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Propiedad social contra propiedad privada

¿Por qué es de vida o muerte «expropiar» a los empresarios e instituir el Consejo Socialista de Trabajadores?

Fuentes: CEPRID

  Los sumos sacerdotes e ideólogos de la burguesía a nivel moral, salen «argumentando» que la propiedad privada es un don de Dios (el judío Pynchas Brener y el católico Baltazar Porras) y que la ira despiadada del Señor le caerá, a quienes maléficamente osamos a invitar a la clase trabajadora a socializar los medios […]

 

Los sumos sacerdotes e ideólogos de la burguesía a nivel moral, salen «argumentando» que la propiedad privada es un don de Dios (el judío Pynchas Brener y el católico Baltazar Porras) y que la ira despiadada del Señor le caerá, a quienes maléficamente osamos a invitar a la clase trabajadora a socializar los medios de producción que nos han robado, es decir, a hacer la Revolución Socialista.

¿Que es la propiedad privada?

A menudo oímos en nuestras cajas de resonancia de ideología burguesa (mal llamados medios de comunicación) que la propiedad es la base de la prosperidad y el trampolín de la alegría, al ser ésta el único mecanismo de realización del individuo. En un mundo capitalista todo es un convenio económico, todo tiene un valor de (inter)cambio, es mercancía; por ello, es fundamental para la sociedad crear millones de propietarios «libres» que sólo se relacionen a través de transacciones comerciales. Así, como dice Marx en los Grundrisse, el mundo cabe en una cartera y es del tamaño del grosor de la prenda.

La propiedad privada se constituye como la alienación histórica más grande que han sufrido hombres y mujeres. La acumulación y centralización de los medios y recursos que permitan producir: Tierra, herramientas, maquinarias; se ha llevado a cabo a través de un salvaje proceso de expropiación violenta de las castas dominantes contra los productores originarios. Es decir, está probado antropológicamente que la propiedad común de herramientas y tierras, era la forma de organización social de los seres humanos por miles de años. El desarrollo ulterior de la sociedad trajo consigo la privatización de los recursos que estaban disponibles para el uso y disfrute de la comunidad por entero, condenando a la esclavitud a millones de personas que ya desprovistas de materiales para producir su sustento, tenían que venderse para poder comer. Esa privatización se realizó con guerras, masacres y crímenes con los cuales se empezaron a construir las sociedades de explotación, donde una clase ínfima en número, subyuga y oprime a una muy numerosa que se dedica a producir todos los alimentos y enseres necesarios para la vida.

¿Por qué es fundamental para el capital expropiar (empobrecer) diariamente al proletariado?

La terrible historia anterior la vivimos a diario, no es un recuerdo que nos desliza un abuelito en una hamaca. La consolidación de las relaciones de producción basadas en la explotación (esclavista, feudal y capitalista), se fundamentan en la necesidad de arrebatar los recursos y medios necesarios para subsistir a las clases subalternas, es decir, a la trabajadora del campo y la ciudad. Y esto es una necesidad objetiva que minuto a minuto se cumple. ¿Por qué? No es por la «maldad» de los empresarios o su avaricia. No. Es simplemente porque el capital en su conjunto, para asegurar su proceso de reproducción amerita de un crecimiento del consumo y en la baja de los salarios. Es primordial lo primero para la gente pueda comprar las mercancías que les permitan al empresario cristalizar la plusvalía en la mercancía que negocian, es decir, recobrar el capital que invirtieron y tener un ganancia. La gente debe estar desposeída de medios de producción, para que no puedan Producir nada por sí mismo y deban ir obligatoriamente a comprarle al burgués.

