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Por qué hay que mantener «okupados» a nuestros superricos

Fuentes: Sin permiso

La idea de gravar a los inmensamente ricos de Estados Unidos, a lo grande, se ha convertido en vox populi. Tanto los legisladores como los periodistas se han pasado toda la semana pasada discutiendo seriamente -y muy visiblemente- cuál es la mejor manera de hacer que los más ricos de nuestro país «paguen su parte justa».

La capital de nuestra nación no ha visto tal concentración en la imposición de la riqueza concentrada desde que Franklin Roosevelt propuso un impuesto del 100% sobre los ingresos superiores a 400.000 dólares, en dólares de hoy, allá por 1942.

La propuesta de Roosevelt condujo a dos décadas de altos impuestos sobre las rentas altas, con tipos impositivos superiores que rondaban el 90%. La audaz propuesta de FDR de gravar a los ricos también aceleró la aparición, en Estados Unidos, de la primera clase media masiva del mundo.

Todavía no sabemos cómo va a resultar el actual foco de atención sobre los impuestos a los más ricos de Estados Unidos. Pero el mero hecho de llegar a este punto, de presentar propuestas serias sobre los impuestos a los ricos en el centro de la escena política de Estados Unidos, supone un paso importante hacia un futuro más justo e igualitario. ¿Y quién merece el mérito de este paso significativo? Algunas investigaciones que acaban de publicarse sugieren que una buena parte de ese mérito debería corresponder a los activistas que nos dieron, hace una década, Occupy Wall Street.

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