Recomiendo:
0

Entrevista a Jorge Beinstein, Profesor de Economía en la Universidad de Buenos Aires

Por qué esta crisis no es como las anteriores

Fuentes: Rebelión

Jorge Beinstein es Profesor de Economía en la Universidad de Buenos Aires y miembro del Comité Coordinador del Observatorio Internacional de la Crisis. Discutimos con él acerca de la crisis económica, sus raíces y trayectoria. Esta entrevista se realizó en marzo de este año. Beinstein dijo que en ese momento estábamos en presencia del comienzo […]

Jorge Beinstein es Profesor de Economía en la Universidad de Buenos Aires y miembro del Comité Coordinador del Observatorio Internacional de la Crisis. Discutimos con él acerca de la crisis económica, sus raíces y trayectoria. Esta entrevista se realizó en marzo de este año. Beinstein dijo que en ese momento estábamos en presencia del comienzo de la crisis. Parece que tenía razón.

Daniel Denvir: Mi primera pregunta es tal vez demasiado amplia.  ¿En qué consiste esta crisis?  ¿Qué vemos ahora y cuáles son las raíces de la crisis? ¿Se trata de una sola crisis o de varias crisis?

JB:  Se trata de una super crisis global que se presenta con múltiples componentes:  financiera, energética, alimentaria, tecnológica, ambiental, como hundimiento del centro imperialista del mundo; los Estados Unidos, etc. El proceso empezó como crisis financiera, o por lo menos así fue percibida, más concretamente como una crisis generada en los Estados Unidos a raíz de los prestamos hipotecarios a gente insolvente que luego irradió a nivel global. Esta es evidentemente una versión muy superficial.

La burbuja financiera inmobiliaria le permitió a los Estados Unidos salir de la recesión hacia comienzos de la década actual. Se dio un doble proceso, por una parte el gobierno reactivaba la demanda sobre la base de créditos abundantes y baratos, pero al mismo tiempo impulsaba una política de estancamiento de los salarios y de concentración de ingresos. Esta última se viene imponiendo desde hace más de un cuarto de siglo, desde el gobierno de Reagan, que culminó en la presente década con el estancamiento o reducción en términos reales del grueso de los salarios, en los Estados Unidos el ingreso medio familiar en 2007 fue inferior al del año 2000. En síntesis, créditos por un lado y por otro restricción de la capacidad de pago de la mayor parte de la población. A ello se le agregaron recortes fiscales para los ricos y aumentos de los gastos militares.

DD: Y al mismo tiempo el sistema productivo de los Estados Unidos continuó  su decadencia.

JB: El puntapié inicial, el empujón decisivo, lo dio Reagan con la flexibilización laboral que deterioró seriamente la cultura productiva de los trabajadores norteamericanos haciendo en el largo plazo a los Estados Unidos menos competitivo a nivel internacional. Después llegaron las importaciones chinas, la entrada de capitales especulativos, el ultra consumismo y otros fenómenos que fueron conformando el perfil de un país parasitario. Sin embargo yo no creo que debamos concluir que esta crisis es exclusivamente norteamericana y que a partir de allí se propagó por el mundo , podríamos asumir otro enfoque; el de una crisis global con centro en los Estados Unidos.

Los déficits comerciales y fiscales del Imperio fueron cubiertos con papeles: dólares o títulos dolarizados que acumularon los acreedores externos, en resumen, dolares de valor decreciente. ¿Porque Japón. China o Alemania aceptan esos papeles?, ¿son tontos? , nada de eso, le están otorgando créditos a su super cliente. Los Estados Unidos constituyen el mayor mercado del mundo  y su proveedores de bienes y servicios: chinos, japoneses o alemanes, hacen así funcionar sus economías acumulando papeles que en muchos casos se convierten en inversiones directas en los Estados Unidos. Hace un cuarto de siglo las inversiones directas norteamericanas en el exterior eran superiores a las inversiones extranjeras en los Estados Unidos, ahora es al revés; el imperio viene siendo «colonizado» por los inversores extranjeros. Los Estados Unidos son un gran parásito pero su degradación muestra que son también una suerte de «victima» del capitalismo global: el parasitismo imperial es en buena medida alimentado por los capitalistas europeos, japoneses, chinos y otros.

DD: Claro, pero los Estados Unidos siguen siendo el gran imperio global.