La rebaja de los salarios es fundamental para contrarrestar la tendencia histórica a la disminución de la tasa de ganancia, por el aumento del capital constante (materias primas, maquinarias etc.) en el proceso productivo, con relación al trabajo vivo, único generador de valor adicional. Por ello, el capital requiere de muchos trabajadores «liberados» de medios de producción que se ofrezcan a trabajar por lo mínimo posible. Y esto sólo se puede dar si a la clase obrera en general se la mantiene con una tasa de desempleo tal, que permita la creación de un Ejército Industrial de Reserva (EIR) que constituya una aglomeración de población relativamente sobrante que no consiga donde emplearse. Así, a medida que este EIR crezca, mayor será la competencia entre obreros para conseguir trabajo, lo que abaratará su costo de contratación. Así, mientras a más pequeños productores libres vaya destruyendo la feroz competencia capitalista, más grande será el número de obreros en una nación, más alto será el EIR y más bajos serán los salarios. Esto conlleva evidentemente a mayores ganancias para la burguesía y mayores penurias a la clase obrera. Por ello, es ridículo apenas dudar del crecimiento numérico del proletariado en el mundo.

La propiedad privada de los medios de producción es el pilar fundamental del sistema capitalista, para todos sus regímenes políticos (socialdemocracia, fascismo, populismo etc.) y en conjunción con la explotación del trabajo asalariado son la base del caos burgués, por ello es menester destruirla. La burguesía caricaturiza esta necesidad objetiva de expropiación disfrazando al comunista como el igualador de pobreza. Nada más lejos de la verdad. Quien ha llevado a las masas a la miseria a nivel mundial ha sido el sistema capitalista, que es dirigido por una clase social: La burguesía, quien expropiando a diario a millones, les arrebata los recursos para su sustento y los obliga a venderse por cada vez menos dinero… es decir empobrecerlos. Según la ONU (que no es nada marxista) 4 de cada 6 personas son pobres y 1 de cada 6 vive en situación de pobreza extrema.

¡La propiedad social, única forma de avance de la humanidad¡

Ahora bien, dialécticamente podemos entender que el socialismo es la antítesis del capitalismo, que emana de la agudización de las contradicciones intrínsecas del capital. Por tanto, la propiedad social es el anatema de la propiedad privada, su enemiga y perseguidora. La propiedad social radica en la posesión efectiva de los principales factores de la producción (maquinarias, instalaciones, la tierra, la tecnología etc.) que nos permita la producción concertada de los bienes y servicios indispensables para la reproducción de la vida. Ese control de los medios de producción por la clase trabajadora, es la baza de la lucha contra la explotación, que radica en la apropiación del trabajo ajeno, por una camarilla de propietarios, quienes utilizan el capital (producido por el trabajo de la clase obrera) para conducirlos a trabajos penosos, rutinarios y empobrecedores que maltratan la existencia del trabajador.

Por ello, la propiedad social es un requisito fundamental para la organización racional de la sociedad. En nuestra sociedad, se obliga a que todos actúen en pro de satisfacer su interés egoísta, todos entienden que deben aprovecharse del trabajo de otros para escalar posiciones, todos comprenden que deben luchar competitivamente contra todos para superarlos y sobrevivir. Por ello, la avaricia, la violencia, la viveza y otras actitudes grotescas, son los valores de la sociedad capitalista que día a día afirma la entronización de la propiedad privada, que radica en: «la facultad de excluir de uso y disfrute a la sociedad de un bien útil a la misma, para ponerlo a producir en relaciones de explotación, con la esperanza del enriquecimiento personal»

La propiedad privada amerita de un acto para su supresión: La Revolución Socialista.

Los capitalistas y los lamentables repetidores de sus falsos «conocimientos», insisten en que propiedad privada es: la mujer (el capital ve a la mujer como una mercancía de explotación y vejamen), el hogar, los hijos y la ropa interior. Es evidente que no es así. La propiedad «personal», no tiene que ver con la propiedad privada, ésta última se caracteriza por ser útil a toda la sociedad, en la medida que sirve para producir bienes y servicios que permitan satisfacer necesidades sociales. Las tierras de los latifundistas, las grandes empresas, las fábricas, las instalaciones y maquinarias que detenta la burguesía, servirían para poner a producir a costos reducidos, los bienes y servicios que necesitamos para vivir. Se acabarían las estafas, especulaciones y robos a la población. El estado obrero ahorraría millones en dejar de perseguir a burgueses para que nos devuelvan un poco de lo que nos roban a diario.

