccionario sociales, o sea, las manifestaciones del fascismo.
Los jóvenes insisten en permanecer en las calles, los gobiernos están asombrados y claudicam en las instituciones burguesas, debemos intentar, a través de las agencias de contra-hegemónicas, avanzar en el freno de emergencia de nuestra clase contra el proyecto de inversión del capital: hay que detener los trenes, metro, puertos, aeropuertos, llevar las protestas para los estadios, parar las carreteras, ocupar las tierras, paralizar los servicios públicos, promover la posibilidad de una huelga general. Todo en el marco de la lucha directa que se debe utilizar en este momento de agitación. Sin embargo, la vanguardia política debe tener la mayor preocupación con la práctica democrática para con las capas más amplias de trabajadores y jóvenes que aún no entienden el papel histórico que tenemos en este momento y se detienen sólo en el campo de la indignación.
El escenario político con su veloz conyuntura permite entiender que se abrieron brechas en las instituciones burguesas y que es esencial que actuemos en las contradicciones del proceso. Lo que se está decidiendo es la cuestión del poder político que tenemos, lo que está a la orden del día desde el aprendizaje de estas demostraciones guiadas por la agitación social, es posible que se puede luchar y ganar.
Esa es la lección que debemos aprender de este primer momento de la confrontación política y social. Pero también entiendo que las instituciones burguesas tratan de desfigurar el movimiento social, los medios de comunicación se comportan ahora con un buen espíritu bienhechor de la hipocresía cívica, o fingiendo apoyo para romper el movimiento político de las masas.
El papel de los luchadores sociales en este momento, es fomentar la más amplia posible politización de la lucha, a través de las demandas sociales esgarzadas por el capital. Por otra parte, es necesario educar a los combatientes en este proceso de lucha directa, al tiempo en que ha llegado el momento de desarrollar una unidad más profunda del campo contrahegemónico para construir la capacidad de mover el bloque del proletariado revolucionario en estas y otras batallas por venir en la historia el tiempo presente.
Milton Pinheiro es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad del Estado de Bahia (UNEB/Brasil), autor/organizador, entre otros, del libro Teoría y práctica de los consejos obreros, en conjunto con Luciano Cavini Martorano, en prensa (Expresión Popular, São Paulo, 2013).
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