JB: Así es, el sistema financiero mundial, el sistema capitalista mundial, tiene un centro imperial y un gran ejercito de dimensión planetaria: el ejercito norteamericano, el gran paraguas blindado protector-opresor, forjado durante la guerra fría.

DD: Pero también existen grandes contradicciones entre las grandes potencias.

JB: Por supuesto, pero son contradicciones que no llegan al enfrentamiento armado directo. El panorama era muy diferente en las épocas de la primera y la segunda guerras mundiales. En la época primera guerra mundial, por ejemplo, existían burguesías nacionales imperialistas como las de Japón, Alemania, Francia, Inglaterra o Estados Unidos poco interpenetradas, celosas de sus espacios exclusivos imperiales, articuladas en torno de sus industrias locales.

DD: Burguesías nacionalistas.

JB: ¿Cual es la situación actual?; estados nacionales cubriendo el área dominante, imperialista del capitalismo, burguesías locales muy poderosas, pero cuyos intereses ya no son sólo nacionales, están transnacionalizadas y articuladas en torno de tramas financieras globales. Entre estos estados, obviamente se destaca el super estado norteamericano, en tanto centro del centro del mundo (aunque decadente). Te voy a dar un ejemplo: existe una campaña  persistente de corte nacionalista en los Estados Unidos porque los chinos supuestamente los invaden con sus mercancías (el principal déficit comercial del Imperio es con los chinos).  ¿Cuántas empresas norteamericanas están exportando desde China hacia los Estados Unidos?: muchas, abarcando una amplia gama de productos que apuntalan la ola consumista norteamericana con productos baratos gracias a los salarios de miseria pagados a los obreros chinos. Por su parte China posee reservas dolarizadas por más de 1,5 millones de millones de dólares, cuenta con un «fondo soberano» que coloca excedentes financieros en toda clase de negocios en Asia, Africa, los Estados Unidos, Europa, etc. evaluado en unos 200 mil millones de dólares. Nos encontramos ante una interpenetración de negocios que atrapa, sobredetermina, los llamados «intereses nacionales», que existen, pero – reitero- están subordinados a una dinámica global superior. Tal vez el único caso atípico sea el de Rusia donde el estado, producto de la desintegración de la URSS, es demasiado fuerte con respecto a sus burgueses mafiosos locales.

DD: ¿Eso significa que existe una transnacionalización completa del capitalismo?…
 
JB: No, no es así, las burguesías centrales  son al mismo tiempo locales y  transnacionales. Existen contradicciones inter-burguesas, es decir «inter-nacionales» pero que no llegan a ser antagónicas como ocurría en el siglo XIX y hasta el fin de la segunda guerra mundial. 
 
DD: Existen características cualitativas más que cuantitativas que determinen la naturaleza de la crisis global en que vivimos. ¿No les parece que esta es una crisis cualitativamente distinta de las anteriores?

JB: Si, así es. Tomemos el ejemplo de la crisis financiera actual. Durante todo el siglo pasado se produjeron importantes crisis financieras, pero la crisis actual no se parece a ninguna de las anteriores, en primer lugar por su magnitud tanto en términos absolutos como relativos (respecto del Producto Bruto Mundial y otros indicadores macroeconómicos). Sin ir más lejos a comienzos de la década actual la masa especulativa global representaba entre tres y cuatro veces del Producto Bruto Mundial, los llamados «productos financieros derivados» apenas alcanzaban al doble del PBM. Ahora en 2008 los productos financieros derivados (registrados por el Banco de Basilea) rondan los 600 millones de millones de dólares que sumados a los demás negocios especulativos alcanzan una masa financiera global de unos mil millones de millones de dólares, es decir unas 16 veces el PBM. Esta es mucho más que la dominación financiera del capitalismo que describió Lenin hace cerca de 80 años, incluso el término «hegemonía financiera» subestima el fenómeno, la civilización burguesa en su conjunto es hoy un modo de vida (económico, político, cultural, tecnológico, etc.) estructurado en torno de la dinámica financiera. Se trata de la financierización integral del capitalismo, parasitismo moderno que nos hace recordar formas parasitarias de otro tipo, podemos llamarlas «antiguas», dominando completamente decadencias de civilizaciones anteriores a la nuestra. 

Por otra parte esta super crisis financiera «converge» con otras crisis como la energética, la alimentaria o la crisis del «centro del mundo», los Estados Unidos, el Imperio planetario, el centro conductor  del capitalismo mundial. Dicho de otra manera, nos encontramos ante una crisis general del sistema que como es lógico asume diversos rostros.

