El gobierno conservador-liberal alemán está proponiendo que todos los países de la Unión Europea, para salir de la crisis, hagan lo mismo que han estado haciendo en su país, es decir, que se concentren en aumentar las exportaciones, lo cual requiere -según portavoces de aquel gobierno- una moderación salarial (la manera amable de decir una […]
El gobierno conservador-liberal alemán está proponiendo que todos los países de la Unión Europea, para salir de la crisis, hagan lo mismo que han estado haciendo en su país, es decir, que se concentren en aumentar las exportaciones, lo cual requiere -según portavoces de aquel gobierno- una moderación salarial (la manera amable de decir una reducción salarial) a fin de hacer que la economía alemana sea más competitiva y poder exportar más (Alemania ha sido el país de la UE-15 donde los salarios han crecido menos durante estos últimos quince años, seguido de cerca por España).
Consecuencia del enorme poder que el gobierno alemán tiene en configurar las políticas europeas, esta postura se está convirtiendo en la nueva sabiduría convencional, promovida efusivamente por los mayores medios de información financiera, desde el Financial Times hasta el The Economist, que siguiendo a los portavoces del establishment financiero europeo están acentuando la necesidad de apretarse el cinturón (que quiere decir bajar los salarios y los beneficios sociales y laborales) a fin de hacernos más competitivos y exportar más. Y, como no, se está presionando al gobierno español y a los otros gobiernos del sur de Europa (y muy en especial Grecia) que tomen la medicina de austeridad para poder salir de la crisis. Tal receta de solución económica recuerda aquella imagen tan extendida de que si estás enfermo, para ponerte mejor tienes que tomar una medicina amarga. Según tal mensaje, no pueden estos países del sur de Europa continuar con la exuberancia de gasto público y elevados salarios que les está llevando a las ruina y les imposibilita la recuperación. Hasta aquí el dogma liberal, trasmitido por portavoces de tal dogma, algunos con chaquetas llamativas y otros con chaqueta normal. El problema es que este dogma se basa en la fe y no en la evidencia, evidencia que es fácil de recoger y mostrar el error de cada uno de sus postulados. Veamos los datos.
Pero antes hay que entender que una condición sine qua non para que un país exporte es que haya otro país que importe. Sin este último, no hay exportación posible. Aclarado esto, miremos donde van las exportaciones alemanas, dato fácil de ver. Tal como ha señalado el economista George Irvin en un reciente artículo en el The Guardian, dos terceras partes del comercio exterior (es decir, de las exportaciones) de Alemania, es con países de la eurozona, incluyendo los países del sur de Europa. Sólo una tercera parte de tal comercio exterior es en zonas distintas a la eurozona. Las exportaciones van, pues, en su gran mayoría a los países de la eurozona.
Ahí está el problema para Alemania y para los países de la eurozona. La austeridad que el gobierno alemán está predicando está dañando no sólo a todos los países de la UE (pues ven su capacidad de consumo dramáticamente reducida) sino a la propia Alemania, pues no se está recuperando la capacidad adquisitiva de la población (y muy en particular de las clases populares) en los países donde se están aplicando tales políticas de austeridad (que son la mayoría) y, con ello, no pueden consumir los productos alemanes. De ahí que la recuperación de las economías de la eurozona, incluida la alemana, vaya tan lenta (y se vea tan problemática). Querer basar la recuperación en incrementar las exportaciones sin que haya capacidad importadora en otros países es un error garrafal. Pero es lo que se está haciendo.
China entendió esto rápidamente. No podía salir de la crisis aumentando las exportaciones. Tenía que salir de la crisis con un aumento muy notable del consumo interno, con un enorme estímulo económico basado en creación de empleo y reducción de las enormes desigualdades (creadas precisamente por las políticas de crecimiento económico basadas en las exportaciones). Hoy China tendrá una tasa de crecimiento de un 9% del PIB.
Alemania es el eje de la eurozona. A no ser que intente salir de la crisis a base de aumentar su consumo doméstico, rompiendo con las políticas de austeridad, la eurozona no saldrá de al crisis. Las críticas de la Ministra de Economía francesa a Alemania en este sentido llevan toda la razón. Lo que se requiere ahora, más que nunca es un crecimiento de la demanda y capacidad de consumo, incluyendo los sectores sociales que crean gran cantidad de puestos de trabajo, donde el déficit de empleo es sustancial en los países del sur de Europa (incluyendo España). En este sentido, el problema en estos países no es ni el déficit ni la deuda pública sino su escasa capacidad de consumo que estimule el crecimiento económico. Contribuyendo a esta escasez está el bajo nivel de gasto público. En tales países el gasto público es muy bajo, resultado de un enorme poder de clase que explica la magnitud del fraude fiscal, del mercado negro y la regresividad fiscal. Hablar de exuberancia en este aspecto es hiperbólico y frívolo. Ni que decir tiene que pueden encontrarse casos de mal uso del gasto (que los liberales utilizan para justificar la reducción de todo el gasto público) en aquellos países. Pero este no es el problema El problema es que los países de la eurozona, incluyendo España, continúan estancados en el liberalismo.