Pero para construir la propiedad social, hace falta una Revolución Socialista, que olvide toda la trivial legalidad burguesa (hecha para legitimar la propiedad privada y mantener sojuzgada a la clase obrera) y haga saltar las estructuras de dominación. Nada de pactar con los explotadores, financiarlos (política crediticia del gobierno) y pedirle migajas. Construir hospitales, escuelas, universidades es necesario; pero arrebatarles todos los que nosotros construimos y ellos nos quitaron, es un acto de justicia y una necesidad material objetiva. No se puede construir una economía paralela y mantener a la burguesía con todos sus groseros lujos, mientras millones de personas hacen horas de colas para que les den un plato de comida. La propiedad que ellos tienen no es más que plusvalía acumulada, es decir, explotación, es el resultado de apropiarse del trabajo de millones de personas y pagarles una miseria que en nada cubre todo lo que esa labor produjo. De esa explotación dimana la riqueza.

¡Es absolutamente vital la expropiación sin indemnización a la burguesía y que los Medios de Producción pasen a control del pueblo, con los Consejos Socialistas de Trabajador@s.

Las nacionalizaciones han sido por norma en el país unas meras compras capitalistas. A nuestro entender, el estado no puede premiar a la burguesía nacional y mundial dándole el dinero que es fruto de nuestro trabajo y de nuestras riquezas nacionales (no renovables, el petróleo no es eterno, lo cuál es una noticia para los apologistas del rentismo como el Ingeniero Luís Vargas, insignia del burocratismo anticomunista). No podemos en plena crisis sistémica del capital, darle mil millones de dólares a unos parásitos banqueros que aparte de explotar a nuestros trabajadores, especular grotescamente y emplear la usura como deporte; han recuperado su inversión varias veces. No. Hay miles de personas en la calle hurgando en la basura, millones de personas quienes apenas pueden alimentarse con una comida de pésima calidad. Es un acto inmoral usar esos millones de dólares en enriquecer a la burguesía transnacional, en vez de emplearlos para sembrar el país de los alimentos que necesitamos. La expropiación, para que sea tal, debe sir indemnización. Los mil millones de dólares pagados por la compra estatal del Banco de Venezuela es un oprobio. ¿Debe la burocracia del estado burgués administrar los bienes recuperados?

¿Y luego que? No se pueden entregar los medios de producción en manos de un estado (como dice el presidente Chávez) burgués. Los estados capitalistas (y más en los países menos industrializados) no sirven ni para entregar a tiempo la correspondencia. Dicho aparataje, está tan disgregado, atomizado y en desorden que se la pasa en una perenne descoordinación y separación de las masas. Son los trabajadores y la comunidad quienes mancomunadamente deben organizarse en un consejo socialista de trabajador@s, en los cuales bajo decisiones populares y en conjunto con otros Consejos y con las Federaciones de los mismos, decidan ¡Qué, cómo, cuándo, cuánto, por qué, para qué y dónde¡ se va a producir. Todo ello, no con el fin de lucrar a una camarilla de parásitos empresariales, sino para buscar la plena satisfacción de las necesidades sociales y para luchar contra el sistema que oprime a millones, El capitalismo. Es menester profundizar en las formas de desarrollo de estos Consejos. Ya trabajaremos en ello. ¡Todo el poder al pueblo, si¡ ¡Todo el poder al Consejo Socialista de trabajadoras y trabajadores¡

Manuel Sutherland es Coordinador de Formación de la Asociación Latinoamericana de Economía Política Marxista (ALEM)

Fuente:http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article659