DD: ¿Usted sugiere un nuevo centro mundia para el futuro?, ¿ podría ser China?.

JB: No lo creo, China depende de de la capacidad de compra del mercado norteamericano.

DD: ¿Entonces Japón o la Unión Europea?

JB: Tampoco, las interpenetraciones económicas de ambos con los Estados Unidos son también muy fuertes, no podrán desacoplarse de la decadencia norteamericana. Decae el Imperio, no hay reeemplazo, la declinacion del sistema es global.

DD: ¿Del mundo capitalista?

JB: No hay otro mundo, y no olvidemos que la decadencia imperialista no es solo económica, es también institucional, moral, del conjunto de elementos materiales y sinbólicos que posibilitaron en otra época una fuerte integración social. Por ejemplo crece la criminalidad en general y la criminalización elitista respecto de los pobres en los Estados Unidos, basta con observar la curva ascendente de presos…

DD: Ahora alcanza unos dos millones.

JB: Más de dos millones, pero si incluimos a todos los que se hallan bajo control judicial (presos, bajo régimen de «probation», etc.) llegamos a algo más de seis millones de personas. Es el mayor volumen a nivel internacional tanto en términos absolutos como relativos (respecto de la población total del país), más que los chinos, más que los rusos.

Es necesario agregar que la crisis moral e institucional incluye al tema militar, el gasto bélico norteamericano real de este año llega a cerca de 1,2 millones de millones de dólares

DD: … y sin embargo están pediendo las guerras de Irak y Afganistan…

JB: Te voy a dar un ejemplo: la Casa Blanca ha desarrollado desde 2003 un ambicioso programa para neutralizar los llamados «IED» (sigla en inglés de los artefactos explosivos de fabricación casera) con las que la resistencia irakí ha provocado verdaderos estragos entre las tropas ocupantes, lleva gastado en ese programa más de 7 mil millones de dólares: el equivalente  en dólares deflacionados de lo gastado hace más de sesenta años en el famoso proyecto Manhatan de producción de la bomba atómica. El resultado del programa anti-IED ha sido un verdadero fracaso. Esto nos lleva al tema de la ineficacia de la tecnología militar más avanzada desde el punto de vista de la modernidad burguesa para ganar las guerras coloniales. Existe perplejidad en los altos mandos militares occidentales, su gigantasco aparato bélico puede ser jaqueado por fuerzas irregulares de países subdesarrollados, el prestigio del «complejo militar-industrial» se está desmoronando, nunca antes se habia visto, en la historia del capitalismo, un fenómeno de esta envergadura.

DD: En Vietnam hace cuarenta años tal vez, ¿no?

JB: Existen antecedentes, la guerra de Vietnam es uno de ellos, también lo es la guerrilla antinazi yugoslava durante la segunda guerra mundial. Sin ambargo ambos acontecimientos no marcaron el limite histórico del aparatismo militar moderno. Ahora con las guerras perdidas de Eurasia si esta ocurriendo eso. Las resistencias antiimperialistas de Irak y Afganistan utilizan armas sencillas, baratas; kalashnikovs, RPGs, IEDs, enfrentan estructuras armadas muy sofisticadas cuya gigantismo las inmoviliza estratégicamente frente a las guerrilas, organizaciones armadas populares del siglo XXI, periféricas pero modernas. Es la larga historia del militarismo burgués que parece haber entrado en su etapa declinante. El ciclo comenzó con la Revolución Francesa, siguió con Napoleón, luego con los complejos militares industriales europeos después de la guerra franco-prusiana en Alemania, Francia, Inglaterra hasta llegar a Hitler. Haciendo cada vez más fuerte la vinculación entre ciencia, industria y armamento, cuya culminación, su nivel más alto, ha sido alcanzado por el Complejo Militar Industrial norteamericano.

DD: Cuyo desarrollo lleva varias décadas…

JB: Desde los años treinta, a fines de esa década los Estados Unidos consiguieron salir de la recesión gracias al keynesianismo militar, espina dorsal del sistema económico imperial. Terminada la Segunda Guerra Mundial, le siguió la larga Guerra Fría y cuando esta terminó la eĺite buscó una nueva legitimación en la llamada «guerra contra el terrorismo». Los Estados Unidos no han conocido otro keynesianismo que el militar, las formas no-militares quedaron subordinadas al mismo. Allí radica el nucleo decisivo de la tragedia norteamericana, que presenta una sociedad aparentemente democrática pero que en realidad está regida por una trama financiera, petrolera, militar que ahora se encuentra en un callejón sin salida.

DD: … una crisis enorme…

JB: y sorprendente…. la teoría económica convencional no sirve para entender lo que sucede, esta es una crisis de una profundidad sin paralelos, tampoco debería ser pensada como un proceso fulminante donde todo se derrumba en un corto período. Hemos ingresado en un período que probablemente será largo de declinación de la economía norteamericana, y también de las otras economías centrales como Japón y la Unión Europea e incluso de las zonas periféricas emergentes fuertemente ligadas a los mercados de los paíse dominantes, por ejemplo China. Las sucesivas y crecientes burbujas financieras consiguieron en las últimas décadas mantener el dinamismo capitalista a escala mundial, concentrando ingresos, despilfarrando recursos naturales no renovables, destruyendo vastas zonas de la periferia, pero la droga financiera no solo ha ido agotando su poder estimulante sino que ahora aparece como el principal catalizador de la decadencia.

DD: ¿Cuáles son los antecedentes de esta financierización? Y ¿porqué las crisis anteriores no han causado el derrumbe del capítalismo y en cambio la actual lo provocaría?

JB: Las crisis del capitalismo industrial del siglo XIX fueron básicamente crisis de crecimiento que expresaban la pujanza del nuevo sistema, el parasitismo financiero comienza su ascenso hacia fines de ese siglo. Luego, las crisis del siglo XX expresaron de manera creciente la dominación parasitaria (militarista, financiera, consumista imperial, etc.). A comienzos del siglo XX Lenin señalaba que la dominación financiera del capitalismo significaba el predominio de formas degeneradas, decadentes, que sin embargo no tenían porque producir automaticamente el derrumbe del sistema y su superación por una nueva civilización, socialista. Ni para él ni para Rosa Luxemburgo que escribio un texto decisivo: «La acumulacion del capital», el capitalismo se derrumbaría solo dejandole la via libre a los oprimidos. Antes que ellos, Marx sostenía que las crisis capitalistas constituian una serie inevitable y que luego de cada una de ellas el sistema se recomponia pero crecientemente deteriorado hasta llegar a la llamada «crisis general», integral del sistema. Aunque para Marx la superación postcapitalista, socialista, constituía una «necesidad historica», facilitada por el deterioro del sistema, pero no un acontecimiento inevitable. Existían para todos ellos dos alternativas históricas; la superación humanista (comunista) o el repliegue bárbaro, el hundimiento de la humanidad en una larga decadencia. La fórmula «socialismo-o-barbarie» lanzada por Rosa Luxemburgo, no fue un simple slogan militante sino la síntesis de una reflexión muy elaborada sobre el futuro de la civilización burguesa que compartieron no solo Marx y sus discipulos directos sino un abanico mucho más amplio de pensadores.

Yo considero que el nivel de parasitismo que ha acumulado el capitalismo a comienzos del siglo XXI sumado a su bloqueo tecnológico (asociado a su modelo de consumo) ahora evidente y que se expresa por ejemplo en los temas enegético, alimentario o ambiental, coloca al sistema mundial ante una verdadera «catástrofe». Es decir un momento de bifurcación histórica a partir del cual las formas de reproducción sistémica vigentes durante más de dos siglos no podrán seguir funcionando mucho tiempo más. Esto abre la via para la superación humanista pero tambien para el nacimiento de estructuras monstruosas de opresión, de concentración salvaje de recursos. Prefiero ser optimista (aunque prudente).    

DD: A veces nuestra impacienca para acabar con el sistema distorsiona nuestra reflexión…

JB: Tenemos que esforzarnos para entender la realidad tal cual es. Hace cerca de una década yo retomé la idea formulada en los años 1970 por Roger Dangeville quien sostenía que el capitalismo había entrado en su etapa de senilidad. Publiqué a comienzos de 2001 un libro titulado «Capitalismo senil», tiempo después Samir Amin publicó en la misma línea de reflexión un libro fundamental llamado «Más allá del capitalismo senil», algunos otros autores se han icorporado a esta línea de trabajo. ¿Cual es la hipótesis común?: la civilización burguesa ha entrado en decadencia. La senilidad del sistema nos obliga a ver sus crisis, y la contención provisoria de las mismas, de manera diferente a la visión de las turbulencias de etapas anteriores; no se trata de un capitalismo industrial juvenil como en el siglo XIX o maduro como en buena parte del siglo XX, donde ya le florecían algunas canas, sino de una cultura decrépita que no tiene porque morir de un día para otro sino más bien degradarse gradualmente. Claro, existen saltos cualitativos posibles en esa marcha descendente, van apareciendo achaques, contradicciones insuperables, aberraciones de todo tipo que por lo general no son absorbidas o superadas sino que van generando efectos multiplicadores negativos que se propagan con diversos ritmos. En ese camino la implosión es una posibilidad no un hecho inexorable en una fecha determinada.

DD: Eso se aplicaría a los Estados Unidos…

JB: Segun Wallertein  el Imperio tiene dos alternativas: aceptar y adecuarse a una suerte de decadencia honorable como ocurrió con Inglaterra en el siglo XX o bien «tirar la casa por la ventana» en una loca fuga (militarista, financiera, imperialista) hacia adelante como lo ensayó la administración de Bush en esta década. Existe al interior del sistema de poder norteamericano un sector, hasta ahora no dominante, que quiere detener la guerra de Eurasia o por lo menos suavizarla, anudar una asociación más estrecha con la Unión Europea, no bombardear Iran, coexistir con rusos y chinos, etc. Es decir, diseñar una reparto del mundo donde los Estados Unidos deberían renunciar a sus pretensiones de hegemonia global, retirandose de algunas posiciones, compartiendo otras, etc. En ese camino el dólar por ejemplo ya no seria la moneda dominante universal, los norteamericanos tendrían que ajustar su consumo, conformarse con tasas de crecimiento muy bajas, etc. Se trataría de una tentativa de poner en marcha lo que podriamos calificar como estancamiento o declinanción estable del Imperio. Se trata de una alternativa razonable pero tal vez muy débil, muy poco reresentativa de la cultura,  la dinámica de los grupos parasitarios dominantes en el sistema de poder imperial.  Lo que ahora predomina en el Poder imperial es la lógica de la fuga hacia adelante, de la preservación a toda costa de la estructura actual. Estamos ante un final abierto…

DD: Entonces una era universal de capitalismo salvaje es posible…

JB: Es posible. De todos modos si nos ubicamos en el largo plazo histórico podríamos tal vez concluir que la gran tentativa de recuperación salvaje fue la etapa neoliberal y su final a toda orquesta con Bush y sus halcones en el escenario, tal vez ahora estemos ingresando en una suerte de plano inclinado descendente, de declinación abierta del sistema, de su desordenamiento general. Tal vez sea si… es una hipótesis de trabajo… el estancamiento actual e inminente declinación de la producción petrolera global nos estaría indicando eso..

DD: Entonces, ¿el agotamiento de recursos naturales no renovables es una crisis fundamental?

JB: Así es, en las anteriores grandes crisis capitalistas uno de los factores decisivos de la recuperación, no el único, era la existencia de fuentes energéticas abundantes y a bajo costo. La crisis de 1914-1918 coincidió con el Peak Coal (el punto máximo de producción de carbón) en Inglaterra, pero la producción petrolera ya ascendía bajo el liderazgo norteamericano y sus nuevos productos dinamizadores del sistema como los automóviles.

Un nuevo y gigantesco mercado entraba a jugar con fuerza el universo capitalista. Toda la historia ascendente del capitalismo industrial desde el fin del siglo XVIII está marcada por la ampliación de los mercados centrales, imperialistas, combinada con la expansión del empleo de recursos naturales no renovables. Ambas condiciones parecen ahora estar agotadas…

DD: ¿Y los biocombustibles?

JB: El remedio es peor que la enfermedad, la producción a gran escala de biocombustibles reduce la superficie de las tierras dedicadas a la producción de alimentos , genera crisis alimentaria y más inflación, el desorden del sistema aumenta, además los biocombustibles, incluso aceptando las hipótesis de producción más optimistas no resuelven el problema del déficit energético.

————————————————–

Daniel Denvir es periodista independiente en Quito, Ecuador y editor de la publicación de próxima aparición: «Caterwaul Quarterly» (www.caterwaulquarterly.com). Denvir es beneficiario en 2008 de la Beca de Periodismo de Investigación Samuel Chavkin de NACLA.